En  esta  segunda  instancia  de capacitación, fueron 46 los participantes 
que cumplieron con los requisitos exigidos para la aprobación del curso, 
los cuales,  en  su  casi  totalidad (98%), manifestaron haber cambiado su
manera  de  concebir  el  problema  de la violencia familiar: un 30,5% de
ellos cambió radicalmente y el 67,5% cambió en algunos aspectos.

Como  la  anterior actividad  de capacitación, ésta también fue encarada
desde  una  perspectiva  de  género  y  estuvo  orientada a evitar que las 
mujeres   víctimas   de  violencia  familiar  sean  revictimizadas   cuando 
recurren a algún profesional a pedir ayuda.

Se trata, entonces,  de contribuir a que en el mediano plazo las mujeres 
que padecen violencia en su hogar puedan:
salir de la situación de aislamiento en que se encuentran;
conocer sus derechos;
volver a relacionarse con familiares y amigos;
encontrar   un  trabajo   o  disminuir  su  ausentismo  en  el  trabajo,
-situación  que  preocupa  profundamente al BID, por la cantidad de
bienes que dejan de producirse anualmente en todo el mundo-;
mejorar  su  salud  y requerir menos servicios médicos (no debe olvi-
darse que según el informe del Banco Mundial, 1993, las violaciones
y  la  violencia  en los hogares restan prácticamente 1 año de cada 5
años  de  vida  saludable  a las mujeres comprendidas entre los 15 y
44 años de edad);
disminuir su riesgo de vida, disminuyendo así el número de víctimas
mortales  anuales,  que  en  nuestro  país es de 1 mujer cada 9 días;
tomar sus propias decisiones, sin que nadie decida por ellas.
   
   
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