Serie: Tributos: Arturo Ardao

DE PIE SOBRE HOMBROS DE GIGANTES

Julio Fernández Techera

Se atribuye a San Bernardo de Claraval la famosa expresión: "Somos enanos de pie sobre hombros de gigantes. Somos capaces de ver más lejos, pero es gracias a quienes nos precedieron y sostienen". En algún momento hemos escuchado dicha frase con relación a la labor inmensa del Dr. Arturo Ardao, sobre todo en el campo de la historia de las ideas, en el Uruguay y en América.

Con todo, cabría preguntarse si los historiadores uruguayos posteriores han estado y están de pie sobre sus hombros o a horcajadas del Dr. Ardao. La diferencia no es menor, porque quien se sube a horcajadas de otro, aunque se trate de un gigante, es sostenido por este; ve más que cuando estaba en el suelo, pero no más que quien lo sostiene, pues las cabezas como mucho quedan una junto a la otra. Sin embargo, quien se sube sobre los hombros de un gigante, por pequeño de estatura que sea verá siempre más lejos, verá más.

UNA PRIMERA característica de la obra de Arturo Ardao fue su novedad en el panorama historiográfico uruguayo. A lo largo de sus principales obras Ardao reconstruyó la evolución ideológica y filosófica del Uruguay, desde la colonia hasta las primeras décadas del siglo XX. Su trabajo paciente en la prensa y publicaciones del país le permitió formular una primera historia de las ideas que superaba el esbozo y se transformaba en una presentación e interpretación sólida de esa evolución, que abarcó casi todas las manifestaciones ideológicas que se hicieron presentes en el Uruguay en formación. Algunas de sus obras fundamentales son el fruto de sus cursos en la Facultad de Humanidades y Ciencias, dictados al promediar el siglo XX, lo que muestra a un docente esforzado, brillante y preocupado por abrir a sus alumnos una visión nueva de la historia del país, no centrada en la evolución política, aunque en estrecho vínculo con ella. Fueron aportes fundamentales para conocer el pasado del Uruguay y sus características ideológicas y religiosas, para ver cómo las diversas corrientes de pensamiento europeo y americano que arribaron a nuestro puerto, influyeron en la formación de la intelectualidad oriental y en los diversos actores y grupos políticos.

UNA SEGUNDA característica de su obra fue el rápido y extenso magisterio que ejerció más allá de las aulas de la universidad, sobre todo por medio del semanario Marcha. A diferencia de otros historiadores o catedráticos nacionales, Arturo Ardao supo difundir sus aportes a través de artículos en la prensa que alcanzaron a capas de la sociedad que tenían poco o nulo contacto con el mundo universitario. Ello generó que algunas de sus interpretaciones o aportes se transformaran en conocimiento adquirido en niveles de cultura media, algo que quizás se aprecia más cuando uno viaja al exterior y se da cuenta de cuán infrecuente es que las personas no especializadas en historia de las ideas tengan un conocimiento de la evolución ideológica de su propio país como el que hay en el nuestro.

UNA OBRA CONGELADA

Estas dos características que hemos señalado han tenido, sin embargo, algunas consecuencias no queridas y no forzosas, pero que han acontecido. La alta calidad de las obras fundamentales del Dr. Ardao, su solidez en el uso de fuentes y la sensatez y cuidado que ponía en sus interpretaciones, de alguna manera -en absoluto atribuible a él- hicieron que su obra se congelara. De ser un brillante punto de partida en la historia de las ideas en el Uruguay, se transformó en punto de llegada. Sus datos y opiniones se transformaron muchas veces en "cosa juzgada" y definitiva.

Para los que vinieron tras Ardao, resultó en ocasiones más cómodo subirse a horcajadas que trepar hasta sus hombros e intentar mantener el equilibrio para poder mirar más allá. Parecía más seguro ir, como decimos en Uruguay, a babucha. Una actitud intelectual y vital muy común en nuestro país, que evita los riesgos de lo nuevo, de lo no consagrado, de lo que puede contradecir a los gigantes.

Antes de ejemplificar lo que creemos que ha sido el congelamiento de la obra de Ardao, queremos señalar dos honrosas excepciones, de distintas épocas, que aunque no hayan sido las únicas se destacan por la calidad de sus obras publicadas. En primer lugar la espléndida tesis de licenciatura de Blanca París de Oddone, dirigida por el mismo Dr. Ardao: La Universidad de Montevideo en la formación de nuestra conciencia liberal, publicada en 1958. En esa tesis la Prof. París revisa, profundiza y completa los trabajos sobre la fundación de la Universidad escritos por Ardao; una investigación que continuó más tarde junto al Prof. Juan Oddone en sus obras acerca de la historia de la Universidad de la República hasta 1958 . Muchos años después se conoció la tesis doctoral de la Dra. Susana Monreal, quien, a partir del estudio de Ardao sobre los aspectos filosóficos del pensamiento de José Batlle y Ordóñez, analiza la presencia e influjo del krausismo alemán en la configuración del Estado uruguayo .

Quizás las dos obras más importantes de Arturo Ardao sean Espiritualismo y positivismo en el Uruguay y Racionalismo y liberalismo en el Uruguay. Ambos trabajos se basan también en cursos que impartió en la Facultad de Humanidades y Ciencias; el primero en 1949 y el segundo en los años 1950 y 1951. Aunque son estudios que se solapan ideológica y cronológicamente, parece más adecuado comenzar la lectura por Racionalismo y liberalismo, sobre todo porque el tratamiento de los influjos del racionalismo en el acontecer político y religioso del país está referido a hechos anteriores a los estudiados en Espiritualismo y positivismo. Ambas obras son fundamentales para el conocimiento de diversos aspectos de la historia uruguaya: la evolución de la Iglesia católica, los comienzos de la masonería, el influjo del pensamiento europeo, el proceso de secularización, el pensamiento protestante uruguayo, la orientación educativa, los cambios en la Universidad de la República, el pensamiento político, el rol del Estado, etc. Aunque se trata de obras amplias y complexivas de la evolución del pensamiento en Uruguay, el tratamiento de cada uno de sus elementos no puede considerarse acabado. Se trata de brillantes síntesis a partir de investigaciones sólidas, pero no exhaustivas, entre otros motivos porque muchos de los elementos que integraban esas síntesis, estrechamente vinculados a la historia de las ideas y las instituciones en Europa y en otros países americanos, aún no habían sido estudiados a fondo.

LA HISTORIA FACTICA

La limitación más significativa de las obras de Ardao es el uso, no siempre feliz, de métodos propios de la historia de las ideas en la historia fáctica. Es el caso de las síntesis de la historia de la Iglesia y de la masonería, presentadas en Racionalismo y liberalismo. La obra, original, sugerente y rica en vinculaciones entre diversos campos y entre la evolución nacional, la latinoamericana y la europea, une esos dos tipos de historia. Aunque ambas estudian una misma sociedad, donde hechos e ideas se dan conjuntamente y se condicionan mutuamente, desde el punto de vista metodológico son distintas, y conclusiones válidas para un tipo de historia, no lo son para el otro.

En el caso de la obra de Ardao, su manera de abordar la historia fáctica se ve demasiado influida por la metodología de la historia de las ideas, un área que maneja con maestría e indudable solidez. Las fuentes para su historia de la Iglesia y la masonería son fundamentalmente bibliográficas, y de escaso o mediano valor académico. Sus propias investigaciones se circunscriben a la prensa y a las publicaciones de la época. Estas últimas son la base de la investigación en historia de las ideas, pero cuando se utilizan en historia de los acontecimientos tienen que ser contrastadas con los datos que brindan otras fuentes, para poder valorar la información. Eso, por momentos, falla en la obra de Ardao, entre otras razones porque algunos repositorios documentales muy importantes no estaban a su alcance en 1950.

Una segunda interferencia entre ambos tipos de historia se produce con el manejo de los conceptos que describen un tipo de ideología, un grupo social o ideológico, o una determinada situación histórica. En historia de las ideas se pueden utilizar con mucha libertad los términos que brindan las fuentes de la investigación; basta con definir cómo los entendía el autor estudiado y aclarar que se utilizarán en ese sentido. El problema surge cuando se aplican esos conceptos al estudio de los agentes y hechos históricos, porque entonces se pueden trasladar construcciones imaginarias y teóricas de los escritores o agentes ideológicos de una época a la realidad histórica estudiada, deformándola y volviendo oscura su comprensión. En el caso de la síntesis histórica de la Iglesia y de la masonería en Uruguay, y de los debates que se suscitaron en el seno de ambas instituciones, la interpretación de Ardao no calza bien con la base factual.

EL NUCLEO

El núcleo de la interpretación de Arturo Ardao está en una cita que se ha hecho célebre en la historiografía posterior y que podemos encontrar incluso en carteles del Museo Romántico de Montevideo. Al estudiar el desarrollo del racionalismo filosófico-religioso en el Uruguay, señala tres etapas: catolicismo masón, entre 1850 y 1865; racionalismo en sentido estricto, entre 1865 y 1880: liberalismo, entre 1880 y 1925"; en cada una de esas etapas hay una "cuestión religiosa" específica. Masones y jesuitas se enfrentan en la primera, todavía dentro del catolicismo; racionalistas y católicos se enfrentan en la segunda, la etapa capital de todo el proceso, cuando se hace explícita y formal la crisis de la fe; liberales y clericales se enfrentan en la tercera, desplazada la lucha al terreno político-institucional .

El problema de la síntesis de Ardao y de conceptos tan problemáticos y discutibles como "catolicismo masón", o el enfrentamiento entre "masones y jesuitas" en el interior de la Iglesia, ha sido que los historiadores posteriores los tomaron como interpretaciones acabadas y no como hipótesis de trabajo formuladas en la primera aproximación que se hizo en nuestro medio a ese tipo de temáticas. Aunque historiadores sólidos como París, Oddone, Lisiero, Caetano y Geymonat han aportado amplias y hondas investigaciones a los distintos aspectos tratados en Racionalismo y liberalismo, también es cierto que han ajustado sus nuevas informaciones a la interpretación previa, que básicamente ha seguido inalterada.

Lo mismo podemos afirmar de otros autores que, perteneciendo a diversas filiaciones religiosas o ideológicas, han citado acríticamente a Ardao; es el caso de Methol Ferré, Santa Ana, Fernández Cabrelli, Arteaga, González Pizarro, etc. Sin embargo, la interpretación de Arturo Ardao, cincuenta años después de ser formulada, tiene que ser revisada completamente. En primer lugar, el uso de expresiones como "ultramontanismo", "jesuitismo"o "catolicismo liberal", es ambiguo y en muchos casos inexacto. Aunque eran utilizados por los contendientes de la época, en general por los adversarios, eso no quiere decir que estuviesen correctamente empleados y respondieran a la realidad.

Un fenómeno como el "mito jesuita", estudiado a fondo por historiadores europeos en las últimas décadas, arroja mucha luz sobre lo que Ardao llama "partido jesuítico", que en gran medida era una construcción imaginaria de grupos formados en el antijesuitismo francés, poco vinculada a la presencia concreta de un puñado de jesuitas en Montevideo. El conocimiento de la acción y el pensamiento de los jesuitas que vivieron en el Uruguay es fundamental para valorar esa presencia, pero Ardao no tuvo acceso a los archivos de la Compañía de Jesús, ni de la curia arzobispal y sólo manejó bibliografía antigua sobre el tema. Algo parecido se podría decir acerca de la masonería, aunque en el estudio de la historia de dicha institución en el Uruguay poco se ha avanzado científicamente y se sigue trabajando con datos fragmentarios y muchas veces no comprobados.

Es el caso de la pertenencia a la masonería del ministro Antonio Díaz, "responsable" de la expulsión de los jesuitas en 1859, o de una serie de sacerdotes considerados por la historiografía como pertenecientes a la orden fraternal, sin que hasta la fecha se haya presentado prueba documental alguna que lo corrobore. La existencia de una genuina corriente católico-masona en la Iglesia uruguaya sigue sin poder probarse fehacientemente; entre otras cosas, porque las fuentes de Ardao son exclusivamente periodísticas y etsas deben ser tamizadas, teniendo en cuenta las intencionalidades y retórica propias de la época, así como contrastarlas con otras fuentes que las validen, como serían documentos privados de los supuestos representantes de dicha corriente, que mostraran sus convicciones católicas reales, así como su grado de ilustración masónica.

VIAS ABIERTAS

No solo se trata de revisar interpretaciones, sino también de tomar una gran variedad de temas tratados con mayor o menor extensión en las obras de Ardao, a veces apenas esbozados, pero presentes, y dedicarles investigaciones sesudas y extensas. Solo considerando su obra sobre Espiritualismo y positivismo, se podrían abordar temas ideológico-políticos como el de la educación primaria y universitaria, estudiando a distintos actores como el olvidado Jacobo Varela, José Pedro Ramírez, o el masón y espiritualista Justino Jiménez de Aréchaga.

Se podría también profundizar en la ideología política católica de personajes como Mariano Soler, Francisco Bauzá, Carlos Berro, Santiago Estrázulas y otros que probablemente hayan sido muy influidos por el liberalismo católico belga y francés. Habiendo pasado medio siglo desde la confección de una síntesis de la evolución ideológica del Uruguay decimonónico, sería importante animarse a hacer nuevos compendios que sean algo más que una repetición acomodada de los planteamientos del Dr. Ardao.

Más aun, habría que seguir su estela, intentando continuar sus estudios a lo largo del siglo XX. Habría que hacer más ejercicios de historia comparada con Europa y los países americanos para contextualizar la historia uruguaya mejor y dejar de ver singularidades donde muchas veces no las hay. Hay que tomarse el trabajo de trepar hasta los hombros de Arturo Ardao, y aun corriendo el riesgo de caerse, ponerse de pie y mirar más lejos.

P. J, S.I.

Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Universidad Complutense.

Licenciado en Ciencias Históricas. Universidad de la República.

Licenciado en Teología. Universidad Pontificia Comillas.

 

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