dicciones

LOS ADJETIVOS PERSONALES

Héctor Balsas

Entre los adjetivos se encuentra un grupo que Lenz (1) rotula "nominales". Lo forman palabras que derivan de nombres propios, ya geográficos, ya de persona. En el primer caso se originan los gentilicios o nacionales. En el segundo, los adjetivos no tienen nombre particular y habrá que llamarlos "adjetivos derivados de nombres propios de persona" si no se quiere usar la palabra "personales" Por lo dicho, "uruguayo" y "brasileño" son gentilicios o nacionales; "volteriano" y "mozartiano" pertenecen al otro grupo, porque salen de Voltaire y Mozart.

En este artículo se hablará de los segundos.

Teniendo en cuenta los dos ejemplos propuestos ("volteriano" y "mozartiano"), se nota que la derivación se hace partiendo de apellidos, los cuales, conviene señalar, son tan nombres propios como los de pila. La mayoría de estos adjetivos personales procede de apellidos y, a pesar de que existen miles y miles de estos últimos, la cantidad de dichos adjetivos es reducida, ya que únicamente se produce derivación cuando el nombre propio pertenece a un personaje de importancia en algún terreno de la actividad humana o cuando, por razones humorísticas, se quiere destacar a alguien que no es importante, pero que, precisamente por las razones antedichas, es elevado de jerarquía en determinado momento.

Si se buscan campos donde el hombre y la mujer se desempeñan, se hallan la literatura, el arte, la religión, la filosofía, la política, la música, la ciencia, como los más fecundos en estas creaciones de vocablos. La literatura proporciona "huguesco" y "cervantino"; el arte "goyesco" y "rafaeliano"; la filosofía, "orteguiano" y "cartesiano"; la música, "beethoveniano" y "chopiniano"; la religión, "cristianismo" y "mahometano", la política, "batllista" y "herrerista".(2)

Estas palabras tienen vida más activa en lo escrito que en lo oral. Si se excluyen los adjetivos nacidos por razones políticas, los demás casi nunca están en boca de la gente común. Tratándose de publicaciones, se encuentran en libros de difusión limitada, como que son para especialistas y estudiantes; en artículos de crítica literaria, musical, artística; en escritos accesibles a hablantes de buen nivel cultural. Véase, pues, que hay gran mayoría cuyo origen y empleo son cultos.

HUNDIDOS EN LA MEMORIA

A veces el adjetivo personal no despierta el recuerdo de la palabra que lo creó. Cuando se dice "dantesco" o "platónico", se suele olvidar que Dante y Platón están detrás de estos términos. El olvido se debe a que dichas palabras se enriquecieron con nuevas acepciones y pasaron al habla de todos o, por lo menos, a un habla más general. Al decir "espectáculo dantesco", lugar común sumamente arraigado, el adjetivo no posee su primer siginificado, que es "propio y caracterísitco de Dante", sino uno nuevo: "que causa horror". Lo mismo sucede cuando se habla de un "amor platónico". Aquí el adjetivo personal deja a un lado el recuerdo de Platón y pasa a significar, como lo establece la Academia en el DRAE, "desinteresado, honesto".

Otras veces ocurre que de un mismo nombre propio derivan dos o tres adjetivos. Está el caso de Cervantes, que origina "cervantino", "cervantesco" y "cervántico", dicciones que tienen el mismo significado. La Academia registra las tres y remite a "cervantino". Pero en el caso de "cesáreo", "cesarino" y "cesariano" no pasó lo mismo.

La primera voz tiene un significado que no puede considerarse sinónimo de las otras dos, ellas sí sinónimas. Si, por ejemplo, hay que referirse a los escritos de Julio César, se dirá "escritos cesarinos o cesarianos", pero nunca "escritos cesáreos". Esta palabra, "cesáreo", también puede ser incluida entre las del párrafo anterior por las mismas razones allí expuestas. La expresión "operación cesárea" la contiene y, cuando se emplea, a nadie le pasa por la mente pensar en Julio César, porque se perdió la conciencia de que el nombre "César" está en la base del vocablo.

ESCRITURA Y PRONUNCIACION

Estos adjetivos presentan problemas de prosodia y ortografía. Muchos de ellos se forman con apellidos extranjeros a los que se les agrega un sufijo del español. Queda, pues, una derivación muy particular, como en el caso de "shakespearino", la cual plantea esta interrogación: ¿cómo se debe leer? Por lo general quien pronuncia la palabra mantiene la prosodia original del apellido, por estar familiarizado con el idioma del cual proviene, y dice, aproximadamente, "cheikspirino"; pero habrá otros que, por no saber o por preferir una pronunciación a la española (muy admisible, sin duda), dirán "saquespearino". De aquí surge otra pregunta: ¿Cómo se debe o conviene escribir? ¿Shakespearino, saquespearino o cheikspirino? ¿Taineano o teniano (de Hipólito Taine)? ¿Beethoveniano o betoveniano? Es indudable que hay una dificultad de resolución no muy sencilla. (3)

Sin embargo, hay ocasiones en que es posible obtener una palabra agradable para los ojos y oídos acostumbrados al español, como en el caso del derivado de Voltaire, que es "volteriano", adjetivo así registrado por la Academia. Quizá en esta oportunidad influyeron la pronunciación del nombre Voltaire (=Volter) y su brevedad. Ambas recuerdan las de palabras españolas muy corrientes como "comer", "cantar", "calor", "volver", todas bisílabas y agudas.

Es posible dar una indicación sobre la escritura de estos adjetivos. Es la siguiente: si el nombre propio del que proceden presenta, por la pronunciación, similitud con formas castellanas o no causa desagrado, se puede crear el derivado adaptándolo a la fonética y la ortografía españolas. Por eso, parecen bien estos adjetivos: "rosiniano" (de Rossini), "chaplinesco" (de Chaplin), "rusoniano" (de Rousseau), "chejoviano" (de Chejov), "mozartiano" (de Mozart). (4) En cambio, se advierte en seguida que hay dificultades más que medianas para la adaptación de Shakespeare, Shelley, Twain, Shaw, Maugham...Esta recomendación no es regla impuesta, ni pretende llegar a tal, pero puede convertirse en buena ayuda.

Sucede también que la amplia libertad que hay para la formación de estos adjetivos lleve a la creación de palabras desagradables o que sean verdaderos trabalenguas. En casos así es preferible evitar la derivación y emplear frases adjetivas equivalentes. "Poeano" y "poieano" (de Poe) son adjetivos con formas sonoras ingratas de realizar por la existencia de hiato alargado; asimismo, "nuñezarciano", "ecaqueirozano" y "garciamarquino" son voces que rozan lo antiestético, como son risibles "nerviano" (de Amado Nervo) y "marmolino" (de José Mármol.)

Estas nuevas apreciaciones permiten otra sugerencia: si el nombre propio del cual deriva el adjetivo nominal es capaz de producir confusiones o formas poco agradables tanto con la grafía original como con la adaptada, no se realizará la derivación y se emplearán frases adjetivas equivalentes.

EL REGISTRO ACADEMICO

La Academia registra pocos adjetivos personales. Solamente toma los que pertenecen a personajes de trascendental importancia en la vida de la humanidad. En una búsqueda rápida, se encuentran en las columnas del DRAE estos vocablos: aristotélico, aristofánico, budista, búdico, cristiano, calvinista, cartesiano, goyesco, mahometano, dantesco, luterano, pitagórico, quevedesco, platónico, cervantino, kantiano, tomista, hegeliano. La explicación de esta última palabra en el diccionario (ya no el DRAE de 2001, vaya a saberse por qué) iba seguida de indicaciones sobre su pronunciación, la cual difiere de la que se desprende de la escritura. No se pronuncia "ejeliano", sino "jegueliano".

Héctor Balsas

REFERENCIAS

1) Rodolfo LENZ. "La oración y sus partes". (Madrid. 1935. 3º edición.)
2) Algunas aplicaciones: (a) "...y las aleluyas jocosas de Núñez de Chaca, y el poemita campoamoriano de los Villedo..." ("La sombra de Peter Wald", de Alberto Insúa.)
b) "Estuve nuevamente en el bello país, y de allí traje, con las saudades y los encantos de siempre, mi buena pila de papeles. Entre ellos, varios volúmenes ecaqueirozianos, que ahora, en estas horas de repaso de emociones antiguas, se han vuelto a imponer a mi admiración y a mi gusto". ("Repaso de Eca de Queiroz", de Francisco Luis BERNARDEZ, en "La Nación" de Bs.As. (1-VII-60.)
c) "Nada se parecía en esto al gran Camilo, a Castelo Branco, el romancista que tanto admiraba Unamuno y a quien tan fervoroso culto siguen rindiendo en Portugal unas sociedades camilianas (así suelen, más o menos, denominarse) que, por su encendido amor, más parecen capillas religiosas que capillas literarias". (Idem. )
d) "Conocida es en este particular la homérica faena rubeniana". (Ibídem.)
e) Una vieja celestinesca, serenamente única, vestal de la indiferencia..." ("Octubre, octubre", de José Luis Sampedro.)
f) "Un hermoso y ambiguo galán, como el David miguelangelesco". (Idem.)
3) Obsérvese: "El soplo trágico de la obra sespiriana se infunde en nuestro espíritu, concentra las energías y las dispone a la acción" ("Don Quijote, don Juan y la Celestina", de Ramiro de Maeztu.)
4) Extractado de un juicio teatral: "...parece un intento de sátira costumbrista con tono molieresco y goldoniano inclinado hacia la farsa".


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