Serie: La Cotidianeidad (XV)

El aporte de la técnicas de reproducción asistida

Nuevas formas de familia

Giuliana Baccino

En el ámbito de las sociedades occidentales han surgido nuevas formas de familia, algunas de las cuales se generaron a partir de la utilización de Técnicas de Reproducción Asistida. Se hace preciso entonces de-construir el concepto de familia, para su posterior re-construcción sobre la base de lo que la actualidad nos muestra. Aquí incursionaremos en lo que se entiende por nuevas formas de familia, distinguiéndolas del modelo tradicional, para luego presentar el aporte de las referidas técnicas de reproducción..

Entendemos por familia nuclear al modelo tradicional de familia, surgido a partir de la primer revolución industrial, más específicamente a finales del siglo XVIII.

George P. Murdock (1949) investigó la existencia de la familia nuclear en 250 sociedades, arribando a la conclusión de que la misma era universal. El autor define a la familia como un grupo social caracterizado por la residencia común, cooperación económica y reproducción. Incluye adultos de ambos sexos los cuales por lo menos dos de ellos deben mantener relaciones sexuales, y uno o más niños propios o adoptados por aquellos adultos unidos por lazos de sexualidad y cohabitación.

El autor sostiene que la familia nuclear cumple funciones vitales (la relación sexual, la reproducción, la educación y la subsistencia) que otros grupos no pueden llevar a cabo tan eficazmente.

Todo adulto normal, en todas las sociedades humanas según Murdock, pertenece al menos a dos familias nucleares, la de orientación (donde nace y es criado) y la de procreación (donde se establece mediante el matrimonio y nacen sus hijos).

Marvin Harris (1986) en relación a las afirmaciones de Murdock, sostiene que "la idea de que la familia nuclear es universal apoya el punto de vista de que las unidades domésticas de familias no nucleares son inferiores, patológicas o contrarias a la naturaleza humana" (1986:262-263). Y sigue: "aún cuando la familia nuclear está presente en la gran mayoría de las culturas humanas, es evidente que todas las culturas tienen formas alternativas de organización doméstica y que éstas son con frecuencias más importantes (implican a una proporción más alta de la población) que la familia nuclear"(1986:263). A este respecto menciona que el 90% de todas las culturas practican la poligamia.

Mientras que, por su lado, Claude Lévi-Strauss (1982) propone construir un concepto ideal de familia que incluye a un grupo social que posee al menos tres de las siguientes características:

1. tiene su origen en el matrimonio,

2. está formado por el marido, la esposa y los hijos(as),

3. los miembros de la familia está unidos por:

a. lazos legales,

b. derechos y obligaciones económicas, religiosas y de otro tipo,

c. una red precisa de derechos y prohibiciones sexuales, y sentimientos psicológicos variantes y diversos (amor, temor, respeto, etc.)

Los posicionamientos de los citados antropólogos, son representativos de la variada gama de opiniones sobre la familia nuclear como grupo doméstico universal y otras formas de familia también existentes en la mayoría de las sociedades (como por ejemplo la familia poligámica). Murdock afirmando la existencia de la universalidad de la familia y resaltando la importancia de la familia nuclear, mientras que Harris, desde una postura diferente, pone en duda ese valor fundamental de la familia nuclear. Lévi-Strauss por su lado, defiende la casi universalidad de la familia, propone construir un concepto ideal de la misma, de gran influencia.

Recapitulando entonces, se entiende por familia nuclear a una pareja heterosexual unida por el matrimonio y que posee uno o más hijos biológicos o adoptados, donde todos los integrantes de la familia coexisten en un mismo espacio de vivienda.

Por tanto, la familia nuclear da en conformarse como el ideal de familia para nuestras sociedades, esto es, cada vez que se haga referencia a familia, implícitamente se estará haciendo referencia al modelo nuclear.

El discurso sobre familia en nuestras sociedades reproduce automáticamente a la familia nuclear como representante de toda forma de familia, tal es así, que todas aquellas formas de familia que coexistían con la familia nuclear no podían ser vistas como familia (justamente porque diferían de la familia nuclear). Pero esto, llegado a fines del siglo XX se altera notoriamente ante la existencia de fuertes cambios que impactan a la familia nuclear, a la vez que comienza una proliferación de diversas formas de organización de la vida doméstica que dan en denominarse "nuevas formas de familia". O sea, recién en este momento la forma nuclear de familia deja de echar sombra sobre otras formas de familia y comienzan a emerger, a la luz de nuevos discursos, posibilidades de visualización y captura de un fenómeno "novedoso".

El modelo de familia que actualmente se transmite en el nivel educativo primario y secundario es el modelo de familia nuclear. Pero resulta, que los hijos de aquellas variantes de familias (monoparentales por elección, homosexuales, etc) también concurren a dichos centros educativos, también se socializan y muchas veces se superan en número a aquellos niños nacidos y criados en familias nucleares; sin embargo su visibilidad no es tanta en términos sociales como la que tiene el modelo tradicional.

Buscando las claves de la predominancia del modelo ideal, los estudios del parentesco se han centrado en considerar el parentesco en relación tanto a lo biológico como a lo cultural. Las concepciones clásicas sobre el parentesco han venido sosteniendo su determinación por lo biológico, esto es, la consanguinidad sería la piedra angular que sostendría la estructura del parentesco. Esta concepción se ha extendido y mantenido mediante la enculturación como el único modelo que explicaría el parentesc,o llevando a una naturalización del fenómeno y a un posicionamiento acrítico por parte de las organizaciones e individuos que han sido penetradas por este discurso, discurso que a la postre reproducen sobre la sociedad.

Ahora bien, un análisis crítico sobre esta posición nos puede revelar ciertos puntos que hacen lugar a una nueva forma de pensar el parentesco, rompiendo con la mirada clásica. Es que para una mirada occidental, la conceptualización de lo biológico ha estado siempre anclada en la naturaleza, y la naturaleza como tal, no es más que una construcción cultural que refleja un dualismo intrínseco y característico en el pensamiento occidental, el que ha considerado al hombre como algo distinto del medio en el que vive. Tal es así, que se habla del "control sobre la naturaleza", ó "cuidar la naturaleza". A ésta, se oponen las producciones del hombre, entre ellas la sociedad, y se plantean como intrínsecos al hombre los conflictos entre su "naturaleza" biológica y su "naturaleza" social. Este dualismo ha llevado en comprender lo biológico como determinante de lo social, en una lucha en que lo social enfrenta lo biológico en la persecución de fines elevados.

Pero sucede que la naturaleza es una construcción social, es lo social produciendo discursos sobre lo social como si no fuese lo social. Por ende, es lo social lo que realmente condiciona lo biológico. Son los discursos los que someten la vida de las sociedades y los individuos a determinado curso y no en otro. Por tanto, si no es lo biológico lo que determina lo social sino la sociedad la que va paulatinamente moldeando lo biológico mediante la producción de discursos, extraemos como primer clave que el parentesco es independiente de lo biológico y su conexión a lo biológico es a través del discurso.

¿Qué construcción social concede legitimación al parentesco? ¿Cuál es el símbolo que se erige en el discurso determinista biológico del parentesco? ¿Qué se transforma entonces en lo "natural" que sostiene al modelo de familia nuclear? Este símbolo que oficia de legitimación social y discursiva no es otro que el coito genital heterosexual. Lo que no entre aquí, ingresa al campo de lo anti-natural, léase lo patológico, lo desviado, lo raro. El coito genital heterosexual es entonces heredero de la misma producción discursiva que sostiene a lo biológico como determinista de lo social. La segunda clave, es por tanto el comprender la construcción cultural de este símbolo como "lo natural". Es decir, no es la procreación el fundamento de la familia, ni lo biológico lo definitorio del parentesco. Tampoco lo ha demostrado ser la convivencia (Fábregas, y Tomé, 2001), ni la matrimonialidad.

¿Cuál es, entonces, el fundamento de la familia? ¿Cuál es aquel ingrediente sin el cual no podemos pensar la familia en todas sus formas?¿Tiene que haber rol de paternidad y/o maternidad en las familias, es decir para ser familia, debe haber hijos?

El fundamento que estamos buscando, esa tercera clave que nos permita comprender, no es biológica. Ya E. Durkheim en el año 1898 afirmaba: "Toute parenté est sociale" (Fassin, 2000). Por su parte, Friedman (1992) arriesgó la siguiente definición: Dos o más personas unidas por lazos basados en el compartir y la proximidad emocional, y quienes se identifican como parte de la familia (citado en Hanson, et al. 1995).

Por su lado E. Fassin, plantea que es la diversidad el único factor común invariante en todas las modalidades de familia y agregamos que cada integrante debe autodenominarse parte de esa familia, para que la misma se constituya. Es ésto, mucho o poco, lo que podemos decir hasta el momento de lo familiar y las diversas formas de familia que nos presenta la actualidad.

 

EL PAPEL DE LA INNOVACION CIENTIFICA

Pensemos que no siempre es posible lograr un embarazo espontáneo de la mujer, ya sea por dificultades orgánicas de uno o ambos progenitores, ya sea porque ambos integrantes de la pareja son del mismo sexo, o debido a que una mujer ha elegido ejercer su maternidad sola. Es en estos casos, en que se recurre a las Técnicas de Reproducción Asistida (TRA en adelante) como alternativa disponible.

Son múltiples y muy variadas las combinaciones posibles de nuevas formas de familia que se sirven de las TRA. A efectos de simplificar la presente exposición, enumeraremos aquellas de más extensa manifestación en la actualidad en las sociedades occidentales, puesto que la diversidad hace imposible agotar en listados la realidad actual.

1. Familias heterosexuales (Pareja heterosexual con dificultades para obtener un embarazo espontáneo) (infertilidad). 2. Familias homoparentales (Pareja homosexual). 3. Familias monoparentales (en este caso, mujeres solas, heterosexuales ú homosexuales, que recurren a las TRA para conformar una familia monoparental).

Nos detendremos brevemente en cada una de estas formas de familia a efectos de presentar sus características más significativas.

Familias heterosexuales

Para las parejas heterosexuales la infertilidad constituye el motivo principal para recurrir a las Técnicas de Reproducción Asistida (para profundizar a este respecto y la concepción de infertilidad ver Baccino, Relaciones Nº 230, 2003). Se estima que una de cada cinco parejas heterosexuales en edad reproductiva tienen problemas de infertilidad (Chillik, 2000).

El motivo por el que incluimos como nueva forma de familia a las familias heterosexuales que recurren a las TRA, reside en que lo novedoso de estas familias se vincula a las formas de reproducción. A estas familias se las puede subdividir a partir de dos grupos: las parejas de hecho y las de derecho. En el año 1997, en Francia, al constatarse que el 85% de las parejas acordó constituirse sin dar cuenta de ello a las iglesias ni a las autoridades civiles, así como que más de la mitad de los niños nacidos ese año lo fueron de padres que no están unidos por un vínculo matrimonial, llevó a que la Ministra francesa de empleo y solidaridad Martine Aubry, y la Ministra de Justicia Elisabeth Guigon, hayan encargado el estudio de este fenómeno con vistas a modificar las normativas vigentes para incluir a estas parejas dentro de la ley. Surge de este modo en el año 1999 y en tierra gala (extendiéndose posteriormente a Alemania y EEUU), el Pacto Civil de Solidaridad que consiste en el reconocimiento de los derechos de las parejas de hecho, entre las cuales se incluye a las homosexuales. El PACS es un "contrato firmado entre dos personas físicas mayores de edad, de distinto sexo o del mismo, para organizar su vida en común" (Así lo expresa el artículo 1º de la Ley).

Las parejas de derecho pueden acceder a las TRA con mayor facilidad que las parejas de hecho, dentro de las imposiciones que el sistema sanitario detente en cada circunstancia legislativa y cultural. Pero el acceso a las TRA no solo es un factor de reconocimiento del vínculo legal (matrimonio) de la pareja habilita , sino también de factores económicos que se originan en políticas sociales.

La realidad es que no todas las parejas pueden acceder a las TRA. Dependiendo del país, el acceso será pago o gratuito, cuando es pago las cifras son bastante altas y no todos los interesados pueden acceder. En Uruguay el acceso a las Técnicas de Reproducción Asistida es pago, lo que hace que el número de beneficiados por las mismas se vea vinculado a las posibilidades económicas de las parejas. En otro sentido, a modo de ejemplo, España es un país que ha popularizado dichas técnicas, siendo gratuito su acceso (si bien coexisten clínicas privadas).

Hasta el momento, las Técnicas de Reproducción Asistida podrían dividirse en dos grandes grupos. Las técnicas de baja complejidad que incluyen los cuatro tipos de inseminación posible: Inseminación Cervical, Intrauterina, Tubarea ó Peritoneal; y las técnicas de alta complejidad como la FIV (Fertilización in Vitro) y el ICSI (inyección espermática intra-citoplasmática).

El primer bebé gestado por medio de la entonces incipiente técnica de Fertilización in Vitro llamado Louise Brown, nace en Inglaterra en 1978. Desde ese momento, éste y otros procedimientos han tenido un avance explosivo, con miles de niños nacidos por medio de diferentes técnicas de reproducción médicamente asistida.

Si bien la Medicina Reproductiva es de reciente aparición, más lo son los estudios e investigaciones referentes a estas nuevas formas de familia. La eclosión en este campo, surgió en la década de los 90' con algunas investigaciones, entre otras, de Susan Golombok, reconocida y referente investigadora, si bien ya se venía investigando desde mediados de los ´70. Dichas investigaciones, mayoritariamente de metodología longitudinal, han apuntado al estudio de los niños nacidos a partir de las llamadas nuevas formas de familia, tales como las que utilizan técnicas de reproducción asistida como la FIV (Fertilización in Vitro), el ICSI (inyección espermática intra-citoplasmática); en comparación con los niños nacidos a partir de embarazos espontáneos (grupo control). Así, comenzó a estudiarse el vínculo entre padres e hijos en ambos casos, la inserción escolar, dificultades de aprendizaje y de conducta, entre otros.

A partir de los hallazgos de las primeras investigaciones, la Medicina Reproductiva se plantea la necesidad de abrir sus puertas a otras disciplinas, como la Psicología, la sociología y la antropología social, para comprender más holísticamente la complejidad que este nuevo fenómeno social impone. La detección que estos modernos y revolucionarios tratamientos de reproducción asistida, así como el diagnóstico mismo de infertilidad, desatan indefectiblemente una serie de fenómenos psicológicos y sociales complejos, los que a su vez inciden en el propio tratamiento médico y, se transforman en el argumento angular de la integración de la práctica multidisciplinaria a este campo.

Esta complejidad se esconde bajo la apariencia de un desconocimiento social sobre el fenómeno que reclama intelección, desconocimiento que conduce, muchas veces, a prejuicios sociales que afectan nocivamente el bienestar de estas nuevas formas de familia. A modo de ejemplo, la elevada presión social que se ejerce sobre estas parejas, en el sentido de que no están aptas para conformar una familia nuclear y por tanto "realizarse" dentro de estos modelos ideales, conllevan a configurar en las mujeres estados depresivos comparables a aquellos desarrollados en mujeres diagnosticadas con cáncer (Mc. Mahon et al. 1997), una prueba de hasta qué punto pesan en nuestra sociedad los modelos ideales.

 

Familias homoparentales

Las parejas homosexuales son un hecho que se hace desde que en muchos países y bajo variadas circunstancias, no lo son de derecho. Eso es, el estado no las reconoce como unidad doméstica constituida. ¿Esto implica que por ello dejen de existir? La respuesta es no.

En el año 1970, en EEUU, la atención pública fue llamada a centrarse a la situación que estaban experimentando aquellas madres lesbianas que comenzaban a reclamar en la corte la custodia de sus hijos, nacidos en el ámbito de una pareja heterosexual previa. Constituyó ésta una época de fuerte activismo producto de la eclosión de la diversidad en una sociedad que miraba con recelo lo novedoso en el ámbito de la familia.

La decisión de las cortes se inclinó a negarles la custodia a esas madres, basando homogéneamente sus argumentos en que no habría de ser saludable para aquellos niños el crecer en una familia lesbiana porque tendrían, entre otras cosas, un desarrollo atípico con respecto a lo esperado para su género, dando como resultado niños menos masculinos y niñas menos femeninas (Golombok, y Tasker, F. 1996).

Desde aquellos años hasta nuestros días, poco cambio se ha producido en lo discursivo, siendo aún difícil para estas madres, por ejemplo, obtener la custodia legal de sus hijos; pero sí se ha producido un cambio en los ámbitos científicos sensibles a la temática, donde nos encontramos con más de una veintena de años de investigaciones que enfrentan sus hallazgos a la estigmatización social que aún encuentra eco en determinadas instituciones y organizaciones sociales.

Previo a esbozar ciertos hallazgos significativos de importantes investigaciones en este ámbito, resulta pertinente establecer brevemente ciertas precisiones conceptuales sobre identidad de género, rol de género, y orientación sexual a los efectos justamente de valorar la importancia de estos hallazgos.

Se entiende por identidad de género la percepción personal que tiene un sujeto de ser hombre o mujer. Mientras que rol de género refiere a los comportamientos y actitudes que se consideran apropiados para hombre y mujeres en una cultura en particular. En tanto, orientación sexual radica en la atracción sexual por personas del mismo o de diferente género.

Vayamos ahora a algunos de estos importantes hallazgos mencionados. Tal es el caso de la investigación realizada por Brewaeys et. al. en Bélgica en el año 1997 (citado en Golombok, 2002ª), quienes se centraron en el estudio comparativo de 30 familias de madres lesbianas (inseminadas artificialmente) en comparación con 68 familias de pareja heterosexual, extrayendo como conclusión que no se encuentra diferencia significativa en relación al desarrollo de género entre los hijos en edad escolar de ambos tipos de familia. Otro hallazgo de la investigación revela que no es necesaria la presencia de un padre (hombre) para el desarrollo de una orientación sexual tanto para niños como niñas. A este respecto se observó que la identidad sexual de las madres lesbianas tampoco tenía un efecto directo en la construcción de los roles de género tanto para niños como para niñas. A esto se suma, que muchos niños, hijos de madres lesbianas y que por tanto no tenían una presencia masculina en su casa, igualmente desarrollaban fuertes lazos de amistad con ciertos hombres amigos de su madre. El hallazgo más significativo de esta investigación, se centra en que la co-maternidad ejercida por la compañera de la madre biológica de estos niños hijos de madres lesbianas, demostró tener mayor presencia activa en relación al cuidado de estos niños, que los padres (hombres) de las parejas heterosexuales en relación a sus hijos.

Por su parte, Golombok y Tasker (1996), realizaron un estudio longitudinal sobre la orientación sexual en adultos que desde niños habían sido criados en una familia de madres lesbianas. Un total de 25 hijos de madres lesbianas y 21 hijos de familias monoparentales (mujeres) heterosexuales, fueron vistos en primera instancia cuando tenían una edad promedio de 9.5 años. Ya en una segunda instancia se volvieron a ver cuando tenían una edad promedio de 23.5 años. Las autoras expresan que el estudio se ha centrado en la comparación entre parejas de madres lesbianas y madres solas heterosexuales, debido a que era de su interés el explorar si la orientación sexual de la madre influenciaba el rol materno, y en qué medida. Un significativo hallazgo revela que no existen diferencias significativas en términos de orientación sexual, entre aquellos criados en familias lesbianas y sus pares criados en familias de madres solas.

En suma, las autoras rebaten la asunción de que hijos de madres lesbianas serán en su adultez lesbianas o gays; la mayoría de los niños que creció en el ámbito de una familia lesbiana se definen en su adultez como heterosexuales.

Muchas otras investigaciones coinciden en el sentido de los hallazgos.

Pero la situación a la que se enfrenta la pareja homosexual o persona homosexual no es solo la relativa a la custodia de los hijos, tenidos anteriormente, sino también y en forma creciente, al deseo de tenerlos solos o con su pareja actual. Las TRA se posicionan para estas parejas en un medio posible para lograr su objetivo deseado. Aquí nuevamente interviene la legislación, como dique discursivo habilitando o no según el país o estado, la utilización de TRA para homosexuales o mujeres solas.

En aquellos lugares en los que está habilitado (caso de Bélgica), la técnica que habitualmente se utiliza (de no haber dificultades orgánicas significativas) es la inseminación con semen de donante.

Pero existen en la realidad muchas clínicas insertas en países que habilitan la inseminación a mujeres lesbianas, que no acceden a realizarlas en mujeres con esta orientación sexual. De esta forma se ha extendido la denominada auto-inseminación que consiste en utilizar una jeringa como instrumento, conteniendo semen de algún voluntario allegado. Este donante, habitualmente es o un familiar o amigo de la mujer, y según han estudiado en 1993 y 1994 Saffron y Martin (citado en Hanson, et al. (1995), estos hombres pueden mantenerse o no en contacto con la familia a medida que crece el niño.

Esto constituye un ejemplo más de cómo se utilizan los intersticios del sistema para vehiculizar el deseo.

Familias monoparentales

Como ya hemos mencionado anteriormente, por el momento son solo las mujeres quienes por medio de las TRA pueden formar una familia monoparental.

Según informan múltiples fuentes, en comparación a hace 20 atrás, hoy en día asistimos a una proliferación de las familias monoparentales, las que constituyen un importante porcentaje de las familias existentes.

Existen distintas formas de conformar una familia monoparental. Se puede alcanzar mediada por la separación o divorcio, por la viudez, madre soltera, padre soltero, etc. En el caso que nos convoca, nos referiremos a las mujeres solas (homosexuales o heterosexuales) que recurren a las TRA para conformar una familia monoparental.

En la actualidad, la mujer ha sufrido un cambio importante, tanto desde el punto de vista laboral como familiar, lo que la ha llevado a adquirir mayor independencia. Pero a su vez, la mujer sola que desea tener hijos, no está exenta de la estigmatización social nutrida de prejuicios posiblemente anclados en una base machista y patriarcal de la sociedad, la que percibe estos movimientos como desafiantes.

Por otra parte, ciertas investigaciones, fundamentalmente centradas en la economía de las familias monoparentales, rescatan que los ingresos de las familias monoparentales (sostenidas por una mujer), que son la mayoría de dichas familias, son usualmente los más bajos de los ingresos domésticos (Lino, 1995). Asimismo se ha concluido que las familias monoparentales con madre que nunca se ha casado, muestran un estado económico inferior al de las familias monoparentales con madre divorciada, y éste es inferior a su vez, que el de las familias monoparentales sostenidas por un padre. Todas estas formas, en su conjunto estarían en un nivel económico más bajo que el de las familias con dos padres (Bianchi, 1995).

El primer estudio realizado sobre el desarrollo de niños nacidos en familias monoparentales (mujeres solas heterosexuales en este caso), fue realizado en el año 1976 por Ferri en Inglaterra, el cual concluyó que estos niños estaban tan bien ajustados a la vida social y familiar como aquellos que contaban con un padre en su familia.

Posteriores estudios se han sucedido a este respecto, la mayoría de los cuales concuerdan con los hallazgos antes mencionados, afirmando que en aquellas familias donde no se encuentra presente un padre, la relación de los niños con sus madres denota un fuerte vínculo, con alto grado de interacción madre-hijo e involucramiento de estas madres en los asuntos referentes a sus hijos; de modo similar a lo que sucede en las familias con la presencia de un padre (Golombok, S. et. al. 1997).

Vemos que la situación que vive la familia monoparental fundamentalmente sostenida por mujeres, si bien no es la más agraciada económicamente, las mujeres desempeñan un buen rol parental a pesar de las circunstancias económicas.

Evidentemente, la conformación de familias monoparentales no se sostiene solo en la utilización de las TRA. Pero el uso de las TRA por parte de las familias monoparentales crece paralelamente al incremento en el número de estas familias. Diferentes motivos son los elegidos por estas familias para recurrir a las TRA, por ejemplo mujeres solas que no desean contraer compromiso con un hombre para tener un hijo (acudiendo habitualmente a técnicas como la inseminación artificial con semen de donante), al igual que sucede con el hombre (acudiendo al vientre de alquiler). En tanto otro motivo incide en el caso de hombres o mujeres homosexuales que desean formar una familia monoparental.

¿Por qué si a partir de reiterados hallazgos por parte de importantes investigaciones científicas que revelan la buena calidad en el rol paterno ó materno de las familias monoparentales, ciertas legislaciones en determinados países aún no habilitan el uso de las TRA para conformar familias monoparentales? Y aún más, en aquellas que las permiten, ¿por qué persisten dificultades para ejercer este rol? Quizá debamos reflexionar sobre la estigmatización que ensombrece y oculta al conocimiento, por lo que se hace preciso esclarecer y develar mediante la investigación cada contexto socio-cultural, a fin de ejercer el reconocimiento de la diferencia de deseos que afloran en la diversidad.

 

Consideraciones Finales

El presente artículo ha explorado las nuevas formas de familia y su relación con las Técnicas de Reproducción Asistida, lo que ha llevado a reconsiderar el concepto de familia, la que deja de ser considerada como aquella unión consanguínea que encuentra su modelo en la familia nuclear, para pasar a ser reconsiderada a la luz de la gestación de múltiples modelos familiares que en la actualidad encuentran su lugar en la sociedad.

Cualquier definición de familia actualmente ha de tener en consideración el factor temporal, esto es, lo que hoy no es, mañana quizá lo sea.

Podríamos convenir, en que el parentesco es social; que lo diverso es el denominador común a las diferentes formas de familia. Y aún más, en que la definición de familia parte de cada integrante, es una autodefinición y no una imposición del saber científico. Por tanto, como bien menciona Fassin (2000), la definición de familia es política y no científica.

En relación a las Técnicas de Reproducción, ellas constituyen un desafío concreto, asible, al concepto de naturaleza. ¿Qué "naturaleza" ahora, aplicada a la procreación? Las TRA reafirman que la naturaleza es una construcción social y que lo biológico es configurado por lo social, tanto que se constituye en un instrumento producido en un ámbito social, la ciencia, para intervenir sobre lo biológico y de esa forma reconfigurar otro ámbito social, la familia. Lo biológico, la naturaleza, es un medio del que se vale lo social para alcanzar sus fines.

 

REFERENCIAS
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Fassin, E. (2000). Usages de la science et science des usages. A propos des familles homoparentales . L’Homme. Revue Francaise d’anthropologie Vol. 154-155.
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