Comisión Nacional de Seguimiento (CNS)
Mujeres por democracia, equidad y ciudadanía - Uruguay

 

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V) Derechos sexuales y derechos reproductivos

“Los objetivos y políticas de población son parte integrante del desarrollo social, económico y cultural, cuyo principal objetivo es mejorar la calidad de vida de todas laspersonas. ” (Conferencia de Población y Desarrollo/Cairo 1994)

“Todas las parejas y todas las personas tienen el derecho fundamental de decidir libre y responsablemente el número y el espaciamiento de sus hijos y de disponer de la información, la educación y los medios necesarios para poder hacerlo” (Conferencia de Población y Desarrollo/Cairo 1994)
 

Población

Uruguay tiene una población, altamente urbanizada (92.4 %) que se concentra en un 42 % en la capital del país, Montevideo. En la población urbana el porcentaje de mujeres es mayor que el de hombres (52.2% a 47.8%, respectivamente), situación que se invierte a nivel de la población rural (43.8 % de mujeres en relación a 56.2 % de hombres).

En cuanto a la constitución étnico-racial, la mayoría de la población es descendiente de inmigrantes españoles, italianos y otros europeos. Investigaciones históricas y genéticas recientes tienden a demostrar que una parte importante de la población también tiene ascendencia indoamericana y la población afro-uruguaya se calcula en el 10 % del total de habitantes del país.

La expectativa de vida es de aproximadamente 75 años con una diferencia entre los sexos.

Las mujeres alcanzan una longevidad de 8 años promediales más que los hombres, lo que no significa que tengan una mejor calidad de vida. La mortalidad en los hombres es más alta -en todas las edades- pero la morbilidad en las mujeres es mayor y no está suficiente ni adecuadamente registrada. El ser más longevas no significa que las mujeres tengan mejor calidad de vida.

La tasa global de fecundidad es de 2.4 hijo/a por mujer, siendo uno de los países con tasa de natalidad más baja en la región. Sin embargo las cifras varían de acuerdo a la edad de la mujer, el área geográfica donde vive y el sector socioeconómico al que pertenece.

Salud Sexual y Reproductiva

El incremento de embarazos y partos en mujeres adolescentes se da fundamentalmente en aquellas pertenecientes a los sectores más pobres. Estudios realizados muestran que más del 80% de las adolescentes madres no han logrado completar el ciclo de Enseñanza Secundaria y el 78,98% no está integrada a la actividad económica. Esta situación deja de manifiesto que las políticas dirigidas a la población adolescente y juvenil en salud sexual y reproductiva – las cuales son de muy reciente data en el país - surgieron como respuesta al agravamiento de la situación y no como una política de reconocimiento de derechos y de promoción en el ejercicio de los mismos.

Si bien no existen estudios sobre barreras para la accesibilidad y uso de métodos anticonceptivos, algunos elementos significativos merecen ser mencionados: la inexistencia de Educación Sexual a nivel de la Enseñanza Pública, la escasa difusión de los servicios de anticoncepción a nivel del sector público, la reciente incorporación de estas prestaciones en los servicios de salud pública, la no incorporación de algunos métodos anticonceptivos (en particular el DIU) a nivel del sub-sector privado de la salud. Todos estos elementos dificultan la accesibilidad de las mujeres a las opciones anticonceptivas. No hay en los servicios una acción dirigida ni a los/as jóvenes, ni a la atención de los hombres con el objetivo de difundir la responsabilidad masculina en el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.

En Uruguay, desde la detección del primer caso de SIDA (Síndrome de Inmunodefinciencia Adquirida) en 1983, al 30 de abril de 2003 se han notificado al Programa Nacional de SIDA (PNS-MSP) un total de 7.018 personas seropositivas: 4.855 personas portadoras (VIH+) y 2.163 enfermos de SIDA. Los estudios centinelas que se realizan anualmente desde 1991, mostraron a partir de 1996 un enlentecimiento del crecimiento de la epidemia, un aumento de la infección en las mujeres y una disminución en la edad de las personas positivas.

Respecto al sexo, el 69.2% son hombres y el 30.8% mujeres, la franja etaria más afectada está entre los 15-44 años, con una máxima incidencia entre los 15-34 años de edad.

El cáncer de mama es la principal causa de muerte de mujeres por cáncer en el país, ocupando Uruguay el primer lugar en Latinoamérica y el quinto en el mundo. A pesar de las acciones que desarrolla la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer mediante la donación de mamógrafos a centros de salud y la realización gratuita de examen de mamografía a mujeres de 40 años y más a través de las Unidades Móviles, el cáncer de mama tiene una alta prevalencia entre las mujeres uruguayas. Un estudio reciente señala que las mujeres usuarias del MSP declaran en un 40 % no haber sido examinadas por el/la profesional en la consulta ginecológica, así como tampoco haber recibido información sobre el auto examen de mama.

En el período 1990-2002 se registraron 173 muertes maternas sobre un total de 716.671 nacimientos. Durante todo ese período la mortalidad por aborto fue de 27%, convirtiéndose en la principal causa independiente de muerte materna. En el Hospital Pereira Rossell el aborto pasó a ser la principal causa de muerte entre las gestantes, llegando al 49 %. Para atender esta problemática desde el sector sanitario se promovieron las normas de atención pre y post aborto para atender las condiciones de riesgo de la práctica clandestina del aborto.

Estas normas no han sido aún aprobadas por el Ministerio de Salud Pública.

Como reacción al problema de salud pública representado por el aborto practicado en condiciones de riesgo, desde el Poder Legislativo, se elaboró el proyecto de ley de Defensa de la Salud Reproductiva. Dicho proyecto ubicaba en el Estado la responsabilidad de garantizar condiciones para el ejercicio de los Derechos Sexuales y Reproductivos promoviendo educación sexual, acceso universal a métodos anticonceptivos, motivación para una paternidad y maternidad responsable y regulación de la práctica del aborto hasta las 12 semanas de gestación. Este proyecto obtuvo la media sanción en Cámara de Diputados el 10 de diciembre de 2002 pero fue votado negativamente en el Senado el 4 de mayo de 2004, desconociendo al 63% de la opinión pública que manifestó su adhesión al proyecto.

Si bien la institucionalización del parto ha permitido el descenso de la mortalidad materna e infantil en el país, tiene como contracara los procesos de medicalización en donde la mujer pierde protagonismo en el acto de parir y está -muchas veces- expuesta a las necesidades y reglas del funcionamiento médico e institucional.

El modelo materno infantil sustentado en el “binomio madre – hijo”, así como en la visión hegemónica sobre el papel de las mujeres en el cuidado de la salud familiar, en la ausencia del varón-padre y su responsabilidad reproductiva, trae aparejadas dificultades para establecer políticas y programas que aborden integralmente la salud sexual y reproductiva.

La Sociedad Civil, y en especial las Organizaciones de Mujeres, han sido un actor fundamentales en la denuncia y la demanda de políticas integrales que atiendan los distintos aspectos vinculados a mejorar la atención del embarazo, parto y del aborto inseguro.

Sobre los derechos sexuales y derechos reproductivos, los actores tradicionales de mediación política y social enfrentan resistencias para ser reconocidos, valorados e integrados a sus análisis, discursos y propuestas. Desde diversas instancias del Estado las acciones realizadas en el terreno de los DDSS y DDRR carecen de marcos teóricos y conceptuales de respaldo.

A partir del año 2002, hubo una mayor coordinación entre los servicios del primer nivel del MSP y los de la IMM junto a la sociedad civil organizada hacia una definición de acciones en salud reproductiva. A modo de ejemplo mencionamos la creación de la Mesa Consultiva para la implementación del Capítulo V (DDSS y DDRR) del Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos para la ciudad de Montevideo y la creación de la Comisión Nacional sobre Salud Reproductiva en el MSP que articula con la Comisión Intergubernamental del MERCOSUR, aunque todavía no han sido definidas normas de atención en salud sexual y salud reproductiva que permitan homogeneizar e integrar las intervenciones de los equipos de salud en este terreno.

En los hechos, se puede constatar que los sistemas de intervención (por ejemplo en salud y educación) agudizan las diferencias de clase, género, raza, etnia, edad, estatus marital, orientación sexual, región o nacionalidad. Los programas, servicios y prácticas suelen no considerar ni respetar diferencias culturales y de valores. La violación de derechos en este terreno es mucho mayor de la que se registran en estadísticas y mediciones de desarrollo.

El importante vacío y el sub-registro en estadísticas nacionales sobre diversos tópicos de los derechos sexuales y reproductivos, impide conocer la dimensión real de su ejercicio y evaluar adecuadamente el impacto de las acciones. Se vuelve sustancial priorizar el desarrollo de la investigación y fomentar la capacitación de recursos como manera de impulsar la necesidad no satisfecha de muchos profesionales sensibilizados con estos temas.

La relación entre políticas en salud sexual y reproductiva y políticas de reducción de la pobreza se explicita con mayor claridad a partir de la creación del Programa de Infancia, Adolescencia y Familia en Riesgo (PIAF) ubicado en la Secretaría de la Presidencia de la República. Este programa surge en el año 2001 con préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y se propone como objetivo principal: “Mejorar las condiciones de vida e inserción social de los niños, niñas, adolescentes y sus familias en situación de riesgo social.”

RECOMENDACION

Cualquier política de desarrollo del país, sólo será posible, si está íntimamente relacionada con políticas que garanticen el ejercicio de derechos y la calidad de vida de toda su población.

PROPUESTAS

1. Aprobar una ley que garantice el ejercicio de los Derechos Sexuales y de los Derechos Reproductivos, incluyendo la posibilidad de la práctica de abortos en condiciones de seguridad.

2. Asignar los recursos necesarios y suficientes, a nivel nacional y departamental, para que se desarrollen programas y servicios integrales de salud (incluida la salud sexual y reproductiva) que se sostengan en el tiempo y no dependan exclusivamente de fondos externos o presupuestos puntuales.

3. Incluir asesoramiento, información y educación en los servicios y brindar atención en: anticoncepción, control de embarazo, parto digno y humanizado, postparto, prevención y tratamiento adecuado de la infertilidad, prevención y atención de aborto inseguro y tratamiento de sus consecuencias, prevención y tratamiento de infecciones de trasmisión sexual y de distintas infecciones genitales y reproductivas, prevención y atención del cáncer genito-mamario, garantizando servicios con cobertura y acceso en todo el país y para toda la población.

4. Desarrollar campañas dirigidas a toda la población, de sensibilización, información y educación en todo lo relacionado a derechos sexuales y reproductivos, que impulsen cambios culturales y promuevan la equidad de género.

5. Atender las necesidades de adolescentes y jóvenes en materia de educación, información y promoción a través de servicios de salud amigables que permitan el desarrollo de su sexualidad de manera positiva, placentera y segura.

6. Incorporar servicios para las personas de mayor edad teniendo en cuenta también su salud sexual y la prevención y tratamiento de los efectos vinculados a la menopausia.

7. Incorporar a la formación y a la educación permanente de los profesionales de la salud todo lo relacionado a la salud sexual y reproductiva desde una perspectiva de género y en base a la promoción de una atención humanizada y respetuosa del desarrollo integral de las personas.

8. Promover y desarrollar investigaciones que permitan obtener información e insumos sobre comportamiento, distribución y características de la población y derechos sexuales y reproductivos.

9. Crear nuevos indicadores (incluyendo indicadores cualitativos) que permitan evaluar calidad de atención desde una perspectiva de género y el impacto que las políticas y programas implementados tienen sobre las condiciones de vida de la población.

 

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