Por María Pallavicino


 

Los afrouruguayos y 

sus aportes a la cultura Nacional

 

 

 

Antes que nada quiero aclara que mi disertación sobre los AU y sus aportes a la cultura nacional no es el fruto de una especifica investigación de campo sino un breve síntesis de los hechos históricos y sociales  que han contribuido a determinar el papel desarrollado por los afro-uruguayos en la formación de la cultura nacional. El presente estudio se basa fundamentalmente sobre las investigaciones de los conocidos historiográficos y sociólogos Ildefonso Pereda Valdés, Carlos Rama, Eugenio Petit Muñoz. Rolando Mallafe, Horacio Martínez Montero, Daniel Vidart y Renso Pi, Elena Studer y Orestes Araujo, entre otros.

Entrando ahora en el tema que nos ocupa, vamos a recordar que el origen de la casta de esclavos negros en la época colonial en tan antiguo como la instalación de los europeos en la Banda Oriental del Río de la Plata. La Colonia del Sacramento creada por el Gobernador portugués Manuel Lobo, fue un centro negrero importante durante aproximadamente un siglo. Mas todavía para los portugueses que para los españoles los esclavos eran “la mercadería mas importante que se lleva a las Indias”.

Pero cuando los españoles fundaron Montevideo en 1726, lo hicieron exclusivamente con 131 españoles de condiciones libre, sin esclavos ni siervos, y que unos pocos años después el Cabildo de Montevideo, en vista de la falta de mano de obra, pedía la importancia de esclavos negros. Concuerdan los historiadores en que, desde 1743 se inicia la introducción regular de esclavos. Según varios estudiosos de la materia la inmensa mayoría de los negros comerciados en el Río de la Plata fueron traídos por negociantes portugueses y el hecho es culturalmente importante por cuanto se trata  casi siempre de negros “ladinos” (es decir nacidos en cautiverios, bautizados y enseñados en la vida de esclavos), dejando de ser “bozales” o sean no bautizados, todavía acostumbrados a su vida africana. En otras palabras, los negros que llegaban al puerto de Montevideo no venían de África directamente sino de Brasil.

Es imposible, y además no tiene sentido, lograr la correcta estadística del numero de esclavos negros ingresados al puerto de Montevideo por la deficiencia de los archivos, por el gran trafico de contrabando y finalmente porque muchos de ellos, una vez cumplida la cuarentena en el puerto de Montevideo, se trasladaban con destino a Buenos Aires, Chile y hasta la costa del Perú.

Es en cambio muy interesante considerar la proporción en que los esclavos negros y luego los libertos y mulatos forman parte de la sociedad colonial  de la Banda Oriental.

Según los datos proporcionados por diferentes censos de la población de Montevideo entre los años 1726 y 1843, los elementos negros esclavos y libertos nunca superaron el 19%  de la población total, mientras que en las estadísticas relativas a la población de la Banda Oriental entre 1778 y 1793 ese porcentaje no supera el 26 % (estos son datos citados por Martínez Montero, Rosenblatt y Pereda Valdes).

La primera conclusión que podemos extraer de tales datos es que el porcentaje de población negra de Montevideo y del resto de la Banda Oriental, contraste con el resto de las colonias españolas y portuguesas en América. En realidad, si tomamos en cuenta la población de los países mas cercanos, podemos ver que tanto la provincia de Río Grande do Sul en Brasil, el Chile y la Argentina cuentan, en el mismo periodo, con un numero de negros y mulatos sin duda superior. En 1751 solo 65 familias tienen un promedio de 2 esclavos cada una, mientras que el mayor propietario posee 10 esclavos adultos y tres menores.

En ocasión del llamado “éxodo del pueblo oriental” de 1812, la retirada de Artigas frente a los portugueses, acompañado por toda la población campesina, se puede observar como se establecen los números de personas, carruajes, esclavos por núcleo familiar y estos últimos no pasan de cinco por familia, aunque lo normal son dos o tres (entre adultos y menores ) por familia propietaria.

Si tomamos en cuenta que a partir de 1791, en base el edicto real del 28 de febrero, Montevideo es declarado único puerto de entrada de esclavos negros para todo el cono sur del continente y para Perú, tenemos que compartir la opinión de varios antropólogos uruguayos que detectan la razón de su pequeño porcentaje en el Uruguay colonial en el tipo de economía local y del uso de la mano de obra esclava. En Uruguay no habían las plantaciones tropicales de caña de azúcar, café, algodón, cacao, típicas de la costa oriental esclavista americana, ni la gran industria minera característica de otras regiones. Estas actividades precisan una gran cantidad de mano de obra. La actividad económica por excelencia de esta región será la ganadería de la cual se ocuparan “gauchos” y que requiere un numero muy limitado de trabajadores. Por este motivo la mayoría de la población afro-uruguaya será destinada a las tareas domesticas, como personal  de servicio de las familias mas pudientes. En los trabajos urbanos tendrán bastante relieve solo en la industria de la construcción, y en algún trabajo artesanal como el de pasteleros, aguateros. Compás teleros eran obreros especializados que vendían sus pasteles en la Recoba y en otros lugares públicos.  

Los negros que individualmente dejaban la casta de los esclavos, no pasaban, en todo caso, a la casta superior de los blancos libres, sino que integraban una capa intermedia llamada de “libertos”. Esta clase de libertos no tiene que ser confundido con las otras cosas intermedias, de los indígenas o de los mestizos, gauchos, muchas veces llamados peones. Bajo muchos aspectos se liberto era desde el punto de vista jurídico semilibre o mejor dicho “semiesclavo” , pues siendo un hombre libre “estaba sujeto a limitaciones” por el hecho de ser según la definición de Petit una “persona emanada del señor de una cosa, que conservaba supervivencias de su condición originaria  de cosas”. Estas limitaciones jurídicas los distinguías  de las otras castas intermedias que no tenían alguna limitaciones importantes.  A la casta de libertos podían acceder los esclavos que pagaban su propio rescate o bien las esclavas que tenían un hijo con un blanco o bien se casaban con su amo. El hijo, mulato, era, el también, liberto. Los mulatos fueron numerosos  en la Republica de Uruguay, dadas las costumbres de la época, la señalada convivencias familiares y la notoria escasez de mujeres blancas en la población emigrada de Europa. Ya a fines de 1700 el numero de mulatos supera el de los negros, según los censos de la época.

Ha sido una especialidad de la raza negra el gusto y la habilidad demostrada en el arte culinario.   

A partir de las invasiones inglesas, las guerras independiente y las leyes aboliciones, el porcentaje de negros en Uruguay decrece rápidamente. En efecto, la continua necesidad de hombres uno de los problemas mas acuciantes, desde la fundación de la colonia, ya sea para la defensa, como para el trabajo en general, facilita, en el momento de las guerras de independencia la entrada de libertos en las fuerzas armadas. “Libertos y asimismo esclavos nos dice C .Rama vieron en el ejercicio de las armas, una de las escasas posibilidades, si no la única, de acceso social en una sociedad fuertemente estratificada, como es usual en el sistema de castas”. El ingreso de negros en el ejercito data de 1801. El reglamento militar era igual era igual para blancos y negros, pero estos no podían acceder al grado de oficiales. La creación de 2 compañías de negros y mulatos tienen que ser relacionados con la guerra con Portugal y la constante amenaza de Inglaterra, amenaza que se concretiza con la invasión de 1806 y 1807. Es justamente en esta segunda ocasión que el virrey, Márquez de Sobremonte, ordena de reclutar negros esclavos para la defensa de la fortaleza. Pero la gran actuación militar de los negros se cumple entre 1811 y 1828, durante las guerras contra España y Portugal.

Por lo que se refiere a la legislación abolicionista hay que recordar la primera resolución abolicionista data de 1813 y la segunda del año 1825 la reafirma. En el 1837 se concede la libertad a todo esclavo que entre en el territorio nacional según lo expuesto en la Constitución del año 1830. 

A pesar de eso estas normas no tuvieron aplicación efectiva y general a causa del continuo contrabando, solo unos años , mas tarde cuando Argentina y Uruguay suscribieron un especial tratado con Inglaterra. Según este tratado el trafico estaba definitivamente prohibido.

Terminadas las guerras, el proceso abolicionista culmino en 1853 con las leyes que sancionaban la libertad para los menores de color y declaraban la trata de esclavos un acto de piratería. El Afro- uruguayo, cuya sumisión al año había sido reemplazada por la obediencia a los jefes militares tuvo que pagar un alto precio en vidas humanas para ganar la libertad que le habían concedido los bando en conflicto. Por otra parte el mantenimiento de la esclavitud en Brasil, significo, un importante desafió a los propósitos abolicionistas, pues muchos propietarios brasileños llevaban clandestinamente a Brasil negros libres uruguayos que trabajaban en sus estancias ubicadas en la zona limítrofe de los dos países.

 

 

EVOLUCION DE LA POBLACION AFROURUGUAYA DESPUES DE LA INDEPENDENCIA

 

De todos modos el termino de las operaciones militares y el licenciamiento de los ejércitos al cabo  de la guerra Grande, confirmo la definitiva liberación de los esclavos reclutados para la guerra, que entran como hombres libres en la vida social y económico de la joven republica. A esta altura los ex –esclavos ya no se diferencian de los ex – libertos  y la Constitución de 1830 ya no hace mención al color de la piel u cualquier otra característica que aluda a los descendientes de las castas inferiores, no existe tampoco una superposición de la pirámide social clasista con la “ línea de color” que confirme a los afro-uruguayos a ocupaciones rechazadas expresamente por los blancos, como sucede en cambio en Brasil después de la abolición de la esclavitud. Por lo tanto se explica fácilmente la relativamente rápida y fácil integración  de los afro-u, en una sociedad de clases abiertas y su posibilidad de exceder económicamente y socialmente. En los últimos diez años del siglo, podemos encontrar afro-u, en todos los empleos del estado y privados, como propietarios de pequeñas empresas artesanales, comerciantes, etc. Particularmente importante es la ley de educación  publica en 1878 la cual, creando la escuela  publica y gratuita, contribuye a solucionar el problema de la enseñanza se completara al principio de este siglo con la ley que establece la creación de liceos públicos en todas las capitales de departamento.

El proceso de integración es evidentemente lento y contemporáneo a la llegada de la nueva inmigración europea la cual se intensifica notablemente después del 1860. Entre 1860 y 1870, por ejemplo, entran  en el país 150.000  europeos, entre los cuales se notan un importante numero de suizos y de piemonteses valdenses que se radican en la zona occidental de la republica. En 1887, en el departamento de Canelones se calcula que de los 74.000 habitantes, 37.000 son uruguayos y el resto italiano. Esta inmigración espontánea  al principio y luego impulsada por intervenciones del estado, llega a su máximo nivel entre 1895 y 1914.

La población de color, no renovada por una inmigración importante como la blanca, ha ido reduciendo cada vez mas sus efectivos, como resulta de las cifras estimativas de Rosenblatt.

Este autor calculaba que en 1954 en Uruguay había solo 58.000 personas de color, de las cuales, solamente 8.000 eran negros. La población total de Uruguay en esa época  eran de 2.500.000 personas, por lo tanto la población de color representaba solamente el 2.3% del total, cifra que, como se nota, contraste bastante con el 26% de 1803 y el 19% de 1843. Hay que observar finalmente la absorción racial por el mestizaje, dado que los 8000 negros constituyen solamente el 0.32% del total de la actual población.

Aunque todo el proceso es similar en toda América Latina, las cifras de Rosenbaltt muestran que en Uruguay es mas pronunciado que  en otros países.

Un hecho importante y definitorio que acompaña el proceso central de reducción de los efectivos de color y de mestizacion es la constante transferencia de sus integrantes en la segunda mitad del siglo pasado, desde la campaña hacia la ciudad, como por lo demás sucede con toda la población rural. Esto explica las nucleaciones del barrio Reus del Sur, de la calle Caracas en el Barrio del Buceo en Montevideo, y otros grupos en las capitales departamentales de Melo, Artigas, Rivera y Durazno. En cambio faltan en la mayoría de los departamentos del oeste, centro y sudoeste del país. Según noto sociólogo Carlos Rama, esta topografía de la población afro-uruguaya  contemporánea alude a los polos entre los cuales gira fundamentalmente su existencia en el siglo XX. Por una parte su instalación montevideana y la ciudad de Durazno esta  vinculada a la población de las armas, su primera ocupación prestigiosa desde la colonia, y en segundo lugar, las fijaciones fronterizas de afro-brasileños, importantísimo hasta 1889, y constante después, hasta nuestros días, contribuyen a mantener, para los afrourug, una caracterización de marginalidad cultural, especialmente por razones lingüísticas.

 

 

ORIGEN REGIONAL DE LOS AFROURUGUAYOS Y SU APORTE A LA CULTURA NACIONAL

 

En el Uruguay, ha sido muy discutido por los antropólogos el tema del origen regional africano de los negros aquí llegados. Este origen, relativamente fácil de establecer para otros grupos de afro-americanos (afro-brasileños, haitianos, cubanos) es en realidad bastante difícil de fijar para los afro-uruguayos, y esto por varias razones, entre las cuales, su escaso numero y su relativamente rápida aculturación, en el ambiente local, así como su mayoritario procedencia de Brasil.

En todo caso la mayoría de los estudiosos en este sector han indicado principalmente el Mozambique, el Congo y Angola como las regiones de procedencia de los afro-uruguayos. Se trata entonces de poblaciones de lengua bantu, conocidos aquí, en general, con los nombres correspondientes  a sus respectivos lugares de procedencia. No tenemos porque olvidar que a menudo, los comerciantes nombrados como lugar de procedencia el puerto de embarque de África. Este hecho ha generado  muchas confusiones, pues muy bien se sabe que los africanos vendidos a los comerciantes blancos eran muchas veces prisioneros de guerra de tribu de la costa, y no pertenecían en absoluto a ese grupo étnico.

Desde el punto de vista racial, los afro-uruguayos, son el producto de antiguas uniones de caminatas, otentotes, bosquimanes, y por lo tanto su aspecto físico es variable.  Los esclavos congos y angoleses fueron preferentemente traídos  a Río de Janeiro y al Sur de Brasil y por ende constituyeron  la mayor parte de las importaciones en el Río de la Plata. Como ya he dicho, gran parte del trafico de esclavos de la región rioplatense fue de procedencia brasileña. Los afro procedentes directamente de África eran originarios de Angola y Mozambique y muy pocos los sudaneses Nago.

Desde el principio de su masiva introducción los esclavos  y negros libres constituyeron en todas las ciudades de América organizaciones fundadas, en forma genérica sobre las comunidades de origen y cultura, denominadas naciones. Estudios recientes han demostrado empero que los nombres de dichas naciones se refieren muy a menudo, no tanto al efectivo origen y cultura de los afro-ur, que eran miembros de ellas, sino que a los lugares de procedencia de los barcos que los habían trasladado a América. Muchas veces, hasta se dio el caso que los nombres de las “naciones” fueron impuestos por los mismos traficantes que, ignorando las culturas africanas, se limitaban a dar el nombre de la región en la cual se encontraba el puerto de embarque.

Las naciones fueron reconocidas y hasta impulsadas, a veces, por las autoridades coloniales, tuvieron sus “reyes” y “gobernadores”, y en su marco sobrevivieron algunas fiestas tradicionales y practicas religiosas disimuladas bajo las formas del catolicismo impuesto por las autoridades. A pesar de todo, estas asociaciones respondieron a las necesidades elementales de la sociabilidad de los africanos y estimularon la aculturación de grupos afro de procedencia diferente y luego de estos con la sociedad colonial. En algunos regiones funcionarios verdaderas sociedades de socorro mutuo, en otras adoptaron la forma de sociedades secretas de iniciaciones, como, por ej. En Cuba. (1) Pereda Valdés.

En Uruguay las “naciones” poseían locales de reuniones llamadas “salas”, donde en los días festivos “reyes”. Hacia 1834, según el historiados Pereda Valdés que se basa en documentos del archivo de estado, la “nación” de congo era tan importante en Montevideo, que estaba formada por seis provincias (Gunga, Guanda Angola, Muyolo, Basundi y Boima) y cada una de ellas tenia su “sala” particular.

Otros estudiosos señalan, para la misma época, en Montevideo, la existencia de muchas “salas” que reunían elementos congo- angoleses como las de los Benguela, Lubolo, Ambunda y guineano-sidanese como las de los Min-nago (yoruba), Mina-carabori y Mina-mahyis.

Las “naciones” tuvieron en Uruguay siempre una existencia publica y, excepto en algún caso de asistencia a sus propios miembros, como el de los velatorios en las propias salas, su finalidad principal siempre fue la celebridad de danzas colectivas coincidente con las fechas religiosas cristianas, como Navidad, Año Nuevo, Día de Reyes, Epifanía, etc.

Estos bailes estaban presididos por el rey y la reina de cada nación, seguidos por un ministro y un juez que actuaban como maestros de ceremonias respectivas en la sala y en la calle. La danza presentaba una coreografía variedad: empezaba con  un cortejo seguido por la formación de filas y ruedas (calles y ruedas) y terminaba sin orden alguno u formación precisa “entrevero”. El mas típico baile afro-uruguayo, el “candombe” ha sido por mucho tiempo considerado por los estudios uruguayos “una forma disimulada de practicar cultos africanos” en su origen, para luego pasar a ser una simple danza lúdica. Se ha dicho  que “debajo de las miradas curiosas de los amos, los esclavos revivían sus atípicas danzas religiosas, haciéndolas   creer  simples bailes de diversión para evadir el prohibicionismo religioso imperante. Estudios mas recientes niegan en cambio tal origen de estos bailes, considerando su sustancial similitud con otras fiestas de contenido profano que siempre se han realizado en otras partes de América. Como se ve el estudio analítico de esta característica manifestaciones afro-uruguayo sigue siendo un tema todavía abierto a la investigación socio-antropológica.

Yo comparto, en todo caso, la opinión de importantes sociólogos uruguayos que ven en esta peculiar manifestación de los afro-ur, el resultado de un proceso de adaptación de danzas africanas, de las cuales es evidente, aun que disimulada la función compensatoria: al permitir transitoriamente la revivencia de autoridades nacionales y de hecho vinculados a la memoria común, estas manifestaciones estimulaban su orgullo étnico que lógicamente no podía expresarse en el marco de la vida diaria. El fin de la corriente inmigratoria brasileña, con el fin de la trata tuvo el efecto de hacer gradualmente desaparecer esas sobre vivencias hasta entonces mantenidas por los afro-ur. Por esta razón los clásicos “candombe”, cuya decadencia había empezado ya un poco antes, no se realizan mas a partir de 1890, y dejan el lugar a otro tipo de danza hoy en día ligado solamente al carnaval, en cuya coreografía  sobreviven las antiguas autoridades de las “salas”. De la misma forma, de las antiguas “naciones” nacen las “comparsas”, que incluyen actualmente un numero cada vez  mayor de los llamados negros de betún, o sea los blancos que en carnaval quieren adoptar los ritmos y las danzas del candombe: elementos definitivamente integrados en una cultura nacional de la cual participan de igual forma los  uruguayos de piel clara y oscura. Es por lo tanto en el marco de la música popular rioplatense que podemos encontrar el aporte africano: alcanza con recordar la importancia de los ritmos afro en el génesis del tango o de la milonga.

Además de eso, hay que recordar los numerosos aportes lingüísticos al léxico español rioplatense, mientras hay que mencionar que en América en general, pero en modo particular en los países rioplatense no se han dado las condiciones necesarias para un especial desarrollo de ideas y formas de arte de tipo africano. Por cuanto se refiere a la religión, los estudiosos uruguayos, están generalmente de acuerdo en afirmar que “los africanos aclimatados en la republica no tuvieron a sus descendientes. El fetichismo, la magia y otras practicas de origen africano, parecen haber tenido poca influencia en las costumbres del afro-urug.

“Congoleses, angoleses, mozambiqueños, si adoraron fetiches e introdujeron cultos, fueron estos pocos estables en el Río de la Plata, o al menos así parecen demostrarlo la actual inexistencia de tales cultos, por otra parte muy arraigados en las costumbres de otros afro-americanos” escribe  Pédela Valdés, y así prosigue...”los negros rioplatenses, en materia religiosa se limitaron a la adoración de imágenes de santos cristianos, rindiendo en todo caso un culto especial a algunos santos negros como San Baltasar o San Benito de Palermo”. “Si los pueblos africanos que llegaron al Río de la Plata fueron adoradores de Xango o de Ogum, lo disimularon muy bien siguiendo fielmente la religión católica, sin alguna pretensión de modificar la religión de sus amos con elementos exóticos. Ni terreiros ni candomble se conservaron entre los descendientes de esas poblaciones: el culto exterior fue siempre y solo circunscrito a las iglesias católicas”...”si la verdad fuese lo contrario, habrían sobrevivido los fetiches, los templos, las oraciones. En realidad no hay aquí ningún vestigio de todo eso, lo cual significa que si la tradición existió, se perdió”. Análogas afirmaciones he podido encontrar en las investigaciones de otros historiadores y sociólogos.

La escasez de aportes africanas en el ámbito religioso de la cultura rioplatense ha sido pero interpretada  de forma muy distinta por los mismos estudios.  En efecto, en un principio, ese fenómeno fue explicado como la consecuencia de una originaria pobreza religiosa y cultural de las poblaciones bantúes, que como hemos visto, constituyen el núcleo mayoritario de los afro-uruguayo. Análisis mas recientes y mas profundos, efectuado por los sociólogos Vidart y Pi han puesto de relieve en cambio, la natural dificultad de la cultura religiosa africana de perpetuarse y difundirse en el ámbito de la  colectividad americana por la falta de mas mínima contigüidad y permanecía de sus  portadores. En América el africano se encontró sometido a un tremendo proceso de deculturacion compulsiva: arrancando de su lugar de origen, se encontró sumergido  en una sociedad extranjera de la cual constituía solamente la fuerza trabaja y que no le permitía reconstruir sus sistema familiar, su gobierno, su religión, sus creencias, hablar su idioma. Este proceso de deculturacion, en todo  caso, presento característica  diferentes en los países donde la “plantación” represento la institución económica y social básica y en los otros donde y en como aquí  en Uruguay – ella nunca existió. En los primeros, los esclavos, ya sea por su mayor numero  que por su vida en común en los campos de trabajo y en los “señalas” pudieron guardar mejor muchos elementos originales e integrarlos en el marco de una cultura nueva que contribuyeron a crear.

En las zonas, en cambio, donde la actividad económica fundamentalmente la ganadería en nuestro caso no se adaptaba a la utilización de mano de obra esclavas, los individuos de común origen y dispersos en el territorio nacional como hemos observado en la primera parte de nuestro estudios, y por lo tanto se vieron obligado a aceptar cada vez mas con menor resistencias la cultura de sus amos.