Crisis en el sudeste asiatico


Creemos de gran importancia difundir el documento que sugue aparecido en el Boletin "Tercer Mundo Economico",M.A.D.

La reciente conmoción monetaria en el sudeste asiático causó renovada
 preocupación por la volatilidad y la creciente naturaleza especulativa
 de los mercados financieros. En respuesta a la crisis, hubo una renovada
 exhortación a la introducción del impuesto Tobin.
 
 
 
Por Martin Khor
 
 
 
La crisis monetaria del sudeste asiático ha renovado la preocupación de
 las autoridades y la opinión pública por la volatilidad de los tipos
 cambiarios y el papel distorsionador de la especulación en los mercados 
financieros mundiales. Los temores y debates políticos sobre la 
liberalización y el desarrollo, desatados luego de la crisis del peso
 mexicano de diciembre de 1994, resurgieron en ocasión de la serie de
 depreciaciones de las monedas de Tailandia, Filipinas, Malasia, Indonesia
 y Singapur.
 
 
 
Cómo preservar las monedas de los ataques especulativos
 
 
 
Como demostraron las discusiones en la serie de reuniones de la ASEAN en
 Kuala Lumpur, la mayor prioridad y preocupación de los gobiernos del 
sudeste asiático pasó a ser la protección de las monedas de ataques
 especulativos. En una reunión realizada el 25 de julio en Shanghai, los
 directivos de los bancos centrales del este de Asia y el Pacífico 
ampliaron los convenios de swaps de monedas existentes entre cinco bancos 
centrales de los miembros de la ASEAN (Malasia, Singapur, Filipinas,
 Tailandia e Indonesia). Esto permite una financiación a corto plazo de 
la liquidez para aliviar los problemas temporarios de la balanza de pagos. 
Un país miembro con necesidades de liquidez puede intercambiar su moneda 
por dólares estadounidenses suministrados por otros países miembros.
 
 
 
A pesar de las declaraciones en Kuala Lumpur y Shanghai, las autoridades 
financieras de la región todavía no han establecido medidas concretas que
puedan controlar (si no impedir) las actividades de los especuladores
 financieros. Los intentos de algunos países (Hong Kong y Singapur) por
 ayudar a Tailandia a recuperar el baht tuvieron éxito durante algunos días,
 pero los ataques especulativos demostraron ser muy fuertes y las autoridades
 tailandesas finalmente permitieron la devaluación de su moneda. Desde el 2 
de julio, en que se dejó flotar, se ha depreciado un 24 por ciento. En
 Filipinas y luego Malasia, los intentos de mantener la paridad de sus
 monedas con el dólar estadounidense también demostraron ser demasiado 
costosos y fueron abandonados. Se informó que a principios de julio el
 Banco Central de Malasia gastó unos 4.000 millones de dólares para
 defender el ringgit. La experiencia del sudeste asiático demuestra cuán
 difícil es para un país defenderse contra el ataque concertado a su moneda 
de un especulador o algún fondo con enormes recursos.
 
 
 
En un fondo de cobertura de riesgo con 15.000 millones de dólares de sus 
inversionistas es posible lograr un efecto multiplicador para manejar hasta
 150.000 millones de recursos, ganando así una influencia enorme. Desde hace
 ya algunos años varios economistas han intentado alertar sobre la forma en
 que las autoridades han permitido tantas "libertades" al mercado monetario
 mundial, hasta el punto en que ahora está fuera del control de los bancos
 centrales, las autoridades monetarias y los gobiernos. El derrumbe en 1972
 del sistema fijo del tipo cambiario mundial y la flotación de las monedas 
fue el primer paso en el camino a la volatilidad de los tipos cambiarios.
 Luego vino el creciente uso de la tecnología en materia de computación
 para las transacciones financieras electrónicas, acompañado de la 
liberalización y desregulación de los servicios financieros y la eliminación
 de los controles financieros en la mayoría de los países. Por su parte, el
 FMI y el Banco Mundial postulaban la eliminación de los controles (incluso 
a través de los programas de ajuste estructural) sobre las entradas y 
salidas de dinero en la mayoría de los países. Todo eso contribuyó a crear 
el escenario para la especulación en monedas, productos básicos y participa
ciones en acciones. Antes el dinero se movía alrededor del mundo principalmen
te para pagar las importaciones y exportaciones de bienes y servicios, o en
 otras palabras, para servir a la economía real de producción y comercio.
 
 
 
Gran parte de las corrientes financieras son especulativas
 
 
 
No obstante, en los últimos años se abrieron las puertas a los especuladores 
financieros que desean obtener ganancias rápidas apostando a las oscilacio
nes de los tipos de cambio, los precios de los productos y los de los 
valores
. Como resultado de ello, ahora una parte abrumadoramente mayoritaria de las
 corrientes financieras son de naturaleza especulativa. Así lo demuestran
 los datos de un artículo de la Evaluación 1996 de la UNCTAD realizado por
 el profesor de Economía de la Universidad de Washington, David Felix. En 
1977, el valor anual de las exportaciones mundiales fue de 1,3 billones de
 dólares mientras que la transacción mundial de divisas por año fue de 4,6
 billones de dólares. Las exportaciones representaron el 29 por ciento del
 volumen de divisas. En 1995, las exportaciones mundiales fueron de 4,8 bi
llones de dólares, pero el volumen de divisas había trepado a 325 billones
. El valor de las exportaciones constituyó sólo el 1,5 por ciento de las 
transacciones de divisas. En otras palabras, sólo 1,5 dólares de cada 100 
de movimientos de divisas fueron para el comercio financiero de bienes y
 servicios reales, mientras que 98,5 dólares fueron utilizados para 
inversión
 y fines especulativos. Otro hecho interesante es que en 1997 las reservas
 mundiales oficiales de divisas eran de 266.000 millones de dólares, mientras
 que el giro mundial diario de divisas era de 18.000 millones. No obstante, 
en 1995 el valor diario de las transacciones en divisas (1,3 billones de 
dólares) había excedido las reservas mundiales de divisas (1,2 billones de 
dólares). Estas cifras demuestran que ahora es mucho más difícil para los 
bancos centrales combatir individualmente -o incluso unidos- el intento
 concertado de poderosos especuladores para influir en el nivel de
 determinada moneda. A los fondos de inversión, con tantos recursos
 financieros importantes bajo su control, se les permite el traspaso
 relativamente barato o incluso gratuito de miles de millones de dólares
 a través de todo el mundo en un abrir y cerrar de ojos (para ser más
 exactos, 1,5 billones de dólares en un solo día, en 1995).
 
 
 
En su reciente libro When Corporations Rule the World (Cuando las empresas
 rigen el mundo), el investigador estadounidense David Korten califica al
 especulador de "inversionista extractivo", que extrae ganancias de manera 
desleal del trabajo productivo de otras personas. "El inversionista 
extractivo se aprovecha de las fluctuaciones de los precios y reclama una
 parte del valor creado por los inversionistas productivos y la gente que 
hace el trabajo real. Lo que se lleva el especulador representa un tipo de 
impuesto al sistema financiero con ninguna finalidad útil... Cuanto mayor es 
la volatilidad de los mercados financieros, mayor es la oportunidad de estas 
formas de extracción".
 
 
 
Una nueva categoría de fondos mutuos
 
 
 
Korten agrega que las formas más desestabilizadoras de inversión extractiva 
fueron alentadas por una nueva especie de fondos mutuos, los fondos con 
cober
tura, que se especializan en especulaciones de alto riesgo y a corto plazo y
 exigen un mínimo de un millón de dólares. El mayor de éstos, el Quantum 
Fund
, dirigido por George Soros, controlaba hace unos años más de 11.000 
millones de dólares del dinero de inversionistas (y la cifra probablemente
 ha aumentado).
 
 
 
En la medida en que los fondos con cobertura pueden utilizar el dinero de 
los inversionistas para pedir prestado tanto como 10 dólares por cada dólar
 invertido, esto da al Quantum Fund un control potencial de unos 110.000 
 
millones de dólares, según Korten. 
 
 
 
En 1993, varios fondos con cobertura importantes produjeron una tasa de
 rendimiento de más del 50 por ciento para sus accionistas. Pero también 
hay riesgos: un pequeño fondo con cobertura perdió 600 millones de dólares
 en dos meses y tuvo que cerrar. El argumento de que los especuladores 
aumentan la estabilidad de los precios fue rebatido por el propio Soros 
cuando atestiguó ante el Comité de la Banca del Congreso de Estados Unidos
 hace algunos años. Declaró que cuando un especulador apuesta a que un
 precio aumentará y, por el contrario, éste cae, está forzado a protegerse 
vendiendo, lo que acelera la caída del precio y aumenta la volatilidad del
 mercado. No obstante, Soros dijo que la volatilidad de los precios no es
 un 
problema a menos que todos se precipiten a vender al mismo tiempo y se cree 
una "discontinuidad", es decir que no haya compradores. En este caso, los
 que no pueden salvarse podrán sufrir "pérdidas catastróficas".
 
 
 
Korten comenta: "Soros habla por experiencia propia cuando dice que los 
especuladores pueden definir el rumbo de los precios del mercado y crear 
inestabilidad. Él ha creado una reputación tan legendaria como forjador de 
mercados financieros que en un artículo de The New York Times titulado 
'Cuando Soros habla, el mercado mundial escucha', le endilgó el poder de 
aumentar el precio de sus inversiones simplemente revelando que las había
 hecho él".
 
 
 
En setiembre de 1992, Soros vendió 10.000 millones de dólares en libras 
esterlinas en una especulación contra el intento del ex primer ministro
 británico John Major por mantener el valor de la libra. "Al hacer eso se
 supone que jugó un papel importante forzando a una devaluación de la libra 
que contribuyó a quebrar el sistema de tipo cambiario fijo que los gobiernos
 intentaban aplicar en la Unión Europea", opinó Korten. Soros sacó 1.000 
millones de dólares del sistema financiero para sus fondos de inversión y la
 libra cayó 41 por ciento respecto del yen en un período de 11 meses. "Estos
 son los tipos de volatilidad que los especuladores consideraban una fuente
 de oportunidades", comentó Korten, quien también citó a Felix Rohatyn, un 
socio veterano de Lazard Freres Co., quien concluía: "En muchos casos, los 
fondos con cobertura y la actividad especulativa en general pueden ser ahora 
más responsables de los movimientos de divisas y tipos de interés que las
 intervenciones de los bancos centrales".
 
 
 
Resulta interesante que en un artículo ampliamente citado, titulado The 
Capitalist Threat (La amenaza capitalista), aparecido en el Atlantic Monthly 
(febrero de 1997), el propio Soros haya criticado al sistema de mercado
 libre por ocasionar inestabilidad y desigualdades. Soros invirtió 
importantes fondos en apoyo a grupos de Europa del Este y para la apertura
 de Fundaciones para eliminar el régimen comunista y establecer "sociedades 
abiertas".
 
 
 
Sin embargo, en su artículo del Atlantic Monthly, Soros da un giro 
increíble: "Si bien hice una fortuna en los mercados financieros, ahora me 
temo que la intensificación incontrolada del capitalismo de laissez faire y 
la propagación de los valores del mercado en todos los ámbitos de la vida
 esté poniendo en peligro nuestra sociedad abierta y democrática. El
 principal enemigo de la sociedad abierta, creo yo, ya no es más la amenaza 
comunista sino la amenaza capitalista". Soros dice que tanto el fascismo
 como el comunismo se apoyaron en el poder del Estado para reprimir la 
libertad del individuo y así ambos fueron enemigos de la "sociedad abierta".
 
 
 
 
No obstante, agrega, una sociedad abierta también puede ser amenazada por
 la dirección opuesta, por un excesivo individualismo. "La competencia
 excesiva y la falta de cooperación pueden causar desigualdades intolerables
 e inestabiliad. La creencia dominante que hay en nuestra sociedad es la 
creencia en la magia del mercado. La doctrina del capitalismo de 
laissez-faire sostiene que el bien común se logra mejor por la búsqueda 
libre del interés personal". "A menos que esto esté amortiguado por el
 reconocimiento de un interés común que debe predominar sobre los intereses
 particulares, nuestro sistema actual puede quebrarse". Como el comunismo
 está tan desacreditado, "considero que la amenaza por el lado del
 laissez-faire es más potente hoy en día que la amenaza de las ideologías 
totalitarias", dijo Soros. "Tenemos una verdadera economía de mercado global,
 en que los bienes, servicios, capital e incluso las personas se mueven 
libremente, pero no reconocemos la necesidad de sustentar los valores e 
instituciones de una sociedad abierta".
 
 
 
El apoyo al impuesto Tobin
 
 
 
En respuesta a la inestabilidad monetaria y la especulación financiera,
 varios economistas y organismos internacionales están apoyando ahora la
 propuesta presentada por primera vez por James Tobin en la década del 70,
 de aplicar un pequeño impuesto mundialmente uniforme a las transacciones 
de divisas privadas. Esta medida propuesta, ahora ampliamente conocida como
 el impuesto Tobin, desestimularía la especulación financiera, disminuiría
 la velocidad de los mercados financieros mundiales y desmantelaría el
 volumen de transacciones de divisas.
 
 
 
Un documento reciente en apoyo al impuesto Tobin fue publicado por el 
profesor emérito de Economía de la Universidad de Washington, David Felix,
 en la Evaluación UNCTAD 1996. Felix describe al impuesto Tobin como una 
medida que "penaliza y por lo tanto restringe las conductas socialmente
 indeseables; en este caso, es la conducta financiera mundial que está
 socavando un importante bien mundial, es decir, un sistema financiero
 internacional estable que apoye el crecimiento económico con una tasa alta 
de empleo".
 
 
 
En su opinión, el impuesto Tobin tiene las siguientes ventajas:
 
 
 
* El impuesto recaería más sobre los ingresos de los agentes inversionistas
 que participan en transacciones de divisas que impliquen ida y vuelta de
 fondos a corto plazo, ya que más del 80 por ciento de las transacciones de
 divisas se relacionan ahora con idas y vueltas de fondos de una semana o
 menos.
 
 
 
* Como gran parte de esto se vincula al arbitraje del tipo de interés y la
 especulación transfronteriza sobre los tipos cambiarios, el impuesto
 extraería la rentabilidad de esa actividad especulativa y a la vez 
afectaría muy poco los ingresos de las idas y vueltas de fondos de largo
 plazo relacionadas con inversiones en divisas y a largo plazo.
 
 
 
* Como el impuesto bajaría la volatilidad del tipo cambiario, la carga del 
impuesto en el comercio y la inversión internacional se compensaría con 
desembolsos menores con cobertura contra el riesgo cambiario.
 
 
 
* Los ingresos de un impuesto pequeño pueden ser de cierta magnitud. Felix
 estima que un impuesto del 0,25 por ciento sobre las transacciones de
 divisas puede dar 267.000 millones de dólares al año.
 
 
 
* El impuesto puede reducir los déficit fiscales a través del incremento de
 ingresos y los menores costos del servicio de la deuda. Felix subraya que
 las propuestas de estabilización de la moneda mayoritaria (por el FMI, para
 levantar todos los controles a los movimientos de capital, y por otras
 
Los países en desarrollo, señala Felix, fueron los que más sufrieron la 
especulación y por eso son los que más tienen para ganar con el impuesto
 Tobin. "Un impuesto Tobin aplicado conjuntamente por los países en 
desarrollo alcanzaría para recortar bastante el mercado emergente de
 fondos mutuos de capital variable", se dice en el documento. "En efecto, 
como el modus operandi de dichos fondos mutuos los convierte en fuentes
 excesivamente volátiles de fondos externos, reducir su volatilidad es una
 razón importante por la cual los países en desarrollo deberían colaborar
 para globalizar el impuesto Tobin".
 
 
 
Todavía hay que ver si el aumento actual de las crisis monetarias, que 
empezaron con México y ahora afectan a varios países del sudeste asiático 
y Europa oriental, alcanzará un nuevo punto culminante como para aplicar un
 impuesto a las divisas. Pero los proponentes encontrarán gran resistencia
 en el Congreso de Estados Unidos, la mayoría de cuyos miembros están 
totalmente en contra de cualquier impuesto mundial y, además, son férreos 
defensores de los propietarios y los hombres de negocios del mundo
 financiero.
 
FEBRERO 2000