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Hacedor de su tiempo

Lord Russell 

Pablo Ney Ferreira

Según su biógrafo Ronald D. Clark, ningún inglés del siglo XX ha alcanzado tan alto reconocimiento en el ámbito mundial, dentro y fuera del mundo académico, como Lord Bertrand Russell.

"Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad."

Bertrand Russell, Autobiografía (v.1 1872-1914)

Hace ya 32 años que Russell murió, y su inmensa obra hoy poco sale de los gabinetes académicos. En ella resalta un aspecto de su personalidad: su constante participación en casi todos los acontecimientos políticos y sociales de las dos primeros tercios del siglo XX; su permanente protagonismo no solo académico, sino como hombre de acción. Se trata de un pensador que lejos de permanecer en la academia, al servicio de una metafísica indagadora, se dedica a los problemas tangibles que afectan al individuo y a todo aquello que puede interesar a la humanidad.

ENTRE LA MATEMATICA Y LA FILOSOFIA

El matemático y filósofo inglés Bertrand Arthur William Russell, tercer Earl Russell, nació el 18 de mayo de 1872 en la ciudad inglesa de Trelleck, en el condado de Monmouthshire. Quedó huérfano a los cuatro años de edad y fue educado por su abuela (pese a que su padre había dejado instrucciones precisas de que fuera educado bajo la égida de John Stuart Mill). Ella intentó por todos los medios que triunfase en política y llegase a primer ministro, siguiendo la tradición de su abuelo, Lord John Russell, quien había sido primer ministro en la época de la reina Victoria. El padre de Bertrand, Lord Amberley, había actuado también en política como miembro del Parlamento, durante un breve tiempo.

Cuando cumplió once años, su hermano Frank empezó a enseñarle los aportes de Euclides a la geometría, como cuenta en su Autobiografía: "Este fue uno de los grandes acontecimientos en mi vida, tan grato como el primer amor. No había imaginado nunca que existiese algo tan agradable en el mundo". Pero se quedó desilusionado al saber que Euclides empezaba con axiomas que -por definición-no habían sido demostrados, pero que son tenidos como normas. Russell se negó a aceptar los axiomas a menos que su hermano le diese una buena razón para hacerlo. Cuando Frank le dijo que no podrían seguir a menos que aceptase los axiomas, se vio obligado a continuar, pero sin abandonar sus dudas sobre los cimientos de las matemáticas, dudas que permanecieron durante su existencia y determinaron el curso de la mayor parte de sus escritos sobre esta materia.

A los quince años Russell abandonó su hogar para preparar su examen de ingreso en el Trinity College de Cambridge. Solo y sin dinero, pensó en suicidarse, pero rechazó la idea porque, tal y como dijo más tarde, quería aprender más matemáticas. Tenía un diario en el que escribía, utilizando el alfabeto griego, comentarios sobre las ideas religiosas que le habían infundido cuando era niño. Después de año y medio de preparación, pasó el examen de ingreso en el Trinity College. Uno de los que le examinaron fue Alfred North Whitehead, quien, totalmente impresionado por el talento de Russell, lo presentó a varios estudiantes para que se integrase en su grupo "The Apostles", que se reunía una vez a la semana para discutir sobre filosofía e historia. Pero su principal interés fueron las matemáticas, disciplina en la que se licenció en 1893.

Quedó desilusionado al comprobar que la manera de preparar los exámenes de matemáticas lo había llevado a practicar una serie de trucos, y, a la espera de encontrar alguna razón que le asegurara que las matemáticas eran una ciencia exacta, puso sus miras en el campo de la filosofía. Estudió la filosofía del idealismo, que era popular en Cambridge en esa época, llegando a la conclusión de que el tiempo, el espacio y la materia son ilusiones y que el mundo reside en la mente del receptor. Se licenció finalmente en Ciencias Morales en 1894.

A los diecisiete años, Russell se enamoró de Alys Pearsall Smith, una americana hija de una familia cuáquera de Filadelfia. Después de su graduación se comprometieron, pero su abuela no aprobó este noviazgo, en parte por la edad de ella, que era cinco años mayor que su nieto, en parte por antecedentes de locura en la familia Russell, que dificultaban su paternidad. Con la esperanza de que su nieto se interesase más por la política y perdiera interés por Alys, consiguió que lo nombrasen agregado de la embajada británica en París.

Russell consideró bastante aburrido su trabajo en la embajada y, tras su regreso luego de tres meses, se casó con Alys.

En 1895 Russell escribió una disertación sobre los fundamentos de la geometría que le hizo conseguir un puesto como docente en el Trinity College, lo que le permitió viajar y estudiar durante seis años. Junto a su mujer viajó a Berlín para estudiar el movimiento socialista alemán y los escritos de Karl Marx. Regresó a Londres al año siguiente y dio una serie de conferencias sobre su experiencia alemana a los estudiantes de la London School of Economics y la Fabian Society publicó; también sus investigaciones en un libro titulado German Social Democracy. Mas tarde ambos viajaron a los Estados Unidos de América y allí visitaron a un amigo norteamericano, el famoso poeta Walt Whitman. En Estados Unidos Russell fue profesor en el Byrn Mawr College, donde su mujer había estudiado, y en la prestigiosa John Hopkins University. En 1900 recibió una oferta de trabajo en Cambridge para dictar clases sobre el matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibnitz. Russell quería explicar que la verdad matemática no dependía del punto de vista del matemático, por lo que reexaminó la filosofía del idealismo y la abandonó, hasta concluir que la materia, el espacio y el tiempo existían en realidad. Publicó su teoría en el libro A Critical Exposition of the Philosophy of Leibnitz.

Alfred Whitehead, su antiguo profesor, se ofreció a trabajar junto a él en un nuevo libro, por lo que a menudo compartieron incluso el mismo techo. Fruto de este trabajo en conjunto fue Principia Mathematica, trabajo que fue editado en tres volúmenes, el último de los cuales apareció en 1913. Antes de que lo terminaran, Russell fue elegido miembro de la Royal Society, de la que Whitehead ya formaba parte.

En 1907 Russell decidió entrar en política, continuando la tradición familiar, para apoyar los derechos de la mujer, pero perdió en las elecciones. En 1910 fue contratado por el Trinity College, para dar clase de lógica y de principios matemáticos. Dos años más tarde escribió una pequeña introducción a la filosofía, The Problems of Philosophy, y en 1914 Our Knowledge of the Eternal World. Invitado a Cambridge para las Lowell Lectures y a un curso en la universidad de Harvard en 1914; también ejerció la docencia en New York, en Chicago y en Ann Arbor, Michigan.

Sus críticas a la intervención británica en la 1ª Guerra Mundial, que dieron lugar a una serie de conferencias en Londres, editadas bajo el título Principles of Social Reconstruction, fueron también publicadas en los Estados Unidos con el de Why Men Fight: A Method of Abolishing the International Duel. Como resultado de sus ideas antibelicistas, fue despedido del Trinity College y le fue retirado el pasaporte para viajar a los Estados Unidos, cuando fue llamado por la Universidad de Harvard para hablar sobre el libro.

También escribió varios artículos en The Tribunal, en los que hablaba de las consecuencias de una posible guerra: el hambre y la presencia de soldados estadounidenses por toda Europa. Fue acusado de propagar ideas que podrían perjudicar las relaciones entre Gran Bretaña y Estados Unidos y encarcelado durante seis meses. Antes de su ingreso a la cárcel escribió Roads to Freedom: Socialism, Anarchism and Syndicalism. Mientras estuvo en prisión redactó su Introduction to Mathematical Philosophy.

En 1920 Russell visitó Rusia, de donde se marchó decepcionado tras la revolución de 1917, y luego viajó a China para dar clase en la Universidad Nacional de Beijing. Al año siguiente Russell se divorció de su esposa y se casó con Dora Black. Frutos de esta unión fueron su hijo John Conrad y su hija Katharine Jane. En 1927, junto a Dora, abrió la Beacon Hill School para niños. Desde 1914 hasta 1931 realizó una serie de viajes a los Estados Unidos, donde cumplió ciclos de conferencias. A finales de los años treinta Russell, ya sexagenario, heredó el título de conde que tenía su hermano, Frank, al morir éste en 1931. Se divorció de Dora en 1935 para casarse al año siguiente con Patricia Spence, que había sido la institutriz de sus hijos. Del matrimonio con Patricia nació su hijo Conrad Sebastian Robert en 1937.

Vivió en los Estados Unidos durante la 2a. Guerra Mundial. En 1944 regresó al Trinity College y publicó A History of Western Philosophy, participó en programas de radio en Inglaterra y luego fue a Noruega y Australia para trabajar como profesor. Los últimos años de la década de los cuarenta y principios de los cincuenta fueron para Lord Russell una época de reconocimiento mundial por su labor científica, por los que en 1949 le fue concedida la Orden al Mérito de manos del rey y en 1950 el Premio Nobel de Literatura, por el conjunto de su obra. Como Einstein en los 20 y los 30, Russell fue para un gran número de personas de todo el mundo el ejemplo, el arquetipo del filósofo abstracto, la corporización de la cabeza hablante: ¿qué era la filosofía por entonces?, pues bien, era la clase de cosas que decía Bertrand Russell.

Cumplidos los 80 años se divorció de Patricia y se casó con Edith Finch.

En 1955 firmó junto a Albert Einstein el Russell-Einstein Manifesto, que reclama la reducción de las armas nucleares. Siete años después fue uno de los organizadores de la Primera Pugwash Conference que reunió a científicos de todo el mundo para tratar la proliferación de armas nucleares. Totalmente convencido de los peligros de una guerra nuclear, fue el primer presidente de la campaña por el Desarme Nuclear en 1958, y presidente del Comité de los 100 en 1960. Como miembro del Comité de los 100 se manifestó en contra de la política nuclear del gobierno británico, y fue sentenciado a dos meses de cárcel, pena reducida a una semana debido a problemas de salud.

A los 90 años, Russell creó la Bertrand Russell Peace Foundation, publicó su Autobiography, apeló a favor de prisioneros políticos de diferentes países, protestó contra las armas nucleares, criticó la Guerra de Vietnam y fundó el War Crimes Tribunal.

Russell fue un hombre sociable e incluso atractivo, a pesar de su baja estatura. Padeció algunas enfermedades, sobre todo colapsos nerviosos debido al estrés. Pero su fuerte constitución le permitió vivir casi un siglo, a pesar de ser un constante y obsesivo fumador de pipa. Los que le conocieron personalmente le reconocieron un carácter jovial que le permitía amenizar las reuniones en que frecuentemente participaba. Beppo Levy, un matemático italiano, ha divulgado una curiosa anécdota que pinta su temperamento: en una oportunidad en que alguien le preguntó, en tono de broma y con no poca ironía, si era capaz de demostrar lógicamente que él era el Papa, basándose en que 2+2=5, Russell, lejos de indignarse, habría respondido: "En efecto, si fuera cierto que 2+2=5, como también que 2+2=4, resultaría que 5=4 y, restando 3 de ambos miembros de esta igualdad, que 2=1; pero como el Papa y yo somos dos, el Papa y yo seríamos uno". Indiscutiblemente, la demostración es rigurosamente lógica, y la irrealidad de la conclusión no puede atribuirse a ninguna falla en el razonamiento sino a la hipótesis admitida, con respecto a la cual la conclusión es lógicamente válida.

UN HOMBRE DE SU TIEMPO

En el año 1962, el 17 de agosto, la Facultad de Humanidades homenajeaba a Bertrand Russell en una sesión académica en la que se trataron varios temas del universo cognitivo de Russsell, a través de otras tantas exposiciones de académicos de esa Facultad. La iniciativa fue de los componentes del Seminario de Lógica de la Ciencia, que dirigía en ese momento Mario Bunge, y coincidió con el cumpleaños número 90 del pensador británico. Este homenaje se realizó con el agradecimiento de Russell, hecho llegar en forma de carta.

Las intervenciones pusieron de manifiesto la visión de la obra de Russell que existía entonces en el Uruguay, y cómo era percibida su influencia en la vida académica y en la filosofía en general.

Arturo Ardao centró su conferencia en marcar la importancia de Russell como un vital protagonista de su tiempo, y señaló además un cierto tipo de paralelismo entre Russell y Vaz Ferreira. Por otro lado Mario Bunge se dedicó a exponer acerca de la teoría del conocimiento trabajada por Russell, mientras que Oscar Dodera Lüscher intentó clarificar algunos puntos de la concepción de la lógica prevaleciente en el pensamiento de Russell y su impacto en el pensamiento lógico y en el filosófico, dos de las disciplinas académicas en las que Russell más trabajó. Finalmente, Mario H. Otero centró su análisis en el impacto producido por la obra de Bertrand Russell en la filosofía contemporánea.

Arturo Ardao comienza señalando la importancia del pensamiento de Russell, como especulación teórica académica y particularmente como insumos críticos de carácter moral para modificar conductas sociales. Destaca su vasta obra intelectual y la gran cantidad de temas de los que se ocupó a lo largo de su extendida preocupación por los problemas, ya fueran los de índole científica o social, si es que ambos se pueden separar con completa claridad.

Afirma Ardao que la constante presencia del problema como elemento desencadenante de la reflexión, convive en el pensamiento de Russell con la ausencia de un sistema fuertemente estructurado, y con la permanente duda con respecto al resultado de sus conclusiones.

Hasta 1914, las preocupaciones de Russell están dominadas por intereses primordialmente académicos; así es que se dedica, como ya vimos, fundamental y casi exclusivamente a la filosofía teórica, a la lógica y a las matemáticas. Luego de sufrir la primera gran crisis política y social del siglo XX, la Primera Guerra Mundial, sus preocupaciones sufrieron un vuelco considerable, al abandonar en parte su curiosidad por los elementos más abstractos del conocimiento y centrar sus reflexiones en la filosofía práctica, en los fundamentos de la educación, en elaboraciones morales, etc.

A partir de ese momento Russell jamás dejará la reflexión sobre tal tipo de problemas y centrará su obra en preocupaciones que continuarán marcadas por los intensos problemas que signaron por completo la historia del conmocionado siglo XX. Como dijo Ardao: "La primera guerra mundial, la revolución rusa, la honda conmoción de la ética individual, familiar y social que caracterizó a la primera postguerra, el fascismo y el nazismo, los campos de concentración y el genocidio, la segunda guerra mundial, las armas atómicas, la guerra fría: he ahí jalones fundamentales de la historia del siglo que lo son a la vez, estrictamente, cabalmente, como del de ningún otro filósofo, del pensamiento de Russell". De entonces en adelante, Russell no pudo, o quizás no quiso, divorciar los tres elementos que a mi juicio caracterizan su manera de enfrentar los problemas teóricos: la perspectiva epistemológica de la ciencia, la preocupación filosófica y la sensibilidad social; tres elementos que aparecen muy a menudo mezclados y participando a la vez de su propia y compleja visión del mundo.

Para Ardao: "En Russell, en cambio, presenciamos la permanencia de líneas que atraviesan sin romperse las más desconcertantes situaciones, tendiendo un puente entre dos mundos históricos en sí mismos muy diferentes. La defensa tenaz de la razón frente a las renovadas acometidas del irracionalismo; la devoción por la ciencia de la naturaleza, no divorciando nunca de ella la reflexión sobre el hombre y la cultura, sin recaer tampoco en la superstición del cientificismo y menos en la de la técnica; la fundamentación positiva de los ideales éticos en la experiencia biológica a la vez que psicológica y social; la reorganización de la sociedad y el reajuste de la democracia, en salvaguardia de los valores del individuo tanto como de la especie".

En la conferencia citada, Ardao remarca además un punto de comparación entre la obra y la vida de Bertrand Russell y la de Carlos Vaz Ferreira. Resalta Ardao, incluso, la coincidencia en la edad de ambos filósofos, y menciona que en 1910 ambos produjeron sus obras de plenitud mental en el ámbito de la lógica, en torno a los mismos problemas: relación entre razón y expresión, pensamiento y lenguaje, y verdad y significación. La diferencia se encuentra en que ambos pensadores, pese a la comunidad temática, realizaron sus contribuciones en diferentes direcciones. Russell trabajó estos temas fundamentalmente por el lado de la lógica matemática, y Vaz Ferreira por el lado de la Pisco-lógica, como señaló el expositor. Los juicios comunes que ambos realizan acerca de la teoría pragmatista de la verdad son bastante significativos en cuanto a sus similitudes.

La rápida huida del mundo de la abstracción para participar activamente en los acontecimientos sociales de su tiempo, fue provocada por la visión de las atroces matanzas que tuvieron lugar durante la primera guerra mundial. La militancia de Russell a favor de la paz fue incansable, y no cesó prácticamente hasta el final de su vida.

En su participación en el homenaje al filósofo, Mario H. Otero denunciaba por entonces que el impacto de Russell sobre la filosofía contemporánea implicaba el reconocimiento de la existencia de esta como un todo monolítico, y señalaba que esto no constituía (y me atrevo a decir que tampoco hoy) una realidad. Otero manifestaba que el nacionalismo filosófico primaba sobre un pensamiento más cosmopolita. Otero remarca aquí algo que todavía hoy sucede: el divorcio dialógico entre tradiciones de pensamiento que se asumen como autosuficientes, y que no aceptan la imprescindible conversación típica de los ambientes académicos plurales.

Para Otero, uno de los pocos filósofos que sobrepasa esas rígidas barreras es precisamente Russell, y lo logra por su dedicación académica (al menos en parte) al plano de la epistemología, uno de los pocos vasos comunicantes entre estos cerrados estancos académicos.

Oscar Dodera Lüscher, en su análisis sobre la lógica en el pensamiento de Russell, resalta el papel que las matemáticas, la lógica y el pensamiento abstracto en general tienen en los avances científicos de la humanidad; ellas constituyen, citando a Pemán, "el humilde silencio que está en la raíz de todos estos inmensos saltos de la Ciencia...ellas están en el primer diseño de tanto quehacer humano, que luego las ignoran o las dejan sonrientemente detrás". Es precisamente en esa área del conocimiento donde, a juicio de Dodera Lüscher, brilla más intensamente el genio de Russell: una agradable y efectiva mezcla de vocación filosófica, una afinada capacidad para las matemáticas y el rigor científico, todo esto permeado por una implacable autocrítica.

EPILOGO

Bertrand Russell fue contertulio de George Bernard Shaw, de Joseph Conrad, de Aldous Huxley y de Rabindranath Tagore, entre otros. Tuvo como discípulos a Wittgenstein y a T. S. Elliot. Entrevistó a Lenin y a Trotski; el mismo Russell declaró que, en 1920, a sus clases en Pekín concurrieron Mao Tse-Tung y Chu En-Lai. Entre sus amigos se contaban numerosos personajes que construyeron la historia del siglo XX, desde Peter Sellers a Albert Einstein, pasando por Winston Churchill. Ocupó en el Trinity College de Cambridge las habitaciones donde estuvo en algún momento Isaac Newton.

Pocos dudarían, observando esta trayectoria vital, de que estamos en presencia de un importante trozo de la historia del siglo XX.

Lord Bertrand Russell murió el 2 de febrero de 1970 cerca de Penrhyndeudraeth, Merioneth, en Gales, a los 97 años de edad.

REFERENCIAS

Ardao, Arturo (1962) Bertrand Russell, hombre de su tiempo. En La Filosofía en el Siglo XX. Russell, Bertrand. Montevideo. Alfa
Bonifacino, Víctor (1960) Ensayos Beligerantes. Bertrand Russell-James Joyce. Montevideo. Alfa.
Bunge, Mario (1962) Bertrand Russell y la teoría del conocimiento. En La Filosofía en el Siglo XX. Russell, Bertrand. Montevideo. Alfa.
Clark, Ronald W. (1978) The Life of B. Russell. Middlesex, Penguin Books.
Dodera Lüscher, Oscar (1962) Bertrand Russsell y la lógica. En La Filosofía en el Siglo XX. Russell, Bertrand. Montevideo. Alfa
Johnson, Paul (1990) Intelectuales. Buenos Aires, Vergara.
Otero, Mario H. (1962) El impacto de Bertrand Russell en la Filosofía Contemporánea. En La Filosofía en el Siglo XX. Russell, Bertrand. Montevideo. Alfa
Russell, Bertrand (1975) Autobiografía. México. Aguilar.
Russell, Bertrand (1986) La América de Bertrand Russell. Sus Viajes y Escritos Transatlánticos (1896-1945). Taurus, 1986.
Wood, Alan (1967) Bertrand Russell: el Escéptico Apasionado. Madrid. Aguilar.

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