Nara Amalia Caron y Eneida Kompinsky
Diversos aspectos de la femineidad pueden ser investigados a través de las fantasías de la gravidez, ese período tan especial en la vida de la mujer en el que su cuerpo pasa a ser escenario de intensas transformaciones fisiológicas unidas a la vida (creación), pero también a la muerte, así como a las consecuencias emocionales que derivan de todo ello.
Este trabajo integra una investigación en curso. Nuestro equipo está formado por una psicoanalista, una psiquiatra con experiencia en el método de observación de Esther Bick, y una médica ecografista.
Partimos de la práctica en la Observación de la Relación Madre-Bebé (ORMB) para crear medios que nos permitan estudiar, investigar y trabajar clínicamente con mujeres embarazadas y sus bebés en forma individual o en trabajos de equipos.
Elegimos, específicamente, hablar sobre la condición de la soledad como forma por la cual la mujer puede vivir la gravidez. En esta investigación observamos las reacciones y sentimientos que surgen durante los exámenes ecográficos obstétricos. Usamos las cualidades desarrolladas por el observador -brindar especial atención a los detalles, los gestos, los cambios, las sensaciones, silencios, atmósfera emocional, interacciones del dúo, la contención, las comunicaciones inconcientes: el todo- para propiciar una mayor discriminación entre lo natural y lo patológico, favoreciendo así la individualidad y el correr espontáneo de la vida de cada paciente en el estudio.
EL OBSERVADOR
"Aquel que hace las preguntas no puede evitar una respuesta"
(Dicho africano)
Creemos que la búsqueda de lo natural, el intento de trabajar con menos interferencias, favorece que se comprendan mejor las relaciones interpersonales, cómo se construyen, encajan o desencajan, sus fallas, sus fantasías, frustraciones y realizaciones. Comprendiéndolo mejor, tendremos datos importantes que no vienen solamente del testimonio o la observación del niño o de sus padres, sino de la relación que ellos tienen y que se inicia antes del nacimiento. Este tipo de comprensión, por lo tanto, es fundamental en el trabajo con niños pequeños.
La posición del observador es privilegiada en el caso de la ORMB: está más libre para sentir y comprender la situación que se presenta en forma dinámica y captar su alcance. El foco se centraliza en la búsqueda de la comprensión del contexto y con esto se aclara un aspecto fundamental: qué es patología y qué no es enfermedad, o sea, aquello que es parte del desarrollo psicológico normal del dúo madre-hijo y lo que está interfiriendo con él (conflictos y defensas en la interacción, por ejemplo).
Esto moviliza un intenso y activo trabajo dentro del observador/terapeuta, que se cumple a través de la contención de las experiencias vividas durante la observación, así como de la reflexión y de la decodificación de las comunicaciones vehiculizadas por las identificaciones proyectadas. El trabajo se concreta en la comprensión de los hechos y vivencias que ocurren en el setting - el marco- de la ecografía, sin el uso del trabajo interpretativo. Es básico, sin embargo, que el observador esté identificado con su función y, al mismo tiempo, apto para aplicarla.
ESTAR A SOLAS
"Tu presencia
entra por los siete orificios de mi cabeza
Tu presencia
Por los ojos, boca, nariz y orejas
Tu presencia
Paraliza el momento en que todo comienza
Tu presencia
Desintegra y actualiza mi presencia
Tu presencia
Envuelve mi tronco, mis brazos y mis piernas
...Tu presencia
es la cosa más linda en toda la naturaleza...
(Caetano Veloso)
Los exámenes ecográficos se realizan en la Clínica Alpha de Porto Alegre. El criterio para elegir las madres-bebés es aleatorio. La observadora acompaña tres horas de ultrasonografías por semana. Los exámenes duran aproximadamente 20 minutos y son realizados en una pequeña sala, sin ventanas y con temperatura ambiente agradable. El equipo ocupa cerca de 25% del espacio total; en el centro una cama y algunas sillas donde, generalmente, se sientan los acompañantes (maridos, hijos, tías, abuelas).
La observadora (O) generalmente entra en la sala con la médica ecografista, encontrando a la madre ya acostada, con la barriga descubierta, demostrando, la mayoría de las veces, ansiedad, fragilidad, regresión, probablemente todo motivado por la expectativa ante el resultado del examen. A pesar de encontrarse acompañada, enfrentará estos sentimientos en silencio, se los guardará para sí.
Llama la atención que al final, después de esta vivencia en la que percibe la presencia del feto dentro de sí y está pronta para retirarse, la madre (M) parece diferente, aliviada, más bonita, quizá más triste pero, invariablemente, recompuesta. La M, por primera vez, confronta su bebé imaginario con un feto de medidas reales, movimientos, sexo e imágenes propias. Ella se da cuenta en ese momento, de manera irreversible, que no controla la evolución de la vida del feto; independientemente de la edad gestacional, se sorprende con las diferencias, alegrías y frustraciones que la realidad en ese momento comienza a imponerle. Cada madre reacciona a su manera ante las frustraciones y gratificaciones que la ultrasonografía brinda, dependiendo de su estructura, historia pasada, necesidades, conflictos, momento de vida y relación con su familia.
Los datos concretos revelados a través de las imágenes ecográficas interfieren en diferentes grados sobre el bebé (B) imaginario de cada M. Sabemos la importancia de la inversión libidinosa de la madre en el bebé para el vínculo que se desarrollará después del nacimiento y para la calidad de la relación entre ambos.
Creemos que este proceso está basado en la capacidad de estar a solas; proceso altamente sofisticado, que la M fue adquiriendo a lo largo de su vida. "Cuando ella necesita sufrir está más allá de la imaginación. A pesar de todo, muchas personas se vuelven capaces de apreciar la soledad antes de salir de la infancia y pueden hasta considerarla como su bien más precioso", dice Winnicot en "La capacidad de estar a solas".
Después de la ecografía, la O describe el examen, resaltando las reacciones físicas, sentimientos, actitudes, interacciones, clima emocional y la verbalización de las fantasías, sueños, deseos y expectativas manifestadas por la madre ante los familiares presentes y la médica mientras el examen está siendo analizado por la médica y su equipo.
Finalizando el examen, ya existen respuestas a preguntas angustiantes de la madre, tales como: capacidad de gestar, vida en el feto, anatomía con o sin problemas, el sexo del bebé -que puede o no coincidir con los deseos de toda una vida.
El ambiente médico, el examen que causa una estruendosa invasión emocional y la presencia empática, sincera, flexible, respetuosa, sin juicios morales y continente del observador, favorecen el establecimiento de un setting donde los conflictos personales de la M pueden ser dramatizados. El observador, a partir y a través de esas características, se torna disponible para compartir esa invasión de sentimientos y emociones, realizando un proceso interno de elaboración y devolviéndole a la madre una comprensión no verbalizada, pero sí vivenciada.
ALGUNOS EJEMPLOS CLINICOS
UNO.-Una mujer casada, de 20 años de edad, llega al examen enviada por su ginecólogo para revisarse después de un "aborto espontáneo". Iniciado el examen, en el aparato aparece la imagen de un corazón latiendo rápida y ruidosamente. El médico ecografista comienza a informarle a M respecto del feto de 10 semanas de vida. La paciente, para sorpresa del médico, entra en pánico, reaccionando físicamente con intensos sudores, temblores generalizados y paralización muscular, lo que le impide levantarse de la mesa después del examen.
En ese momento comienza a relatar que hizo diversos intentos para abortar, y en el último de ellos, después de tomar el medicamento (cytotec) sufrió una gran hemorragia ginecológica acompañada de grandes coágulos de sangre. Esto la había convencido de que había logrado su objetivo, claramente expresado en su relato, de que no deseaba esta gravidez en ese momento. Para ella fue un gran sufrimiento la presencia de vida dentro de ella y la percepción de la autonomía del feto.
DOS.-En contrapartida, una joven, en su primera gestación, demuestra enorme alegría ante la imagen de su embrión de 1 cm., pulsando y produciendo fuertes latidos cardíacos. Comenta en forma suave, alegre y agradecida: "Doctora., usted me ha transformado en la madre más feliz del mundo". En este caso, en que aún no había podido percibir físicamente la presencia del embrión, el contexto del examen permitió que ella sintiese la experiencia de su capacidad creadora.
TRES.-En este examen, están en la sala la M con 20 semanas de gestación, ya acostada y preparada. El padre, ansioso y mudo ante la expectativa sobre el sexo del bebé, una tía con teléfono celular en la mano, y una niña de 10 años. Al confirmarse el sexo femenino del B, el padre queda extremadamente decepcionado y contrariado, mientras que la tía domina la situación inadecuadamente, llamando de inmediato a los abuelos, tíos y amigos, comunicándoles, en forma escandalosa, su felicidad y el nombre del B, que la madre no confirmaba. La tía insistía en decir que la niña sería "bruja" como ella. En la familia predominan las mujeres. El padre pasa a decir cosas que descalificaban a las mujeres, como "pobres", "desgraciadas".
De cada diez ecografías, en su opinión, solamente en una sería hombre, sugiriendo que él no tenía suerte, no se había sacado la lotería. La madre permanece acostada, con la barriga destapada, quieta y sola ante todo esto.
CUATRO.-En un examen, la mujer comparece sola, llevando una cinta de video para grabar la ecografía. Mientras se lo hacen, pide con alegría que ella grabe algunos detalles para mostrarlos al padre que no vino. Todo el contexto y el clima afectivo demuestran un padre presente internamente en esta madre. Ella no demuestra estar confundida con su B o dueña de él, excluyendo al padre.
CINCO.-En la sala se encuentra una mujer ya acostada, acompañada por el padre
del B. Por la historia clínica, tiene 25 años y debe estar en la 22a. semana de gestación. Su apariencia llama la atención: es robusta, de feo cuerpo y una manera de ser que por alguna razón le causó "desagrado" a la O.
Aparenta una edad indefinida, aparenta más edad, parece atrasada. Su compañero, un hombre joven, está atento a todo, se queda sosteniendo la cartera, abrigo, etc., pareciendo estar a disgusto. Hay algo indefinido. El examen se inicia y después de medir el feto, queda confirmada la edad gestacional del mismo. Como siempre, la médica pregunta si les gustaría conocer el sexo del bebé. Los dos responden que sí. La O sigue "incómoda" con algo. La médica confirma que es varón. El padre salta de la silla y de la forma más natural dice: "¿Viste? Es un varón. Te dije que no era para ponerle nombre de mujer."
La médica dice, bromeando con la madre: "...no puedo creer que llamabas al bebé con nombre de mujer si no sabías lo que era". La madre responde, sin modificar la expresión, que lo llamaba Lauren. El padre, aliviado y ahora sintiéndose apoyado, expresa: "Se lo dije, como lo puedes llamar así sin estar segura?", pareciendo feliz con el varón, o tal vez sintiéndose respaldado fente a su esposa. Esta dice que tenía hasta vestidos para la hija que esperaba. El padre se distiende y se queda conversando con la médica sobre fútbol, equipos, camisas, etc., mientras la M continúa contrariada, pero va modificando su fisonomía, pareciendo más vulnerable, más floja, al cabo del examen.
SEIS.-Otra situación difícil, ocurrió cuando durante el examen se le confirmó a la madre (ya con tres hijos varones) el sexo masculino del bebé. Este era su cuarto embarazo en cuatro años. Ante esta revelación, la madre presenta un cuadro con características de neurosis traumática. Su reacción de ansiedad y desorganización invadió a los familiares y al equipo por la rapidez de las proyecciones. Esto impidió que ella aceptase cualquier aspecto de la realidad; para ella hay una compulsión que la hace ir en busca de una hija mujer. La quinta gestación, gemelar, llega menos de un año después de la situación detallada. Se confirma, por el examen, que eran dos varones más. Sorprendiendo al equipo, que esperaba un cuadro semejante al anterior, esta vez la madre demostró estar más tranquila y receptiva ante los datos reales que la ecografía brindaba.
SIETE.-La médica ecografista y la O entran en la sala, donde ya se encuentran la M y la abuela del bebé. La madre demuestra estar cansada y abatida. Se siente una cierta tensión en el ambiente, que se aclara cuando la médica pregunta el motivo del examen.
La abuela responde inmediatamente que quieren saber si el bebé está vivo. La M está con 26 semanas de gestación, tuvo pérdidas durante tres días y estuvo internada. Su ginecóloga solicitó el perfil del B. Tanto la M como la abuela se mostraron tensas, deseando que la gestación terminase de una vez, para que el peligro de perderlo terminase. Ambas saben que el B necesita más tiempo, "se encuentra bien dentro de la barriga de la M", y le recomiendan a ésta hacer reposo hasta el final del embarazo, sin seguridad en cuanto al éxito o fracaso de tales medidas. Vida y muerte se encuentran muy próximas: se habla del deseo de que todo termine de una vez, pero sabiendo que si el bebé naciera ahora, ello significaría su muerte.
OCHO.-El equipo está en la sala y la O se encuentra con una mujer acostada, con una barriga de final de embarazo. Es una mujer de una belleza natural llamativa, con cabellos largos y oscuros. Tiene 32 años, 36 semanas de gestación y está bastante ansiosa. El motivo del examen es que, según ella, el bebé (Juan) no se mueve desde el día anterior; sin embargo, había ido al hospital y el RAP había respondido bien. Pasa a contar que hace diez años tuvo un embarazo que duró hasta el final, pero que la hija vivió tan solo cuatro días. Hace un año abortó cuando tenía casi diez semanas de gravidez. Por lo tanto, este es su tercer embarazo pero aún no tiene ningún hijo vivo. La médica le muestra cómo se mueve el bebé, aunque M no consiga sentirlo. Ella observa el video, tratando, de algún modo, tde ransportar ese movimiento del bebé que aparece en la pantalla para dentro de sí. Y continúa pidiendo para verlo. Dice ansiosa: "aún no vi su pitito" e inmediatamente: "tengo todo pronto, solo esperando por él" y, dirigiéndose a la médica, agrega que "es mejor hacerse este examen con mujeres, son más atentas, comprenden lo que queremos saber". Le muestran el pitito y la M dice: "Ay, mi Dios, no consigo verlo".
La sensación es como si el bebé se fuese a escapar, al igual que los otros. Dibujan el pitito del B. Ella por un instante se afloja y dice "qué lindo". La médica bromea que el bebé es indecente, a lo que la madre responde: "eso es porque usted es mujer y él quiere hacerse ver". Pregunta si el resto es normal, "usted sabe, el miedo de todas las madres". De nuevo se pone ansiosa y el sentimiento es que el B se le escapó nuevamente. El B se mueve de continuo y si bien se lo señalan, ella dice que no lo siente. La O piensa, en ese momento, que debe tratarse para la M de efecto sus bebés muertos.
La M tde principio a fin usa la pantalla para "sujetar al bebé", siendo el movimiento interno continuo de agarrar y soltar. En ese momento entra el padre, también ansioso, pero contento porque el bebé está bien. Le muestran cómo Juan bebe líquido y la M, más distendida, pregunta: "¿Qué hará durante todo el día?", pero insiste hasta el final queriendo ver esto o aquello del hijo, pareciéndole que, mientras esté allí, el B estará bajo control y vivo y ella acompañada y contenida.
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