2º CONGRESO MUNDIAL DE LA AFRICANIA

 

Cultura Afrouruguaya

 

 

Julio Cesar Cesano Peña

Ministro Consejero y Asesor de la

Dirección General para Asuntos Culturales del

Ministerio de Relaciones Exteriores

 

Primeramente quiero decirles que es un gran honor para mi personalmente, y para el Ministerio de Relaciones Exteriores el que me hayan designado para actuar en el día de hoy en este congreso. Actualmente se reconoce de modo creciente que la cultura es un aspecto indispensable del desarrollo auténtico. Esta reciente tendencia se refleja en numerosos países del mundo en el surgimiento de instituciones dedicadas a promover una cultura. En las antiguas colonias, especialmente en Africa, la cultura ha desempeñado un papel fundamental en la lucha por la liberación nacional. Desde la independencia, la reafirmación de una identidad cultural se ha convertido en uno de los objetivos prioritarios de todos los estados africanos. La individualización de las culturas, el respeto por sus deferencias específicas es una de las exigencias fundamentales de este siglo. En muchos países del tercer mundo esto ha conducido a una reafirmación de la identidad nacional, conseguida esta como una forma de autodefensa colectiva, condición imprescindible para sobrevivir y contrarrestar la inevitable desintegración producida por una mecanización deshumanizadora y una desempleización generalizada y descontrolada. La cultura posee una identidad específica, conectada con la esencia más íntima de un pueblo, con la naturaleza de sus pensamientos y su legado, sus percepciones de las cosas y las formas de considerarlas. Es la cultura la que distingue a los pueblos entre sí. Sin embargo esta distinción, en el caso de culturas humanas abiertas, como la de los árabes, no excluye contactos ni encuentros con otros pueblos, al contrario, sugiere estos contactos, esos encuentros, y aún más, los impone y recomienda. La negritud histórica ha definido, ensalzado y clasificado los rasgos de identidad de los pueblos negros sometidos a la violencia sociocultural del esclavismo y el colonialismo. El hecho de que en el Uruguay se tratara al negro ciertamente con mucha mayor consideración con relación a otros países, no opta para que los esclavos y libertos, pagos y enviados, estuvieran relegados a las capas más inferiores de la sociedad y que ello contribuyera a la formación progresiva de un nuevo elemento con ideosincrasia particular dentro de la sociedad. El compadre orillero, el malevo y con ellos toda esa ralea que ha constituido los bajos fondos sociales, los cuales no han sido sino un producto genuino de los primitivos tangos o sitios de reunión públicas donde los negros y mulatos se congregaban para bailar y entregarse a las diversiones que el desenfreno de sus instintos de esa marginación y falta de educación. Fuertemente supersticiosos, desbordados de imaginación pronta para admitir los hechos más inverosímiles, una buena parte de las leyendas y cuentos absurdos de brujería y aparecidos que han formado en otro tiempo el ambiente familiar, les pertenece como producto de una actuación considerablemente mayor que en nuestros días. Una tranción que les hago es que la importancia primordial de la religión residía, indudablemente, en la posibilidad de comprender a través de ella lo específico de los puntos de vista y percepciones tradicionales de Africa. La religión africana es la causa y el efecto de la civilización oral, limitándonos a aquellos aspectos de la religión que nos permite iluminar el tema que estamos tratando. Y comencemos a observar que la religión africana incluye, entre otras cosas, verdaderos seminarios, no sólo para los fieles, sino también para el ciudadano corriente. Estos seminarios constituyen lo que generalmente se denomina iniciación. A parte de la escuela cotidiana de la vida familiar y social, la cual refuerza la experiencia del individuo, la iniciación constituye una institución vital para enseñar y preparar al ciudadano. A través de ella el ciudadano accede a las categorías mineral, vegetal, animal y humanas establecidas en el vocabulario de cada ciudad. Mediante la iniciación el individuo traspasa los límites de conocimiento normal de los valores de su sociedad hacia una comprensión de la razón y procedencia de las cosas. El individuo que ha sido iniciado ya no es un ser a la deriva, es un axé, sino un ser completo y formado que comprende cómo se producen los valores y las instituciones, y quizás cuales son sus orígenes. Casi todas las narraciones de carácter mítico encierran una explicación de los orígenes, no como un intento de engañar a la gente, sino más bien como parte del discurso central que subyace bajo todas las explicaciones del orden social; por ello el individuo que ha sido introducido a los secretos o revelaciones de la iniciación pasa a tener sus oídos perforados.

En otro aspecto, el temperamento fogoso, sus maneras expresivas y hasta el empleo en el lenguaje de ciertos vocablos imitados o reproducidos por determinados grupos sociales, demuestran la influencia ejercida en otro tiempo por la presencia de la raza africana. Uno de los fenómenos que más sorprende al estudiar la negritud en el Uruguay, es la cadencia total de la escultura o pintura negra, a diferencia de Brasil, por ejemplo, donde han quedado piezas de bronce y maderas esculpidas fruto de la cultura y la sensibilidad GeGe, que, en cantidades elevadas fueron llevados del Africa al Brasil. Por el contrario, en el Uruguay ni los relatos de los viajeros ni los vestigios hallados dan señales de semejante manifestación de arte o religión. Según Martínez Montero, escritor uruguayo, la danza sería, al parecer, la única de las manifestaciones del espíritu que el negro uruguayo cultivó. De sus cantos nada nos ha llegado, como tampoco de la religión, mencionada anteriormente o de sus rituales. ¿Acaso podría pensarse que los esclavos introducidos en el Uruguay pertenecieron a pueblos inferiores con un número menor de cada grupo étnico no haya ayudado al mantenimiento del acervo recibido de sus antepasados? Así los africanos, cuando ya se aclimataron en la banda oriental no tuvieron una mítica rica en leyendas y dioses. En caso de haberlas poseído en un principio se habrán visto sepultados con ellos pues no la transmitieron a sus descendientes.

Resumiendo pues el fetichismo, la magia y otras prácticas religiosas de orígen africano, de haberse practicado en los comienzos, tuvieron poco arraigo en el río de la plata, a juzgar por la inexistencia actual de dichos cultos, al contrario de lo que ocurre con las prácticas religiosas de otros afroamericanos. Sucede que los negros esclavos llegados al río de la plata, en su mayoría de orígen bantú, si bien dejaron algunos rasgos en el vocabulario rioplatense, el culto de sus dioses autóctonos, si ello existió, habrá sido de escasa duración, pues el mismo fue desalojado por la devoción del santoral cristiano. Ni siquiera se llegó a dar un sincretismo como aconteció por ejemplo en Haití con el culto vudú de los negros. Por todo ello, podemos afirmar que el legado del negro rioplatense se hizo sentir sobre todo en su folklore, en tanto que su aporte religioso originario se perdió, transformándose su culto a la adoración de las imágenes de los santos, especialmente el de ciertos santos negros como San Baltasar o San Benito. A título informativo podemos recordar que San Baltasar se veneraba en un altar de la Iglesia Matriz, hoy inexistente cuya fiesta era jubilósamente festejada el seis de enero de cada año, es decir, el día de reyes. Como es natural en tantos como el culto de San Benito de Palermo era más recatado y religioso. En lo personal y a mi criterio creo que en la actualidad tenemos que agradecer a investigadores que tuvo el Uruguay en saber los orígenes del negro, de su religión, buscarlos, como el caso de Valdés, Martínez Montero y otros, pero principalmente me gustaría destacar al Pai Armando Ayala que, en la parte religión negra y su penetración en la América Latina no cabe la menor duda que es un erudito por que eso lo pude comprobar hace más de veinte años, en el momento en el que el Pai Armando Ayala se enfrentó con un señor, Tusán, individuo muy difícil y tuvo problemas incluso en la frontera, estando yo de Consul ahí, junto con otros que practicaban la religión y en ese momento el Pai Armando mostró lo que era la religión negra africana y cómo se introdujo al Brasil mezclándose con la religión católica. Otros casos que podemos mencionar son los del pintor Pedro Figari que nos dejó el legado de sus cuadros, pinturas con estampas de Kandombes y coronación de reyes que en verdad, por lo menos, fue una muestra para la generación en la que yo participé en el colegio cuando comencé mis estudios hace unos cincuenta y pico años atrás, pude saber cómo se manejaban los negros en aquella época. A parte, en nuestra comunidad negra teníamos a alguien que revelaba todo ese tipo de cuadros y de religión y de reyes, de estampas de kandombe, como Ramón Pereyra, que fue un pintor negro muy conocido, Vítolo Campo que también fue muy conocido, y tambien podemos hablar de sus discípulos, como por ejemplo D. Julio Olivera que es un gran investigador, podemos hablar también de Ruben Gallosa, que es otro pintor dentro de la comunidad negra y en los cuadros de ambos hemos podido ver los tangos, que era lo que yo les había manifestado con anterioridad. También tenemos al Sr. Echeverry y también a D. Tomás Alberto Olivera que es uno de los nóveles investigadores en esta materia con su grupo bantú que presenta la coronación de los reyes y lo que era el kandombe en años anteriores. Lógicamente tengo que subrayar que D. Julio Olivera ha sido el pionero en materia de lo que es nuestro folklore por que fue hace muchos años que se inició con Candangro que fue uno de los grupos que más reconocimientos tuvo internacionalmente y mostró el ritmo de cada tambor que los negros aplicaban en aquella época. Lógicamente sostengo que no dejaron nada, lo que actualmente disfruta nuestro pueblo es gracias a las investigaciones que ha hecho esta gente. Por ejemplo, se que Julio Olivera y no por que sea amigo personal mio ha sido una de las personas que ha tratado de profundizar en conocer lo que era el ritmo, cómo llegaban y eso se pudo apreciar en un programa de un canal de televisión del año 81. Y lógicamente vuelvo a recalcar que si hoy en día se sabe algo de la religión africanista es por Armando Ayala que es un investigador en la materia de religión negra incorporada al Uruguay. Muchas gracias.