¿Dijo usura?
Hace aun par de meses, el Senado de la República (Uruguay) aprobó un proyecto de ley de usura que impondría tasas máximas a los intereses. Lo hacía por segunda vez en un lapso de dos años; la primera fue en la administración Sanguinetti y el vocero de aquel frustrado proyecto de ley (ya que no llegó siquiera a ser tratado por el pleno de la Cámara de Diputados por el advenimiento de las elecciones nacionales), fue ni más ni menos que el actual ministro de Defensa Luis Brezzo.
Este nuevo articulado, resuelto por unanimidad en el Senado, tiene tal vez la misma probabilidad de caer en desgracia debido, básicamente, al trabajo sistemático de verdaderos profesionales del "lobby". Entre ellos se destacan ciertos sectores "neoliberales" que representan intereses corporativos, figurando entre ellos, como lo dijera el magnate George Soros para el caso argentino, los "fundamentalistas del mercado".
El verdadero pensamiento liberal está en el otro extremo, en él se conjuga ética y moral con mercado. Así lo difundía hace más de doscientos años el maestro del liberalismo, Adam Smith, en su archifamoso libro (tan poco leído por los que hoy se dicen liberales, "Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones".) En el capítulo IV, referido a "el capital prestado con intereses", ya reconocía que debería existir una tasa legal de interés algo más alta que la tasa más baja corriente, pero que no debía excederla en demasía. Todavía aclaraba que si "la tasa legal fuese muy alta el mercado tendería hacia esa tasa y la mayor parte del dinero que se prestara iría a parar a manos de pródigos y proyectistas descabellados, que serían los únicos capaces de abonar réditos tan crecidos". Adam Smith proponía que si la tasa de interés a los países y empresas, como en aquella época lo era la Compañía de Indias Orientales, era de un 3 % anual y para los particulares era de un 4 % anual, la tasa legal máxima debería estar en un 5 % anual (es decir un 66 % sobre la "preferencial" y un 25 % sobre la "media del mercado").
En el proyecto de ley de usura de nuestro país, los topes serían un 75 % más para los intereses compensatorios y un 100 % más para los intereses moratorios, sobre la media del mercado bancario. Esto llevaría a tasas de 106 % y 121 % efectivo anual sin impuestos, para cada uno de los tipos de intereses, algo de por sí ya bastante elevado para un país con apenas 5 % de inflación anual.
CALCULOS ALEGRES…
Por otra parte, es reconocido como uno de los fundamentos básicos de las leyes de mercado que tanto oferentes como demandantes de bienes y servicios deben tener plena información similar sobre los mismos. Esto realmente no se da para nada en los servicios financieros en nuestro país, debido a que es tremendamente engorroso conocer la tasa efectiva de interés. Es que existe una enorme falta de transparencia de los oferentes del crédito y se podría hablar de simulación en la información. Los siguientes serian ejemplos representativos de la realidad nacional:
_ Una compra o préstamo de $1.000 financiado en 12 cuotas de $150, da siempre un precio total de $1.800. Lo que cambia es el interés: 230 % efectivo anual si se paga la primera cuota a los 30 días o 337 % efectivo anual si se paga la primera cuota al contado. En definitiva, existe una diferencia de 107 puntos porcentuales para igual importe.
_ Prácticamente ningún usuario de tarjeta de crédito sabe cómo se calculan los famosos "productos bonificables". Los emisores de tarjetas dicen en letra muy chiquita en sus contratos, que cobran intereses desde que el usuario realiza la compra y que luego la bonificarán cuando pague su cuenta al contado. En definitiva se calcula el interés sobre lo que se compra, y no sobre el saldo financiado, quedando tasas de interés descomunales. He visto casos de 4.300 % efectivo anual pagando las cuotas en fecha, sin ningún atraso.
_ Existe en nuestro país una tarjeta internacional que cobra tasas de mora de 0,57 % efectivo diario más I.V.A., lo que a primera vista parece poco, pero que capitalizado queda en 885 % efectivo anual I.V.A. incluído.
Se han difundido casos como el de una persona que compró un juguete, no lo pudo pagar, y ahora debe una enorme cifra teniendo embargada la casa y próxima a ser subastada.
¿HAY DEFENSAS?.
En la mayoría de los países existen leyes contra la usura, aun en los más liberales, tal como es el caso de los Estados Unidos, donde en muchos Estados está severamente penado superar tasas máximas de interés. Caso concreto son los Estados de Texas y de California donde existe libertad de contratación de cualquier tasa de interés, mediante un escrito legal, pero cuando no se da esa formalidad, no se puede cobrar más del 6 % y el 7 % anual respectivamente
En general en los países desarrollados, la tasa de interés es vital y es el puntal o ancla de una política monetaria, lo que sería en Uruguay el tipo de cambio. Aún para los economistas más ultraliberales, como el profesor de la Universidad de Chicago Milton Friedman, la tasa de interés es el instrumento adecuado para combatir la inflación o la recesión, la cantidad de dinero del público, el ahorro, las inversiones, es decir que prácticamente toda la política monetaria se basa fundamentalmente en la tasa de interés y su regulación.
Así también lo entiende el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, el conservador Alan Greenspan, que ha bajado la tasa de interés interbancario o fondos federales, 11 veces en este año, llevándola de 6,50 % a 1,75 %, basado en que quiere fortalecer la economía y combatir la recesión casi instalada en el país del norte. Cuando Greenspan realiza una rebaja de tasas, siempre saca a relucir el gasto de la familias: que se está debilitando y que necesita ser reactivado con un aliciente adecuado y precisamente difundido por los medios de comunicación y conocido por el público en general. El sabe muy bien que dos terceras partes del Producto Bruto Interno americano proviene del consumo de las familias y no de las empresas multinacionales industriales o agropecuarias. Estas rebajas se trasladan inmediatamente a los créditos hipotecarios, venta de automóviles y, finalmente, a todo tipo de crédito y tarjetas.
En Uruguay se debería culturizar acerca de la tasa de interés al consumo para que al igual que otros países con estabilidad monetaria sea reconocida como una variable predominante en la economía familiar. Para lograr esto se necesitaría que el Ministerio de Economía y el Banco Central precisaran ciertos mecanismos para que exista una verdadera transparencia en el mercado y se eliminen los últimos vestigios de una "cultura de inflación". Algunas medidas podrían ser :
a) Que se exprese la tasa de interés anual efectivo en todos los casos de financiamiento de bienes y servicios como C.F.T. (costo financiero total) o sea como un porcentaje de interés efectivo anual incluyendo todos los costos (impuestos, seguros, comisiones, gastos, etc). Esta medida esta legislada, por ejemplo, en Argentina y en España, con el nombre de C.F.T. Ha tenido gran éxito, ya que permite comparar diferentes financiaciones teniendo una misma medida.
b) Que exista un ranking mensual de las principales empresas financieras del mercado, mostrando lo que cobran de tasas de interés efectivo anual en sus préstamos y financiaciones de bienes y servicios. Medida también impuesta publicamente en Argentina y privadamente en nuestro país y publicitada varias veces por el presidente del Banco Central, pero aun no puesta en práctica como norma.
c) Que se publiquen las tasas medias del mercado dándoles mayor difusión (ahora aparecen en minúsculos espacios en la prensa escrita).
d) Mayores controles de parte del Banco Central para que den mejor y mayor información a los demandantes de créditos.
e) Ofrecen un instructivo a la población de fácil comprensión acerca de cómo calcular la tasa de interés efectiva anual.
Digamos por último, que a pesar de que la Constitución en su artículo 52 prohibe la usura, de que existe el artículo 1284 del Código Civil sobre pactos inmorales y a pesar de la ley 14.887 del año 1979 sobre la usura, Uruguay está bastante lejos de haber eliminado su práctica.
Nelson Chicurel
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