Evolución de la deuda latinoamericana
Eric Toussaint
A diferencia de la crisis de los años 30, los gobiernos de América Latina se resignaron, después de la crisis mexicana de 1982, a negociar separadamente, bajo el patronazgo de los Estados Unidos, con sus acreedores extranjeros privados (que poseían lo esencial de la deuda externa). La razón principal invocada por los gobiernos latinoamericanos era la necesidad de impedir que las líneas de crédito externo se cerraran unas después de otras. Su actitud implicó una enorme salida de riquezas en provecho de los acreedores privados sin que se impidiera que las canillas de los bancos extranjeros se cerraran. La Comisión Económica para América Latina (cepal) indica que la transferencia neta (ver léxico) de capitales de América Latina hacia el Norte alcanzó entre 1983 y 1991 más de 200 mil millones de dólares. Los países de latinoamerica han transferido entonces a los acreedores del Norte sumas colosales. Entre 1982 y 1996, América Latina pagó por servicio de la deuda 739,900 millones de dólares. De hecho el endeudamiento ha proseguido su crecimiento como lo muestra el cuadro 1.
La política de los gobiernos latinoamericanos en los años 90
"La tasa de pobreza disminuyó en los años 50 y más rápidamente lo hizo todavía en los años 1960-70. Los años 80 han sido desastrosos. En los años 90, solo algunos países han registrado una disminución de la pobreza (Chile, Colombia)" (pnud 1997, p. 37).
"Privatizar para ser más eficaces es desde el punto de vista teórico tan lógico como afirmar que para coser el pan, basta ponerlo a pleno sol" (Ugarteche, 1996, p. 21). En 1993-1994, casi todos los cronistas financieros, así como más de un economista de renombre daría fe a las propuestas autosatisfechas del Banco Mundial y del fmi concernientes a la gran reactivación económica en América Latina (como también lo hicieron en junio de 1997 respecto a los "tigres" del Sudeste asiático aunque la crisis había hecho su debut en abril de 1997). Era un proceso prendido con alfileres el que importantes masas de capitales volvieran hacia los países de América Latina. Ello ponía un aparente punto final a la década perdida, la de los 80. Jacques de Groote, luego de haber salido de sus funciones de administrador del fmi, declaraba al diario belga Le Soir (28/03/1994) algunos meses antes de la crisis mexicana de diciembre de 1994: "Existen innumerables ejemplos de éxitos. El caso típico es el de México. En octubre de 1982, este país conocía una grave crisis de la deuda y la acción conjunta del fmi y del bm permitió una adaptación rápida, un enderezamiento de la balanza de pagos con una duración limitada y de corta duración de los ingresos de la población. Hoy se asiste a un retorno de capitales hacia México y el Banco Mundial ha generado un programa para diversificar la producción. (...) De hecho, el conjunto de los países de América Latina (...) se comportan muy bien económicamente".
Pero en verdad, este flujo de inversiones eran (y son) volátiles. Fueron atraídos por dos cosas principalmente: una política de tasas de interés muy elevada practicada por los buenos alumnos del fmi (Brasil, México, Argentina) y una ola de privatizaciones sin precedentes (empresas vendidas por un bocado de pan). Como no se agarran las moscan con vinagre, los gobiernos preocupados por atraer capitales han tenido el cuidado de acordar amnistías fiscales a todos los capitalistas que se dignaran a repatriar los capitales que habían colocado en el extranjero. Toda esta masa de capitales en la búsqueda de ganancias jugosas no tenían ninguna intención de reactivar la economía de esos países invirtiendo dinero fresco en empresas públicas compradas más baratas. Durante este tiempo, el déficit de la balanza comercial mexicana se agudizaba. Ello cortó la confianza de los inversores privados y los condujo a ir sacando progresivamente su dinero en 1994. Las acciones compradas en la bolsa fueron revendidas. De manera esquemática, esto fue lo que pasó en México. Para intentar evitar que tal aventura suceda, los gobiernos brasileño y argentino practican una política agresiva de altas tasas de interés con lo que pretenden impedir la partida de capitales hacia otros cielos. Las autoridades mexicanas hacen otro tanto. Estatización de las deudas privadas, privatización de las empresas, depresión del mercado interno y dependencia creciente respecto al capital extranjero.
Cuando los gobiernos han estatizado la deuda privada, ello se hizo con el más grande provecho de los capitalistas locales, que no contentos con hacer ganancias substanciales, exportaron la mayor parte de sus capitales hacia los mercados financieros del Norte.
Esto no es todo: como el Estado se encargó de las deudas de las empresas privadas, ellas sacaron provecho de la operación usando el capital que les quedó disponible para comprar las empresas públicas progresivamente privatizadas a partir de la segunda mitad de los años 80.
Algunos países, México y Argentina por ejemplo, han privatizado mucho más que otros: Brasil y Venezuela no han encarado privatizaciones a gran escala hasta el período 1996-1997.
Como mencioné líneas arriba, desde el inicio de los años 1980, la mayoría de las autoridades del continente practican una política de interés real elevado, como forma de atracción de capitales extranjeros o de convencer a los capitalistas locales de repatriar una parte de los capitales que habían llevado al Norte. El precio de esta política es altísimo: los pequeños y medianos productores locales, sin hablar de los hogares, no han podido acceder al crédito y una recesión de la producción para el mercado interno se hace presente.
El crecimiento es sostenido para las exportaciones, por una parte, y para las importaciones para satisfacer las necesidades de los capitalistas y las clases medias elevadas. Las altas tasas de interés real practicadas en el interior de la mayoría de los países de América Latina conduce a los poderes públicos nacionales y a los administradores o entidades locales a tomar préstamos a precios fuertes de los capitalistas locales para pagar la deuda externa y la deuda pública interna que poseen estos mismo capitalistas o capitalistas del Norte.
Como el dinero obtenido por los poderes públicos en el mercado financiero interno cuesta muy caro y no es suficiente para el pago de las deudas anteriores, los gobiernos y las empresas privadas proceden a la emisión de títulos en los mercados internacionales. Esto es menos costoso ya que las tasas de interés del Norte son actualmente inferiores a las de países como Brasil, México y Argentina. El inconveniente es que con ello quedan más dependientes del exterior. Los grandes Estados latinoamericanos realizan, muchas veces al año, la emisión de títulos de la deuda. La recolección de dinero realizada luego de una emisión sirve esencialmente para pagar los tenedores de títulos precedentemente emitidos. El colmo de la dependencia respecto de los Estados Unidos es que algunos países latinoamericanos, comenzando por México, deben comprar bonos del tesoro de los Estados Unidos como garantía de sus propios empréstitos en los mercados internacionales.
Brevemente, las autoridades de los Estados Unidos levantan capitales a través de sus vecinos del sur a fin de financiar la deuda pública de los usa, en tanto que estos gobiernos del Sur, buscan capitales en los mercados financieros privados de los Estados Unidos, Europa o del Sudeste asiático para pagar sus deudas externas e internas.
El problema fundamental, es que esta política no desemboca en un proceso de desarrollo acumulativo en el curso del cual estos países reducen la distancia que los separan de las potencias industriales del Norte. El desequilibrio comercial se acentúa a pesar de las declaraciones optimistas de los gobiernos. Esto conlleva a la estructura de las exportaciones de los países de América Latina hacia el mercado mundial. A pesar de la industrialización alcanzada, estos países están todavía muy lejos de los países del Norte. Según Oscar Ugarteche, habría habido en los últimos años una "reprimarización" de las exportaciones de América Latina. Con respecto al período anterior, Latinoamerica exporta proporcionalmente más productos de poco valor agregado (ugarteche, 1996). Simultáneamente, las industrias que producen para el mercado nacional se estancan o retroceden, ya sean que queden bajo control nacional o sean vendidas al capital extranjero. El arribo de capital extranjero implica raramente inversiones que aumenten a la vez la producción y el empleo. Hay por supuesto algunas excepciones: la industria automovilística en Argentina, Brasil y Venezuela y algunas inversiones en el sector del petróleo, pero son marginales. El objetivo de las multinacionales, y las de Estados Unidos en primer lugar, es entonces reforzar su control sobre las economías locales sin desarrollarlas.
Nuevo ciclo de endeudamiento para América Latina
A diferencia de çfrica y de Asia del Sur, los mercados financieros se interesan de nuevo muy activamente en América Latina (así como en el Sudeste asiático). Ellos detentan más del 65% de su deuda externa. La tenencia de títulos de la deuda externa pública y privada constituye la forma principal de desarrollo del control de los mercados financieros sobre la deuda externa del continente. El stock de los títulos fue multiplicado por 25 entre 1980 y 1996.
América Latina se encuentra en un nuevo ciclo de endeudamiento desde el inicio de los años 90 ya que la apertura neoliberal a los capitales extranjeros a encontrado un real suceso. Los poseedores de capitales del Norte están de nuevo interesados en colocar una parte de su líquido en forma de títulos o comprando acciones en la bolsa (inversiones de portafolios) El precio de esta política para el continente?: la venta de empresas estratégicas, la dependencia agudizada en relación con los capitales volátiles y un déficit estructural de la balanza comercial que de nuevo ha alcanzado el nivel de 1980-81, justo antes de la eclosión de la precedente crisis de la deuda.
Para concluir esta parte sobre América Latina, citaremos un juicio de Oscar Ugarteche, economista peruano: "Virtualmente todos los países de América Latina han aplicado políticas de ajuste estructural basadas en la teoría neoclásica de la eficacia de los mercados y de la distorsión que se produce con la intervención del Estado. La manera en cómo el cambio fue operado, el pasaje de un desarrollo dirigido por el Estado a un desarrollo dirigido por el mercado, es directamente atribuible a la presión de los organismos internacionales. (...) La realidad indica de manera evidente que las políticas de apertura han desembocado en déficits crecientes de la balanza comercial que son cubiertos en parte por capitales colocados a corto plazo, por inversiones bursátiles, por créditos a corto plazo, y en parte, por capitales a largo plazo atraídos por las privatizaciones. No existe ninguna prueba evidente que las tasas de inversiones reales suban como resultado de las numerosas inversiones extranjeras. Los créditos a largo plazo son esencialmente destinados al sector privado, no hay un alza significativa en los créditos al sector público. (...) Las críticas del modelo neoclásico hechas en la región varían, pero la cuestión del estado es Central. En tanto no se rehabilite el rol del Estado y se deje al mercado determinar la conducta de la economía, los resultados económicos serán inciertos. Una lógica perversa está en marcha. (...) La desregulación es realizada en una economía mundial que no es particularmente liberal, sino que es uniformemente capitalista, con mercados siempre dominados por las multinacionales (...). El proceso de internacionalización del capital fue introducido en América Latina en la década del 90 a través de privatizaciones y de préstamos al sector privado. El sector público, mientras tanto, paga la deuda para permitir al sector privado seguir endeudándose. (...) Un país no puede desarrollarse sin la consolidación de su mercado interno, lo que debe ir a la par con más equidad en el reparto de los ingresos. Esto, el modelo neoclásico no lo puede tomar nunca en consideración" (gareteche, 1996, p. 145 a 147)
OCTUBRE 2001.