Serie: Memoranda (XXXVI)

Historia de la Prehistoria

Mario Consens

Los historiadores han establecido las acciones e intenciones de lo ocurrido en el período de la invasión y conquista europea de este territorio sobre la base de pocos y recortados textos. Basados en esos mismos limitados textos, otros se han permitido explicar lo que sucedió a las sociedades indígenas. Algo así como estirar un por demás exiguo y cortado cobertor, para que nos cubra también los pies. Pero, los pies ajenos…

Para conocer lo sucedido en períodos prehistóricos, apelar, como único procedimiento, a recortadas frases y acciones de textos europeos, resulta ser un receta absolutamente inadecuada. Y aún cuando algunos de esos textos o frases, hagan referencia a esporádicos y puntuales momentos del contacto, esos momentos siguen siendo para los indígenas, la prehistoria, pese a los sucesivos y contínuos intentos de invasión y colonización, de aquellos que –sin saberlo- escriben la historia únicamente porque poseen lenguaje escrito.

LA INADECUACION

Sostenemos la inadecuación de esos textos como fuentes, al mínimo por tres razones:

1. No todos los denominados documentos, lo son. Una gran mayoría de ellos son apenas escritos, textos, los cuales no son necesariamente fuente de conocimiento alguna, y sí por el contrario de tergiversación y recorte de la realidad. Son apenas impresiones sesgadas de una etnía (la invasora) que enfrenta a otras de las cuales desconoce todo.

2. Las fuentes de obtención de conocimiento de la prehistoria, no son los documentos. Son la arqueología, la etnoarqueología y la etnohistoria . Toda otra forma de pretender lograr conocimiento sobre esos extensos períodos, genera una situación similar a la de medir la distancia del norte al sur del Uruguay, utilizando apenas una regla de doce pulgadas de extensión. La cantidad resultante de la medición será absolutamente inexacta y plena además de ambigüedades, por los sucesivos y acumulados errores que una regla tan corta introduce en distancias tan largas. Se produce así un profundo y grosero error de escalas. Pero además, si quién lee el resultado final no conoce como transformar pulgadas al sistema métrico, le serán absolutamente incomprensibles las unidades en que se midió la distancia total.

3. Es una total coacción ideológica explicar y juzgar la historia ágrafa de sociedades que tenían distintas prioridades y valores, a través de la visión y los juicios que realiza otra. La cual es precisamente aquella sociedad que las conquista y aniquila. Y que es la que primero crea textos, tan inexactos como ambiguos, que luego utiliza para justificar todas sus acciones de dominio. Cualquier intento de comprensión de la prehistoria en este contexto de dominación, es invalido y fraudulento.

Por lo tanto, si bien no rechazamos todos los aportes textuales para comprender, justificar y juzgar las sociedades indígenas desde la historia, decimos que la enorme mayoría de aquellos correspondientes a nuestro país, son intentos efectuados mediante las herramientas incorrectas (desde lo metodológico, técnico y filosófico). Herramientas que si bien pueden brindar información para enfrentar aproximaciones históricas, no debieran ser utilizadas para entornos donde los documentos no existen.

En los siguientes parágrafos brindaremos a los lectores, criterios elementales que les permitan evaluar qué es lo que se les ha dicho, y qué mecanismos son utilizados, para fundamentar la creación de pasados remotos con esas herramientas inapropiadas. Con el propósito de establecer así pautas para que los investigadores sean mas cautos y autocríticos (y porqué no, hasta reconocer que deben excusarse) al momento de tirar del cobertor de la historia, para que cubra también nuestros extensísimos y ajenos pies prehistóricos.

HISTORIAS DE LA HISTORIA

La historia del período de la conquista y colonización en Uruguay, es muy particular. Fue creada sobre sesgadas perspectivas ideológicas y raciales, y para satisfacer las lejanas élites gobernantes. Esa historia fue elaborada sobre textos disímiles, que tienen muy distintos propósitos, entre los que recogemos expedientes de reclamos de tierras, de gentes y de ganados. Expedientes elevados para reconocer, ganar o reclamar, derechos supuesta o verdaderamente adquiridos u otorgados. A ellos se suman expedientes para obtención de jerarquías, o de grados y ascensos; para obtener reconocimiento o ventajas de títulos; e incluso para lograr mayores franquicias. Expedientes e informes que son propios de una burocracia instalada en Europa, y que funcionaba a desacompasados ritmos americanos.

Esos textos cuyas intenciones nunca son explícitas, han sido utilizados para crearnos imposibles prehistorias. Ellos incluyen también asombrosas recopilaciones hechas por terceros que no han estado en el contexto de su generación. Y más aún, están aquellos otros textos, que se escriben decenas de años después de ocurridos los hechos, en otras condiciones geográficas y ambientales, tal como ocurrió con los manoseados relatos de Ulrico Schmidt . Esos textos son prodigiosos intentos de recuperación de sensaciones: muy pocas veces puede obtenerse de ellos alguna realidad. Sus contenidos hacen expresa referencia a emociones: angustia, temor, terror, venganza, hambruna, canibalismo, muertes y los añorados placeres del reencuentro con su cultura de origen.

Sin ir tan lejos, observemos que lo que sucede con los relatos de Darwin en relación a los indígenas de la Patagonia. Los vio en 1833, pero los describe a partir de sus apuntes recién en 1865 .

Sus relatos se apartan de los que se escribían en su época. Es imprescindible señalar que en su caso, los distintos resultados entre hechos y textos, no son apenas un problema de memoria, sino de influencia y consecuencia del contexto en el que fue redactado. Cuando Darwin retoma sus memorias y apuntes, Europa enfrentaba el quiebre total de la inmutable prehistoria bíblica y catastrofista (diluvio universal utilizado como el único generador de cambios). Y sus habitantes cultos se horrorizaban frente a los cambios que introducían Lyell, Boucher de Perthes, Morgan y Tylor en la lineal historia humana. Pero Darwin contó además, como activo agente modificador de sus apuntes, con la insistente persuasión de su vecino Lubbock, un fanático del evolucionismo lineal .

Nos preguntamos entonces, ¿quiénes escribieron los textos que narran los contactos con indígenas en Uruguay?

Militares, exploradores, aventureros, ambiciosos desclasados de una problematizada Europa que no les ofrecía futuro. Eran personas que, de la noche a la mañana, tenían la posibilidad (previa justificación ilustrada por escritos) de recibir tierras amplísimas, donadas por un rey que jamás las había visto. El monarca ignoraba la razón doctrinaria y humanista, de que estas tierras tenían dueños (según la versión europea del concepto de propiedad), o milenarios ocupantes (según la versión indígena del valor comunitario): y que estos últimos además, eran también humanos.

Los textos con los que se han conformado las prehistorias del Uruguay, fueron inadecuadamente equiparados a documentos (fuentes de verdad), y comprenden un abigarrado catálogo de informes administrativos a distintas autoridades reales y eclesiásticas, a armadores y financistas; a la familia propia y a otros expedicionarios. Estaban fundamentalmente destinados a los archivos, para desde allí justificar sus posteriores reclamos. A los textos se les suma incluso un poema . Y más tarde, será otro poema el que terminará por sepultar toda visión indígena hasta la actualidad .

Debemos tener presente que todos los textos fueron escritos por una sola de las etnias: la que invadía estas tierras. Y que luego son convertidos y adaptados a nuevos contextos históricos y políticos, sea el cambio de autoridades reales entre España y Portugal, sea el Uruguay como nación independiente, sin reparar en los particulares códigos que cada contexto tiene. Algunos son incluso interpretados linealmente en aquello que dicen e insinuan, con ausencia de toda evaluación antropológica.

Deagan afirma de manera contundente respecto a esos documentos europeos sobre América: "Los documentos históricos son muy selectivos, escritos con específicos propósitos por privilegiados, poco letrados, habitualmente bastante acomodados, habitualmente blancos, y habitualmente varones" .

Sobre tales cimientos tan sesgados, resulta críticamente evidente que muy poco se puede conocer sobre los indígenas de este territorio al momento de los primeros contactos. Y mucho menos sobre ellos justificar especulaciones acerca de sus formas de vida a lo largo de más una decena de miles de años. Sin embargo, hoy hay quienes hacen referencia a esos textos sesgados, para argumentar sus subjetivas clarividencias de lo que debieron haber sido las muy distintas sociedades prehistóricas; e incluso se atreven a calificar valores culturales, religiosos y humanos que ellas fueron creando durante miles de años.

Estas creaciones de prehistorias tan tergiversadas, son el procedimiento utilizado para hacernos cómplices de un supuesto pasado indígena, en el que se califican sociedades que son ajenas y extrañas a las nuestras, asignando calificativos a sus culturas, y afirmando incluso que saben reconocer las diferentes etnias que las integraban.

Este procedimiento representa un doble disparate: primero, por la equívoca metodología utilizada, y segundo, porque en antropología elemental se reconoce que sociedad, cultura y etnia no son conceptos equivalentes, ni subordinados.

Reforcemos la idea de que los escritos que hoy conocemos selectivamente (dado que tampoco conocemos todos) son producto de grupos invasores de fines del siglo XV, poseedores de una tecnología de alta producción, con absoluta prioridad en obtener bienes materiales de fácil conversión (metales y piedras preciosas, monocultivo extensivo de productos agrícolas, mano de obra servil y aún esclava), y que tenían una mínima valoración hacia la vida humana de otros.

Por ello no deben asombrarnos los genocidios realizados en toda América.

En el planalto de Méjico previamente al contacto habitaban entre nueve a dieciséis millones de indígenas: en solo ochenta años, restaban menos de un millón y medio. En la isla de Hispaniola, el primer asentamiento de los europeos en América, la población nativa, que superaba los trescientos mil individuos, sencillamente desaparece en sólo cincuenta años.

Por ejemplo, al referirse a los indígenas que los habían recibido en la Hispaniola, apenas cuatro años antes, con desprendimiento absoluto de sus bienes, brindándoles vituallas, alojamientos y hasta colaborando en la reparación de las naves, los invasores señalan con enojo que se negaban a trabajar como sumisos e perpetuos esclavos.

Al respecto dice un cronista: "... esta gente, de su natural es ociosa y viciosa, e de poco trabajo, melancólica, e cobardes, viles e mal inclinados, mentirosos e de poca memoria e de ninguna constancia. Muchos de ellos por su pasatiempo se mataron con ponzoña para no trabajar y otros, se ahorcaron con sus propias manos" .

Pero si existen dudas respecto a la forma y modo en que habían sido recibidos esos invasores, es conveniente releer este otro documento, donde se narra lo que uno de ellos hizo precisamente a quienes anteriormente lo acogieron con víveres, bebidas y (lamentablemente) metales preciosos:

"... y antes que amaneciese di sobre los pueblos en que mate mucha gente y no quise quemarles las casas, para no ser sentido por los fuegos de las otras poblaciones que estaban vecinas. Y ya que amanecía di en otro pueblo, tan grande que se ha hallado en él, mas de veinte mil casas. Y como los tome de sobresalto, salían desarmados, y las mujeres y los niños desnudos por las calles, y comencé a hacerles algún daño; y viendo que no tenían resistencia, vinieron a mi ciertos príncipes del dicho pueblo a rogarme que no les hiciéramos mas mal porque ellos querían ser vasallos de Vuestra Alteza y, mis amigos" (Cortés. Cartas al Rey).

Los ejemplos de esos textos apuntan a degradar o equiparar al nivel de animales domésticos, a los originarios pobladores de esta América, a los efectos de redimir sus propias culpas, que aparecen siempre excusadas en los textos, en el propósito que los invasores tienen que aumentar "sus provechos".

Algunos textos exaltan el carácter y la inteligencia de las comunidades americanas, como los de las primeras cartas del almirante Colón, o las encendidas defensas acerca del "derecho de gentes" que a estos habría que otorgar (como si acaso lo hubiesen perdido). Pero en su posterior análisis contextuado, ellos pasan a engrosar la larga lista de panfletos creados por quienes los escribieron para obtener beneficios personales, o institucionales.

Por lo tanto la primera aproximación que desearíamos lograr, es postular que no necesariamente un texto escrito puede servirnos para brindar la realidad de las sociedades de nuestro continente. Y que lo escrito en dicho período de ninguna manera puede permitirnos conocer los miles de años anteriores a la conquista europea.

¿QUIENES TIENEN HISTORIA EN URUGUAY?

A partir de estos hechos, tenemos que aceptar que la nuestra es una historia creada en base a textos escritos por quienes poseían el acceso a la escritura (que además eran muy, pero muy pocos entre los conquistadores). Textos encaminados a otros muy pocos que no sólo sabían, sino que estaban autorizados a leerlos. Y eso se hacía a miles de kilómetros, y a muchos meses (o años) de los hechos en ellos citados.

Los personajes que acaparan el protagonismo en esos textos, son únicamente los que están en condiciones económicas y administrativas de plantear y luego sostener judicialmente sus reclamos. O aquellos otros que están acusados por faltas, delitos y crímenes. Así se reduce en mucho el número de quienes están nominados en los textos. Lo cual hace difícil, muy difícil a través de tan específicos designios obtener visiones adecuadas sobre la cotidianeidad de una sociedad invasora tan desperdigada, tan alejada de los centro de decisión y tan comprometida en lograr inmediatos beneficios, aunque algunos parecen tener la capacidad de lograrlo. Esos textos nunca alcanzan la complejidad de la perspectiva social de la época.

Consideremos como vía de ejemplo, los textos utilizados para conocer cómo se introdujo el ganado vacuno en Uruguay. Todos son producto del aporte de diversos testimonios, conectados a un prolongadísimo litigio en el cual se resolvía nada más ni nada menos, que el derecho a la propiedad de todos los ganados que poblaban la Banda Oriental. Ocurría cien años después de su introducción, cuando alcanzaban a centenas de miles de cabezas. Millones, en cifras más realísticas.

Uno de esos documentos, es el reclamo del ex-Gobernador Hernandarias, quién señala que "eché en la tierra firme de la isla de San Gabriel... 50 vacas y 4 toros". Para corroborar lo dicho, presenta varios testigos . Mientras que como réplica a su afirmación, otros vecinos de Buenos Aires reclaman su tajada de los ganados de esta Banda, porque decían haber contribuido con reses de su peculio. Así lo explican Francisca Ximenez, Pedro de Salas y Juan Tapia que habían dejado en este territorio tres reses cada uno, y Lorenzo Lara, que afirma que eran suyas otras dos .

¿Qué dicen estos litigantes en sus reclamos respecto de las formas de reproducción, condiciones y propagación de esos vacunos lanzados –según ellos- apenas en dos o tres puntos aislados del litoral? ¿Qué podemos recuperar de tantos folios amarillos y apergaminados, respecto al proceso y a los profundísimos cambios que generó el descomunal aluvión que, en apenas un siglo hizo que la mayor cantidad de seres en esta Banda, fueran las vacas y los toros?

Nada: no dicen nada. Porque desconocen totalmente esos procesos. Resulta imposible entonces reconstruir la historia real de la vida cotidiana de la ganadería en Uruguay en ese particular período, sobre tales textos. Es grotesco y descabellado sostener que a través de esas mismas fuentes mutiladas, se pueda acceder a la vida cotidiana de sociedades como las indígenas, muy distintas en lo cultural, religioso, en costumbres y en lo material, las cuales sin embargo fueron las que verdaderamente se hicieron cargo de los resultados de tal propagación faunística.

Debemos además resaltar la capacidad y las calificaciones de los pocos que aquí escribieron textos. Resulta tan notoria la carencia de formación de aquellos que los escribieron, que en un juicio crítico se señala: "La Banda Oriental se creó entre ganaderos, soldados y comerciantes, con escaso trato de sacerdotes y letrados" .

De allí que la historia del contacto, no haya sido apenas una "historia de los vencedores" como usualmente se la describe. La nuestra no nos ha permitido siquiera reconocer la existencia de aquellos que no accedieron a esa "historia". Quienes en una feliz expresión, son la desconocida "historia de los de abajo" .

Con estas bases, es resbaladizo conocer la historia de los conquistadores, pero poco, muy poco podremos saber de los conquistados. Ni la arqueología sola tampoco lo podrá hacer para el final del Período Indígena

Por todo ello, rehusamos considerar a las fuentes textuales (en su sentido amplio) como la única fuente de conocimiento de las culturas indígenas de nuestro territorio, en los momentos de la invasión y conquista europea.

LOS TEXTOS Y LO INTERPRETADO EN ELLOS

A partir del 10 de julio de 1528, los documentos que conforman la historia de los orígenes de nuestra actual cultura, serán leídos e interpretados a través de nuevos escritos consumados a lo largo de los siguientes trescientos, a quinientos años. Los textos de aquella primera época, no permiten su fácil lectura directa. Para ello existen los especialistas denominados paleógrafos, muchos de los cuales, poseen formación universitaria.

La paleografía es una disciplina que permite leer los antiguos documentos manuscritos, dado que su lectura no es posible hacerla con los conocimientos de hoy. Los textos manuscritos ofrecen insalvables dificultades de lectura, y mucho mayores de percepción. Los caracteres utilizados en ellos, son propios de una escuela de adiestramiento, o incluso, de un sector administrativo de gobierno. Además, aunque escritos en castellano, éste era un lenguaje nuevo para los escribas, dado que hacía muy poco tiempo que se había desplazado la costumbre de escribir en latín. Los problemas originados en la lectura primero, y en la comprensión posterior de esos primeros textos, deberían haber constituido una barrera muchas veces insuperable para los historiadores. No lo ha sido: muy pocos –si acaso algunos- en Uruguay, han utilizado calificados paleógrafos.

Los paleógrafos acceden a leer esas formas de escritura no reglamentadas por la ortografía (que recién surge normatizada para el español en el siglo 19), con caracteres dibujados a mano según muy diferentes estilos personales, y que incluso varían con las épocas, y de acuerdo a las escuelas de formación de los escribas. Los textos utilizan un gran número de abreviaturas, comprensibles para dichas escuelas y entornos. Lo cual resulta lógico si consideramos el valor y escasez del papel y tinta, así como por los altos honorarios exigidos por los escribanos, o amanuenses para formalizar un texto.

Ana M. Bello nos dice que la interpretación de estos escritos exige además, conocer el lenguaje de época, las expresiones oficiales, jurídicas, religiosas y populares en uso . Sólo conociendo estas particulares formas de expresión codificada, se aclara el sentido del texto, y se ilustra su procedencia como documento real, o de los Consejos, o de Cancillerías. Cada documento está pautado además por particulares reglas de la diplomacia de cada Corte, que son propias de específicos períodos. Conocer esas formas es fundamental, no sólo por su aporte semántico al texto, sino porque constituye el contexto mismo del que el documento es portador. Esto requiere de su lector, la posesión de conocimientos sobre una suerte de arqueología de los sentidos de la lengua. .

Además, en esas específicas reglas, muchas palabras usadas tienen significados hoy perdidos o cambiados. Así "fábrica" era referencia para los dineros de la iglesia. "Galápagos" indica las piedras que recubren los bordes de los caminos irregulares para contener el barro. inflado

Partir de esas oscuras fuentes (o de desconocidas e incertificables traducciones), para interpretar otras culturas, es un salto prodigioso que ni la lógica, ni la metodología científica son capaces de validar. Lo pueden lograr con una clarividencia inagotable, o con dones únicos de suposición. Y en algunos casos –porqué no señalarlo- con un abultado ego.

EL EJEMPLO DE SOLÍS

Permítasenos ejemplificar los aportes que pueden lograrse a través de la lectura directa de documentos y de los textos, en los que se han basado para enseñar a nuestros educandos. En este ejemplo, nos referiremos a una misma y única acción, acreditada por observadores directos e indirectos, que genera sin embargo los siguientes testimonios para lograr (en realidad para perturbar) nuestro conocimiento acerca de la muerte de Solís, el primer europeo,, en… ¿dónde?

Juan Díaz de Solís desembarcó en "la isla Martín García" ; "frente a la isla de San Gabriel" ; "en la isla de San Gabriel" ; al "sur de la Ensenada de las Vacas, frente a la isla Sola" ;en "la boca del río Uruguay" ; "a espaldas de la Cabeza del Dragón" ; "donde hoy está la ciudad de Carmelo" ; "cerca de donde hoy se halla la ciudad de Colonia" ; "en las costas" ; "desembarca en Maldonado" ; "desembarca en Montevideo" ; "dio fondo en la costa de Colonia" ; o, "antes de llegar a Montevideo" .

Con tamaña imprecisión, podemos preguntarnos ahora, pero ¿cómo murió Solís?

La respuesta parece ser aún menos sencilla: "a flechazos a Solís y a sus compañeros" ; "a palos los mataron a todos...no escapó ninguno" ; ; "en una emboscada" ; "mataron a Solís, Marquina, Alarcón y otras 6 personas" ; "Solís desembarcó con algunos hombres" ; "en el ataque fueron muertos Solís y todos sus compañeros" ; "acompañado de alguno de los suyos" ; "acompañado de 50 marineros armados" , " junto a 7 hombres" .

Mucho mas impactantes resultan ser los detalles de cómo dispusieron de los cuerpos: "tomaron los muertos, cortaron sus cabezas, los asaron y se los comieron" ; "Una vez muertos y cortados en trozos en la misma playa... los aderezaron para el festín..." ; "encendido un gran fuego, lo asaron y comieron a la vista de los que habían quedado esperándole en el bote." ; "a quienes cortaron la cabeza, manos y pies, y asando los cuerpos, se los comían con horrenda inhumanidad" .

Fue de tal grado dicha "inhumanidad" de sus despojos, que los integrantes de la Dirección General de Instrucción Primaria reprenden a aquellos que difunden esas versiones ya contenidas en los textos escolares, señalándoles: "¿Qué pensarán los niños cuando lean en los textos de historia, que los charrúas no eran antropófagos y aprenden en el referido libro de lectura que comían carne humana?" .

Cualquiera sea el dónde y el cómo murió Solís, en una isla o en tierra firme, emboscado o combatiendo, con sus pocos o muchos acompañantes, estuvieran ellos desarmados o armados, hayan sido flechados o rodeados, desmembrados, o asados en trozos, la definición más precisa de su muerte corresponde a un niño de Primaria: " -Apenas se bajó, los indios lo remacharon" . Y la mas poética, aquella de Borges: "Pensando bien la cosa, supondremos que el río era azulejo, entonces como oriundo del cielo, con su estrellita roja para marcar el sitio en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron" .

COMO SE DESCRIBIERON COMBATES

En su poema considerado fuente histórica, Barco del Centenera describe con particular precisión, hechos que dice ocurrieron en nuestras costas .

Al relatar el combate de San Salvador en 1573, entre las fuerzas de Garay y las comandadas por el cacique Zapicán, Barco señala la presencia de siete "escuadrones de charrúas", cada uno de ellos integrado por unos 700 hombres. Amén de estos, señala la presencia de "cuerpos de flecheros escondidos".

Más allá de la veracidad del documento (en algún momento cuestionado como mera obra literaria) nos interesa aquí plantear alguna reflexión antropológica. ¿Es posible que los charrúas se organizaran en "escuadrones"? ¿O más bien sería esta expresión, la forma en que un europeo acostumbrado a los cuerpos de infantería perfectamente diagramados en las batallas del Viejo Mundo, pudiera describir a grupos enemigos?

Lo curioso es que la lectura de ese texto de la conquista, nos señala inequívocamente la existencia de una organización militar indígena con un grado de desarrollo y sistematización, la cual ha sido metódicamente desmentida en todas nuestras prehistorias. Las cuales por el contrario, se empeñan en situar a los aborígenes en el más bajo nivel de estructura posible.

La descripción de que sólo en dicha batalla los indígenas se presentaron con más de 3.500 combatientes (en elemental cálculo matemático), parece para un solo combate, realizado en un solo punto del territorio, y por una sola etnía, una cifra por demás exagerada, pero que responde plenamente a los propósitos de quién promueve el victorioso informe final.

El conjunto de todo el relato de Barco del Centenera, es coherente con el propósito de presentar a los europeos como protagonistas de fantásticas hazañas. En los que unos pocos pudieron sobrevivir y sobreponerse al impacto y saña de tantos otros combatientes infieles. Tal como lo había hecho el arquetipo de referencia en su época: el Cid Campeador.

TÉCNICAS DE MERCADEO

En este proceso complejo, arduo y que no necesariamente logra claros resultados, se reiteran los propósitos últimos de los textos: lograr para sus autores los mayores gratitudes y recompensas de parte de sus superiores administradores. Con la intención de obtener ventajas y regalías, únicos propósitos de sus agotadores viajes a estas tierras desconocidas. Lo cual permite la relectura de dichos textos como volantes de propaganda, en los cuales los actuales especialistas de comunicación y ventas, pueden reconocer ancestrales técnicas de mercadeo.

La lectura de las cartas de Colón a los Reyes de España, fueron para mí una de las mayores revelaciones personales. Porque al tener posteriormente la ventura de ver los mismos sitios que ellas describen como "magníficos ríos", y ver en su lugar apenas pequeños arroyos, similares a los miles que cruzan nuestros campos, temí que hubiera ocurrido un gigantesco cataclismo entre 1492 y el presente, que los hubiese alterado completamente. Como no hay registro de tal evento, tuve que reconocer que Colón usó tempranamente hábiles prácticas de mercadeo, que mantuvieran y exacerbaran la codicia y el espíritu de aventura de los inversores de sus proyectos de conquista.

Estas prácticas de agigantar supuestas virtudes y ocultar notorios problemas, hacen que muchos de esos textos presenten como verídicas, enormes cantidades de materia prima, inagotables recursos naturales, la presencia de ciudades y vasallos prontos al trabajo y la sumisión, y un acceso a metales preciosos y joyas por demás fácil.

Los textos logran la metamorfosis de nuestros espinosos medioambientes, en otros edénicos e impolutos: en ellos surge la virgen América, dispuesta a ser violada por los enérgicos conquistadores.

Lo cual nos remite al principio: los documentos de la conquista no son necesariamente los medios adecuados para evaluar la realidad de lo sucedido en algún evento, o en algún ambiente. Y una gran parte de ellos son apenas fragmentarios, e incluso contradictorios.

Si en alguna oportunidad los mismos sirvieron para que los jueces de la época tomaran resoluciones, ¿qué es lo que nos permite a nosotros hoy reinterpretarlos, cuando no tenemos los contextos de su producción? ¿Qué criterios permiten a un investigador hoy, aprobar unos de esos textos por verdaderos, y desechar otros por inadecuados o ficticios?

Ya señalamos que las cartas y los textos utilizados muchas veces como documentos, son en su mayoría tendenciosos, producto de intereses personales de quienes los escribían. Ora para ganar un litigio de tierras vastas y valoradas, obtener mano de obra esclava, o adueñarse a través de su redacción de todo el ganado existente en la Banda Oriental, por el simple expediente de declarar que se había dejado tres vacas en la isla de San Gabriel. Las declaraciones suponen como principio la presencia física del reclamante en las acciones demandadas: aunque varios de ellos, señalan sin pudor (pero sin valor) que apenas estuvieron presentes en ellas sus dependientes, o sus esclavos.

Esa fiebre de posesión de lo que hasta aquel momento eran tierras comunitarias para los pobladores indígenas, genera la necesidad de poseerlas al mínimo a través de los textos, recreando en ellos la existencia de poblados, bienes, abundante mano de obra y tierras maravillosas, para obtener así el anhelado contrato real. De esa misma forma y con idéntico propósito de facilitar la concesión, se declaró repetidamente en ellos que las tierras pretendidas, estaban absolutamente vacías: aunque existían en ellas otros humanos.

Los documentos pueden ser válidos, o al menos pudieran ser las fuentes para analizar el estrecho período en que fueron redactados. Pero pretender hacerlos válidos para períodos muy anteriores a su redacción, es una perversión de autoridad. Es la reiteración de la conquista del siglo 16: aquellos lo hicieron por la espada, y otros lo hacen ahora por la pluma.

Incluso hay autores que poseen una visión por demás arrogante, presentando nuevas reinterpretaciones de la historia y la prehistoria como producto de su inteligencia, cuanto que, por lo explicitado anteriormente, son apenas reconstrucciones más parciales y más subjetivas que los documentos originales.

Esas nuevas visiones del pasado son también renovadas imposiciones ideológicas y políticas, y representan la extrema necesidad de adueñarnos del pasado. De un pasado que no fue nuestro .

FUENTE: "El pasado extraviado. Prehisotria y arqueología del Uruguay", por Mario Consens. Montevideo, 2003. Ed. Linardi y Risso

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