De rechupete
Héctor Balsas
Las palabras asombran muchas veces. Es más: dejan con la boca abierta a quien se pone a estudiarlas. Son como un mundo desconocido, decorado con una tela que lo disimula muy bien y que engaña al hablante que no va más allá de los sonidos y las letras que las componen o de sus significaciones más frecuentes.
Podría decirse que casi no hay término en español que no contenga una mínima parte de un misterio, el que, una vez revelado, produce encandilamiento, estupor, sonrisa, inquietud, incredulidad..., según sea el hablante investigador.
Si se asegura que el verbo "hacer" tiene cincuenta y ocho (58) acepciones -aparte de los muchos usos fraseales y paremiológicos-, habrá gente que sostenga que no es posible semejante diversidad o riqueza semántica en un vocablo tan cotidiano. Sin embargo, es así y el DRAE está para atestiguarlo.
Si se dice que la voz "salido, a" registra, como sustantivo y adjetivo, veintiuna (21) acepciones, puede aparecer algún opositor para echar por tierra la aseveración. Claro está que no tendrá la suerte de que se le dé la razón, porque "salido, a", en el DRAE, aparece con lujo de detalles para cada una de las acepciones que posee.
Así es, pues. Las palabras abren puertas y ventanas muy diversas a aquellos que se atreven a llegar a su interior.
SIN INDEPENDENCIA
Es destacable el grupo de vocablos que se caracteriza por integrar expresiones muy corrientes y que, solos, no significan nada o, por lo menos, no muestran significación actual. Se quedan en el significante y eso, si se hila fino, puede llevar a la convicción de que no son palabras.
Tómense estos cinco ejemplos: "asá", "bartola", "birlibirloque", "bruces" y "chápiro". Se encuentran (a) en "así y asá", "así o asá" y "así que asá", expresiones coloquiales que, desmembradas, dejan a la forma "asá" aislada y sin contenido de significación; (b) en "a la bartola", locución adverbial también coloquial, única construcción que contiene a la forma "bartola"; (c) en "por arte de birlibirloque" en la que "birlibirloque", (abreviación de "birlique-birloque") nada tiene que decir y debe recibir el significado de otros vocablos, como "magia" y "encantamiento" para comprenderse la expresión en que se incluye; (d) en "de bruces", locución adverbial que contiene el término "bruces", inexistente por sí mismo; (e) en la locución interjectiva "voto al chápiro"-de entoncación exclamativa-, donde esta última voz desorienta por completo si se aísla del sintagma.
¿Qué es "asá" o "bartola"? ¿Qué son las "bruces" cuando se dice o se escribe "caer de bruces"? ¿Alguien tiene información sobre el "chápiro" para saber quién es? Corominas en su Breve diccionario etimológico de la lengua castellana (Gredos. Biblioteca Románica Hispánica. Madrid. 1961) orienta al consultor pero no deja de considerar estos términos como deben ser: carentes de vida semántica propia.
CANTIDAD NUMEROSA
La muestra se amplía hasta llegar a más de un ciento de casos. Cada uno ofrece la vinculación de un término "vacío" con otras dicciones -estas sí de un empleo individual y cargadas de significación- con las que se formó un entramado que se soldó indisolublemente hace largo tiempo.
Hay que destacar, empero, algunas expresiones relativas a la imprenta: "letra bastardilla", "letra cursiva", "letra versalita", en las que la segunda palabra no va desligada de la primera pues están fuertemente yuxtapuestas; pero el empleo recurrente de estas fórmulas del lenguaje tipográfico produjo -como suele suceder- la sustantivación del segundo componente. Ello alcanza para que "bastardilla", "cursiva", "versalita", por ese valor gramatical adquirido (o por la transposición funcional, si se prefiere decir así), se conviertan en vocablos de contenido pleno, aunque de uso limitado al campo semántico de la imprenta.
Lo mismo ocurre con "ángulo diedro", "verbo transitivo" y "verbo intransitivo", en que los adjetivos "diedro", "transitivo", "intransitivo" se bastan para expresar los conceptos propuestos por las locuciones nominales que siempre integraron.
Todas las voces no tienen la suerte de estas seis recién tratadas. Aun hoy, después de dos o tres siglos de uso, nada dicen por sí solas "ceca" (en "de la ceca a la meca"), "consuno" (en "de consuno"),. "bazo" (en "pan bazo"), "fas" y "nefas" (en "por fas o por nefas"), "patatín" y "patatán" (en "que patatín, que patatán"), "ultranza" (en "a ultranza"), "rechupete" (en "de rechupete").
Héctor Balsas
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