Sujeto, tecnología, comunicación
José Portillo
La modernidad trajo aparejada
una cosmovisión en la cual el sujeto se erigía en dueño de su destino. La
"derrota" de la magia y la religión permitirían al hombre adueñarse
de la naturaleza en su propio provecho y definir su destino, su pronóstico. Los
instrumentos apropiados para tales fines serían la ciencia y su discípula, la
técnica. Con ello el hombre lograría la felicidad y el eterno bienestar. Este
proyecto tiene su máximo desarrollo en la Ilustración europea.
E
Pronto se comenzaron a ver las limitaciones de este paradigma y algunos pensadores como Nietzsche o Freud se transformaron en sus acérrimos críticos. A partir del siglo XX han surgido corrientes anti-modernas e irracionalistas, y otras que pretenden recuperar al sujeto y la razón dentro de un proyecto moderno aún válido.
En este artículo se analizarán algunos aspectos vinculados con las características que definieron al sujeto autónomo, las principales facetas de la modernidad y la posmodernidad y el papel de los medios de comunicación masiva. y algunos proyectos "recuperadores" de la razón.
El sujeto. La conciencia de sí mismo
Los conceptos de subjetividad y de sujeto son relativamente antiguos en la filosofía. Sin embargo su consolidación y su interpretación actual son producto "natural" y propio de la modernidad. La "maduración" y la "crisis" de identidad del sujeto son cuestiones relevantes del pensamiento moderno y posmoderno, respectivamente.
El concepto de sujeto surge vinculado a una reflexividad sobre sí mismo. Ya en Platón y en Aristóteles existía un concepto de sujeto (hipokeimenon para los griegos, traducido al latín como subiectum), como "eso que se encuentra por debajo". Como dice Gadamer, (1) a partir de ese concepto comienza a surgir la concepción moderna, a través de la definición cartesiana "cogito me cogitare". Aparece el fundamento de todo, la primacía epistemológica, la sustancia de todas nuestras representaciones. Este concepto de subjetividad es impuesto por Kant en la síntesis trascendental de la percepción y pertenece a un yo permanente.
Esta cuestión de la reflexividad y de la subjetividad constituye uno de los núcleos (o el núcleo) centrales de la filosofía moderna. Este tipo de pensamiento implica la superioridad de la conciencia de sí por sobre la cosa dada "naturalmente", que será por otra parte el fundamento del conocimiento científico. Es el conocimiento del más importante axioma, la conciencia de sí mismo, lo que el propio Kant denominó el "giro copernicano" en el pensamiento occidental.
El Renacimiento consideró la nueva concepción de un "desarrollo del individuo y de la autoconciencia" en personalidades como Leonardo, Rafael, Miguel Ángel. La vida cotidiana recoge esos cambios en el pensamiento y es muy bien descrito en el famoso libro "El Cortesano", que publicara por primera vez en 1528 Baltasar Castiglione, y que tan bien analiza Peter Burke.(2)
Esta conciencia de sí mismo, esta reflexividad que va "adquiriendo" el hombre moderno, es lo que Kant describe como "la fortaleza de la intención de un hombre como ser dotado de libertad, por tanto, en cuanto es dueño de sí mismo (está en su juicio), así pues en estado de salud". (3) La capacidad de pensarse a sí mismo va introduciendo el concepto de libertad frente a las explicaciones totalizadoras de la magia y la religión. Aparece el concepto de autonomía, "la libertad del sujeto agente" en palabras de Kant. Según Kant existen "objetos de libre arbitrio bajo sus leyes, que debe proponerse como fin". El sujeto debe "progresar" desde la incultura hacia la humanidad desde su ignorancia al conocimiento y al cultivo de la voluntad, guiado por máximas, principio subjetivo. Transcribe Kant versos de Haller: "el hombre con sus defectos, es superior al ejército de ángeles carentes de voluntad". El hombre es dueño de la "libertad interna" guiada por la razón pura práctica. Y como dice Kant textualmente, "aunque gracias a la libertad podemos y tenemos que presuponer absolutamente la capacidad de superar todos los impulsos, capacidad como fortaleza", "tiene que adquirirse potenciando el móvil moral, mediante la contemplación de la dignidad de la ley racional". El sujeto tiene respeto por los demás y por sí mismo (autoestima). Pero también el sujeto tiene autonomía si tiene libertad interna, si es dueño de sí mismo, si es capaz de "reprimir los propios afectos y dominar las propias pasiones".
Así como Kant es uno de los padres fundadores del concepto moderno de sujeto ("el giro kantiano"), Rousseau (4) puede ser considerado uno de los padres del concepto de sujeto político: "el pueblo y el soberano sean la misma persona". El sujeto político será el que forjará su propio destino. "Nadie en el Estado podrá considerarse como superior o por encima de la ley", y "si hay en el mundo un rango propio para ilustrar a los que lo ocupan, es sin duda el talento y la virtud". Como se ve claramente, destaca las condiciones "individuales" del sujeto por sobre aquellas que habían sido hegemónicas en la tradición antigua (salvo excepciones) y en la Edad Media: el linaje y la herencia (con apoyo, es justo reconocerlo, de la Divinidad). El hombre (no tanto la mujer) es autónomo y libre: tiene posibilidad, sobre la base de la razón y la reflexividad de decidir sobre su destino individual y de influir en el destino colectivo de su comunidad. Como dice el propio Rousseau, (5) se trata de "encontrar una forma de asociación que defienda y proteja con la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado y por la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca sino a sí mismo y permanezca tan libre como antes" (destacado mío). "El soberano no es más que un ser colectivo".
Simultánea y sucesivamente a estas concepciones de sujeto, subjetividad, libertad, autonomía, solidaridad, se fue desarrollando la noción de intersubjetividad, de comunicación. Humboldt (6) ha dicho: "La verdadera individualidad sólo está en el sujeto que habla en cada caso". "El lenguaje sólo se desarrolla socialmente y el hombre sólo se entiende a sí mismo en cuanto se comunica con los demás". Y Condillac (7) decía: "Mientras (el hombre) viva sin comunicación con el resto de los hombres, no tendrá ocasión de ligar sus ideas a signos arbitrarios" y "la mayor parte de las ideas de los hombres está en su comercio recíproco".
La genealogía del sujeto pensante, hablante y autónomo es un proceso interactivo y dialéctico, en el cual van desarrollándose "lo individual" y "lo social". Ricoeur (8) dice: "El individualismo como ideología nace de la pretensión de engendrar la dimensión cosmopolítica y hasta el espacio público, a partir de la mera ipseidad ética con el complemento mutualista pero sin la dimensión social originaria."
Si bien la modernidad no se caracteriza en forma exclusiva por la conformación de un individuo que se transforma en un sujeto reflexivo y autónomo (racional), es cierto también que es esta una de sus características más relevantes. Es una de las facetas que permite diferenciar más nítidamente este período histórico de todos aquellos que le precedieron.
¿Qué pasa con la modernidad?
Como dice Lyon, (9) el término modernus, del latín, ya es usado para distinguir el cristianismo del paganismo romano, y la modernidad es un tipo de organización social, política y económica que nace en el llamado "mundo occidental". Si bien su concepción aparece alrededor del siglo XV, son los pensadores del siglo XVIII los que ponen el sello definitivo. Entre otros elementos se destacan el gran dinamismo y cambio permanente que este período trae aparejado en casi todos los órdenes sociales. También según Lyon, existe "una marcada orientación hacia el futuro", "estrechamente relacionada con la fe en el progreso y en el poder de la razón". Se puede hablar de un pensamiento postradicional, que al mismo tiempo que basa todas sus expectativas en la ciencia y en la técnica, plantea incertidumbres: dudas sobre la autoridad (¿quién manda y dirige?) y sobre todo, crisis de identidad (¿quién soy?). Como señala Lyon, son características distintivas de este período: la diferenciación social, la racionalización, la urbanización, la disciplina, la secularización, todos procesos con cierto grado de intersección. Predomina lo global sobre lo local.
Sobre todo a partir del siglo XIX, muchos pensadores van descubriendo las "trampas" de la modernidad: la organización burocrática, la esclavitud del futuro (Weber), la sociedad administrada (Adorno), el hombre unidimensional (Marcuse).Entre sus críticos se cita a Nietzsche, Marx y Freud. Recientemente Taylor (10) señala las "tres grandes enfermedades de la modernidad: el individualismo, la razón instrumental y el despotismo blando (organizado burocráticamente)".
Estos pensadores críticos, aparecen en un contexto optimista, basado en la capacidad autocorrectiva de la propia modernidad. Horkheimer y Adorno (11) decían en 1969: "Un pensamiento crítico que no se detiene ni ante el progreso, exige hoy tomar partido a favor de los residuos de libertad, de las tendencias hacia la humanidad real, aun cuando estas parezcan impotentes frente a la marcha triunfal de la historia." Ellos, en la fecha original de su trabajo, década del 40, ya señalaban la coincidencia de una declinación del pensamiento teórico con el auge de la ciencia. Encontraban en la filosofía una hegemonía de las corrientes "conformistas". Incluso señalaban que "si la Ilustración no asume en sí misma la reflexión sobre este momento regresivo, firma su propia condena".
¿Sería esta una forma de adelantarse al pensamiento posmoderno? Para ellos el pensamiento creativo próspero libera a los hombres del miedo y produce "el desencantamiento del mundo", "la disolución de los mitos". En realidad muchos mitos, lejos de disolverse, se han quedado para siempre, pero con otra máscara. La Ilustración sería totalitaria al reducir todas las figuras míticas al sujeto, llegando a absorber hasta la Divinidad en el Logos filosófico. En cierta forma, siempre según los creadores de la Escuela Crítica de Frankfort, "el mundo queda sometido al hombre". La modernidad ha sido una época de "conquistas y colonización". La vieja magia es sustituida (o complementada en algunos casos) por una vida organizada y dirigida por hombres libres (versión aggiornada del ideal kantiano). Sin embargo la contracara de la época no es tan edificante: la injusticia social está consagrada y, relativamente inamovible, se produce "la reificación de las almas", el industrialismo y el sistema económico definen valores que sobredeterminan la conducta de los hombres. "La evolución de la máquina se ha convertido ya en la evolución de la maquinaria del dominio", "la tendencia técnica y la social, desde siempre entrelazadas, convergen en la dominación total del hombre".
Ese sujeto moderno, que había creado las máquinas para lograr su mayor bienestar, comienza a ser víctima de su propio invento: es la crisis posmoderna. Es la era del conformismo. Para estos frankfortianos, la radio jugó un papel importante en el abatimiento del sujeto pensante. Todavía no había llegado lo peor: la televisión, la máquina de las máquinas.
Marcuse, (12) en diálogo con Habermas, limita la razón sólo a "aquella represión racional que de manera demostrable fomenta las oportunidades de una vida mejor en una sociedad mejor".
Detrás de estos pensadores va apareciendo un denominador común: los valores platónicos y aristotélicos (con sus diferencias) del bien, van quedando subsumidos en los "programas de radio" (hoy en los teleteatros masivamente compartidos).
Como dice bien Habermas,(13) "en la medida que el aporte técnico existente engloba la existencia privada y pública en todos los campos de la sociedad, es decir, se convierte en el medio de control y cohesión en un universo político", "llevaría consigo una transformación en la estructura tecnológica misma". Se crea lo que Habermas llama "conciencia tecnocrática" y que no es más que la pretendida capacidad autocrítica del propio progreso técnico.
Incluso un pensador contemporáneo como Taylor,(14) ha señalado un escepticismo propio de nuestra cultura basado en la "incredulidad con respecto a la moral" y que es, por otra parte, la primacía de lo epistemológico.
El sujeto posmoderno es racional-tecnológico e hipomoral. Su reflexividad constitucional entra en crisis. Dice Luhmann (15) "que la modernidad de la sociedad está determinada por la importancia que da al individuo que se autodetermina". Esto implica un comportamiento orientado al futuro, a la satisfacción de las expectativas personales. Sin embargo, la posmodernidad implica un discurso sin futuro. Es claro: el progreso de la modernidad a la posmodernidad va reduciendo el margen de la autonomía kantiana. ¿Esto invalida la modernidad? ¿La individualidad se ha transformado en individualismo?
Para Jameson,(16) "ahora la referencia y la realidad desaparecen del todo e incluso el significado, lo significado, se pone en entredicho". Quizás la (hiper) realidad virtual de Baudrillard. Incluso para Jameson es ese juego de significantes lo más destacado y característico de la posmodernidad. Ahora no existen lo que él llama "obras monumentales", como las que definieron la modernidad desde el Renacimiento. Existiría sólo una "reorganización de textos"; una especie de montaje posdesconstructivista; metatextos sin contexto (¿el video clip?). Jameson (17) insiste en el posmodernismo más que en la posmodernidad, que en todo caso sería su correlato. El posmodernismo es "pauta cultural", pero una pauta que para este pensador es la "expresión superestructural" de una dominación económica de alcances mundiales: la globalización.
Este proceso de globalización es una de las facetas destacadas de la modernidad. Sin embargo la revolución electrónica, que ha multiplicado en progresión geométrica las posibilidades y capacidades de inter-comunicación, haciendo casi desaparecer el tiempo y el espacio (Giddens), ha logrado interconectar, a través de diferentes medios, los sitios geográficos, sociales y culturales más distantes entre sí.
Me parecen muy interesantes algunas distinciones conceptuales que hace Ulrich Beck (18) al respecto. Globalismo es un concepto predominantemente ideológico. Es la ideología del mercado y del (neo) liberalismo: el mercado sustituye al quehacer político (al Estado). Rompe el dominio de la idea de la diferencia entre política y economía, características de lo que él llama la primera modernidad. La globalidad es un concepto más cultural-antropológico: las formas económicas, políticas y culturales se entremezclan. Se produce la sociedad mundial, que presupone una cierta hegemonía de Occidente. Se produciría una "europeización" del planeta (para bien y para mal). Una pluralidad sin unidad. Por último, la globalización es un concepto más político. Los Estados nacionales sufren también una crisis de identidad. Los actores trasnacionales (empresas, organismos supraestatales, organizaciones no gubernamentales) adquieren relevancia en los contextos de poder y toma de decisiones, aun por sobre los gobiernos nacionales. Es crítica la situación del sujeto político.
De las ocho características fundamentales que Beck destaca en esta "segunda modernidad", dos que él ubica en primer lugar tienen relación con los objetivos de este artículo: "Ensanchamiento del campo geográfico, creciente densidad del intercambio internacional y carácter global de la red de mercados financieros y del poder, cada vez mayores." "Revolución permanente en el terreno de la información y las metodologías de la comunicación." Esto último conspira, según Virilio,(19) contra el amor. Para este autor la socialización se produce por medio del lenguaje, que se ve severamente amenazado por las tecnologías de la información.
En este contexto fuertemente globalizado y como consecuencia de las "enfermedades" de la "segunda modernidad", ese sujeto autónomo se va disolviendo. El sujeto, hijo de la "primera modernidad" (Kant y Rousseau) va quedando subsumido en "el hombre unidimensional". La conciencia reflexiva que le caracterizó en su origen, se reifica, se hace falsa conciencia. El sujeto se "ideologiza". La industria cultural se globaliza y entonces homogeiniza y uniformiza. La capacidad reflexiva es subsumida en la "opinión pública". La opinión pública es manipulada, organizada, dirigida, supervisada, controlada. Es la (hiper) realidad del panóptico de Benthay según nos cuenta Foucault. Rápidamente aparecen como respuesta lo que Norris (20) llama "los efectos paralizantes de las doctrinas irracionalistas". El neo-pragmatismo y Rorty en particular, han contribuido a desacreditar la racionalidad moderna. Al tiempo que, siempre según Norris, tanto el desconstruccionismo de Derrida como la acción comunicativa de Habermas serán programas compatibles entre sí, que contribuyen al rescate de la Razón y del Sujeto, como en otra oportunidad veremos.
Las tecnologías de la comunicación de masas, y en particular la televisión, han sido herramientas de incalculable valor en la difusión de las "enfermedades" de la "segunda modernidad". Pero ¿las herramientas son neutras? ¿Pueden ser usadas con cualquier objetivo ("bueno" y "malo")? ¿Tienen connotaciones propias? Es probable que todas estas cuestiones tengan respuestas ambivalentes, como discutiremos en un próximo artículo.o.
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