trazos y trazas
Guayasamín
La inmensa fuerza telúrica de la obra de Oswaldo Guayasamín da la impresión de que el artista ha venido a traer al mundo el testimonio reflejado en pintura de la tierra de sus antepasados y del hombre americano. El amor y la fe salvan al hombre de Guayasamín. Desde sus inicios, sus obras muestran personajes aislados o grupos del ambiente social al que el artista pertenece. Frecuentemente aparece su rostro junto con amigos de estudio. Este arte, en su primer estado ya constituye un fuerte eco de las evocaciones que pintores mexicanos han impuesto desde algunas décadas en contraposición al arte moderno universal. Cuando siente (ya en el comienzo, desde 1942-1943, a consecuencia de los acontecimientos que transtornan la vida de su país: levantamientos, violencias, asesinatos) la tentación de recurrir a los medios expresionistas para captar y condenar estos hechos, se aleja de su camino inicial y recurre a medios quizás más directos: la exageración, la expresión de las formas, la pulverización y la fragmentación del colorido. Así construirá su propio sistema de deformación, de una fuerza desconocida y de un estilo absolutamente original.
Viaja incansablemente por los países de América del Sur encontrando inspiración para un centenar de obras que denominará "Huacayñán" o "Camino de las lágrimas", primero de sus grandes ciclos de obras en las que se inspirará en la vida de los indios campesinos, los mestizos de los pueblos, los negros de la selva, esforzándose siempre para ir de lo específico a lo general. Imagina las figuras en un espacio de telas, lonas, o en un entorno vegetal o mineral. Así, la silueta humana se une con el paisaje, los cuerpos se simplifican en las formas de los ponchos que llevan, las caras se estiran por las vestimentas que las rodean. Guayasamín da una interpretación renovada y sorprendentemente actual de los temas religiosos tradicionales, en los que encuentra el equivalente en la vida actual.
Cuando el artista se ocupa del paisaje de ciudad , éste se despliega con acentos fuertes. Las calles se tornan una red de venas coloreadas, procedimiento especialmente notorio en otro de sus ciclos "La edad de la ira". Se suceden otros ciclos: "Mujeres llorando", serie de siluetas altas, enlutadas, rostros angulosos, las manos dobladas. Frecuentemente las manos parecen estar solas, llenando toda la composición, siendo un elemento activo. Entonces, crispadas alrededor de la cara, la amplían y aumentan su dolor.
Crecen nuevas series cuyos títulos parecen letanías: manos del miedo, del terror, manos insaciables, manos gritando. Retratos de seres queridos y personajes históricos en los cuales los rostros, en ángulos alargados, dan al cuadro un valor simbólico.
A veces sus temas exigen una representación del cuerpo humano entero, desposeído de toda vestimenta, de toda carne. Estas formas, reducidas a su propia expresión, pierden su apariencia reconocible ya que se vuelven signos casi abstractos, diseñando en misteriosos jeroglíficos corporales el lenguaje de la espera, la angustia, el dolor.
De todos esos cuerpos sometidos a tensiones y torturas, a situaciones que no creemos que podrían soportar, nace una nueva humanidad más real y palpable.
Jacques Lassaigne
FUENTE "Guayasamín. El pintor ecuatoriano que denuncia con su obra la opresión y la injusticia humana" Ediciones Nauta, Barcelona, España, 1977
CRONOLOGÍA
Oswaldo Guayasamín nace en Quito el 6 de julio de 1919, de padre indio y madre mestiza, siendo el primero de los diez hijos de una familia que vivía en condiciones de extrama pobreza.
En 1932 entra en la Escuela de Bellas Artes de Quito. Es la época de "la guerra de cuatro días", un violento levantamiento obrero. Un amigo, Majarrés, muere en una manifestación. Guayasamín es expulsado de la escuela la que retomará posteriormente, obteniendo su diploma de pintor y escultor en 1941.
Su primera exposición en Quito un año más tarde produce gran escándalo y es considerada un enfrentamiento con la exposición oficial de la Escuela de Bellas Artes, en cambio otra exposición en Guayaquil es un éxito y le es concedido el premio "Mariano Aguilera".
Viaja invitado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, desde allí se traslada a México y trabaja junto a Orozco. Entabla amistad con Pablo Neruda.
Acompañado por dos amigos se propone recorrer los países de América del Sur, Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay y Brasil. Realiza numerosos croquis analizando las condiciones de vida de la sociedad, en particular el drama de los indios, de los negros, de los pobres. Así nace una serie de cuadros que bautizaría con el nombre quechua "Huacayñán", que significa "el camino de las lágrimas". Su obra refleja compasión hacia los oprimidos y en sus más horribles descripciones se desprende un sentimiento casi religioso de los valores humanos. A partir de este momento se suceden realizaciones de gran formato para distintas instituciones americanas, participación en bienales, es nombrado presidente de la Casa de la Cultura de Ecuador, y un reconocimiento siempre creciente a través de exposiciones, premios y condecoraciones oficiales como doctorados Honoris Causa en universidades de diversos países europeos y americanos. Murió el 10 de marzo de 1999, a los 79 años.
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