Serie: Pensamiento (XXXIV)

Nietzsche: ¿filósofo o poeta?

Mario A. Silva García

Frente a Nietzsche, una duda surge de inmediato ¿estamos frente a un filósofo o a un poeta? No es él la excepción, pero es quien nos interesa. Personalmente, a dicha distinción, pero es quien nos interesa. Personalmente, a dicha distinción la siento como artificial, pero él nos presenta, desde el comienzo, la confusión entre el filósofo y el poeta.

 

Recordemos el pasaje del Nuevo Testamento, el Evangelio según San Juan 18,4, donde Jesús comparece ante Pilatos, quien expresa: "Ved, yo no encuentro ningún motivo de condena." Jesús aparece llevando la corona de espinas y el manto de color púrpura. Pilatos les dijo: "He aquí al hombre (Ecce Homo)". Esa misma expresión la emplea Nietzsche en su libro así titulado, tomando la expresión de Pilatos. Por eso su "he aquí al hombre". Expresa, por ejemplo, cómo su tarea de filósofo lo consume:
Si yo sé de dónde desciendo,
insaciable como la llama ardo y me consumo
la luz se transforma en todo lo que soy
carbón en todo lo que dejo
Ah, ahí ciertamente yo soy una llama
.
Más tarde Zaratustra dirá:
Oh hombre atiende lo que dice
la profunda noche. Yo dormía, yo dormía
del sueño profundo me despierto
el mundo es profundo.
Y más profundamente que el día,
Profundo es vuestro dolor
Alegría– más profundo aun que pena de corazón.
Dolor dice: pasa
toda alegría, sin embargo quiere eternidad
quiere profundamente profunda eternidad.
O cómo no quiere aceptar el tránsito del tiempo:
Hombre, olvida, hombre, olvida
divino es el arte de olvidar.

No soporta su limitación de ser un solo ser, en un texto de La Gaya Ciencia. El suspiro de aquel que busca el conocer [El suspiro del conocedor (Krämer V 249)]: "Oh mi avidez, en esta alma no hay desinterés, por el contrario, un yo que desea todo, que a través de muchos individuos que querrían ver, como con sus propios ojos, un yo que resurge todavía todo el pasado que querría me perteneciera. ¡Maldita sea esta llama de mi avidez! ¡Oh, en cuántos seres veo mi reencarnación!" El que no conoce este suspiro, por experiencia –dice Nietzsche–, no conoce tampoco la pasión del que busca el conocimiento.

Tenemos también que atender cuál fue el origen de su preocupación por la Tragedia. Dejemos de lado temas superficiales para llegar a lo más profundo: los héroes. Y Nietzsche creará sus propios héroes, que serán luego imitados y exaltados. Lo que nos importa no son sus acciones, sino el proceso interno, el proceso emocional. En la Tragedia no había una diferenciación tajante entre seres reales e imaginarios, y así se vive dramáticamente. Amores y odios extraños sacan de acá su origen.

Nietzsche llegará a esta conclusión: "Nosotros, a quienes nos ha sido dado estar colocados como espectadores de las cosas confusas, delante de un texto misterioso y aún no descifrado." Se refiere al texto de La Tragedia. Este texto, jeroglífico laborioso, puede servir para descifrar el pasado de la moral humana… Es en esa confusión de lo bueno y de lo malo, que surgen Apolo y Dionysos como dioses opuestos y pienso que es a este último al cual Nietzsche estuvo más cercano. A eso Nietzsche le da un aspecto distinto, que aparece de algún modo en la filosofía alemana de Fichte, Schelling y Hegel. Para ellos hay algo en común: la dialéctica, que se injertó en la historia de un modo próximo al sentido actual. Hablamos de etapas de paz y de guerra, en que cada una anula a la otra y la supera. No se limita a narrar lo que pasó, sino lo que ha ocurrido en el hombre y su inserción en la temporalidad: épocas, eras y, más profundamente, la resurrección del pasado y en ella la diferenciación de épocas. Pero los pueblos se aferran a lo que saben de sí, de dónde y cuándo vinieron y también se creen ser desde siempre. La historia varió pero ¿el hombre lo hizo? Ahí está la duda.

Distanciamientos

Las Consideraciones Intempestivas (fuera de tiempo), lo apartan de la poesía inicial. Aparecen, en el horizonte, sus maestros Schopenhauer y Wagner; comienza el aforismo, porque se termina la época de los sistemas. Nietzsche compara el aforismo con la obra de los impresionistas. Tentemos hallar el significado de aforismo. En griego, Awopoesnol, aforismo, es separación, distancia. Lo que permite la definición, y eso lo compara con los impresionistas en el proceso de análisis por el cual asegurarán la pureza de los tonos. Monet y Renoir, observando el Sena, identificaron en el agua reflejos de reflejos. Los reflejos, que a causa del movimiento de la corriente se presentaban bajo la forma de pequeñas superficies yuxtapuestas, hacían surgir fulgores luminosos. Igualmente el movimiento de las hojas, agitadas por el viento, descubre vibraciones para los ojos agudos de los futuros impresionistas.

Aquí tenemos el prodromo (comienzo) de liberación impresionista: las manchas coloreadas, las fragmentaciones del tono (Historia de la pintura moderna. Ed. Albert Skira. Pág. 15).

Hemos mencionado los aforismos y su sentido: distanciamiento, y hay uno al que Nietzsche titula Suspiro del Investigador: "Que no cambiaré por ningún interés que haya en mi obra y sí solamente un Yo ávido de todo, que querría ver con los ojos y tomar con las manos, de muchas manos; un yo que no quiere perder nada de lo que podría pertenecerle. ¡Oh, cuánto me abrasa esta avidez! ¡Oh, si pudiera renacer en cien otros seres! El que no conoce por experiencia este afán no conoce la pasión de la fusión de la verdad."

Vivir, para un filósofo, es transformar en luz y llama la sustancia entera. Es el afán de saber todo, de recuperar la variedad del mundo.

La filosofía bajo máscaras

O sea, la forma aparente de decir una cosa por ocultación de su personalidad íntima. Eso hace Nietzsche, no por ocultarse, sino por ser un misterio para sí mismo. En El Origen de la Tragedia, no hay máscaras; habla en nombre propio.

En Así habló Zaratustra critica la religión, la filosofía y la ciencia, todo eso en contraposición a Hegel, quien pensaba que todo podía reunirse en una ciencia común. Es un ejemplo del dicho: "Todo lo real es irracional, todo lo racional es real." Nietzsche es un anunciador del nihilismo. Se dan dificultades para el acceso al Nietzsche auténtico y esa es la cuestión de la máscara. Dificultad para distinguir vida y obra.

Hay un movimiento vital en el que se reflejan ante todo "estimaciones de valor", movimiento en que se imponen valores que atrofian, oprimen y debilitan la vida. La máscara es quien decreta lo bueno y lo malo, es una tabla de valores. Eso supone la primacía del valor sobre el ser. Cuando Nietsche trata de lo trágico lo piensa como una categoría artística que corresponde a la verdadera naturaleza de la realidad. Por eso la valoración de este arte es esencialmente la del arte trágico, que implica una realidad constituida por el antagonismo de contrarios primordiales. En El origen de la tragedia, se opone al cristianismo y a su ideal de redención. No supone eso un punto de vista pesimista: el Pathos trágico es una afirmación de la vida, un asentimiento jubiloso e incluso a lo terrible y horrible, a la muerte y la ruina.

En toda la filosofía griega hay un contraste entre Peras y Apeiron (lo limitado y lo no limitado), entre apolíneo y dionisíaco. Hay en Nietzsche abandono del wagnerismo, en sus últimas obras, que es una concepción apolínea, pero a eso, se agrega el socratismo, predominio de lo lógico, incapaz de ver la vida que fluye detrás de las figuras de tal modo que construye y destruye. Aquí aparece el problema mismo de la ciencia y su verdad, que se opone a la verdad de la tragedia. Nietzsche mira la ciencia con la óptica del arte y al arte con la óptica de la vida, aue significa utilidad de todo lo existente, finito e inagotable del fondo dionisíaco del mundo. Naturalmente no debe ser entendida en sentido biológico. Este tema está desarrolllado en Ecce Homo. Esto nos lleva a una psicología del arte y al arte como conocimiento del mundo, pero esta psicología y esta estética son un encubrimiento. Eso nos lleva a la valoración de las intenciones. Con los sofistas y Sócrates hay un giro hacia la antropología y la metafísica. Se produce la aparición del símbolo, del juego, contrapuesto poder de Dionysos y Apolo. Aquí se encontraría la primera fórmula de la inocencia del devenir como algo Más allá del Bien y del Mal. A esto debemos agregar Sobre verdad y mentira en sentido extramoral (1873).

El arte aparece como el órgano verdadero de la filosofía, pues el fondo primordial del ser mismo es el artista originario que juega formando mundos. La cultura depende íntimamente de las tendencias de la voluntad cósmica que, en la obra de arte trágico del hombre, quiere llegar a la visión de sí. El sentido de la cultura es el genio: hombre que se ha convertido en el lugar en que la existencia de todo lo que existe se justifica en la bella apariencia del fenómeno estético. Ese momento fue para Nietzsche soportar consideraciones intempestivas. Cultura y genio. La filosofía en la época trágica de los griegos. Genio, modelos reales, eran en ese momento Schopenhauer y Wagner. Implican una misión cósmica y constituyen un destino. Supone una prefiguración del concepto de Superhombre = Espíritu Dionisíaco. Verdad no significa el conocimiento de las ciencias, sino la mirada que penetra en el fondo del mundo, la intuición trágica. Pero en Nietzsche el concepto del hombre es ambiguo. En un primer momento, fundamentación radical de la metafísica del genio en la metafísica universal del artista, sobre la esencia del universo y supone la fundamentación del concepto de cultura en la imagen trágica del mundo.

Ahora hay una separación en el fenomenismo de Schopenhauer, especialmente en lo que tiene que ver con la consideración sobre el tiempo. Historicidad de la cultura como reflejo humano. Verdad del juego del ser patentizado por el genio. Hay aquí una idea básica y oculta con que se interpreta el ser.

Encontramos una primera formulación de lo que es la cultura en el Antiguo Testamento La Primera Relación Intempestiva de D. Strauss fue un ataque a la cultura alemana. La segunda, una crítica del sentido histórico como síntoma de una decadencia cultural. Aquí aparece como oculto el tema de la historicidad del hombre y así distingue entre historia antigua, crítica y monumental. Hay una interpretación de la existencia humana desde las perspectivas de las estructuras temporales, de las dimensiones del pasado, al presente. Pasamos a la Tercera y a la Cuarta Relación Intempestiva del genio en la cultura presente. Pero el Wagner que aparece y Schopenhauer son en el fondo Nietzsche. Ofrece su visión de una cultura.

Hay una antropología, pero que no se ha desligado de una metafísica. La cultura no es sencillamente una obra humana, sino que el hombre es un salvador, un artista, un sabio, un genio que crea y define una cultura. Es el instrumento de un poder sobrehumano, el medio que el fondo del mundo se crea para encontrarse consigo mismo. El genio es el lugarteniente de la verdad, del fondo primordial, uno del mundo. Es el lugar donde ese fondo se patentiza.

La Ilustración de Nietzsche

* Psicología del desenmascaramiento y óptica de la vida. Aquí ubicaríamos las obras de Nietzsche. Humano, demasiado humano, acaso Aurora y La Gaya Ciencia. Aparece como un período de negación con respecto al anterior. Las ideas no son verdades o falsedades, sino síntomas de la vida, signos que delatan una existencia. Pero junto a esta sofística existencial hay un pensamiento que en el primer período distingue lo primordial del fenómeno, pero alcanzar lo primero -la Religión griega-, la metafísica del arte.

Ahora, como reflexión crítica de confianza metódica, censura todo lo anterior como si hubiera sido una ilusión que hay que condenar: La Ilustración que indica el estudio científico del hombre, la Antropología. Empieza el ataque contra los trasmundos. Anuncios sobre la apología del hombre y la muerte de Dios. El tema en ese momento es la predominancia de la ciencia como proceso de desilusión. El hombre es visto como resultado de procesos históricos. Para él ciencia no significa ninguna determinada, sino un punto de vista crítico. Se refiere a la filosofía, religión, arte y moral transmitidos. Ciencia no es investigación de la realidad, sino demostración del carácter ilusorio de aquella actitud humana que se consideraba fundamental.

Nietzsche se apoya en una psicología destructiva, de desenmascaramiento que consiste en interpretar la genealogía del ideal desde su contrario. Es la denuncia de todo idealismo. El saber crítico se convierte ahora en un poder que ataca a la vida misma, que destruye su seguridad, su ilusa ceguera. Entre vida y ciencia, se pronuncia por la ciencia. Aparece la figura del "Espíritu libre", antecesor del Vogelfrei de Zaratustra.

¿En qué consiste este tránsito en Nietzsche? La filosofía de la mañana. Ya aquí se advierte una cierta distancia irónica frente a la ciencia. Se anuncia así una nueva fase de su filosofía. El hombre se ha perdido, ha colocado sobre su vida pesos inmensos, se ha inclinado ante lo sobrehumano. Religión, metafísica y moral son formas de esta esclavitud. El hombre venera lo sobrehumano. Organiza su vida de acuerdo con ello y no sabe ya que fue él mismo el que colocó esas estrellas en el cielo. El hombre ahora es lo que él mismo ha creado. Lo sobrehumano es solo apariencia que representa algo humano, espejismos en que la esencia creadora del hombre aparece como si estuviera afuera de todo ello.

El descubrimiento de la ilusión conduce a una metamorfosis de la existencia humana. El hombre no busca ya los fines fuera, sino dentro de sí mismo. La vida no se parece ya a una sensibilidad estructurada de antemano. No está ya sujeta a los preceptos de la moral ni condicionada de antemano por un trasmundo metafísico situado por detrás del mundo fenoménico. No está cohibido por ningún carácter sobrehumano. Se ha hecho libre. El hombre percibe el carácter de riesgo de la existencia; se torna posible la vida como experiencia. El hombre, como ser infinito que se trasciende a sí mismo. Su distancia es grande frente a la esencia misma = Vogelfrei, el tema de la danza. Y así se dirige al viento mistral. Dios y el mundo como próximos. Santo y Prostituta; entre ellos, la danza. Dos formas del mismo tema: * Liberación de la esclavitud a ideales trascendentes (Dios, moral, trasmundos). Aquí el hombre queda profanado como hombre, queda como un nuevo ser instintivo en que un determinado y complejo nudo de instintos crea las arrogantes figuras del santo, del artista y del sabio. La otra forma: no se rechaza la autosuperación, ni se le atribuye a instintos triviales. La grandeza de la tristeza es interpretada como autoalienación del hombre, como una proyección por encima de sí mismo en la que olvida qué es lo que la realiza. Es una manera de profanar. El hombre conservando al héroe en su alma. En la medida que avanza el concepto de Gaya Ciencia y se aparta del positivismo. Parecería que fuera él, el hombre grande, y no es sino un hombre pequeño encubierto y enmascarado. El espíritu libre tiene como metamorfosis la del santo, la del artista, la del sabio, el hombre como autoalienado. Es el hombre el que imagina esos modelos, pero debe conocer su oculta capacidad creadora y no creer que Dios está afuera, que la moral es algo extraño que lo obliga y de ese modo desvaloriza el más acá creyendo que es solo una manifestación de un más allá. El espíritu libre, como conciencia de sí (del santo, del sabio, del filósofo), como restitución de aquellas figuras de alienación sin reconocimiento. Espíritu libre, verdad de la vida alienada es su reconvención. Toda trascendencia en sí es una forma de alienación. Podemos pensar en la limitación o en su similitud con la idea de conciencia de sí. El pasaje va de los valores en sí a la proyección de aquellos y de ahí surge la tarea. Inversión del idealismo. Luego de esto destituyen al hombre de toda trascendencia.

El mensaje

"Vosotros sois la sal de los cielos. Pero si la sal pierde su sabor ¿con qué se va a salar?"
San Mateo, 5,13

El pasaje me hizo reflexionar. En Nietzsche había dos seres. Ese pasaje me recordó mi niñez, cuando el llanto era fácil. Las lágrimas ciegan momentáneamente. Se deslizan por el rostro y a veces se siente su sabor salado. Pero hay que recordar que la razón puede ser el dolor o la alegría y esa dualidad, pienso aproximar a dos hechos diferentes.

Nietzsche vivía en casa de David Fino; era el 3 de enero de 1889. Aquél fue a la estación de carruajes y allí estaban una yegua derrengada y un cochero brutal que la azotaba. Un ser de Nietzsche fue invadido por la tristeza, la compasión y sollozando, se arrojó con un gesto protector. Abrazó el cuello de la víctima. Felizmente pasaba en ese momento Fino y con mucho esfuerzo llevó a Nietzsche al apartamento. Durante mucho tiempo permaneció tendido inmóvil sobre un sofá.

¿Dónde quedó entonces "el otro ser de Nietzsche" que propagaba la voluntad de poder? Retornan Apolo y Dionysos porque más tarde disfrutaba en Beethoven la Novena Sinfonía. Allí se aunaban Apolo y Dionysos, porque la palabra y la música se juntaban. Incluía el poema de Schiller:

Aus dei Freude

Freude, schöner Götterfunken,
Töchter aus Elysium,
Wir betreten feuertrunken
himmlichsche, dein Heiligtum!…
 

A la alegría

Bella, alegre chispa de los dioses
hija del Empíreo,
es en la ebriedad del fuego
celestial que nuestro pie
holla tu santuario!…

 Agrego: deja allí la sal de sus lágrimas…

Son manifestaciones de la tristeza y la alegría, pero los rasgos son diferentes. Las primeras subsisten y por eso no creo en el Eterno Retorno del que habla Nietzsche, porque lo mismo no puede repetirse. La nostalgia implica el dolor de no poder volver. Por eso me pregunto cómo vencerla.

Pensamiento

Artículos publicados en esta serie:

(I) Supratemporalidad de las Humanidades (María Noel Lapoujade, Nº 148)

(II) La idea de problema (Mario Silva García, Nº 149)

(III) Filosofía, camino y experiencia (Mario A. Silva García, Nº 150)

(IV) ¿Crisis de la racionalidad científica? (Ezra Heymann, Nº 151)

(V) Lo natural y lo artificial (Roald Hoffmann, Nº 154)

(VI) Herder y el origen de la lengua (Mario A. Silva García, Nº 156)

(VII) Vico y Joyce (José Guilherme Merquior, Nº 157)

(VIII) Un modelo dialógico del pensar. Reflexiones a partir de un espacio de diálogo intercultural. Mauricio Langón, Nº 158)

(IX) A propósito del dualismo cartesiano. ¿Quién tiene el cuerpo? (Massimo Desiato, Nº 159)

(X) Verdad y mentira en el lenguaje (Mario A. Silva García, Nº 160)

(XI) Habermas y la hermenéutica (Gianni Vattimo, Nº 162)

(XII) Avatares de la imaginación (Maria A. Silva García, Nº 163)

(XIII) ¿Comprender o explicar? (Alberto Chá Larrieu, Nº 164/65)

(XIV) Los arquetipos (Mario A. Silva García, Nº 167)

(XV) Arquetipos y pensamiento colectivo (Mario A. Silva García, Nº 169)

(XVI) Emanuel Levinas (Efraim Meir, Nº 170)

(XVII) Los arquetipos en el pensamiento filosófico (Mario A. Silva García, Nº 174)

(XVIII) Etica y moral (Mario A. Silva García, 176/77)

(XIX) Nietzsche Un polémico legado (Pablo Ney Ferreira, Nº 179)

(XX) La gran fisura (Francis Fukuyama Nº 182)

(XXI) La gran fisura (Francis Fukuyama, (INEDITO) Nº 182)

(XXII) La casa (Mario A. Silva García, Nº 182)

(XXIII) Especulación trascendente acerca de La supuesta intencionalidad en el destino individual (INEDITO) (Arthur Schopenhauer, Nº 183)

(XXIV) Una confidencia (Mario A. Silva García, Nº 183)

(XXV) Estética contra ética (Amelia Valcárcel,.Nº 184)

(XXVI) Revisión de la analogía (Oscar Luis Sarlo, Nº 186)

(XXVII) Etica y estética (Ezra Heymann, Nº 190)

(XXVIII) Realismo ontológico, relativismo epistemológicoLa mirada médica (José Portillo, Nº 192)

(XXIX) Schopenhauer y Nietzsche (Rüdiger Safranski, Nº 194)

(XXX) El "Ariel" de Rodó (Mario A. Silva García, Nº 195)

(XXXI) La realidad ¿inventada? (José Portillo, Nº 196)

(XXXII) Nietzsche, el crítico (Enrique Puchet C., Nº 198)

(XXXIII) Nietzsche, el retorno (Ma. Noel Lapoujade, Nº 198)

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