Memorias de un enfermo nervioso
Delirio y escritura
Juan Carlos Capo
"Ni dans ce que dit l’analysant, ni dans ce que dit l’analyste il [n’] y a autre chose qu’écriture" (1)
"Queda para el futuro decidir si la teoría contiene más delirio del que yo quisiera, o el delirio, más verdad de lo que otros hallan hoy creíble". (2)
Lacan dijo en su "Conferencia en Ginebra" (1975):
—"No doy al término de pensar una connotación de valor (…) Pienso que el pensamiento es a fin de cuentas un enviscamiento. Y esto los psicoanalistas lo saben mejor que nadie. Es un enviscamiento en algo que especifiqué con lo que llamo el imaginario…(…) Si el hombre (…) no tuviese lo que se llama un cuerpo, no voy a decir que no pensaría, pues esto es obvio, sino que no estaría profundamente capturado por la imagen de ese cuerpo"…
Y más adelante, al referirse al lenguaje, Lacan sostuvo:
(…) —"El hombre piensa con ayuda de las palabras. Y es en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo donde algo se esboza".
Lacan introdujo entonces una palabra lo más cercana posible a lallation (laleo, en castellano).
Esa palabra fue lalangue. (5)
El golpe del significante en el cuerpo.- Mayette Viltard amplió la noción de ese neologismo.
—¿"De qué modo esta escritura del ritmo y la melodía, que no se escribe con palabras, sino con una red de escansiones, entra en el cuerpo?"—se pregunta Viltard, y contesta:
—"Lacan usa la imagen de la instilación gota a gota, para dar cuenta de esta inscripción trazo a trazo (…) ese canto que es el nombre del canto de las nodrizas, y que pasa por los gestos del cuerpo, comenzando primero por la acunación" (…)
Sujeto de las hiancias.- Lacan esgrime la hiancia como neologismo que delimita el borde, el abismo, el agujero…
Así, por ejemplo, el que queda luego de la pérdida del objeto originario y aun la misma grieta… en la teoría.
"Hombres huecos" (al decir del poeta Thomas Eliot), "seres agujereados" al borde de un abismo, de un boquete: ecos de "la boca se abre bien" que el sueño de la inyección de Irma pone de relieve, o el relato de un sueño:
—"De repente, la ventana se abre sola"—que desemboca en:—"Los ojos se abren de pronto"—del Hombre de los Lobos ( 3 ).
O la película "Él"—retrato de un paranoico, realización de Luis Buñuel y film que Lacan ponía siempre como ejemplo de obra de arte ceñida a una fidelidad creativa (y psicoanalítica)—que mostraba en una escena un boquete a punto de tragarse literalmente al protagonista.
Las Memorias de Schreber
Él era un juez maduro y aun joven, cuando accedió a la presidencia en la Corte de Dresde. Se había casado con Sabina Behr, hija de actores, que no fue jamás aceptada en la familia (4).
Él tenía treinta y seis años, ella veinte. Schreber procedía de una genealogía ilustre que se arborizaba en las ramas del Derecho, la Pedagogía y la Medicina. De esta última procedía su padre, Daniel Gottlieb Moritz Schreber, médico y pedagogo social, y de una madre, matrona, matriarca, Paulina Haase que regenteaba esa casa y esos hijos, entre los cuales estaba un hermano mayor (Gustav) que se suicidó y varias hermanas: Anna, Sidonie y Klara. La madre cuidaba celosamente del legado paterno después de la muerte del padre. Todos los hijos estaban estrechamente ligados a ella.
Y Schreber resultó quedar atascado en la psicosis, porque como él mismo lo dijera:
—"Todo Sinsentido será abolido"— ( 13) lo que se podría entender como la imposibilidad de que advinieran metáforas a su habla.
El texto de las Memorias documenta suficientemente esta cadena significante "rota".
—"Pero, ¿quién conoce a Daniel Paul Schreber?"—fue un comentario que Schreber escuchó, en sus años de lucha por la vida, cuando pugnaba por abrirse paso, y en medio de las críticas de colegas competidores, elevaba su candidatura al Reichstag, como juez de Corte (4).
El primer desfallecimiento de Schreber fue un episodio de hipocondría que su médico Paul Theodore Flechsig curó. (Las negritas son del autor de la nota).
El delirio de persecución.-Pero luego la borrasca de un delirio llevado a cabo por un Dios distante, que "solo sabe tratar con cadáveres" y que solo conoce la exterioridad de los hombres, hizo presa en él. Escribió en sus memorias la beatitud voluptuosa que podría sentir él como mujer, en el poderoso instante del coito. Su unión carnal era con ese Dios distante, pero de esa cópula podría producirse un alumbramiento de hombres nuevos. Pero la borrasca alienante incluyó un estupor alucinatorio y reiterados intentos de suicidio. Las torturantes alucinaciones de "hombres hechos a la ligera" que desaparecían ante su vista, más las murmuraciones de "pájaros parlantes" que ante él desfilaban, y murmuraban infamias sobre su virilidad, constituían el momento fecundo de su delirio.
En torno a nombre propio y transferencia.- Lacan, en el único seminario que dio en 1963, acerca "De los Nombres del Padre", y al referirse al nombre propio, dice que "se lo leerá igual en todas las lenguas" (9).
Erik Porge, en su trabajo "Presentar un cuadro de persecución" recorre la función topológica del nombre propio. Justamente, el nombre propio pone en su evidencia de falta, la idea de posesión de lo propio.
Si alguien en particular es denominado con su nombre propio, es, en ese sentido, irreemplazable, es decir, que puede faltar, (…)
Mayette Viltard se sumará a estas precisiones y citará que Lacan, luego de leer a James Joyce, comprenderá de modo distinto su afirmación de que el nombre propio es intraducible, y de que el nombre propio se lee igual en todas las lenguas.
—"Joyce sabía muy bien—dice Lacan en la Conferencia sobre el síntoma ya citada — que sus relaciones con las mujeres eran tan solo su propia canción.
Joyce intentó situar al ser humano de un modo que solo tiene un mérito, el de diferir de todo lo que fue enunciado sobre ello precedentemente".
(De esto Lacan sacó la conclusión que son más bien las mujeres las que inventaron el lenguaje).
Sobre transferencia en la psicosis
Erik Porge, en el trabajo ya citado, señala que Freud en la vigésimo séptima conferencia de Introducción al Psicoanálisis sostuvo que las neurosis narcisistas no dan signos de transferencia alguna y que, en consecuencia, no pueden ser tratadas por los psicoanalistas.
Pero hete aquí que en la vigésimo octava conferencia, ante la objeción de que el psicoanálisis cura por sugestión, Freud se apoyó, para su réplica…¡en los dementes y en los paranoicos! Ellos son nuestros garantes, dijo, ellos son nuestros informantes; ellos están por encima de toda sospecha de sugestión, y sus traducciones de símbolos y fantasmas encubren los resultados de las búsquedas sobre el inconsciente en los neuróticos de transferencia. (12)
Esto habla de las cercanías que tenemos con los psicóticos, idea que es preciso retener y señalar su relevancia.
¿Cuántos jóvenes analistas de hoy han tenido en cuenta su angustia como efecto resultante de plantarse ante el psicótico y no se han arredrado ante el paso siguiente a dar, o que podrían intentar dar?
Y ya sea por esta reacción afectiva crucial, o por otra razón, no aceptan encarar al loco en una apuesta de poner su formación analítica en contacto con las psicosis.
***
Freud no dudó en hablar de una transferencia en Schreber.
Transferencia ante todo con su médico, el profesor Flechsig, y también transferencia sobre Dios, y sobre el Astro Rey: el sol.
Así, los perseguidores Flechsig y Dios conforman una serie: Dios acusa transferencia que remite al padre de Schreber, Flechsig acusa transferencia al hermano mayor, (Gustav, el suicida), hermano que Schreber debía temer, conjetura de Freud que se vio confirmada. En cuanto a la transferencia sobre el sol, ello remite a una sublimación paterna, de acuerdo a Freud.
Erik Porge se apoya en la frase de Freud: la paranoia fragmenta, la histeria condensa. Y a continuación enumera a Flechsig y a Dios (Gott), como perseguidores que se desdoblan en serie de muchos personajes más.
El delirio persecutorio, en sus comienzos, no toma en cuenta solo la estampa imponente del Dr. Flechsig, un semidiós de la neurología de su época, sino que incluye las genealogías entrelazadas de Flechsig y Schreber.
Lacan, continúa Porge, da preeminencia a la relación con el padre en la génesis de la psicosis, aunque esta afirmación habrá que matizarla.
Mayette Viltard había dicho algo que convergía en la misma dirección, cuando al dar noticias de la Conferencia en Ginebra, de Lacan, cuando este habló de lalangue, y se le preguntó acerca de la Forclusión del Nombre del Padre, Lacan no solo respondió que había dos niveles, el del Nombre-del-Padre, sino también el Padre del Nombre, y distinguió así "que el padre es aquel que nombra" (5). Es de agregar que a ese "padre del nombre" quizá no haya que buscarlo del lado hombre. Por eso Porge encarece que no hay que remitirse al personaje del padre cuando se habla de "la instancia del Nombre del Padre".
Por el contrario, si se piensa que un significante primordial habría intervenido en la creación de las lenguas, entonces es del lado de todas las mujeres donde se debe aguardar ese lugar del saber de las lenguas, (…) (énfasis del autor de este artículo) (15)
Porge prosigue:—"Este modo de situar a Flechsig como perseguidor, y en relación, no a la libido homosexual dirigida hacia el padre, sino en relación a la instancia del Nombre del padre, es un modo de dar consistencia a la transferencia de Schreber sobre Flechsig".
Porque tanto Flechsig como Dios no remiten tanto al personaje del padre como a "la instancia del Nombre del padre"(…) (12)
La forclusión.- Lacan funda, mayoritariamente, su concepción de forclusión en un delgado dintel o cornisa, sustentada en dos afirmaciones de Freud:
1ª. "Una represión (Verdrängung) es algo diverso de una desestimación (Verwerfung)" (3)
2ª. "No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia fuera; más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera" (2).
En consecuencia, concluye Porge, la forclusión del Nombre del padre, lejos de relegar al loco al rango de demente privado de juicio y de razón, e incapaz de transferencia, en el límite fuera de la humanidad, tiene sentido sólo si implica este reconocimiento de una puesta en forma del sujeto y del Otro (…)
En cierta medida es el indicio (e inicio, quizá) de una transferencia del analista sobre el loco. (12)
El delirio de Schreber se construye primordialmente sobre la alucinación verbal respecto a la cual el psiquiatra francés, G. Lantéri-Laura, muy cercano al psicoanálisis
y fallecido en 2004, hizo la siguiente consideración:
"—En la afasia, se podría decir que el lenguaje ‘falta’ y que en las alucinaciones el lenguaje está excedido". (11 )
Los "nervios divinos" de la teodicea schreberiana, son conocidos también como los Rayos, como las Voces, dado que "la naturaleza de los Rayos es que deben hablar"
Las precisiones de Mayette Viltard
Acerca del golpe del significante en el cuerpo, vistas más arriba, tampoco son ociosas, porque los golpes de los trazos del ritmo y la melodía, que recibe el infans, delimitan la escansión, tan fundamental para el discernir de las palabras y su articulación, sobre un fondo de metonimia y metáfora.
En el caso de Schreber, Mayette Viltard, sostiene que es, precisamente, por ese tempo alargado, fundido, encadenado, enlentecido, que ata a Schreber a los astros—hilo significante que Lacan sostiene que arriesga romperse—y así las Voces que asolan al presidente Schreber, lo sumen en un terror desbordante, debido a la consiguiente catástrofe metonímica y existencial, que ataca a su pensamiento.
El punto catastrófico se aproxima, dice Viltard, cuando "la música de las palabras se torna parecida a la música de la arena deslizándose dentro de un reloj de arena" (15).
Schreber lucha con todas sus fuerzas mediante estratagemas que le permitan restaurar las escansiones, y poder salir del farfulleo enloquecedor: un desesperado intento de hacer posible que las palabras puedan discernirse (…)
La lucha incluye que Schreber cuente cifras y el rosario, recite versos, profiera jaculatorias, cante, grite, insulte y cague compulsivamente sentado sobre un cubo, mientras simultáneamente aporrea un piano.
L’élangue.- Es otro neologismo más, pero este fue acuñado por Philippe Sollers, y es homofónico del "lalangue" lacaniano. Reúne la condensación de langue, (lengua), élation (elación), elonguent (alargan), y también élan, que comprende esfuerzo, arranque, arrojo, vehemencia (14).
El seminario sobre las Estructuras freudianas en las psicosis. (7 ) El Lacan de este Seminario es un Lacan que, en cierto sentido, ha experimentado el paso del tiempo, lo que no quiere decir ignorar su enseñanza en tal o cual período, pero mucha agua ha corrido bajo los puentes.
Y también sus nociones han pasado por sus propios avatares—caída de la dialéctica intersubjetiva, superación de la referencia al sistema hegeliano, una menor importancia a dar a una gramática en el abordaje del inconsciente, luego de un tiempo inicial en que sí se la dio; una quita de absoluto al sello del neologismo que, luego de Joyce, Lacan debió rectificar—.
Se intentará mostrar estos "enviscamientos" lacanianos.
Gramática inconciente.- Freud acudió, creativamente, a la negación (o denegación) insertada en un fino análisis que enfoca el sujeto, el objeto y el verbo, extrayendo de esa operación, la proyección persecutoria, los celos neuróticos y delirantes, la erotomanía, y el amor a sí mismo del sujeto y el amor a su delirio.
Todavía Freud no había escrito Introducción al narcisismo, pero ya este texto lo preanunciaba.
Lacan pudo entender de este análisis freudiano, que el paranoico es un buen gramático, pero no un buen filólogo. Hasta ahí, esa afirmación conserva su vigencia de innegable validez clínica, como asimismo la adhesión de Lacan a la gramática, como herramienta operativa en psicoanálisis, hasta que tuvo que admitir la existencia de otra escritura.
Freud escribe "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de Dementia paranoides", es decir, "analiza un texto" en el año de la muerte—1911— que sella el fin de la genealogía y descendencia soñada por Schreber.
Freud contextuó la locura de Schreber en un registro homosexual y los mecanismos defensivos consiguientes.
La precipitación persecutoria del significante.- La paranoia tornará persecutorio al significante, ya que la metáfora no pudo entrar a tallar, algo que en Schreber se hizo imposible.
Las grietas en el edificio de la teoría.-Si se lee demasiado rápido la posición de Lacan en el seminario sobre Las psicosis, podemos convenir en que su posición es coherente y freudiana, dice Mayette Viltard. Neurosis: registro de procesos secundarios, donde el síntoma es metáfora; psicosis: registro de procesos primarios, inconsciente a cielo abierto, donde la metáfora desapareció, "donde los problemas de la contigüidad comienzan a pulular marcados por el suspenso de frases interrumpidas, y donde el neologismo viene a poner la firma del real de la lengua fundamental". No olvidemos, además, que Lacan también temía que el enlentecimiento de las Voces en Schreber podía traer aparejado la rotura del hilo significante.
La aparición y la obra de James Joyce. Cambios en Lacan- En el cuento "Los muertos", del volumen "Dublineses" (1905), de Joyce, uno de los personajes, Mr. Conroy, invitado con su esposa Gretta a una fiesta, es recibido por la empleada, y oye que ella pronuncia su nombre con tres sílabas, como si lo hubiera hecho en idioma gaélico. Después, Mr. Conroy baila con una nacionalista irlandesa, que lo admira como escritor y lo desprecia por ser no nacionalista. Insistente, ella invita al escritor a una excursión a las islas Aran—territorios emblemáticos de la tradición gaélica—. Conroy cortésmente se excusa:"—Pero usted vendrá—dijo la señorita Ivors, posando ansiosamente su cálida mano sobre la de él.:—El caso—dijo Gabriel es que ya me he comprometido a ir…—¿A dónde?—(…)—Bueno, solemos ir a Francia o a Bélgica o quizá a Alemania—dijo Gabriel torpemente— ¿Y por qué va usted a Francia y a Bélgica—dijo la señorita Ivors—en vez de visitar su propia tierra?—Bueno—dijo Gabriel—por un lado para mantener vivo el contacto con los idiomas, y por otro para cambiar".
"—¿No tiene usted su propio idioma con el que mantenerse en contacto, el irlándés?—preguntó la señorita Ivors.—Bueno—dijo Gabriel—puestas así las cosas, el irlandés no es mi idioma. (…)—¿Y no tiene usted su propia tierra que visitar?—continuó la señorita Ivors—Oh, si he de decir la verdad—replicó súbitamente Gabriel— mi propio país me pone enfermo ¡Enfermo!" (9).
Pero más cosas trae Joyce; así, el pasaje de lenguas, entre la estructura musical y la estructura de su prosa, y de cómo desde el punto de vista estético, ambas estructuras, la musical, la prosística, resultaban más legibles, más enriquecidas, más verosímiles, erótica y estéticamente.
(El énfasis en los tres últimos parágrafos es de quien escribe esta nota).
Philippe Sollers toma la posta.- Y resume este lanzarse de Joyce hacia todas las lenguas. Se pregunta: ¿por qué Joyce habrá querido hacer su revolución utilizando la mayor cantidad de lenguas?
Sollers en su respuesta da cuenta de dos cosas: Joyce buscó señalar, dice, que el fin de las nacionalidades estaba decidido, y además quiso con ello "tocar el inconsciente".
Y Sollers agrega: "Pues el apego a una lengua nacional es, precisamente—lo sabemos por el psicoanálisis—una investidura preconsciente. Esa es la causa de que la mayoría de las personas encerradas en una lengua rechazan a la vez el inconsciente y el debate internacional (…)
¿En qué consistió el acto político de Joyce? En que él va a desarticular, analizar, rearticular, y al mismo tiempo anular el máximo de huellas, residuos culturales, ideológicos, históricos, mitológicos, lingüísticos y religiosos. Puesto que si consideramos a la religión como el fenómeno neurótico fundamental de la humanidad —afirma Sollers—estamos obligados a constatar que, excepto Joyce, nadie parece haber logrado salir del espacio de la religión. ¿Y por qué él? Porque consiguió por medio de su escritura un cierto saber sexual fundamental sobre la especie. (14)
Lacan atrapó la pelota al vuelo, dice Viltard, lo que le permitió abrirse a otras cuestiones:
—¿Hay continuidad entre las lenguas?
—¿Hay posibilidad de pasar de una lengua a otra?
—¿O no la hay en absoluto?
Lacan sostuvo las dos posiciones.
Joyce, Sollers, hicieron ver a Lacan que hay elasticidad en la lengua, lo que hizo que Lacan caracterizara a la lengua como un chewing gum.
Y esta continuidad-discontinuidad, pudo ser puesta en juego y practicada sin que por ello se desencadene la persecución significante, lo que no le ocurrió a Schreber que no pudo vencer en ese combate, a pesar de la música, la poesía, y la homofonía, con la que conseguía engañar y burlarse de "los pájaros parlantes".
Coda. Hacia una nueva escritura.- Si no fuera posible otra escritura—dice Mayette Viltard—el análisis del discurso estaría condenado a los dos ejes lingüísticos de la similitud y la continuidad, metáfora y metonimia, condensación y desplazamiento.
En suma: una concepción en la que el fonema pertenece a dos ejes de un plano.
Lacan culmina su enseñanza con una escritura que viene de un lugar distinto al significante, escritura topológica de nudos, (nudo borromeo) cintas (cinta de Moebius), cuerdas, (cordes: vocablo homofónico de cuerpos), bordes y agujeros.
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