Serie: Pensamiento (XXXIV)

Arturo Ardao:

De y por la inteligencia

María Angélica Petit

 

Arturo Ardao se integra al debate contemporáneo sobre el valor de la razón abstracta y, sin mengua de ella, reivindica la legitimidad y el valor de la inteligencia creadora, de la inteligencia concreta y aplicada. La razón del sujeto histórico en sí mismo.


"Lógica de la Razón y Lógica de la Inteligencia", libro de reciente aparición, constituye una dupla conceptual y gnoseológica cuyo análisis da lugar a una teoría filosófica de y sobre la inteligencia y a una conceptualización ontológica.

La obra fundamenta, más que la legitimidad, la necesidad y la conveniencia de reconocer estatuto propio a la Lógica de la Inteligencia, nominación ésta por primera vez propuesta para indicar la existencia de esta capacidad de la mente humana.

Para ello el autor rastrea en la historia de la filosofía el primer planteo del tema, a partir de Aristóteles, y su evolución en textos de autores pertenecientes a diferentes áreas geográficas y culturales en distintos tiempos históricos, hasta exponer las más actuales doctrinas filosóficas, otorgando siempre un lugar preferencial a la filosofía en lengua española y particularmente a la filosofía latinoamericana.

La conclusión será que existe un orden lógico establecido por la razón stricto sensu y un orden nológico establecido por la inteligencia.

Siendo fundamental, como se verá, la distinción entre lógica abstracta, o de lo abstracto, y lógica concreta o de lo concreto, es igualmente importante señalar desde ya que, en el pensamiento de Ardao, la distinción atiende, antes que al objeto, al sujeto en su modo de razonar.

 

Lógica razonable y Lógica informal: Lógica de la Inteligencia

Ardao recuerda que, en el primer cuarto del siglo XX, se planteó en lengua española el problema de la razón y el raciocinio en sus relaciones con la vida, la lógica viva y la lógica de la razón vital, relevantes expresiones de una lógica de lo concreto, o lógica concreta, diferenciada ésta, sin ser no obstante negadora, de la abstracta lógica formal.

La lógica viva, la más temprana, fue la más orgánica y persistente en la formulación y establecimiento de una nueva rama de la disciplina. Esa lógica "viva" y "concreta" aspiró a ser razonable y distinta, a la vez que complementaria, de la lógica racional en sentido estricto. A mediados del siglo XX surge el interés por una lógica de la vida humana, destacándose el concepto de "razonabilidad".

En el tránsito del pensamiento hacia la formalización de la lógica razonable con un estatuto propio, cabe remitirse al pensamiento de algunos de los filósofos latinoamericanos, entre ellos Vaz Ferreira.

Cita Ardao las palabras de Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía respecto del pensamiento de Vaz Ferreira: "El pensamiento de Vaz Ferreira se desenvuelve en todos los casos siguiendo una fuerte tendencia a lo concreto, único medio de evitar las falacias y los errores a que da lugar una aplicación de la lógica pura al territorio concreto, el cual se resiste a toda solución meramente teórica.

"La lógica viva y su consecuente aplicación, más allá de todo razonamiento puro y de todo verbalismo, es el único instrumento apropiado para no confundir los problemas explicativos o problemas de conocimiento, con los problemas normativos, esto es, con aquellos problemas en los cuales toda pretendida solución debe dar paso a la elección, a una ‘solución imperfecta’ en virtud de su carácter práctico, concreto, y, por así decirlo, ‘impuro’ desde el punto de vista lógico ideal".

Luego transcribe Ardao el resumen que sobre la obra del maestro uruguayo proporciona el mencionado Diccionario de Filosofía: "La filosofía de Vaz Ferreira es así, pues, algo más que un simple programa para una lógica concreta y viva, y representa un vigoroso esfuerzo para la realización de semejante propósito. Pues una lógica viva solamente puede alcanzar pleno sentido en la aplicación a la realidad, y, por consiguiente, en la estructuración de lo real según esquemas muy distintos de los habituales"1.

En la Conferencia Pedagógica de 1915 Vaz Ferreira define de manera expresa la lógica formal, lógica abstracta o teórica; la lógica aplicada o metodológica, que es la lógica de la ciencia; y “una lógica para la vida, una lógica sacada de la realidad y utilizable para la vida”, considerando necesario “hacerla primero para poder enseñarla” a efectos de evitar “las causas más frecuentes del error y las formas que el error toma frecuentemente en la vida”.2

Ardao analiza, con relación al tema, Conocimiento y acción y Moral para intelectuales, ambas de 1908; El pragmatismo, editada en 1909, así como Lógica viva, la psico-lógica, publicada en 1910, y Fermentario, de 1938.

Vaz Ferreira evoca3 a Jaime Balmes y a su obra de 1845, El Criterio, como antecedente de su lógica viva: “filósofo español que tiene el mérito de haber sido el primero que emprendió” la tarea de “crear una lógica viva (...) con prescindencia de los esquemas verbales de la lógica tradicional”. También Luis Recaséns Siches había citado al filósofo católico y antiescolástico Balmes por su análisis del entendimiento práctico, la elección de los fines, la determinación de los medios y el “papel que en todo eso juega el buen sentido”.4 Ardao evoca expresamente como antecedente del pensamiento de Vaz Ferreira al padre Benito Jerónimo Feijóo, por su Teatro crítico y sus Cartas eruditas.

Carlos Benvenuto, en sus ensayos "Problema de la lógica, problema del hombre" y "Materiales para una lógica de lo concreto", publicados en la revista Hiperión, postulaba una lógica de lo concreto, entendida ésta a la vez, con reminiscencias vazferreirianas, como lógica de lo razonable. Ya en su obra La filosofía en el Uruguay en el siglo XX (México, 1956), Ardao había mencionado trabajos de Carlos Benvenuto que vieron la luz en la revista montevideana Hiperion en las décadas del 30 y el 40. Sobre la inicial inspiración de la Lógica viva de Vaz Ferreira, Benvenuto había recibido la influencia de todo el movimiento contemporáneo hacia lo concreto, en la línea de pensamiento que va del empirismo radical de James, a Whitehead, Chestov, Jaspers, Marcel, Wahl y el existencialismo en general. Carlos Benvenuto, en texto citado por Ardao, afirmaba: "Dada la índole humana, desde luego, la lógica es inevitable y fundamental. No se puede ser hombre sin ella. Pero, precisamente, si no se la elabora tornándola una crítica de sí misma, justipreciándola, en dosis mayor o menor, todo lo echa a perder. Instaura la abstractología, matriz de la decadencia. La lógica, óptica con la cual miramos todo, pero a la cual, a su vez, hay que aprender a mirar intrépida, implacablemente, para poder justipreciarla. Necesaria, fecunda es la lógica, pero más necesaria es la crítica de las abstracciones, el examen de todo instrumental ideoverbal, con el cual nos orientamos en medio de la oceánica, infinita realidad. Tal el programa de una lógica viva, concreta, integrante”.

De Julio Paladino, recuerda Ardao su estudio La Lógica Viva y la teoría de los sofismas, destacando la importancia de su apartado final titulado "La racionalidad".

Luis Recaséns Siches, en su Nueva interpretación de la filosofía del derecho, de 1956, explicó su concepto de lógica de lo razonable, o lógica razonable que luego desarrolló en el ensayo "El Logos de lo Razonable como base para la interpretación jurídica". Allí dice: "Las lógicas tradicionales (de Aristóteles, Bacon, Stuart Mill e incluso la de Husserl) estudian las conexiones ideales que son los instrumentos necesarios para conocer objetos, sean éstos realidades naturales o sean ideas. Pero todas esas lógicas reunidas no constituyen la totalidad de la lógica, sino que la suma de todas ellas representa tan solo una parte del logos. Hay otras partes de la lógica: la lógica estimativa, la lógica de la finalidad, la lógica de la acción, la lógica experimental. Esas lógicas son también lógicas, tanto como la aristotélica, si bien su campo de aplicación o de validez sea diferente".

Cabe destacar, por lo acertado e innovador, que Luis Recaséns Siches al referirse a la “Lógica de los problemas humanos” (Diánoia, México, 1962) y señalar la presencia de doctrinas sobre el logos de la razón, sobre el logos de lo razonable, sobre la lógica experimental y sobre la razón vital, menciona como otra variable la lógica de la razón histórica, nominación y concepto a rescatar atentamente, no sólo por los historiadores.

Ahondar en el tema implicaría una doble digresión. Roza la psicología, la sociología y la historia. Concierne a la memoria individual y a la memoria colectiva, la del ser humano en su individualidad (la psique lo es) pero también a la del ser social colectivo, considerado este no solo en el tiempo corto de una generación, sino en su prospección de raíz histórica e intergeneracional, cual es la memoria-testigo-histórico de la colectividad: la memoria de larga duración. Habría entonces que aproximarse a Braudel tanto como a la literatura y a la historia del tiempo reciente y del tiempo presente. Nos situaríamos en otro corpus investigativo y fuera del contexto de esta obra, si bien no de la filosofía de la historia.


Lógica informal: ejemplificaciones

Las lógicas no formales ponen su acento en la acción humana, expresa Ardao. Estas suelen ocuparse de áreas jurídicas o morales -ética, de o por la inteligencia- como veremos es el caso de Recaséns en “Experiencia jurídica, naturaleza de la cosa y lógica razonable”.5

A la familia mayor de la Lógica de la Inteligencia pertenecen, pues, la lógica razonable o de lo razonable, el ya histórico razonabilismo y también las concretas y gradualistas Teoría de la Argumentación, la Lógica Vaga y la Lógica Borrosa. Dentro de la Teoría de la Argumentación –creada por el polaco-belga Chain Perelman y actualmente una rama de la Lógica-, Pierre Oléron en 1974 propuso la dicotomía concreto-abstracto para acoger los matices existentes entre la inteligencia concreta (práctica, sensorio-motriz, empírica) y la inteligencia abstracta (teórica, racional, lógica o formal).6

Pierre Oléron, en La inteligencia, en implícita aceptación de la sinonimia entre inteligencia y razón (como fue el caso de Bergson), expresa: “Razones empíricas han conducido a los psicólogos a describir y distinguir (u oponer) dos grandes formas (de inteligencia). Son disponibles para ellas varias palabras (más o menos intercambiables, aunque con matices de connotación): concreta, práctica, sensorio-motriz, empírica, incluso técnica para la primera; abstracta, teórica, sistemática, racional, incluso lógica o formal, para la segunda. Que se nos permita atenernos a la dicotomía concreto-abstracto, considerando los otros términos como aproximadamente equivalentes”. En La Argumentación, obra de 1983, explica: “La argumentación es un campo de conflicto entre el cuidado de conducir un razonamiento riguroso y la necesidad de tener en cuenta lo impreciso de los conceptos sobre los cuales ella se ejerce. Sólo una representación idealizada de las actividades intelectuales lleva a imaginar que no se ejercen más que sobre conceptos susceptibles de ser definidos de una manera rigurosa. El universo intelectual corriente está constituido de conceptos imprecisos (flous), cuyos contornos no pueden ser delimitados exactamente. No son rigurosos más que los conceptos construidos o reconstruidos en sistemas en los que el espíritu los abstrae de las sugestiones de lo concreto. Es lo que pasa en las matemáticas y la lógica formal: el rigor está asociado al vacío material. Los números constituyen así conceptos precisos cuya definición carece de ambigüedad porque no designan ningún objeto específico”.

Y agrega, definiendo con precisión su teoría de la argumentación: “No sucede así con los conceptos sobre los cuales se ejerce la argumentación y la mayor parte de los razonamientos. Estos conceptos son imprecisos porque remiten a una realidad compleja cuyos diversos aspectos están estrechamente imbricados, lo mismo que las reacciones que provocan en el sujeto que los encuentra y los manipula”.7 Esta argumentación, cabe señalar, es específicamente aplicable a la economía política, la sociología y la política.

El norteamericano Bart Kosko, en Pensamiento borroso8 explica: “El principio borroso afirma que todo es cuestión de grado. Este libro trata el principio borroso aplicado a las cosas humanas, de cómo la borrosidad impregna nuestro mundo y la visión que de él tenemos (porque) cuando abandonamos el mundo artificial de las matemáticas reina la borrosidad”.9 Kosko considera precursor de la lógica borrosa a Bertrand Russell, quien en la década del ‘20 se refirió a la lógica polivalente con la palabra vaga: “Todo es vago en un grado del que no te das cuenta hasta que intentas precisarlo”. Señala también como antecedente al filósofo cuántico Max Black, quien en 1937 publicó el artículo “Vagueness: An Exercise in Logical Analysis”. Kosco cita asimismo al ingeniero iraní, formado en Azerbaiján, Lofti Zadeh, luego profesor en la Universidad de Berkeley y autor del artículo “Fuzzy sets”, es decir, conjuntos borrosos (1965) y de “Fuzzy sets and applications” (1987).

Ardao destaca que la Teoría de la Argumentación, la Lógica Vaga y la Lógica Borrosa pertenecen a lo que él califica como lógica de la inteligencia, corriente en la que Ardao personalmente participa.

 

Ontología de (y por) la Inteligencia

Mientras que las lógicas no formales ponen su acento en el ámbito de la acción humana y suelen ocuparse de áreas jurídicas o morales, y de la ética de (o por) la inteligencia, otras atienden al “orden ontológico de los entes y aun al ente en cuanto tal”, comprendiendo entonces la metafísica de (o por) la inteligencia: una metafísica “regida por la idea de las cuestiones de grado, gradación del asentimiento por gradación del objeto en su viviente experiencia”.10 Hemos comprobado que una ontología de la inteligencia se va objetivando (sin olvidar a Vaz Ferreira y a Recaséns Siches) a través del pensamiento –expresado en escala cronológica– de Max Scheller (1938), Francisco Romero (1941, 1945, 1965), Nicolás Hartmann (1952), Miró Quesada (1963), y Zubiri (1980 y 1983), y que culmina con los más recientes aportes de Ardao (1993 y 2000).

Francisco Romero (quien en su concepción espiritualista considera es “el espíritu el que completa y perfecciona la índole humana”), en 1952, en Teoría del hombre, su obra máxima según Ardao, refiriéndose a la posibilidad actual de la metafísica, ya había expresado: “Distingo estrictamente entre razón e inteligencia; la razón acaso sea una exigencia interna de la inteligencia pero no la inteligencia misma (...) La razón se rige por dos imperativos: identidad y transparencia (...), pero ha sido criticada por y mediante la inteligencia, cuya ley es la adecuación neutral al objeto, sin imposición de ningún condicionamiento. La inteligencia, pues, es capaz de analizar y criticar la razón, de introducirse en ella y de planear por encima de ella. Muchos aspectos de la realidad se han ido manifestando rebeldes a la estricta racionalidad, pero todos son aprehensibles por la inteligencia; si son opacos a la extrema exigencia racional, se dejan manejar inteligentemente y encuadrarse en los marcos de la inteligencia”.11

Diez años después, en su lógica simbólica, Francisco Miró Quesada había planteado que “la imposibilidad de las escuelas tradicionales de dar cuenta de la situación originada en el proceso de la revolución lógica, muestra la necesidad de replantear y reelaborar importantes temas clásicos”, para dar lugar a todas las posibilidades intuitivas, el descubrimiento de un residuo intuitivo que “obliga a aceptar que existe una dinámica de la razón, una manera de funcionar del pensamiento racional que, debido a su profundidad y a la falta de medios analíticos adecuados, ha escapado a la comprensión filosófica”. Por lo tanto sería necesario -afirma- una reelaboración de la teoría de la razón.12

El español Xavier Zubiri, en su trilogía Inteligencia Sentiente (1980), Inteligencia y Lógica (1982) e Inteligencia y Razón (1983), propone la noción de inteligencia sentiente, para llegar luego a una clara distinción entre inteligencia y razón.

Ardao culmina los planteos anteriores y expresa sus propias conclusiones. Replantea el problema gnoseólogico de la razón y en consecuencia el “valor del raciocinio, o del razonamiento, o de la inferencia”. Penetrando en un tópico medular, Ardao se pregunta si el raciocinio, “–emplazado primariamente en la lógica- no es genéticamente básico u originario, del cual aquél -el razonamiento- ha resultado obligada consecuencia”.

Surge entonces que las lógicas formales y las no formales, y en particular las que entre ellas prefieren llamarse flexibles, extraen el fundamento de sus juicios y sus tesis de un “razonamiento más flexible, no sólo que el silogístico, sino también que el de la ciencia físico-matemática – razonamiento de profuso ejercicio por la conciencia natural, pero asimismo por la filosófica y en parte por la científica”. Variadas son las propuestas, pero todas coincidirían en caracterizar aquel razonamiento “por el empleo de elementos afectivos y activos, en mayor o menor grado combinados o integrados con los raciocinios estrictos”. La conclusión de Ardao es cristalina: la en principio sinonimia entre los términos razonamiento y raciocinio, permitiría y aconsejaría “reservar raciocinio para el riguroso de la lógica formal (lógica de la razón), y razonamiento para el flexible de la lógica no formal (lógica de la inteligencia)”. Lo reafirma con estas palabras que vinculan e interrelacionan indisolublemente su gnoseología y su ontología, confirmando así la unidad sustancial del pensamiento filosófico de Arturo Ardao, que en este trabajo postulamos: “Lo avalaría la que es ya una disposición o inclinación natural de la conciencia, a la que –con toda probabilidad- se ha debido dicho generalizado desdoblamiento terminológico.” Este desdoblamiento se allana, considera, por “la espontánea e inconfundible distinción de la conciencia natural entre razón e inteligencia”.

Ya dilucidada con precisión la distinción entre razón e inteligencia, Ardao resume su obra con otras consideraciones innovadoras.13

Siempre sin mengua de las características y atribuciones de la razón -que el texto detalla en forma paralela-, Ardao describe las cualidades que él atribuye a la inteligencia.

La inteligencia –de inconfundible distinción para la conciencia natural-, “es intuitiva y hasta instintiva como llega a ser ella, además de razonadora”.

Inteligencia y experiencia son consonantes conceptuales, no menos que léxicas.

La inteligencia, ella misma movimiento, no solo armoniza sino que fraterniza con la vida. La cualidad es su dominio favorito; posee siempre en mayor o menos grado tonalidad afectiva, entonación activa, y es abrazadora. Le importa lo persuasivamente razonable, es plástica, ingeniosa y hábil.

Posee comprensión psico-lógica. Le es propia la equidad, la meditación, la lógica del movimiento y el matiz, tanto como la lógica del razonamiento. Por último, virtud esencial: el arte es producto y consumo de la inteligencia.

En la concepción temporalista de Heidegger el análisis de la conciencia humana proyectado en el tiempo le proporciona el acceso a la ontología. En la concepción espacialista e historicista de Ardao, el análisis de la psique y como capacidad sustancial de ésta, de la inteligencia humana, constituyen el núcleo de su propia ontología. Un orden nológico establecido por la inteligencia –distinto al orden lógico establecido por la razón– ha sido debidamente fundamentado y explicitado por el filósofo uruguayo.


Pensamiento

Artículos publicados en esta serie:

(I) Supratemporalidad de las Humanidades (María Noel Lapoujade, Nº 148)

(II) La idea de problema (Mario Silva García, Nº 149)

(III) Filosofía, camino y experiencia (Mario A. Silva García, Nº 150)

(IV) ¿Crisis de la racionalidad científica? (Ezra Heymann, Nº 151)

(V) Lo natural y lo artificial (Roald Hoffmann, Nº 154)

(VI) Herder y el origen de la lengua (Mario A. Silva García, Nº 156)

(VII) Vico y Joyce (José Guilherme Merquior, Nº 157)

(VIII) Un modelo dialógico del pensar. Reflexiones a partir de un espacio de diálogo intercultural. Mauricio Langón, Nº 158)

(IX) A propósito del dualismo cartesiano. ¿Quién tiene el cuerpo? (Massimo Desiato, Nº 159)

(X) Verdad y mentira en el lenguaje (Mario A. Silva García, Nº 160)

(XI) Habermas y la hermenéutica (Gianni Vattimo, Nº 162)

(XII) Avatares de la imaginación (Maria A. Silva García, Nº 163)

(XIII) ¿Comprender o explicar? (Alberto Chá Larrieu, Nº 164/65)

(XIV) Los arquetipos (Mario A. Silva García, Nº 167)

(XV) Arquetipos y pensamiento colectivo (Mario A. Silva García, Nº 169)

(XVI) Emanuel Levinas (Efraim Meir, Nº 170)

(XVII) Los arquetipos en el pensamiento filosófico (Mario A. Silva García, Nº 174)

(XVIII) Etica y moral (Mario A. Silva García, 176/77)

(XIX) Nietzsche Un polémico legado (Pablo Ney Ferreira, Nº 179)

(XX) La gran fisura (Francis Fukuyama Nº 182)

(XXI) La gran fisura (Francis Fukuyama, (INEDITO) Nº 182)

(XXII) La casa (Mario A. Silva García, Nº 182)

(XXIII) Especulación trascendente acerca de La supuesta intencionalidad en el destino individual (INEDITO) (Arthur Schopenhauer, Nº 183)

(XXIV) Una confidencia (Mario A. Silva García, Nº 183)

(XXV) Estética contra ética (Amelia Valcárcel, Nº 184)

(XXVI) Revisión de la analogía (Oscar Luis Sarlo, Nº 186)

(XXVII) Etica y estética (Ezra Heymann, Nº 190)

(XXVIII) Realismo ontológico, relativismo epistemológico. La mirada médica (José Portillo, Nº 192)

(XXIX) Schopenhauer y Nietzsche (Rüdiger Safranski, Nº 194)

(XXX) El “Ariel” de Rodó (Mario A. Silva García, Nº 195)

(XXXI) La realidad ¿inventada? (José Portillo, Nº 196)

(XXXII) Nietzsche, el crítico (Enrique Puchet C., Nº 198)

(XXXIII) Nietzsche, el retorno (Ma. Noel Lapoujade, Nº 198)

(XXXIV) Nietzsche: ¿filósofo o poeta? (Mario A. Silva García, Nº 199)


Referencias

1 J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, ob.cit., T.4, p. 338.
2 Carlos Vaz Ferreira. “Lecciones de Pedagogía y cuestiones de enseñanza”. Obras, T. XXII, páginas 213-217. Citado en Ardao op. cit. página 77.
3 Vaz Fereira, Carlos. Lógica Viva. pp. 162-163.
4 Recaséns Siches. Lógica razonable. México, 1971. pp. 365-366.
5 Ardao 2000, p.
6 Pierre Oléron, L’intelligence, Paris, P.U.F., 1974, pp. 24-25; conceptos desarrollados en L’Argumentation, id.,1983. Cit. en Ardao 2000, p. 86.
7 Pierre Oléron. L’Argumentation. Paris, P.U.F., 1983. p. 10. El subrayado me pertenece.
8 Bart Kosko. Pensamiento borroso. Barcelona, 1995. Original: Fuzzy thinking, en: The new science of fuzzy logic.
9 Bart Kosko. Citado por Jorge Liberati: “Sobre la lógica borrosa”. Cuadernos de Marcha, Tercera época, Montevideo, No. 116, junio 1996. pp. 2-3.
10 Ardao 2000. página 98.
11 Francisco Romero. En Jornadas de Filosofía. Tucumán, Univesidad Nacional de Tucumán/Facultad de Filosofía y Letras, 1961, pp.68-69.
12 Francisco Miró Quesada, Diánoia, México, 1962. pp. 140-148, anticipo de “Apuntes para una teoría de la razón” (1963) y de “El concepto de razón”, Revista Latinoamericana de Filosofía, 1972.
13 Ardao, op. cit., 112 y 113.

 

Volvamos al comienzo del texto


Portada
Portada
© relaciones
Revista al tema del hombre
relacion@chasque.apc.org