Rap, grunge, trip hop, electrónica
LA EVOLUCION CREADORA
Repetidas veces se ha expresado que las grandes corporaciones musicales imponen sus criterios y fabrican a cada paso un nuevo artista o un nuevo estilo que remueve, que fija la atención del mundo y que, fundamentalmente, genera un remolino de ventas.
El fenómeno de la cantante Soledad (con los millones de dólares que mueve y el reflote que trajo del olvidado folclore argentino) en tanto apuntalamiento de su novel figura por un gran aparataje comercial, pareciera confirmarlo. Pero una cosa es modelar una figura, preparar una estrategia para vender su imagen y otra muy distinta, "fabricar" un artista.
En el caso de la folclorista argentina, primero hubo un concurso ganado que dio cuenta de su existencia y luego, un productor que fijó su atención en ella. Si se quiere ser preciso en los términos, habría que decir que Soledad fue descubierta más que inventada y que en general es así como funciona el negocio de la música. Aquí y allá.
Cierto es que en algunas ocasiones la industria fabricó ídolos y hasta hizo que detrás de los músicos que daban la cara en la portada del disco, otros interpretaran los instrumentos, como sucedió con el grupo The Monkees durante los años 60’s. También hubo casos extraños como el de la banda The Knack, disco de platino en 1980 por aquel hit que hoy todavía suena en las FMs ("My Sharona"), y que alcanzó solo para eso, porque luego de la banda no se oyó hablar más. Mike Chapman (famoso productor que en los 70’s supo poner su parte importante para el éxito de figuras como Suzi Quatro, Sweet, Smokie y Pat Benatar) fue quien descubrió a los Knack, realizó ese milagro del primer disco y puso en marcha la estrategia de marketing necesaria para vender.
Por aquellos años fue igual de sorprendente el caso de Dire Straits que, de la nada, llegó al número uno en Estados Unidos con "Sultans of Swing" y que acusados de ser una imposición de las técnicas del mercado, terminaron colgados de las marquesinas por más tiempo del esperado, pero sin lograr superar en toda su trayectoria aquel primer hit.
"Yo no creo en los inventos -dice el productor argentino Daniel Grinbank-; por ahí pueden existir pero son mentiras que, a largo plazo, se te caen." Más se trata de buscar y encontrar. Tener ese oído clínico capaz de divisar el talento antes de que se muestre en toda su magnitud. "Hay un criterio personal para elegir un grupo -concluye Grinbank- con todas las posibilidades de riesgo que eso involucra."
AGUJA EN EL PAJAR
El verbo descubrir debería ponerse entre comillas tratándose de los buscadores de nuevos talentos, porque a lo largo del tiempo, muchos creadores ignorados por las discográficas, lograron obtener más tarde el éxito que nadie fue capaz de prever cuando dichos artistas daban sus primeros pasos.
La sobreproducción de opciones de la industria del disco, en el entendido de que entre mil propuestas una necesariamente tiene que dar en el blanco, es una clara muestra de que más se trata de acertar el mágico número en la ruleta de la vida (de todo lo que se edita en Estados Unidos, solo el 5% consigue llegar a la consideración pública) que de "descubrir" el diamante en el centro de la roca.
El caso "Nirvana" es bien gráfico al respecto. Nadie los había ido a buscar como "la gran promesa" y con un disco en la calle ("Bleach", 1989) que tan solo vendió treinta mil copias, eran apenas una banda más de las tantas que había en la ciudad de Seattle. Ninguna reseña en las revistas más importantes, siquiera los mencionó como un grupo que podía despegar. Pero algo sucedió en el proceso creativo de la banda, una puerta se abrió y por ella entraron a una síntesis que se plasmó en el álbum "Nevermind" (1991). El mundo se detuvo para escuchar el nuevo sonido, y atrás de ellos llegaron una cantidad de bandas de la misma ciudad que sonaban parecido pero sin aquella magia.
En ese momento quedó demostrado que la industria no está detrás del surgimiento de los artistas que generan grandes ventas, y que hasta es muy extraño que los puedan descubrir en los tugurios del underground, allí donde casi todo se cocina.
ESPIRITU DE CAMBIO
Es más que difícil encontrar artistas que sean capaces de ir modificando su estilo musical en el correr de su trayectoria, como en su momento lo hicieron los Beatles o los Rolling Stones. En general, un músico trae lo suyo y cuando agota su propuesta, aparece una especie de silencio en el mundo, que por un lado saborea la magnitud de la obra y por otro, especta con impaciencia lo que está por venir. En esas instancias es cuando comienza a decirse que el planeta está demasiado viejo y que ya no hay nada más por inventar. No obstante, una y otra vez brota un sonido desconocido que obliga a cambiar el ángulo de la audición.
Para los que querían que todo permaneciera inamovible, la explosiva aparición del punk rock fue nada más que un artilugio de las discográficas que, recurriendo a una música realizada por los "Who" quince años atrás, le estaban vendiendo al mundo, gato por liebre. En realidad, se trató de un potente movimiento con base social y ramificaciones en el campo del diseño y la literatura. Musicalmente eran una vuelta a las fuentes pero con toda la carga de 20 años que no habían transcurrido en vano. En 1977, los "Sex Pistols" eran una banda salvaje con una manera de vocalizar nunca antes oída y una batería que nunca había sido tocada en el rock, a tanta velocidad. Eran nuevos.
Con el uso y la exposición, lo moderno envejece y cede su lugar ante el advenimiento de una nueva modernidad. La llegada de "la otra novedad" se produce por la variación de un estilo anterior o por la confluencia de dos o más cosas viejas, en un movimiento permanente, inagotable.
Si se presta atención al fraseo de acompañamiento instrumental del "cielito", su descendencia del vals europeo suena como bastante evidente. El chamamé del norte argentino es una deformación que la polca sufrió al ingresar en territorio americano, y el tango a su vez vino al mundo parido por un cóctel infernal de influencias. De igual forma, el jazz afloró del encuentro entre los cantos y ritmos de la cultura negra con las armonías de la música "culta" europea, y el rock and roll nació del cruce del country and western y el rhythm and blues.
No es diferente ahora. El denominado movimiento "grunge" (Nirvana, Stone Temple Pilot, Soundgarden, Mudhoney) es hijo de corrientes musicales que circulaban durante los años ochenta como el dark de Bauhaus y Joy División, el noise de Sonic Youth, la nueva psicodelia de Jesús and Mary Chain, y el pop refinado de los Pixies y REM. Igual con la posterior movida "trip hop" y la actual vanguardia "electrónica", cuyos perfiles estilísticos (tan amplios que la palabra "perfil" podría no definir exactamente la variedad de propuestas) se construyeron desde el aporte de un sinnúmero de corrientes.
SIGNOS
Esta marcha permanente es a veces impetuosa, a veces lenta. En Uruguay por ejemplo, germinaron muy pocas formas (serranera y media serranera) y estilos (candombe-beat) durante el siglo veinte, mientras que en otros países la dinámica fue y sigue siendo mayor.
Una primera explicación para el vértigo innovador de algunas culturas como la anglosajona, puede hallarse en el lugar hegemónico desde el que las mismas se edifican. Allí, la renovación técnica, el avance científico y las mejoras en el aspecto social, impulsan una vida artística con igual movimiento. El elevado estándar de vida y el mayor tiempo de ocio disponible podrían ser otras razones.
Algunos hasta creen que este ritmo acelerado de cambios es uno de los sutiles brazos ejecutores de la política de dominio de éstos países, que de esta forma imponen la idea de progreso y logran un consenso planetario en cuanto a su predominancia, también en el campo cultural.
Más ingenuamente, muchos explican el fenómeno como un indicador del rumbo alocado y deshumanizado hacia un progreso que no es tal, o subrayan que apenas se trata de vender más discos, creando cada día un nuevo estilo para mantener el interés del público.
Pocos hacen hincapié en la existencia de un gran número de individuos interesados en ampliar el espectro de lo conocido, en buscar la cosa nueva, en apurar un futuro que se sabe, de cualquier manera va a venir pero que acaso, sería muy otro sin esta vocación por ir a su encuentro.
Leonardo Scampini
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