Serie: Freudiana (LXXV)

LOS ASPECTOS PSICODINAMICOS

CONDUCTAS CORRUPTAS

Danilo Rolando

En el uso común el término corrupción se asocia con delito, transgresión, perversión, política, violencia... Una definición más precisa es la propuesta por la organización no gubernamental de lucha contra la corrupción Transparency International: "abuso del poder en beneficio privado". Ella destaca que la corrupción es una patología social, del poder, que no podemos reducir a patologías psiquiátricas.

No obstante,en él podemos decir que todo ser humano está expuesto a la corrupción, dado que, al menos en forma inconciente, anida como una tentación que responde al deseo narcisista de disponer de todo o de todos, para la satisfacción de sí mismo.

Frente a ello se levanta la ética creada por la cultura, que pretende defender los intereses generales del grupo frente al egoísmo individual. Pero esa ética puede entrar en colisión consigo misma, cuando pasa a defender los intereses particulares de determinados sectores de la sociedad. (11)

Lo que antecede permite entender que la corrupción haya existido en todos los tiempos y lugares, en todos los sistemas socio-económico-culturales, aunque de modo más notorio en los períodos de crisis sociales.

En la actualidad son apreciables ciertas modificaciones culturales que crean condiciones proclives al desarrollo de fenómenos sociales de corrupción, que provocan sufrimientos a las personas, constituyéndose por tanto en motivo de preocupación para quienes nos desempeñamos en el terreno de la salud mental. Esto nos obliga a desarrollar una comprensión más cabal de los fenómenos mentales, que integre el enfoque sociogenético al estudio de los factores biológicos y psicológicos.

Esa es la idea que nos guía en este intento de articulación de fenómenos sociales y psicológicos, que realizaremos reconociendo las inevitables limitaciones en que incurrimos cuando ingresamos en un campo de investigación tan complejo, en el cual nuestros aportes serán necesariamente parciales, que más que nada consistirán en interrogantes y, en el mejor de los casos, en interpretaciones y formulaciones de hipótesis.

En este artículo nos proponemos aportar un enfoque psicodinámico que atienda los factores sociales y grupales, así como los de orden individual (derivados de las características de personalidad), que inciden en el desarrollo de conductas de corrupción.

Factores grupales y socioculturales.

La corrupción es un fenómeno social que se da en agrupaciones humanas en crisis, en las que se produce un abandono altamente generalizado de las normas e ideales que regulaban hasta entonces las conductas. Hay una pérdida de la cohesión social. Durkheim utilizó el término anomia para caracterizar estas situaciones sociales. El concepto fue reformulado posteriormente por Merton (4) y ha sido desarrollado en nuestro medio por el profesor Daniel Murguía. (7)

Para Merton la realidad social comprende estructuras culturales y sociales. Las primeras corresponden a "la serie organizada de valores normativos que ordenan las conductas que son comunes a los miembros de una sociedad o grupo". La segunda indica " las normas institucionales que definen y regulan el modo aceptable de alcanzar aquellos objetivos." De modo que en una sociedad hay una relación entre las metas culturales que ofrece a sus individuos y los medios institucionalizados convencionales, o sea los permitidos, para alcanzarlas.

Una sociedad en la que pierden jerarquía los valores-metas, y en la que hay dificultad creciente para su obtención por medios convencionales legítimos, cae en situación de anomia. Estas situaciones pueden desencadenarse según dos tipos de mecanismos: anomias de privación, que se desarrollan en aquellas sociedades edonde se produce una dificultad progresiva para el logro de fines, y anomias de "éxito o de prosperidad", que devienen en un contexto social en el cual todo resulta fácil de alcanzar o resolver.

En las sociedades que sufren anomia de privación, las tensiones anímicas se experimentan en todos los sectores sociales y los individuos, agobiados por ellas, dejan de esforzarse para obtener éxitos por medios institucionalizados, y derivan hacia procedimientos no convencionales ni legítimos.

En las sociedades con anomia de prosperidad, las metas y expectativas son tan altas que no permiten a los individuos estar satisfechos con lo logrado, a sus integrantes siempre se les exige yellos a su vez se exigen más.

Por otra parte, alcanzar con facilidad metas que en principio parecen casi imposibles deriva hacia un sentimiento de omnipotencia, que lleva a considerar que todo puede lograrse y a ignorar normas que regulan las motivaciones y los deseos.

Vemos entonces que por ambos caminos se llega a situaciones semejantes, en el sentido de pérdida de la cohesión social, aliada al incremento de conductas desviadas en relación con la laxitud de los principios rectores vigentes y con mayor aceptación de "esquemas genéricos" inapropiados e ilegítimos.

Un aspecto a señalar es la generalización que se produce, en estas situaciones, en lo que respecta al incremento de medios ilegítimos de consecución de logros.

En efecto, las conductas "exitosas" de ciertos sectores de la sociedad conducen a socavar la legitimidad de los medios convencionales, llevando a que las personas que resisten las presiones "anómicas" cedan, situación que favorece el desarrollo de un proceso dinámico sociocultural, que conduce al empeoramiento progresivo de la estructura normativa.

La desviación de la norma es cada vez más frecuente en todas las clases sociales, y muchas veces es coronada por el "éxito." La sociedad "anómica", en vez de castigar con la censura moral a los transgresores, los admira y premia por su "éxito." Tienden entonces a generalizarse los medios ilegítimos de logros de metas que a su vez devienen "norma".

La sociedad y los individuos se "psicopatizan." Tienden a surgir conductas psicopáticas elaboradoras de respuestas que, si bien apuntan a las mismas metas estimadas y aceptadas por el grupo, recurren para su logro a medios ilegítimos y proscriptos.

Se producen así situaciones sociales en las que se exalta el individualismo narcisista a un nivel casi adaptativo: el interés personal, el afán de poder, el éxito material desmedido, en perjuicio de otros valores. La pertenencia al colectivo aparece definida más por el éxito personal que por la participación y la contribución a la sociedad.

Se constituye una "cultura del narcisismo", un retorno al principio del placer, con una flexibilización del super-yo que lleva a que los individuos busquen satisfacciones narcicistas por cualquier medio.

Esto tiene implicancias sobre la ética y la moral. Se tiende a pasar de una moral social regida por el bien común a una gobernada por el beneficio personal, que deriva fácilmente en corrupción. Esto puede observarse a todo nivel: en los dirigentes sociales, políticos, intelectuales y en el ciudadano común, impulsados por intereses, deseos de poder y ascenso social, que frecuentemente se deslizan hacia la corrupción, en todas sus formas conocidas.

Pasa a reinar la ley del "más vivo", del "todo vale", es decir un funcionamiento social perverso, transgresor. El Gobierno mismo puede dejar de ser el representante de la ley, si permite o tolera la impunidad y la corrupción.

El psicoanalista italiano Ricardo Romano, seguidor de Bion (citado por Alberto Péndola), (8) ha postulado un nuevo supuesto básico apreciable en el funcionamiento de los grupos- a los que ha designado con la palabra omertá, que consiste en la ley del silencio de la mafia siciliana.

Romano sostiene que cuando un grupo funciona bajo este supuesto básico es porque hay que mantener un secreto, siempre inseguro, siempre vago, que en una suerte de retorno de lo reprimido amenaza con emerger.

En los grupos sociales los pactos pueden ser intencionales y deliberados, pero también puede funcionar una suerte de clivaje que los mantiene en forma inconciente; el secreto queda escindido de la conciencia colectiva y su manifestación está no solo en el silencio, sino también en el no decir, no censurar, no relatar, no denunciar o no testimoniar.

Este supuesto básico infiltra las relaciones entre los conductores y el grupo. Se aplica a las conductas agresivas y transgresoras de un individuo o un grupo, demandando complicidad, porque ella es ley en un grupo donde prevalece el supuesto básico de la omertá.

A juicio del autor citado interviene también, coadyuvando al mantenimiento del grupo en este supuesto básico, la pulsión de dominio, que según Laplanche es una pulsión no sexual, que solo secundariamente se une a la sexualidad y cuyo fin consiste en dominar al objeto.

Si fallan las instituciones sociales representantes de la ley, y se promueve impunidad y sujeción al poder económico, se propende a generar un funcionamiento psíquico en el cual el superyó y el ideal del yo son desplazados por el yo ideal narcisista y omnipotente. Esto es particularmente fuerte en quienes detentan el poder, que se instalan en la omnipotencia del deseo sin límite, del poder absoluto, que les depara la convicción de estar por encima de las leyes y de la moral, sustentando un ilusorio sentimiento de inmortalidad (renegación de la castración y la muerte).

El poder hace desaparecer el miedo y permite que afloren deseos narcisistas y perversos.

Pero tampoco el común de los individuos escapan a esta situación.

Es como si se retornase a la ley de la mítica horda primitiva, aludida por Freud en "Totem y Tabú" (2) en lugar de la ley paterna introyectada tras la elaboración edípica, que regula los intercambios y las posesiones, y hace posible la convivencia civilizada.

Es necesario tener en cuenta, además, las relaciones de interdependencia que se establecen entre los líderes y las masas, en el sentido de lo que Freud expresaba en "Psicología de las masas": (1) los individuos en el seno de la masa refuerzan sus tendencias afectivas a la vez que disminuye su inteligencia; pueden emerger los impulsos más nobles pero también los peores, y esto se potencia por la interacción de los individuos y asimismopor la interacción del grupo y el líder, en quien han depositado un ideal común.

El acto de corrupción se da en una relación diádica "perversa", tanto interpersonal como la de las instituciones socio-políticas con los individuos. El agente corruptor (corrupto activo) aprovecha la situación de necesidad de un individuo, para corromperlo. Así el sujeto se transforma en "corrupto pasivo" y queda proclive a asumir las nuevas proposiciones deshonestas que se le formulen, o a realizar actos corruptos "activos".

Estas situaciones, trascienden lo individual, propendiendo a una ruptura del entramado social, a un estado de "sálvese quien pueda", con pérdida de confianza, de solidaridad y reinado del egoísmo individualista. (9 )

Cuanto mayor sea el sentimiento de desamparo e inseguridad, mayor será la necesidad de creer en algún ideal encarnado en una causa o en un líder.

En estas épocas de inseguridad e incertidumbre, los individuos en su afán de ser protegidos necesitan creer en liderazgos omnipotentes y salvadores para recomponer el narcisismo amenazado (supuesto básico de dependencia de Bion), sufriendo a veces por mucho tiempo un estado de fascinación hipnótica, que no les permite ver qué está pasando, o sea la corrupción de sus dirigentes y del entorno en el que ellos mismos están involucrados, sin saberlo del todo.

Hasta aquí hemos analizado -brevemente -los factores sociales y los fenómenos grupales (dilución de la responsabilidad moral del sujeto en el grupo) que llevan a los individuos a abandonar sus valores y a caer en actos corruptos. Nos resta referirnos al factor individual, o sea cómo intervienen ciertas características de la personalidad en el desarrollo de conductas de corrupción

Factores individuales

En el sentido inverso, pero en interacción con lo descrito antes, debemos tener en cuenta el modo como operan los individuos cuando influyen sobre el medio social. Desde el punto de vista de los individuos, la corrupción sería consecuencia de situaciones que frustran el ideal social de la persona, como la inequidad, la injusticia, la impunidad, llevándolos a privilegiar el bienestar propio por sobre el bien común. que en esos casos no es tal.

Las personalidades con fallas narcisistas (a las que observamos con cierta frecuencia en nuestra época), con un self no suficientemente desarrollado, presentan una escasa tolerancia a las frustraciones y una incrementada necesidad de suministros narcicistas. Esto los puede hacer caer en actividades corruptas y delitos (engaños, falsificación de documentos). Estos delitos tienen por finalidad elevar la autoestima. Sus deseos sin límites y la condición de "excepcionalidad" que se adjudican, los pueden llevar a "saltear la ley" y los medios socialmente aceptados para la consecución de logros.

Dentro de las personalidades con trastornos narcisistas es un hecho muy conocido que las personalidades antisociales presentan la mayor tendencia a recurrir a medios proscriptos para satisfacer sus propósitos.

Desde el punto de vista psicopatológico, a los móviles del narcisismo hay que agregar como particularidad distintiva la búsqueda de un beneficio utilitario. Por tanto, las personalidades con estas características serían proclives a desarrollar actos corruptos.

También las personalidades paranoides, que frecuentemente asumen liderazgos organizativos, por sus características críticas a los otros y excesivamente indulgentes consigo mismos, pueden derivar en la comisión de actos corruptos.

Repecusiones de las crisis sociales sobre el psiquismo.

El ser humano se desarrolla y crece entre crisis. Estas suponen siempre cierta pérdida, pero el psiquismo cuenta con la capacidad (mayor o menor) de procesarlas a través de un trabajo de duelo. Pérdida y ganancia están implicadas.

Sin embargo, cuando las crisis sociales tienen un efecto traumático sobre el psiquismo, pueden sobrepasar la capacidad de ordenamiento reconstructivo y sobreviene un movimiento des-constructivo. (6)

Los individuos presentan entonces sensaciones angustiosas catastróficas, e imposibilidad temporaria de producir respuestas adecuadas. Los efectos son más graves aun, en el psiquismo infantil o adolescente, que está en vías de construcción. Ellos se enfrentan a las pérdidas propias y a las de sus padres. Niños y adultos comparten angustias e incertidumbres.

El alejamiento de la ley por parte de las instituciones representativas de la sociedad supone una falla simbólica. Nos preguntamos qué impacto traumático puede producir esto en el psiquismo de los individuos que advienen al grupo social, particularmente si han sufrido, además, traumas tempranos que de por sí suponen fallas en las representaciones psíquicas. Ello parece verse reflejado en el tipo de pacientes que tratamos en la actualidad, que presentanfallas en la estructuración edípica y reforzamiento del narcisismo (tal como lo referíamos en un trabajo anterior) (10).

Como lo ha señalado bien la psicoanalista argentina C. Katz de Esquenazi, (3) la abolición de un orden simbólico a nivel social "conforma el carácter de un hecho traumático, una representación faltante en lo real, en lo social (ley, justicia, castigo), que tiene su correlato en la estructuración edípica." ...

Si la sociedad funciona de un modo según el cual "las leyes no se cumplen y los ciudadanos viven bajo la ley del ‘todo vale’, los vínculos edípicos, la presencia de un tercero que introduce la razón y la ley ( permitiendo de ese modo el intercambio y la distribución del poder), puede adquirir una modalidad perversa y corrupta." "La sociedad actual, con fuertes tendencias narcisistas, donde lo que predomina es una búsqueda continua de éxito y bienestar, en detrimento de los ideales humanistas y solidarios, favorece la arbitrariedad en los vínculos, el concepto de ley es menos respetado y el terreno es más propicio para la corrupción."

Factores socioculturales y personalidad.

Cada cultura configura un tipo de "personalidad básica" (Kardiner-Linton). En nuestra época encontramos que los rasgos de las personalidades fronterizas se superponen y aparecen como una exageración de las quejas comunes y habituales de la gente normal, en relación con el malestar social actual.

En efecto, sentimientos de pérdida de identidad, crisis de los sistemas valorativos, intensas experiencias de soledad y desamparo, son características de las personas en nuestras sociedades actuales. Los individuos padecen desconcierto, sienten que las metas de la vida se vuelven inalcanzables, que las posibilidades para sus hijos son escasas, y no encuentran suficiente apoyo social o psicológico.

La vivencia personal es de fracaso, soledad, ansiedad, pesimismo y desesperanza.

Si bien es muy difícil sostener con rigor científico relaciones causales inequívocas entre los factores socioculturales y los desórdenes de personalidad, empíricamente puede sostenerse la idea de que algunoscambios sociales traumáticos pueden favorecer el desarrollo de estas patologías.

Cuando la crisis del orden social llega a extremos catastróficos, con una vertiginosa caída de los valores ético-morales y empobrecimiento de amplios sectores de la población, los individuos quedan expuestos a todo tipo de sufrimientos. La situación de exclusión social alcanza niveles dramáticos, la inseguridad y la incertidumbre hacen caer en una profunda desesperanza.

Esto puede provocar un derrumbamiento yoico que según la fortaleza del psiquismo de las personas, conducirá a distintos grados de desestructuración de la personalidad.

Factores sociales desfavorables pueden condicionar la vulnerabilidad de la personalidad, o bien, obrando sobre personalidades vulnerables, propiciar el desarrollo de cambios y trastornos de la personalidad, asícomo patología del eje ansiedad, pánico, depresión, manifestaciones psicosomáticas, suicidios.

Los efectos deletéreos son más intensos cuando impactan sobre sujetos que están atravesando crisis vitales, especialmente en la infancia y la adolescencia.

REFERENCIAS

1) Freud.S "Psicología de las masas y análisis del yo" (1921). Obras Completas de Sigmund Freud-Tomo VII, Biblioteca Nueva, Traducción de López Ballesteros. Madrid- España.
2) Freud S "Totem y Tabú" (1912-13). Obras Completas de Sigmund Freud-Tomo V, Biblioteca Nueva, Traducción de López Ballesteros. Madrid- España.
3) Katz de Esquenazi, Celia "Efectos de la Corrupción sobre el psiquismo", Revista de Psicoanálisis Argentina, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Buenos Aires, Argentina.
4) Merton, R.K (1962) "Anomia e interacción social", en Clinard M.B. (24) , pág.201-226.
5)Merton, R.K (1970) "Teoría y Estructuras sociales", 2ª.reimpresión, Fondo de Cultura Económica, México.
6) Morici, Silvia."Cuando la crisis nos desconstruye", Revista de Psicoanálisis Argentina, de APA, Julio 2002, N° 11.
7) Murguía, Daniel: (1982) "Sociogénesis de las personalidades psicopáticas", de"Personalidades Psicopáticas", Universidad de la República, Clínica Psiquiátrica de la Facultad de Medicina", Montevideo, Uruguay.
8) Péndola, Febres, Alberto : (2001) "Corrupción y Psicoanálisis. Desafío o vicisitud del ejercicio de la Psicoterapia Psicoanalítica en el Perú de hoy". Libro del 4° Congreso de la Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica "Desafiós a la Psicoterapia"
9) Rodriguez Kauth, Ángel."Corrupción, ética y filosofía".- Revista "Probidad", edición once, Nov-Dic 2000.
10) Rolando, Danilo: (2002) "Subjetividad, Personalidad y Cultura", Revista "Persona", del Instituto Argentino para el Estudio de la Personalidad y sus Desórdenes"(IAEPD). La Plata, .Argentina, 2002.
11) Teicher, Manfredo (2003)."Etica: sistematización del Bien y del Mal, de lo Justo y lo Injusto". Revista de Psicoanálisis Argentina, de APA, Buenos Aires Argentina.

 

 

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