ANTROPOLOGIA
La herencia africana
por Matilde Acuña
Por Matilde Acuña
El Vudú es una versión caribeña del tradicional culto animista practicado por los esclavos. Los nombres Haití y Vudú van unidos casi indisolublemente. En Occidente esta práctica mágico-religiosa se ha asociado con toda una iconografía tópica de trances, descabezamiento de gallos, ron y canibalismo. Sin embargo, para comprender el Vudú hay que saber de la historia del esclavismo, del enraizamiento de las más intimas creencias del animismo africano en el Caribe. También hay que tener en cuenta que el Vudú se extiende por toda la región. En Haití, sí, pero también en Cuba, La República Dominicana, en algunas islas venezolanas o incluso en los Estados Unidos (Nueva Orleáns). En cambio Trinidad y Jamaica han visto desaparecer paulatinamente estos ritos.
Cuando uno visita Port au Prince – capital de Haití – atraído por la práctica vuduista debe recurrir a un buen padrino que le lleve casi de la mano a un "centro". Para el turista es relativamente fácil llegar a ver una sesión de Vudú en cualquier excursión organizada. Asistirá a una serie de danzas, tambores y un poco de licor, unos abanos y una suerte de imploraciones y peticiones. Son unos clichés muy difundidos que ayudan a mantener el tópico. El Vudú es desconocido para el no iniciado básicamente por dos motivos: la represión que ha sufrido a lo largo de los tiempos y la privacidad de muchos ritos. Para el historiador dominicano Carlos Esteban, esta religión simboliza la africanidad y la comunión con la naturaleza que al Caribe le ha sido escamoteada en aras de un hispanismo a ultranza.
Infinitos espíritus
Los esclavos traídos del Golfo de Guinea (sobre todo
del
antiguo reino de Dahomey) exportan su religión animista al Caribe, y el culto
comienza a arraigar a mediados del siglo XVIII. El Antropólogo francés Alfred
Metreaux se muestra convencido de que entre los primeros esclavos que llegaron a
las islas debía haber sacerdotes que procuraron mantener vivas las creencias
originales africanas. Su expansión progresiva causa gran preocupación entre
los mandatarios de la iglesia católica, que intentan por todos los medios
proscribirla.
Los practicantes del Vudú simulan acatar las leyes y acuden a los templos católicos, donde a escondidas continúan con sus ceremonias. Ambas religiones comienzan a mezclarse hasta formar un todo cuyos componentes hoy en día difícilmente se podrían destilar.
El ritual vuduista es sumamente complejo (con las tres principales ramas: rada, congo, petro…). No existe un estilo único para todos los santuarios. Al contrario, cada uno tiene sus variantes, que a menudo reflejan la personalidad y gustos del sacerdote que preside el acto.
Los ritos se interrelacionan con un número infinito de espíritus, las fuerzas y las almas de los difuntos, así como también de los vivos. A pesar de la imagen de éxtasis colectivo que tenemos grabada en los tópicos, la mayor parte de las ceremonias son privadas. Solo el oficiante y el "cliente", que pagará por sus servicios, estarán presentes.
Para los creyentes del Vudú el hombre tiene dos almas: el gros bon ange (gran ángel bueno) y el ti bon ange (pequeño ángel bueno). El primero representa la suma total de la personalidad, el intelecto y la experiencia de un hombre, mientras el segundo se convierte en la plena conciencia del hombre.
En Haití todas las clases sociales tienen relación con el Vudú. Tanto la gente pobre como élite refinada y urbana. Aún así, es en las comunidades rurales donde adquiere mayor relevancia. Mientras que esta mitad francófona de la isla La Española ha reivindicado y hecho suyo el Vudú, en otras islas se ha escondido como una cosa vergonzante y deshonrosa.
Filosofía de una religión
Fruto del intenso mestizaje con el cristianismo, el
vduismo,
bajo su aspecto ritual, popularizó la imaginería e iconografía de los santos
del calendario romano, estableciendo una correspondencia entre éstos y las
fuerzas africanas. De esta manera, invocar a Legba equivale a hacerlo a San
Antonio.
La religión Vudú atribuye las cualidades del hombre a los animales, plantas y minerales, y considera la posibilidad de que una persona viva o muerta se transforme en animal o planta (zombi).
El Gran Maestro (Papá Dios), al abandonar la Tierra por razones guardadas en secreto por la tradición, creó una cadena de seres inmateriales a los cuales delegó sus poderes y cuyo papel consiste en servir de intermediarios entre él y los seres humanos. Según sus acciones, estos antes se denominan angrelitos, zagnes o loa. Conjuntamente con el alma se apoderan del individuo desde el útero materno y dirigen sus destinos.
Los seres inmateriales se pueden distribuir por el nombre, por el elemento de la Naturaleza que les sirve de dominio o por el culto que se les brinda por su origen, ya sea africano o haitiano.
En toda religión ha existido siempre un colegio sagrado único que la rodeaba de mayor misterio. En el Vudú existen dos: Les Porte Dropeaux (masculino) y Les Hounsi (femenino).
La posesión por parte de los seres demoníacos forma parte de la «coreografía» del Vudú. Algunos expertos la definen como una psiconeurosis religiosa, racial y hereditaria caracterizada por un desdoblamiento de la personalidad, mientras que otros hablan de un estado místico con delirio de la posesión teomaníaca. En cualquier caso, el Vudú, con toda su complejidad étnica, mágica y religiosa, no se reduce, ni mucho menos, a una muñeca pinchada con alfileres.