Por el musicólogo y docente Luis Ferreira
En las culturas Bantú, la música de origen ancestral está naturalmente vinculada a la religiosidad
Tambores, ritos y fuerzas espirituales
El tamborero africano es considerado una persona sagrada mientras ejecuta su instrumento. Esa es una de las características más significativas de la música del continente madre, según este profundo estudio de Luis Ferreira, especialmente preparado para Nuestra Umbanda.
La música africana es
esencialmente funcional tanto en el orden social como el religioso. Podemos
considerar dos categorías básicas de música:
1)
Institucional: ritos de nacimientos, iniciación de adolescentes, ritos
de nacimiento, iniciación de adolescentes, ritos agrarios (cosechas, siembras,
recolección); medicinales o de curación con las técnicas sicosomáticas
tradicionales: adivinación; funerales; las instancias del poder y de la
investidura de la autoridad, etc.
2)
No institucionales: música de diversión, por el placer lúdico, juegos
de adivinanzas, etc. En la sociedad tradicional africana y el ritmo ha tenido y
tiene todavía una utilidad social y es sobre todo el tambor el que sirve de
medio de comunicación para: 1) trasmitir mensajes: más frecuentemente en
Occidente que en Oriente; al retorno de un jefe luego de su ausencia; la muerte
de un miembro del gobierno; en ciertas zonas los sistemas de mensajes son más
preciosos pudiendo trasmitir hasta el nombre de las personas en cuestión; 2)
llamado al trabajo colectivo: construcción de caminos, de pasarelas; ejemplo:
sagala agalamidde: no quiero
perezosos (1); 3) alerta en caso de peligro, por ejemplo incendios en zonas de
sabana. Hay ritmos especiales para alertar a la población y para defender al
poblado; ejemplo: Ggwanga muge: vengan (2); 4)llamado al ritual; 5) identificación
de clanes, en un rol político. Cada clan se reconoce por un toque y por su
tambor. En un casamiento habrán dos tambores y dos toques simultáneos. En
otras ocasiones como la designación de un jefe o el festejo de un éxito, habrá
un solo tambor repitiendo el toque del clan en tales ocasiones.
En los antiguos reinos del África de los Grandes Lagos, en Ruanda,
Burundi, Bunyoro, Buganda y Ankole, existen textos orales esotéricos, y
rituales ligados con la ejecución y fabricación de tambores: 1) Rituales de
fertilidad ocasionales, para conjurar la sequía, para detener la inundación,
para conjurar la improductividad de las colmenas, para encontrar sitios con caza
abundante, para vencer la enfermedad del ganado; 2) rituales periódicos: para
renovar el fuego sagrado, para celebrar el fin de la luna nueva, para celebrar
el comienzo de la cosecha del sorgo, para encontrar los lugares para abrevar los
rodeos de ganado; 3) rituales guerreros: para proteger a los tamboreros, para
condecorar los tambores, para la protección de la séptima vez (mientras que la
novena vez de algo es, perfecta, la séptima vez es nefasta, se realizan
encantamientos especiales para proteger al guerrero de su séptima víctima, a
la madre de su séptimo hijo, al cazador de su séptima presa, etc.; 4) ritual
para una frontera en litigio: se construye un tambor fantoche, así como la
pureza es importante en un ritual, la impureza constituye una fuerza mágica que
puede ser puesta en acción para obtener resultados favorables; 5) rituales de
duelo: al anuncio de la muerte de un jefe hay un retiro total de ocho días con
toda clase de abstinencias, al noveno día se tocan los tambores de corrido; 6)
rituales de acceso al poder, etc. Un proverbio de los Ganda de Ruanda sintetiza
la funcionalidad de sus tambores: “Tezirawa ngumbal” (los tambores no se
tocan sin razón).
En las culturas bantú, la música de origen ancestral, la más apegada a
la tradicional, esta naturalmente vinculada al factor religioso. En ella existe
una correspondencia entre el sonido y los fenómenos cósmico, comprendiendo el
nacimiento, la muerte, el hombre y la mujer, las estaciones y la reencarnación.
La música esta ligada a los diferentes aspectos de la dinámica religiosa y muy
relacionada con la posesión, el cual es el fenómeno posibilitado por los médium.
Cuando la persona es poseída por un Nkisi, fuerza espiritual
particularizada, ocurre una alianza entre el hombre y las fuerzas espirituales
manifestadas en una en particular. Se trata de una renovación permanente de la
alianza existente entre el hombre y el cosmos. El diálogo con esas fuerzas se
logra a través de la música, la cual establece un vaso comunicante entre el
hombre y esas fuerzas.
Para desarrollar el “trance” en las religiones africanas
tradicionales es necesario recurrir a la música y a la danza rituales. El
tambor, base de la danza ritual, es el símbolo del arma sicológica, es la
energía, la incitación a las fuerzas vitales del hombre. La danza ritual es el
lugar donde se estructuran las más importantes funciones espirituales, donde
los hombres se dicen y se vuelven espirituales, donde los hombres se dicen y se
vuelven espíritus, donde se cantan las palabras y se tocan los sonidos
inspirados por estos espíritus.
EL MUSICO EN LA SOCIEDAD
Aparentemente parecería
que cada africano fuese un músico. Es cierto que al crecer en una sociedad
donde la música resulta tan fundamental, la mayoría poseerá un considerable
sentido musical y rítmico. También es cierto que en la mayoría de las
sociedades africanas todo el mundo interviene en alguna forma de música. Pero
eso no significa que todos o cualquiera pueda tocar el tambor principal en un
baile social de importancia, o ni siquiera alguno de los tambores. Los maestros
tamborileros ewes o yorubas son músicos muy hábiles y pueden tardar años en
aprender su arte. Por otra parte, en la mayoría de los lugares, el “público”
no se limita a admirar a los “profesionales”. La música tiene partes para
los músicos profesionales y los demás. Los “profesionales” pueden
tamborilear y dirigir el canto, mientras que el “público” canta las partes
corales y agrega los efectos rítmicos batiendo palmas, bailando, etc.
Además de los músicos “profesionales” (aquellos cuya habilidad
musical determina su lugar en las funciones comunales), algunas sociedades
africanas ( en especial los grupos musulmanes y otros influidos por ellos)
tienen músicos absolutamente profesionales. Se los suele llamar Griots
proporcionan la música para las distintas ocasiones. Se emplean en las cortes,
se asocian a un gremio, especializándose en música para aligerar el trabajo.
Otros animan ceremonias.
Comunal o Griot, el músico en la tradición oral, realiza una actividad
creativa, para lo cual debe conocer bien los recursos y las técnicas de su
cultura musical y desarrollar las aptitudes necesarias para improvisar con
soltura, en base a un patrimonio de fragmentos y motivos que actúan como
elementos de un lenguaje trasmitido y motivos que actúan como elementos de un
lenguaje trasmitido de generación en generación de músicos.
Se produce una especialización por la cantidad de géneros musicales y
los diferentes temas en cada uno, los cuales llegan a ser muy extensos, como los
repertorios de cientos de toques entre los yorubas, por ejemplo.
Manifiestan los akanes de Ghana: “ Los tambores deben estar
familiarizados con los hechos heroicos de nuestros antepasados.
Deben conocer las tradiciones originales pues en caso contrario no pueden
recibir la lírica, la epopeya y los cantos de alabanza que recitan con el
tambor. Así, mientras ejecute su instrumento, el tamborero será considerado
como una persona sagrada, será inmune a todo ataque y a toda molestia y no
deberá ser interrumpido”.