CUERPO, MENTE Y ESPIRITU
Dioses, salud y enfermedad
Los cientistas sociales continúan analizando el contenido mágico-religioso de ciertos comportamientos del pueblo uruguayo. En esta nota se resume un estudio de la antropóloga Yamila Rovitto referido al trascendente papel que juega la espiritualidad en los procesos de enfermedad y curación.
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La fe en las creencias es componente importante en los sistemas religiosos de curación y conservación de la salud. |
La incidencia de los llamados cultos “populares” en los cuales está comprendido la Umbanda en la salud, enfermedad y curación de los uruguayos, ha sido motivo de un estudio antropológico por parte de la cientista Yamila Rovitto.
Partiendo de la aseveración de que en los últimos años los uruguayos”(...) hemos asistido con asombro al establecimiento, multiplicación y desarrollo de numerosos cultos religiosos de diferente origen y naturaleza, que lograron en poco tiempo, una masa de fieles de proporciones inauditas para un país que considerábamos eminentemente laico”. La antropóloga señalo que muchas pueden ser las razones, los resortes materiales, emocionales y sociales “que podemos considerar como motivadores de esa explosión religiosa”.
Una de las ella es “la búsqueda de la curación, la desesperación frente a la enfermedad y la muerte, que resultan temas recurrentes en todos los cultos populares que tuvimos oportunidad de observar” sostiene Rovitto.
En un trabajo “Salud, enfermedad y curación” la antropóloga explica que “sin pretender ahondar en la dinámica interna de cada uno de estos movimientos religiosos, es importante destacar el trascendente papel que ocupa la curación de enfermedades (físicas, mentales y espirituales) en la articulación de estos cultos, como uno de los espacios de interacción más tangibles entre la esfera de lo sagrado y la esfera de lo cotidiano”.
Añade:”Desde otro punto de vista el del campo de la salud la inclusión de la curación entre sus prácticas, ubica a estos movimientos religiosos como otra de las tantas opciones médicas a las que puede recurrir un individuo enfermo”. Y sostiene que, desde esta perspectiva, esos cultos populares “comparten el campo de la salud con la medicina académica, la herboristería, la homeopatía y el naturalismo, la acupuntura, etc.”.
Para Rovitto, sin embargo, ninguna de estas opciones médicas es totalmente independiente de las otras, o por lo menos de algunas de las otras. En este sentido expresa las alternativas religiosas se distinguen del resto del conjunto en tanto que ofician como soporte místico para alguna de estas opciones curativas.
En su estudio sobre los cultos populares, la antropóloga observa que tanto salud, enfermedad y curación son conceptos que difieren no solamente de una sociedad a otra”sino que también, aunque más sutilmente, difieren en el seno de la misma sociedad”.
Sobre los movimientos estudiados, Rovitto sostiene:”Si bien adjudican diversos orígenes a las enfermedades de acuerdo a sus propios concepciones, comparten la idea de la enfermedad como alteración de la salud (estado de naturaleza) introducida, en última instancia, por efectos de la “maldad” propia o ajena. La imagen que emerge es la enfermedad, que se define como oposición a la salud, pero que puede caracterizarse además, a través de la descripción de síntomas dolorosos, molestias, decaimientos, debilitamiento, postraciones, heridas, llagas, fiebre, etc.
El cuerpo sano, por el contrario, no emite señales que lo caractericen. No resulta posible, fuera del discurso científico, definirlo independientemente de la idea de “enfermedad”.
Varias personas entrevistadas por Rovitto consideraron la salud como el “estado de naturaleza”. Ninguna pudo definirla sin referirse a la enfermedad” dice Rovitto.
Un entrevistado sintetizó esa opinión diciendo:”Yo pienso que estar sano es lo contrario a estar enfermo”.
Los demás comentarios registrados fueron similares: enumeración de enfermedades cuya ausencia es el “síntoma” de la salud o el planteo directo de la oposición salud-enfermedad.
Por su parte, la curación si bien es concebida en función de la salud y la enfermedad: “no pertenecen al mismo plano de realidad: salud y enfermedad son dos estados del individuo no carente de cierto dinamismo, pero especialmente estéticos, de tal manera que si una persona mantiene por mucho tiempo su salud y rara vez se enferma, su “estar sana”, se transforma en “ser sana”.
El aspecto dinámico del conjunto está dado por el “enfermar” y el “curar” que pueden considerarse procesos.
En este aspecto dinámico subraya la antropóloga Rovitto en el proceso del enfermar y sobre todo del curar, donde el poder de las religiones populares se pone en juego para proporcionar soluciones a los problemas de la vida cotidiana, para establecer reglas de conducta, para premiar y para castigar. En suma, el poder que demuestran las religiones populares como dispensadoras de salud, constituye un elemento importante en su afianzamiento social y en la captación y retención de sus fieles”.
En el estudio se señalo que de los cultos populares analizados, las tradiciones cristianas heredadas de los españoles y prácticamente monopólicos en nuestro país hasta hace pocas décadas, operan como “background” ideológico de estas conceptualizaciones: la idea del bien y el mal (virtud y pecado) se asocian respectivamente con salud y enfermedad, premio o castigo.
En el capítulo específico referido al culto umbandista, Rovitto establece que en el caso de las religiones afro, las causas de la enfermedad suelen atribuirse a las acciones deliberadas de terceros que, movidos por la envidia o la venganza realizan o solicitan “trábalos”, con la intención de provocar el daño.
Sin embargo, la idea de la enfermedad (y otras calamidades) como castigo, no se halla ausente de estas concepciones. Por el contrario, el miedo al castigo (la envidia o la venganza) obliga a los creyentes a la observancia de ciertas normas no explícitas, a la vez que la propia capacidad para solicitar “castigos” para otros, alimenta una red de recíprocos castigos y contra castigos. A su vez el incumplimiento de las obligaciones del culto puede acarrear también el castigo directo de las entidades superiores.
Para Rovitto, en el caso de las religiones afro la interacción entre las esfera de lo cotidiano y lo sagrado se establece casi exclusivamente en el ámbito de la “consulta”. Es en esta instancia donde el poder y el prestigio de la religión y del “pai de santo” se ponen en juego frente a la sociedad.
La curación de enfermedades somáticas aparece aquí como manos trascendentes que en los otros tipos de cultos populares, en la medida en que los “clientes” buscan principalmente la solución a otro tipo de males: problemas amorosos, familiares, económicos y también, aunque en menor medida, problemas de salud.
El origen de las enfermedades, tanto como otros trastornos (emocionales, económicos, laborales, etc.) se atribuyen siempre a la intervención de terceros que envidian o buscan venganza de la víctima y que la han hecho objeto de manipulación mágica con el fin de dañarlas.
El trabajo del “curador” consiste en deshacer el hechizo y devolver a la víctima la armonía perdida.
Del éxito o el fracaso del “pai” en esta instancia dependerá en buena parte su prestigio y su poder como jefe religioso, afirma la antropóloga.
Por último destaca: “En estos cultos, el concepto sano-enfermo no solamente se desprende de los físico para constituirse en un fenómeno cultura, sino que también ingresa en el plano de lo místico como un elemento recurrente de la enfermedad(física, espiritual o mental). Se trasforma en un elemento importante en la articulación del culto y constituye el espacio de interacción más tangible entre la esfera de lo sagrado y la esfera de lo cotidiano. Ahí, el poder de la religión se pone en juego para proporcionar soluciones a los problemas de la vida cotidiana”.