Pierre Bourdieu: Itinerario Intelectual

Marta Demarchi

La producción de Pierre Bourdieu como director del Centre de Sociologie Européenne, en la cátedra de sociología en el Collège de France y en la École des Hautes Etudes en Sciences Sociales, así como en la revista que fundó (1975) y dirigió, "Actes de Recherche en Sciences Sociales", constituye uno de los acervos teóricos y de investigación más fecundos de la segunda mitad del siglo pasado.

"Hacer concientes ciertos mecanismos que hacen dolorosa e incluso intolerable la vida no significa neutralizarlos; sacar a luz contradicciones no significa resolverlas...

(...) Comprobación que, pese a las apariencias, no tiene nada de desesperante: lo que el mundo social ha hecho, el mundo social, armado de ese saber, puede deshacerlo. Lo seguro, en todo caso, es que nada es menos inocente que el laissez-faire..."

P Bourdieu (1999) "Miseria del mundo", pág.559.

En 1993 Bourdieu recibe, por el conjunto de su obra, la Medalla de Oro del Centro Nacional de la Recherche Scientifique, distinción que por primera vez se otorga a un sociólogo.

Hacia un estructuralismo constructivista (genético) o un constructivismo estructuralista

En la Introducción del primer número de la revista Actes de la Recherche en Sciences Sociales, Bourdieu pone de manifiesto la línea que acompañó su trayectoria intelectual y universitaria: "No reconocer ningún otro imperativo que los que imponen el rigor de la demostración y, secundariamente, la búsqueda de su comprensión, implica defenderse de las censuras, de los artificios y de las perversiones que engendra la preocupación de conformarse a las conveniencias y al buen tono del campo universitario..."

Esa Introducción evidencia también la impronta educativa que le permitió nuclear un calificado equipo de investigadores en el Centre de Sociologie Européenne, con los que realizó importantes estudios y publicaciones, y que posteriormente tomaron distancia crítica (J.C. Chamboredon, J.Cl. Passeron, Cl. Grignon).

"Trasmitir es librar, todas las veces que sea posible, los medios de rehacer, prácticamente y no verbalmente, las operaciones que han hecho posible la conquista de la verdad de las prácticas..."

Continuador crítico de la obra de Marx, Durkheim y Weber, a los que considera "puntos de referencia" en su elaboración teórica y en la percepción de la misma, reconoce "los efectos sociales que produjo en el campo intelectual francés la aparición de la obra de Claude Lévi –Strauss", y da cuenta creativamente de ellos, en el homenaje a este último, en ocasión de su 60º aniversario, en 1970. (P. Bourdieu (1991) "La casa o el mundo invertido" en "El sentido práctico", Taurus, Madrid, pág 419).

Resalta la significación del estructuralismo y de Lévi-Strauss, quien "ennobleció las ciencias del hombre", ya que con él "por primera vez una ciencia social (antropología), se impuso como una disciplina respetable".(2000 "Cosas dichas", Gedisa, Barcelona, pág.19).

Por otra parte, observa que necesitó mucho tiempo para romper con el estructuralismo, en especial con sus presupuestos objetivistas, con su visión del mundo social como espacio de relaciones objetivas que escapan a las relaciones entre los agentes.

"Quería introducir de alguna manera a los agentes que Lévi- Strauss y los estructuralistas, especialmente Althusser, tendían a abolir, haciendo de ellos simples epifenómenos de la estructura." (ibíd, pág.22).

Esta postura básicamente vinculante, con su noción de hábitus y su explicación del sentido práctico, pone de manifiesto su preocupación por asignar a la práctica una característica activa, al insistir sobre "las capacidades generatrices de las disposiciones" socialmente constituidas.

Las nociones de hábitus, sentido práctico y estrategia son ejes sustanciales de su intento por superar la alternativa objetivismo- subjetivismo, vale decir, dejar de lado el objetivismo estructuralista, pero evitando caer en el subjetivismo. Bourdieu señala los inconvenientes de esta falsa dicotomía, de esta oposición artificial, por la cual, el subjetivismo pretende reducir las estructuras a interacciones, en tanto que el objetivismo deduce las acciones y las interacciones de la estructura.

"La noción de estrategia es el instrumento de una ruptura con el punto de vista objetivista y con la acción sin agente que supone el estructuralismo." (ibíd, pág.70).

Estas nociones le permiten introducir en el escenario social al agente, activo y actuante y no mero epifenómeno de la estructura, y en consecuencia su acción y la práctica.

Con temor a ser rotulado, trata de elaborar un estructuralismo genético o constructivista, o un constructivismo estructuralista.

En una postura diferente a las de Saussure y de Lévi-Strauss, entiende por estructuralismo que: "existen en el mundo social mismo y no solamente en los sistemas simbólicos, lenguaje, mito, etc, estructuras objetivas independientes de la conciencia y de la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar o de coaccionar sus prácticas o sus representaciones"

Por constructivismo quiere decir: "que hay una génesis social de una parte de los esquemas de percepción, de pensamiento y de acción que son constitutivos de lo que llamo hábitus, y por otra parte estructuras, y en particular de lo que se llama campo y grupos

especialmente de lo que se llama generalmente las clases sociales." (ibíd, pág. 127).

Bourdieu considera que algunos comentarios de "La reproducción", una de sus obras de mayor impacto, hizo que se lo ubicara como estructuralista, opacando estudios muy anteriores de corte claramente constructivista, como por ejemplo "Las categorías del entendimiento profesoral", donde analiza la génesis y funcionamiento de las categorías de percepción y de apreciación con que los profesores construyen la imagen de sus alumnos.

De esta manera ubica su teoría entre las actuales concepciones duales, pero, sin lugar a dudas, con diferencias sustanciales.

Bourdieu se opone reiteradamente a que lo etiqueten o cataloguen en una corriente, o lo ubiquen bajo la influencia de un determinado autor. Considera, sin embargo, que los filósofos están presentes en sus trabajos más allá de lo que podría enumerar. Concuerda con Wittgenstein al afirmar que nunca inventó nada, sino que todo le vino de algún lado, pero reivindica, al mismo tiempo, la exigencia de un pensamiento crítico y productivo.

Dice al respecto: "Tengo con los autores relaciones muy pragmáticas: recurro a ellos como a "compañeros", en el sentido de la tradición artesanal, a quienes se puede pedir una ayuda momentánea en las situaciones difíciles." (ibíd, pág. 38).

La formación cultural, para él, tiene como una de sus virtudes principales la de permitir acudir a aquellos autores en cuyos trabajos es posible encontrar ayuda. La cultura incorporada, el capital adquirido en contacto con las obras heredadas del pasado y con los autores seleccionados, puede cumplir distintas funciones: destinarse a la exhibición y a producir dividendos simbólicos o gratificaciones narcisistas, o, por el contrario, aplicarse productivamente en la investigación. Es conveniente recordar que los campos de producción

cultural son espacios de amplias y ricas posibilidades, en los que se destacan

"personajes faros"; en ellos debe ser respetado el esfuerzo de pensar y al mismo tiempo evitar que los autores se transformen en fetiches.

El pensamiento de Bourdieu, profundamente innovador y propositivo, intenso y extenso en temas, formas, estilos y tonos, no está exento de ambigüedades, contradicciones, connotaciones y resonancias ideológicas, que muchas veces dan cuenta de la sutileza de su humor, que suele depararnos constantes sorpresas. Su producción, creativa y zigzagueante, asegura que "la vida social está más próxima a la vida de los artistas que a las rutinas de la vida académica", y permite rastrear rupturas en el largo camino a recorrer para alcanzar una "ciencia justa del mundo social".

De una sociología para hacer sociología a una sociología de combate

" Para llegar a ver y a decir un poco del mundo tal cual es, hay que aceptar

estar siempre en lo complicado, lo confuso, lo impuro, lo vago, etc., e ir de este modo contra la idea común del rigor intelectual." (1997 "Conversación: El oficio del sociólogo", en "Capital cultural, escuela y espacio social", Siglo XXI, México, pág.64).

Podríamos decir que Bourdieu construye una sociología política, una sociología a punto de partida de un conocimiento profundo y riguroso de la realidad social: "una sociología empírica fundada teóricamente, una sociología que puede tener intenciones críticas (como toda ciencia), pero que se debe realizar empíricamente." (ibíd, pág. 43).

Esta sociología solo puede construirse "rechazando la demanda social de instrumentos de legitimación o de manipulación"; en consecuencia, "el sociólogo no tiene más mandato ni misión que la que él se asigna en virtud de la lógica de su investigación." (1990 "Clase inaugural", en "Sociología y Cultura", Grijalbo, México, pág. 65).

Si bien es necesario luchar en la práctica, es decir, políticamente, entre otras cosas fundamentalmente en defensa de la autonomía, esta lucha debe librarse con armas específicas y en el interior de cada campo científico, sin ser desplazada al terreno de la política. En consecuencia, "nada más funesto que la politización", vale decir, la introducción de poderes externos en la lucha interna, que conducen a la heteronomía e impiden el funcionamiento de dispositivos de intercambios y de discusión colectiva.

Desde su perspectiva, compromiso intelectual y torre de marfil, constituyen una de las tantas falsas oposiciones que la noción de campo permite superar. Cuando existe en el campo un capital específico autónomo, se dan las condiciones para disponer de autoridad y lograr, fuera del campo, eficacia simbólica. "El arquetipo inaugural del compromiso intelectual está representado por la actitud de Zola en el momento del caso Dreyfuss."

Bourdieu reitera la necesidad de que el sociólogo utilice un capital de conceptos, métodos y técnicas y desarrolle una actitud crítica y de autoanálisis; tanto mejor cuanto más subversiva sea la intención que lo anima y más interés tenga en revelar lo que está censurado y reprimido en el mundo social. En este sentido, la sociología es "una ciencia que incomoda",

ya que evidencia cosas ocultas que ciertos grupos prefieren esconder.

En su opinión, captar la lógica del mundo social implica sumergirse en lo particular de una realidad empírica, históricamente situada y fechada; la capacidad de producir teoría (producir modelos, establecer la diferencia con la práctica, etc.) y lograr un dominio metodológico.

En su visión, no hay datos sin teoría: los hechos, las técnicas, la teoría, se construyen en el campo de las ciencias sociales, con la incidencia de luchas políticas, sociales, culturales, y desde luego científicas.

Bourdieu advierte acerca de los obstáculos generados por el funcionamiento clasificatorio del pensamiento académico y político, que en muchos casos proscribe la invención intelectual. Por otra parte, señala la existencia de diversas maneras legítimas de hacer sociología, y también la presencia de falsas oposiciones (que responden a un fundamento más social que científico), que a lo largo de su trabajo ha intentado superar. En sus últimos escritos, particularmente los aparecidos a partir de la década de los noventa, por un lado insiste en señalar "la función esencialmente crítica, que la sociología podría aportar a la democracia" (1997 pág. 103) y, por otro, denuncia el efecto negativo de la práctica de los doxósofos y de los tecnócratas.

Por motivos personales y, especialmente, aduciendo el estado en que se encuentra el mundo, señala que aquellos que se dedican al estudio de la vida social "no pueden permanecer, neutros e indiferentes, al margen de las luchas que ponen en juego el futuro del mundo." (2001 "Contrafuegos II" Anagrama Barcelona).

Analiza los peligros que para la cultura representan las transformaciones del capitalismo y los procesos de globalización, y, desde esta mirada, construye el perfil del "intelectual colectivo", cuya acción se vertebra, por un lado, en el cumplimiento de funciones críticas y, por otro, trabajando contra la dominación simbólica, "haciendo valer la competencia y la autoridad del colectivo" ante los productores del discurso dominante.

El intelectual colectivo cumple una función insustituible, ya que está llamado a "organizar la investigación colectiva de nuevas formas de acción política".

Su historia se inscribe en la búsqueda de coincidencias y divergencias,

en un devenir de paradigmas cambiantes y contradictorios, de los que no queda excluido el poder.

 

 

Entramado teórico. El escenario: jugar el juego, su contexto histórico y cultural.

La práctica constituye el eje clave, que arroja luz, en la elaboración teórica de este autor. Ahora bien: ¿cómo se construye la práctica?

Bourdieu propone la siguiente ecuación, que focaliza, en forma vinculante, las categorías sustanciales de su teoría.

[(hábitus) (capital)] +campo = práctica. (1999 "La distinción. Criterio y bases sociales del gusto" Anagrama Madrid Pág 99).

En ella se presenta al hábitus como el principio unificador y generador de las prácticas, que tiene al mismo tiempo la capacidad de apreciarlas y gustarlas, en el espacio de los estilos de vida: "los agentes aprehenden los objetos a través de los esquemas de percepción y de apreciación de su hábitus". (ibíd, pág. 208).

Estos esquemas deben su eficacia al hecho de que funcionan más allá de la conciencia y del discurso. La noción de hábitus refiere a algo adquirido, es un capital incorporado, producto de los condicionamientos que se viven en un campo, pero sustancialmente diferente del hábito, por su poderosa

capacidad generadora. El hábitus, en consecuencia, posibilita pensamientos, percepciones y acciones, que tienen como marco las condiciones de producción históricas y sociales; por lo tanto están tan alejadas de la reproducción mecánica, como de la mera novedad o improvisación.

"Los hábitus constituyen sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas". (1991 "El sentido práctico" Taurus Madrid pág. 928).

Lo significativo de esta categoría es llamar la atención acerca del funcionamiento de la práctica; es decir, la práctica no puede explicarse ni por las condiciones sociales en que se originó, ni por las condiciones presentes.

Resumiendo, el hábitus produce prácticas individuales y colectivas, y también incorpora las experiencias vividas; como sentido práctico reactiva el sentido objetivado en las instituciones: es lo que permite la incorporación a ellas.

"Historia incorporada, naturalizada, y, por ello, olvidada como tal historia, el hábitus es la presencia activa de todo el pasado del que es producto: es lo que proporciona a las prácticas su independencia relativa con relación a las determinaciones exteriores del presente inmediato". (ibíd, pág. 98).

El otro integrante del primer miembro de la ecuación está constituido por

el capital, al que el autor despoja de toda connotación económica, manteniendo simbólicamente su vinculación con la noción de mercado. El capital está formado por el conjunto de bienes acumulados, que se crean, se introyectan, se inculcan, vale decir se consumen, de manera diferente. Bourdieu distingue distintos tipos de capital: capital cultural, relacionado con el conocimiento, la ciencia y el arte; capital social, como conjunto de relaciones familiares, institucionales, etc., y capital simbólico, que funciona como agregado a los anteriores (autoridad, prestigio, legitimidad, etc.)

El segundo miembro de la ecuación es el campo, que "en términos analíticos puede definirse como una red o configuración de relaciones objetivas entre posiciones". (Loïc J.D. Wacquant (1995), Grijalbo, México, pág 64). Sintetizando, un campo implica la existencia de algo en juego y gente dispuesta a jugar, que tenga interés en el juego; gente que posea el capital necesario y esté dotada del hábitus que implica el conocimiento y reconocimiento de las reglas y condiciones del juego. En un campo "están en lucha agentes e instituciones, con fuerzas diferentes y según las reglas constitutivas de ese espacio de juego, para apropiarse de las ganancias específicas que están en juego". (1990 pág. 157).

Las luchas característica de los campos ponen en funcionamiento la violencia legítima ante la subversión, es decir, el funcionamiento de la autoridad para mantener la estructura existente en la distribución del capital.

La lucha surge en la confrontación de las estrategias de la ortodoxia (los que monopolizan el capital y tienen el poder) y la subversión, herejía o heterodoxia (los que disponen de menos capital, que por lo general son los más jóvenes, los recién llegados al campo).

El foco interpretativo en relación con el capital permite a Bourdieu distinguir tres criterios en su distribución: se tiene o no la posesión; se la tiene en mayor o menor grado; tal posesión es o no legítima.

Estas relaciones son relaciones de poder, y en consecuencia el campo es escenario de confrontaciones de fuerza y de lucha encaminadas a cambiarlas.

Desde esta perspectiva, los campos se diferencian de los aparatos ideológicos, que visualizan a la escuela, a la iglesia y a los partidos como "máquinas infernales", que producen comportamientos rígidamente programados. Solo cuando se anula la lucha, cuando los dominantes reducen la resistencia y las reacciones de los dominados, el campo deviene aparato, lo que supone "un estado patológico" del campo.

Retomando la ecuación, tanto hábitus como capital funcionan en el campo como productores y organizadores de la práctica, lo que da unidad generativa al estilo de vida. Los agentes actuantes están dotados de sentido práctico, están en posesión de un sistema adquirido de preferencias, de principios de visión, de estructuras cognitivas y de esquemas de acción conectados en y por el campo.

El sentido práctico no tolera ninguna demora; es lo que permite, de un solo golpe, y en medio de la acción, captar la situación y dar la respuesta adecuada, ante la ambigüedad y la incertidumbre

Para una sociología de la educación. ¿Teoría de la reproducción?

De la extensa producción de Bourdieu, dos obras escritas en colaboración con J.Cl.Passeron, "Los herederos. Los estudiantes y la cultura" (1964) y, en especial, "La reproducción. Elementos para un sistema de enseñanza" (1970), de gran impacto, han dado lugar a que se lo ubicara, en la taxonomía pedagógica, como reproductivista.

La Reproducción es el resultado de una larga investigación de más de diez años realizada por el equipo del Centro de Sociología de la Educación, dirigido por Bourdieu.

En el prólogo se advierte que, si bien la teoría de la acción pedagógica tiene cierta autonomía, se funda en una teoría de las relaciones entre la arbitrariedad cultural, el hábitus y la práctica, lo que pone de manifiesto la coherencia y continuidad de la teoría, que en este caso se aplica al sistema escolar.

La presentación rigurosa de los "conceptos sistémicos": arbitrariedad cultural, violencia simbólica, relación de comunicación, modos de imposición, modo de inculcación, hábitus, reproducción social y cultural, no deja de ser irónicamente transgresora ante las posturas pedagógicas de la época. Las citas elegidas (Rousseau, Pascal, Gusdorf, etc.) son ilustrativos de esta intención y pretenden, a nuestro juicio, denunciar la acción de dominación que cumplen los sistemas educativos.

Bourdieu reconoce que muchas de las críticas han sido superficiales e influidas fundamentalmente por el título de la obra; otras por "las formulaciones provocadoras nacidas de la voluntad de romper con la ideología de la escuela libertadora". (1995 pág 51).

Recuerda también que las relaciones de dominación no pueden pensarse

sin que susciten resistencia.

"Los dominados, en cualquier universo social, están siempre en condiciones de ejercer cierta fuerza: la pertenencia a un campo implica, por definición, la capacidad de producir efectos en él (por lo mismo, de provocar reacciones de exclusión por parte de quienes ocupan en él posiciones dominantes). (ibíd, pág 51).

También en el prefacio a la reedición de "La Reproducción" (1989),

reacciona duramente ante "las malas lecturas", "las lecturas políticas",

"las lecturas teóricas", que algunos autores han hecho. Señala que, para tener una noción real del cambio de visión que la obra generó, hay que tener en cuenta los trabajos de investigación que renovaron el conocimiento de la escuela, tanto en el Reino Unido como en los Estados Unidos.

La Reproducción, afirma el autor, "es un libro que describe las cosas como son, un libro que es confirmado por la observación. Veinte años después, veo que es más verdadero de lo que yo creía". (1997, pág. 157).

En relación con la educación, Bourdieu considera que el objeto de la sociología de la educación son las relaciones entre la reproducción cultural y la reproducción social, es decir, cuando busca establecer cómo el sistema de enseñanza aporta a la reproducción de las relaciones de fuerza y de las relaciones simbólicas. También, como lo señala en "Homo academicus" (1984), objetivar el sujeto objetivante.

Finalmente, creo necesario recordar que Bourdieu no solo se implicó

históricamente en las luchas sociales, sino que participó y coordinó numerosas propuestas programáticas, para el campo educativo y para el campo cultural. Entre ellas destacamos: "Proposiciones para la enseñanza del futuro" (1985) y "Principios para una reflexión sobre los contenidos de la enseñanza" (1988).

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