En el centenario de Shostakovich
Egon Friedler
Reconocido en vida como uno de los mayores compositores soviéticos, Dimitri Shostakovich (1906-1975) es considerado cada vez más por músicos y musicólogos como el mayor sinfonista del Siglo XX, mientras su música goza de una creciente popularidad entre los públicos de todo el mundo.
No fue siempre así. Tanto su música, como sus problemas con las autoridades soviéticas y sus actitudes políticas fueron objeto de controversia durante mucho tiempo.
Shostakovich nació en San Petersburgo el 25 de setiembre de 1906 y hizo sus primeros estudios musicales con su madre, una pianista profesional. En 1919 fue admitido en el Conservatorio de Petrogrado donde estudió piano con Leonid Nikolayev y composición con Maximilian Steinberg, egresando en ambas disciplinas en 1923 y en 1925 respectivamente. Su obra de graduación, la Primera Sinfonía, estrenada triunfalmente en Leningrado el 12 de mayo de 1926 bajo la dirección de Nikolai Malko, constituyó un éxito resonante y pocos meses después fue ejecutada en Berlín y en Filadelfia. Las dos siguientes sinfonías, subtituladas "A octubre" y "El primero de mayo" fueron escritas por Shostakovich para afirmar sus credenciales de fidelidad a la revolución, pero años después el compositor minimizaría su importancia como "experimentos juveniles". Entre 1927 y 1930, Shostakovich escribió algunas de sus mejores obras para la escena como la ópera "La nariz", el ballet "La edad de oro" y la música incidental para la puesta en escena de Meyerhold de "La pulga" de Maiakovsky.
El 22 de enero de 1934 se estrenó en Leningrado su ópera "Lady Macbeth del distrito de Mtsensk" basada en un cuento de Nikolai Leskov (1831-1895) y fue bien recibida tanto por la crítica como por el público. Un crítico la calificó de "gran logro de la construcción socialista" y señaló "que una ópera semejante sólo pudo haber sido escrita por un compositor soviético formado en las mejores tradiciones de la cultura soviética." A comienzos de 1936 "Lady Macbeth" había tenido 83 representaciones en San Petersburgo y 97 en Moscú, pero el 28 de enero del mismo año se produjo un cambio dramático. Stalin vio una representación y dos días después "Pravda" publicó un furioso ataque al compositor bajo el título "Caos en lugar de música" y denunció la música de Shostakovich como "grosera, primitiva y vulgar". La Unión de Compositores Soviéticos se reunió de manera urgente para dar su apoyo la línea oficial y muchos de sus colegas sumaron su voz condenatoria a la del Kremlin. Shostakovich sufrió en silencio y tuvo que resignarse a que su próxima obra, la "Quinta Sinfonía" (1937) fuera presentada como "la réplica creativa de un compositor soviético a una crítica justa".
La Quinta Sinfonía fue un gran éxito y consolidó la posición de Shostakovich como el compositor más destacado de su generación. En 1940 volvió a obtener el reconocimiento oficial con el Premio Stalin por su quinteto con piano.
La invasión de Hitler a la Unión Soviética en 1941 lo motivó a enrolarse con su arte en el esfuerzo por elevar la moral combatiente del pueblo. Durante los primeros meses de la guerra vivió en la Leningrado sitiada donde compuso los tres primeros movimientos de la sinfonía N.7 dedicada a la ciudad. Evacuado a Kuybishev en octubre del mismo año terminó la sinfonía en diciembre. Estrenada en marzo de 1942 la sinfonía se convirtió en un símbolo de la resistencia soviética a la agresión nazi y tuvo una gran repercusión tanto en su país como en el exterior. Solo en la temporada 1942-43, la Sinfonía "Leningrado" fue ejecutada en 62 ocasiones en los Estados Unidos. Dos años después, Shostakovich escribió otra sinfonía de guerra, la N.8, que aunque era una obra de mayor calidad, no alcanzó el éxito de la Séptima.
Después del fin de la guerra, se produjo un significativo endurecimiento de la política interna del régimen soviético que se expresó también en el plano artístico. El comisario encargado de las "purgas" en la vida cultural fue Andrei Zhdanov, quien instrumentó una total reorganización de la Unión de Compositores Soviéticos. En un decreto fechado el 10 de febrero de 1948, un número de prominentes compositores soviéticos, incluyendo a Shostakovich y Prokofiev, fueron acusados de representar a las " perversiones formalistas y a las tendencias anti-democráticas en la música" y de cultivar "un culto a la disonancia, la atonalidad en confusas y neuróticas combinaciones que convierten a la música en cacofonía". Todos los compositores se "arrepintieron" oficialmente y en los cinco años siguientes siguieron la política musical marcada por el Partido Comunista. Pero varios, entre ellos Shostakovich, escribieron música conformista y sencilla, sin dejar de componer para sí mismos composiciones acordes con sus ideas estéticas. Entre las obras escritas de acuerdo al canon oficial, cabe citar a obras corales "La canción de los bosques" y "El sol alumbra a nuestra patria" mientras Shostakovich destinó al cajón, hasta después de la muerte de Stalin en 1953, obras como el primer Concierto para violín, el Cuarteto de cuerdas N.4 y el ciclo de cantos "De la poesía popular judía".
El mismo año Shostakovich dió a conocer su "Décima Sinfonía" que si bien fue criticada por los conservadores en un comienzo, más tarde fue reconocida como una obra maestra, tanto en la Unión Soviética como en el exterior. Después de la muerte de Prokofiev en 1953, Shostakovich se convirtió de hecho en el compositor soviético más reconocido y celebrado. A medida que la tendencia de liberalización en las artes continuaba era lógico esperar que Shostakovich se convirtiera en su portavoz más destacado. Sin embargo, al menos públicamente, Shostakovich se volvió más conservador, elogiando la posición oficial y criticando a la vanguardia. Como para demostrar que el concepto del realismo socialismo seguía siendo viable, escribió dos sinfonías N.11 (El año 1905) y N. 12 (A la memoria de Lenin).
Sin embargo, en 1962, reapareció de alguna manera el Shostakovich contestatario. Su Sinfonía N. 13, con solista y coros, utiliza para su primer movimiento el famoso poema de Evgeny Yevtuchenko "Babi Yar", una emotiva denuncia del antisemitismo en la Unión Soviética, que produjo un notorio desagrado oficial. El mismo año se presentó una versión revisada de su ópera "Lady Macbeth de Mtensk" ahora rebautizada "Katerina Izmailova" después de largos años de haber sido prohibida. Esta vez fue aclamada como una obra maestra, fue llevada al cine y se presentó en el Covent Garden de Londres y en la New York City Opera de Nueva York.
En 1966, un severo problema cardíaco mantuvo a Shostakovich fuera de la actividad por algún tiempo. Sin embargo, en los años siguientes continuó su intensa actividad de siempre produciendo entre otras importantes su Sinfonía N. 14 (1969) de carácter sombrío y meditativo. Su tema es la muerte y se inspira en textos de Lorca, Rilke, Apollinaire y Kuchelbecker. Shostakovich falleció el 9 de agosto de 1975, seis semanas antes de cumplir los 69 años.
En 1979, cuatro años después de la muerte de Shostakovich un emigrado ruso en los Estados Unidos, Salomón Volkov, dio a conocer un libro que dio lugar a interminables polémicas : "Testimonio : las memorias de Dimitri Shostakovich tal como fueron narradas y editadas por Salomon Volkov". Si bien varias páginas del texto original fueron firmadas por el propio Shostakovich, varios musicólogos entre los que se destaca el norteamericano Laurel Fay, insistieron en que era una falsedad fabricada por Volkov. Pero más allá de la polémica sobre la autenticidad del libro de Volkov, numerosas personas que conocieron bien a Shostakovich, incluyendo su propio hijo, Maxim, quien ha hecho una carrera internacional como director de orquesta, coinciden en que su revelación fundamental es cierta : Shostakovich era un disidente oculto que odiaba a Stalin y al régimen soviético. Esa afirmación resultó sumamente impactante para los medios culturales de Occidente porque Shostakovich había sido vocero de la cultura soviética oficial en múltiples oportunidades. Viajó a congresos y representó a su país en distintos encuentros internacionales como fiel representante del régimen. Hoy es claro que el músico tuvo que pagar ese precio para poder salir al exterior y tener contacto con músicos de otros países.
Shostakovich era un hombre tímido, nervioso, modesto y reservado, pero sus amigos más cercanos afirman que en la intimidad era cálido y tenía un agudo sentido del humor. Fue un maestro muy dedicado y algunos de sus principales alumnos como Sviridov y Karayev hicieron carrerras importantes. Pero sobre todo fue un trabajador incansable.
Dejó una vasta obra de 147 opus, que incluye 15 sinfonías, 15 cuartetos de cuerda, dos óperas y una opereta, seis conciertos para varios instrumentos, música de cámara para piano y otros instrumentos, varias cantatas y oratorios, 36 partituras para películas, música incidental para 11 piezas de teatro y música vocal de todo tipo. Entre sus amigos y admiradores se contaron algunos de los principales artistas soviéticos a quienes dedicó muchas de sus obras como el director de orquesta Mravinski, los pianistas Gillels y Richter, el violinista Rostropovich, la soprano Vishenvskaya, el cuarteto Beethoven.
Si bien en sus últimos años cosechó múltiples honores, tanto en la Unión Soviética como en Occidente, el valor de su obra y su lugar en la historia de la música fueron durante mucho tiempo temas sobre los cuales hubo grandes divergencias.
No sólo en su patria tuvo detractores. También los tuvo en muchos otros países. Un buen ejemplo es el del pope del dodecafonismo en la Argentina, Juan Carlos Paz, quien en su "Introducción a la música de nuestro tiempo" publicada en 1971 escribe lo siguiente sobre Shostakovich : "De los compositores soviéticos nacidos en este siglo, es sin duda Dimitri Shostakovich, 1906, el más renombrado, nunca sabremos si por su consecuente vulgaridad, su mezcla inhábil de estilos, su incapacidad melódica, su táctica del relleno estruendoso o su orquestación desorbitada. Estos defectos, de los que nunca se liberó el compositor, aparecen especialmente en sus grandes composiciones sinfónicas, de una dilatación exagerada y de una desconcertante falta de inventiva y de calidad." Algo más positiva, pero no demasiado es la opinión del compositor y musicólogo español Tomás Marco para quien "Shostakovich se reveló en los años treinta como el más dotado de los compositores que permanecían en el país y su carrera se vió facilitada por la ausencia de talentos superiores como los de Stravinsky, Prokofiev, Glazunov y hasta Rachmaninoff." Algo más balanceado es el juicio del musicólogo norteamericano David Ewen : " Shostakovich escribió mucha música superficial y llena de clisés. Pero gracias a sus obras mayores es una significativa figura creadora en la música contemporánea. Puede ser ingenioso, irónico, caprichoso como en "La edad de oro", el primer concierto para piano y partes de la novena sinfonía. Su mejor música se destaca por su notable orquestación, su técnica virtuosa, su arrolladora fuerza rítmica y su admirable lirismo. Pero a veces él va más allá de esos atractivos superficiales. En obras como en la Quinta Sinfonía ha creado música de gran intensidad dramática, nobleza de expresión y hondura espiritual."
Indudablemente Shostakovich fue esencialmente un músico instrumental. Lo explica muy bien el crítico Iván Martinov citado por el autor francés Michel R.Hoffman en su libro sobre Shostakovich : "La mayor parte de los temas de Shostakovich no son vocales ; su naturaleza es esencialmente instrumental y no se basa en los medios de expresión particulares de tal o cual instrumento. Los críticos de Shostakovich cometen el mismo error de aquellos que reprochaban a Berlioz la "pobreza melódica" de sus composiciones orquestales. Shostakovich no "instrumenta" sino que piensa directamente en la orquesta y el más pequeño elemento melódico se presenta en sus obras con un timbre especial en comntradicciones formal con la "melodía" tal como la concebían los apóstoles del estilo vocal…"
En un profundo ensayo sobre la música de Shostakovich, en el volumen "European Music in the Twentieth Century" el musicólogo británico Bernard Stevens define con admirable claridad las influencias que pesaron sobre la música de Shostakovich y analiza los rasgos principales de su eclecticismo : "En Leningrado, en la década del 20 se oyeron ejecuciones de importantes obras de Hindemith, Berg y otros compositores centro-europeos, y su influencia es muy marcada en la notable Primera Sinfonía (1925) escrita cuando aún era estudiante. Las huellas de Hindemith pueden percibirse en el contrapunto linear de gran parte del primer movimiento ; Mahler y Berg en el recargado romanticismo y la atmósfera fatalista del segundo movimiento ; el pesadillesco scherzo y los inquietantes pasajes de marcha en el primer mov imiento que recuerdan a las escenas de danza y de banda militar en "Wozzeck" ; un ocasional guiño a Tchaikovsky en el segundo tema con ritmo de vals del primer movimiento, mientras la coda de carácter trágico y el trío que evoca una canción popular son los únicos elementos típicamente rusos. Podría pensarse que la utilización de tantos elementos diferentes se debe a la ausencia de una clara individualidad. Pero ese uso contrastado de elementos diferentes constituye uno de los rasgos definitorios de su personalidad como creador."
Otro lúcido analista británico, Robert Layton ( en el segundo volumen de "The Symphony" editado por Robert Simpson) sintetiza el mismo concepto con gran elegancia : "La concepción de Shostakovich de la sinfonía es francamente mahleriana ; ninguna experiencia ha sido excluida ; la sinfonía contiene todo el mundo con sus contradicciones. En sus mejores momentos sus sinfonías tienen el épico sentido panorámico de los grandes novelistas rusos."
Sea por esa visión amplia y profunda, por su lúcido sarcasmo, por su capacidad de saltar de lo banal a lo trágico y viceversa, por su lirismo a veces contenido y otras desbordante, por la enorme variedad de su vasta obra creadora, la música de Shostakovich ha sobrevivido gallardamente al régimen al cual presuntamente representó durante tanto tiempo. Por ello, en el centenario de su nacimiento, la música de Shostakovich está más vigente que nunca. Con su imaginastivo eclecticismo y sus bruscos contrastes parece interpretar cabalmente a un nuevo siglo no menos agitado que el siglo XX en el que nos dejó su formidable legado artístico.
Egon Friedler
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