Voucher
Las palabras van y vienen. Pasan de una lengua a otra con suma facilidad, favorecidas por diversos factores, entre los que la pereza mental no es el menos importante.
Siempre se habla de que se sigue la línea del menor esfuerzo y se pone al hombre y a la mujer como ejemplos típicos. Gracias a esta disposición a permanecer los hablantes en estado mental o intelectual de escasa o nula actividad, muchas palabras escalan lugar tras lugar hasta enraizarse en el habla de la gente, culta o no.
Un caso ilustrativo lo presenta la voz "voucher". Dentro del español tiene poco tiempo de existencia y es un anglicismo evidente: la escritura y la pronunciación revelan, al oído y al ojo mínimamente atentos, su carácter de componente léxico proveniente del inglés.
Es seguro que "voucher" es voz desconocida para un elevado número de hablantes; también es seguro que su pasaje de la lengua oral a la escrita provoca más de un tropiezo para la mayoría de los escribientes. Todo ello es terreno propicio para el alejamiento de la palabra; sin embargo, se escucha con relativa frecuencia en boca de personas vinculadas a determinados ambientes sociocomerciales: agencias de viajes, oficinas de tarjetas de crédito y negocios en donde tales tarjetas tienen vigencia.
Hace pocos días a una persona, en la ventanilla de un cine, le entregaron la entrada y el "voucher", pues había utilizado una tarjeta para pagar. Ambos objetos, pequeños, de cartulina de color, tenían las mismas dimensiones, pero se diferenciaban por ser uno lo que su nombre revelaba, la entrada al espectáculo, y el otro un comprobante o constancia de haber pagado por medio de un procedimiento ajeno a los cines hasta hace muy poco tiempo, aunque muy difundido en tiendas, supermercados, librerías, restaurantes y demás comercios.
"Voucher", por estas latitudes, se pronuncia "váucher" o "báucher". Tanto de una grafía como la otra, pues la "b" y la "v", contra lo que cree mucha gente, se pronuncian exactamente igual en español: no hay una bilabial y otra labiodental, sino que ambas son bilabiales.
Es un anglicismo crudo que, dentro de las lenguas de culturas como el francés y el español, por ejemplo, nada tiene que hacer por lo innecesario que resulta, al existir palabras vernáculas de vieja y larga tradición, como "vale", "comprobante", "recibo" y "constancia".
El Webster, en su acepción 2, que es la que interesa para este caso, explica (en inglés, por cierto): "documento, recibo, sello o equivalente por medio del que se da prueba de una venta o transacción".
Héctor Balsas
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