Serie: Acontece (XXXVIII)

Reconstrucción de una identidad

Familia transnacional

Pablo Pascale

Asistimos al fenómeno de la migración y su efecto en el ámbito de la familia: la consecuente producción de la denominada familia transnacional. Una temática de creciente interés para la investigación científica, por su marcado aumento en los últimos años y por sus efectos en el terreno social.

Como hemos visto en un artículo anterior (relaciones Nº 262), el movimiento hacia la comprensión del contexto global en el que se inscribe actualmente la migración, ha permitido reconceptualizarla, y crear nuevos marcos interpretativos que logren capturar su veloces transformaciones.

El transnacionalismo es uno de estos marcos, herederos de la globalización, que nos habilita la lectura de ciertos mecanismos que caracterizan la migración actual.

TRASNACIONALISMO Y FAMILIA TRANSNACIONAL

El auge de los nuevos flujos migratorios internacionales se caracteriza por la configuración de redes sociales, así como actividades y patrones que vinculan la sociedad de origen con la receptora, en un mismo campo social. Esto es, la vida de los migrantes actuales trasciende las fronteras nacionales e integra en una misma experiencia un nuevo espacio, el transnacional.

El transnacionalismo, aplicado al fenómeno de la migración, se sostiene sobre la base de que los migrantes mantienen múltiples relaciones –familiares, económicas, sociales, organizacionales, religiosas y políticas- que vencen las fronteras. Realizan acciones, toman decisiones y desarrollan identidades dentro de redes sociales que los mantienen conectados con dos o más sociedades simultáneamente (Basch, Glick Schiller, y Blanc-Szanton 1992).

Ciertos autores, impulsados por este concepto, denominan "transmigrantes" a los migrantes de estos tiempos, que producen un campo social en el que se funden el país de origen y el país receptor.(Basch, Glick Schiller, y Blanc-Szanton, 1992).

Recientemente, con la concientización de la globalidad de los fenómenos actuales, ha sido posible pensar a los migrantes como manteniendo relaciones simultáneas con dos o más sociedades. Y la globalización ha invitado a los científicos sociales a trascender la localidad de los fenómenos de su interés e integrarlos a una red que los vincula en forma expansiva a otros fenómenos, y a otras zonas geográficas. Las categorías de análisis social acotadas son hoy desafiadas por el fenómeno de la globalización, en su grado de veracidad. La posibilidad de alcanzar el concepto de transnacionalismo, es posible por la permeabilidad de fronteras conceptuales que han logrado integrar en distintos niveles estructurales los análisis del fenómeno de la migración. Portes percibe el concepto de comunidades transnacionales como la creación de comunidades, en respuesta al proceso de globalización, que se conforman más allá de las fronteras políticas de los países, conformando un campo "que no está ni aquí ni allí" sino en ambos lugares a la vez. Estas comunidades asentadas sobre la base de las redes sociales habilitarían la creación de "empresas transnacionales", como una forma de supervivencia entre los migrantes (Portes, A. 1996).

Así, las redes transnacionales son condición previa para la conformación de comunidades transnacionales, a cuyo proceso de transformación se da el nombre de transnacionalismo. Portes desmenuza sutilmente el concepto de transnacionalismo, y propone tres puntos para su análisis:

1. El emerger de las comunidades transnacionales está ligado a la lógica del capitalismo mismo. Y son llamadas a existir por los intereses y necesidades tanto de inversores como de empleados de países desarrollados.

2. Estas comunidades representan un fenómeno distinto al de los patrones tradicionales de adaptación del inmigrante.

3. Al estar este fenómeno propulsado por los dinamismos de la globalización, presenta grandes potenciales.

Las comunidades transnacionales no solo ligan a través de redes el país de origen y un país receptor, sino que incluye a varios países, allí dónde se encuentren dispersos los miembros de la comunidad. Entonces, nos encontraremos con que las redes transnacionales ligan a toda una comunidad a lo largo de varios países, trascendiendo muchas fronteras. El ya mencionado avance tecnológico ha facilitado la expansión de las redes de cada comunidad, trascendiendo países a lo ancho del mundo.

Así, el espacio construido por las redes transnacionales se sustenta en las redes organizacionales de la comunidad (caso de instituciones religiosas, por ej.) y de las redes establecidas por la familia transnacional. (Chávez, 1991; Salazar, 2000; Chandrashekhar Bhat y Ajaya Kumar Sahoo, 2003)

La familia no está exenta, como modalidad de análisis, del fenómeno de la migración, y a partir del mismo comenzamos a encontrarnos en la actualidad con las denominadas familias transnacionales. Se trata de aquellas familias de las cuales algunos de sus miembros se encuentran en el país de origen y otro/s en el país de destino. Las familias transnacionales, entonces, se reparten sus miembros entre dos sociedades. Constituyen un modo de incorporación a la sociedad de destino, pero como efecto de los obstáculos impuestos por las condiciones macroestructurales, habitualmente las leyes migratorias, la contracara de esto es uno de los fundamentos básicos de la familia transnacional: la reunificación. La reunificación de sus miembros es una tensión que mantiene a la familia como una unidad, más allá de la distancia (Sánchez, 2004). La tensión producida entre las facilidades proporcionadas por los avances tecnológicos en las áreas de comunicación y transporte por un lado, y las leyes migratorias por otro, esto es, la tensión entre los facilitadores y los obstaculizadores, alimentan la esperanza de una reunificación de los miembros de la familia.

Pero la reunificación no es el único elemento que define a la familia transnacional; también está la supervivencia. Habitualmente el o los miembros que se encuentran en el país de destino, mediante las facilidades proporcionadas por la tecnología, no solo mantienen comunicación con los miembros familiares en la sociedad de origen, sino que aportan económicamente para la supervivencia de esta, habitualmente mediante la modalidad de remesas, la compra de propiedades, o la inversión empresarial de la que goza toda la familia.

Las familias transnacionales no son una elección, sino el resultado de una adaptación, que deja de manifiesto su capacidad de flexibilidad a las condiciones imperantes. Pero, a su vez, sufre en su interior una reestructuración que puede centrarse a nivel de los roles, de género, de los ciclos vitales de los hijos, etc.

A modo de ejemplo, ha proliferado la denominada Maternidad Transnacional, que se presenta cuando una madre emigra y desde el extranjero continúa ejerciendo su rol a la distancia a través de llamadas telefónicas, cartas, enviando dinero a casa para pagar la educación o necesidades de sus hijos. La maternidad transnacional es una estrategia, como efecto de las restricciones legales, en la búsqueda de alternativas para ejercer la maternidad. La mayoría de estas mujeres, fundamentalmente en EE.UU., consiguen trabajo como empleadas domésticas o cuidadoras de niños. En un estudio realizado entre 153 mujeres latinas que trabajan como empleadas domésticas en Los Ángeles, 40% de ellas tienen al menos uno de sus hijos en el país de origen. (Hondagneu-Sotelo, P., 1997)

Por tanto, la reestructuración de la familia alcanza profundos niveles, que hacen necesaria una renegociación posterior a la migración. Los roles de género, así como los valores en torno a la familia, habitualmente difieren en el nuevo medio y en el de origen, lo que implica una inevitable afectación en la relación entre esposos, y entre generaciones (Vuornien, P. 2003). La adaptación pone de manifiesto que la familia no es una unidad cerrada que permanece inalterable ante un nuevo ambiente cultural.

Incluso, temas como la identidad étnica sufren un proceso de desnaturalización y son puestos en cuestión por los migrantes, en la búsqueda de definición del "nosotros" frente al "ellos". Como menciona Forsander , la experiencia de identidad transnacional denota una pertenencia a una comunidad no restringida por "bordes" (o fronteras), por lo que el significado de etnicidad –si bien no desaparecido con la globalización- ha perdido su ligazón con la localidad, y esto hace que deba ser constantemente redefinido en la relación con los otros.

A este respecto, Basch et al. (1992) argumentan que los transmigrantes crean identidades fluidas y múltiples, profundamente apoyadas tanto en la sociedad de origen como en la de destino. Y que si bien algunos migrantes muestran una tendencia a identificarse más con un país que con otro, parecería que la mayoría mantiene múltiples identidades que los ligan a más de un espacio.

Por tanto, las familias transnacionales constituyen una unidad doméstica en la que alguno de sus miembros vive en otro país y en la que hay lazos económicos y de supervivencia que se mantienen sobre la base de la tensión de reunificación de la familia. Constituyen una desterritorialización de la familia, y esto pone en jaque al concepto tradicional del modelo familiar, integrándose como una nueva realidad.

Las familias transnacionales son configuraciones transitorias, por el hecho de enfrentarse a tres opciones: 1. el retorno al país de origen, que se puede producir por cumplir las metas, así como por no poder sostenerse más la situación de separación; 2. la incorporación sin documentos de los hijos al país receptor, lo cual implica grandes riesgos; y 3. la concreción de la reunificación familiar en el lugar de destino (Sánchez, 2004)

La familia transnacional, desafortunadamente, no es una elección, sino el resultado de condiciones macroestructurales, fundamentalmente las leyes migratorias del país receptor. Constituyen una unidad forzada a distanciarse, que halla en la esperanza del reencuentro, de la reunificación de sus miembros, la fuerza para superar los obstáculos, y así, su razón de ser.

VIGENCIA DE LAS REDES SOCIALES

Hemos intentado considerar la migración en relación con los conceptos de globalización, redes sociales y transnacionalismo. A partir de la interacción con este último nos hemos referido a las familias transnacionales como una nueva adaptación de la familia a los procesos migratorios.

Así, la globalización aparece como un importante marco referencial macroestructural desde el cual podemos dar cuenta de la migración y sus múltiples atravesamientos. Como bien menciona Saskia Sassen (2003), el término globalización refiere a dos procesos dinámicos distintos. Uno relativo a la formación explícita de instituciones y procesos globales, tal como sería el Fondo Monetario Internacional, mercados financieros globales, etc. Las prácticas y formas organizacionales a través de las cuales operan estas dinámicas son constitutivas de lo que actualmente se piensa como escala global. Sassen denomina a esto escala global autoevidente. Por otro lado, existen otros procesos que toman cuerpo dentro del dominio de territorios e instituciones y que implican redes transnacionales que conectan múltiples localidades, actores o procesos nacionales. Este segundo tipo de proceso de globalización es el que subyace en el presente trabajo.

Las nuevas tecnologías constituyen una variable importante para el análisis de los actuales flujos migratorios. Éstas han intensificado las posibilidades de interacción entre los actores integrantes de redes sociales. De esta forma, los migrantes se sirven de los aportes de las nuevas tecnologías a los medios de comunicación y transporte (aviones, internet, e-mail, fax, llamadas internacionales, etc.) para mantener un contacto, la mayor de las veces en tiempo real, con la sociedad de origen y sus familiares. Lo cual trae aparejado cambios significativos en lo que hace a los procesos migratorios, acortando virtualmente las distancias y los tiempos, y acercando a los integrantes de las redes, en este caso migratorias. Castells recuerda que "la red es un conjunto de nodos interconectados, siendo un nodo el punto en que una curva se intersecta a sí misma. De forma que la tipología definida por las redes determina que la distancia (o intensidad y frecuencia de la interacción) entre dos puntos (o posiciones sociales) sea más corta (o más frecuente, o más intensa) si ambos son nodos de una red que si no pertenecen a la misma". Así, pues, "la distancia (física, social, económica, política, cultural) para un punto o posición determinados varía entre cero (para cualquier nodo de la misma red) e infinito (para cualquier punto externo de la red)". (Castells, M. 1997; 506)

La globalización, por tanto, no constituye en sí una causa de la migración, pero sí ha intensificado ciertos aspectos que han dado en transformar a los flujos migratorios, por lo que existen importantes diferencias entre la migración actual y la de principios del siglo XX.

El concepto de redes sociales como dimensión microestructural para el análisis de la migración revela, como menciona Menjívar, que esta es el producto social resultado entre la decisión de individuos y parámetros económicos y políticos. Cuando referimos a decisión de individuos ya no lo hacemos como antes era pensada la migración, o sea como un fenómeno individual. La migración actualmente no es individual sino colectiva; la decisión de los individuos a migrar es tomada en el seno familiar, en la negociación dentro del grupo de pertenencia más próximo, y se migra adonde las redes han sido tendidas y no a otro lugar. La migración es un proceso colectivo y este constituye un aporte del concepto de redes sociales.

Hemos visto que las redes sociales al servicio de la migración cumplen funciones tales como la adaptación, la selectividad y la canalización. Mejor funcionan las redes cuando mayor es la maximización de recursos, y constituyen eficaces fuentes para la adquisición de recursos escasos, tales como capital e información. También hemos visto que en ocasiones las redes bajo condiciones de pobreza sufren debilitamientos o fragmentaciones; como menciona Menjívar, las redes no son estructuras fijas sino flujos en constante cambio.

Los migrantes actuales, gracias a las redes sociales, mantienen vínculos con la sociedad de origen y la sociedad de destino, quienes mediados por la facilidad de las nuevas tecnologías crean un nuevo campo social: el transnacionalismo. En este campo social se trascienden las fronteras manteniéndose una relación simultánea con las distintas sociedades, creando un campo en la que ambas se funden. Esto trae aparejado importantes efectos en los migrantes, tales como un replanteamiento de la identidad étnica, que sufre un proceso de desnaturalización. Basch et al. argumentan que los migrantes desarrollan una gran fluidez y multiplicidad de identidades.

Los efectos de la migración en el interior de la familia, y a la luz del transnacionalismo, han dado en desarrollar el concepto de familias transnacionales como aquellas en las que parte de sus miembros se encuentran en la sociedad de origen y parte en la de destino. La familia transnacional, a diferencia de otras nuevas formas de familia, no surge como elección de sus miembros, sino como un efecto de condiciones macroestructurales (políticas migratorias, por ej.), como una adaptación de la familia a un nuevo contexto. Los efectos de esto a nivel de la familia traen aparejada una importante reestructuración de las relaciones entre esposos, de género y de generaciones. Así surge, por ejemplo, la maternidad transnacional cuando una madre se encuentra separada de sus hijos que viven en otra sociedad (habitualmente la de origen). La familia transnacional vive en una constante renegociación de su dinámica interna, pugnando por se reunificación.

El concepto de transnacionalismo hace pensar en ciertos grados de disolución de fronteras. La familia transnacional constituye un claro ejemplo de la trascendencia de las fronteras, que si bien existen (aún), son superadas, atravesadas en un movimiento realizado por múltiples fenómenos sociales. Las distancias territoriales y temporales son hoy desafiadas por la emergencia de los procesos transnacionales en que se crean nuevos campos sociales que anclan sus procesos en la virtualidad. El proceso de esfumación de fronteras pone de manifiesto la disolución de antiguas identidades monolíticas y propone una redefinición de las mismas, de la étnica a la nacional, de la familiar a la individual.

REFERENCIAS

Basch, L., Glick Schiller, N., y Blanc-Szanton, C. (Eds.) (1992): Towards a transnational perspective on migration: Race, ethnicity, and nationalism reconsidered. N.Y., Annals of New York Academy of Science, vol. 645.
Chandrashekhar Bhat y Ajaya Kumar Sahoo (2003): Diaspora to transnacional networks: The caso of indians in Canada. En Sushuma, J. Verma y Radhika Seshan (Eds.): Fracured identity: The Indian diaspora in Canada. Rawat Publication, Jipur, pp 141-167.
Castells, M. (1997): La era de la información: Economía, sociedad y cultura. (Vol.1) La sociedad red. Madrid, Alianza Editorial.
Hondagneu-Sotelo, P., (1997): Latina Challenging Fronteras. Routledge.
Kemper, R. (1987): Desarrollo de los estudios antropológicos sobre migración mexicana. En Glantz, S. (Comp.) La heterodoxia recuperada. México, F. C. E.
Menjívar, C. (2000): Fragmented Ties: Salvadoran immigrant networks in America. Berkeley, University of California Press.
Portes, A. (1996): Globalization from below. Latin America in the World Economy, Westport, CN: Greenwood Press, pp. 151-168. 2
Sanchez, R. (2004): Cuando los hijos se quedan en El Salvador: modos de incorporación, familias transnacionales y reunificación familiar. Estudio de casos de salvadoreños en Washington, D.C. (Sin publicar)
Sassen, S. (2003): Globalization or denationalization?. Review of International Political Economy, 10:1, 1-22.
Vournien, P. (2003): Family in Transition: Transnational Ties and Identity Negotiation. Proetnología, 15.

 

Volvamos al comienzo del texto


Portada
Portada
© relaciones
Revista al tema del hombre
relacion@chasque.apc.org