INVESTIGACION

 

Oniromancia

 

La interpretación de los sueños

 

Los sueños siempre han fascinado al hombre. Desde las más remotas edades, y en todas las culturas del planeta, estos visitantes de las sombras, intrigaron y subyugaron la imaginación de la gente.

Pronto se comprendió que los sueños estaban relacionados con los acontecimientos personales que en ellos se reflejaban, poniendo de manifiesto deseos, frustraciones, remordimientos, y aún hechos futuros.

En Egipto los sueños tuvieron fundamental importancia, a tal punto que los sacerdotes se especializaban en la interpretación de los sueños, siendo imprescindible consultar los sueños antes de cualquier acción importante que se emprendiera. Por sobre todo, era fundamental la interpretación de los sueños del Faraón, de los que dependía la marcha de los asuntos públicos. Así se fue gestando entre la clase sacerdotal egipcia la onirología o ciencia de los sueños, y las reglas que rigen su interpretación, la cual era transmitida oralmente dentro de las escuelas sacerdotales hasta que en tiempos del Faraón Nemfotharok se codificaron en jeroglíficos sobre pergaminos.

Por otro lado, los griegos llamaban a los sueños mensajeros de los dioses, lo que nos dice a las claras la importancia que atribuían a los sueños. En efecto, creían que por medio de los sueños los dioses se comunicaban con los humanos, de modo que en sueños transmitían lo que el destino depara a los mortales. Dentro de la mitología griega era Morfeo el dios protector de los sueños y el encargado de transmitir los mensajes del Olimpo.

Debemos pues determinar científicamente que llamamos sueño. Para eso analizaremos el dormir; fisiológicamente se denomina dormir al período en que el hombre se recupera de su fatiga. Durante este período hay una pérdida momentánea de conciencia y de actividad de los músculos esqueléticos. El centro cerebral regulador del sueño es el hipotálamo, desde el cual se mantiene la actividad del sistema nervioso del gran simpático que mantiene el pulso cardíaco y el ritmo respiratorio.

El sueño es una función orgánica de la que el hombre no puede prescindir, se ha comprobado que individuos a los que se obligó a permanecer despiertos durante largos lapsos de tiempo, empezaron a manifestar síntomas de locura.

Durante el sueño la actividad cerebral continúa, aunque libre de los condicionamientos concientes. En pruebas que se han llevado a cabo por medio de electrodos conectados al cerebro, se logró establecer la prodigiosa actividad que despliega el cerebro durante el sueño.

Las vivencias psíquicas que se manifiestan durante el sueño, dentro del dominio psíquico, se basan en experiencias de todo tipo, visuales, auditivas, olfativas, táctiles, conestésticas, de acuerdo al libre fluir del inconsciente.

La interpretación que se realice de los sueños tendrá que tener en cuenta no solo el tipo de sueño, sino la forma que éste se realiza. Así debe descartarse como sueños auténticos, desde el punto de vista oniromántico, a aquellos que son provocados por una digestión pesada, la excitación de ciertos órganos, como el hígado, el aparato digestivo o los genitales. Sueños libidinosos o pesadillas suelen reconocer este origen.

También producen sueños anormales las excitaciones del sistema nervioso central, que se manifiesta durante el sueño por gestos, movimientos, hablar dormido y aún casos de sonambulismo.

Para los fines que nos proponemos sólo consideraremos válidos los sueños que provienen del fondo de nuestra estructura psíquica, en cambio son intrascendentes para su interpretación aquellos sueños que provienen de excitaciones fisiológicas, cualquiera sea su origen.

La duración de los sueños es irrelevante para determinar su importancia.

Dado que la actividad cerebral depende de la irrigación sanguínea, la composición de la sangre y el estado de las arterias, se comprende que cualquier alteración de éstas producirá cambios importantes en la actividad cerebral, con el consiguiente cambio en la producción de los sueños.

Freud consideraba que los sueños tienen por misión proteger al durmiente de los estímulos exteriores y así permitir el descanso del organismo. Esta teoría es generalmente aceptada hoy en día, ya que los sueños constituyen un mecanismo psíquico por el cual el durmiente se aísla del medio exterior y puede desarrollar adecuadamente el acondicionamiento del aparato fisiológico. Por ejemplo imaginemos un durmiente que siente golpear en su puerta, él en su sueño podrá imaginar que está cortando leña, o en una herrería, con lo que el ruido exterior es interpretado oníricamente como parte del sueño. Si el nivel del ruido es muy intenso o repetitivo, entonces el durmiente despertará. Ejemplos similares se pueden encontrar para estímulos que afecten otros órganos sensitivos. Por supuesto que las respuestas a estos estímulos dependerán de la sensibilidad del durmiente.

Si el sueño es más fuerte que el estímulo externo, y éste no es continuado ni demasiado fuerte, ni demasiado desagradable, se sigue soñando, y a veces podemos al despertar recordar dichos sueños.

Los sueños que interesan, por su profundidad, para la interpretación son aquellos que provienen de lo más hondo del psiquismo. Entre éstos sueños profundos se distinguen los sueños premonitorios o admonitorios en los cuales se nos revela el porvenir.

Son conocidos también los sueños proféticos de la Biblia y los que narran las tradiciones de todas las culturas del mundo. Los sueños premonitorios generalmente se refieren a sucesos que le ocurrirán al soñante, pareciera que las potencias instintivas de la persona avisara por medio del sueño la proximidad de algún acontecimiento peligroso o venturoso para él soñante. La religión africana identifica a Oxúm la dueña de los sueños, la que habla a través de ellos y comunica sus deseos.

Queda, entonces, establecido el hecho de que los únicos sueños importantes son aquellos en que se pone de manifiesto las profundidades del hombre, y que conlleva una honda carga óntica e instintiva.

En todos los hombres hay hechos y deseos reprimidos que se manifiestan a través de los sueños, todo conflicto que no es resuelto satisfactoriamente, es reprimido en el inconsciente y pugnará por salir de cualquier modo, siendo uno de esos modos, y no el menos importante, el onírico.

Para interpretar los sueños se deberá interpretar primero si se trata de un sueño producto de alguna excitación fisiológica o de un sueño profundo. Para eso hay que recordar las comidas que precedieron al sueño, la posición en el lecho, los ruidos que rodean al cuarto en que se duerme, etc. Se debe tener en cuenta que el sueño admonitorio se presentará con imágenes muy claras, e indicaciones inequívocas (tomar de guía la lista de símbolos que ofrecemos).

Es aconsejable escribir los sueños al despertar, transcribiéndolos con fidelidad y si es posible dibujando. Lo ideal es dejar pasar unos días antes de abocarse a la interpretación del sueño, de ese modo cuando reflexionemos sobre él lo haremos más objetivamente.

Las imágenes que aparecen en los sueños, en particular señalando aquellos sueños repetitivos que son los que mayor interés revisten. También se deben anotar las ideas que respecto a los sueños se nos van ocurriendo, dado que las relaciones entre las ideas que sugieren los sueños nos dan una clave importante para la interpretación.

Por último, debemos aclarar que en el mundo de los sueños no hay leyes inconmovibles ningún símbolo es absoluto, sino que puede ser reemplazado por aquel que mejor se adapte al problema tratado.

A la derecha les ofrecemos parte del glosario de los símbolos oníricos.


 

Símbolos Oníricos