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El frente de la razón
Para Eric Hobsbawn, de lo que se trata es de reconstruir la unidad entre todos aquellos historiadores, de diferentes orígenes ideológicos pero que pretenden ver en la historia "una investigación racional sobre el curso de las transformaciones humanas". Según este prestigioso historiador, esta posición permitiría enfrentar a dos bandos: los "oficialistas" que definen la historia con fines políticos e ideológicos y a los post-modernos o relativistas, defensores del todo vale y que niegan a aceptar la capacidad explicativa de la historia en los hechos del presente.
Según Hobsbawn, han existido algunos hechos trascendentes que afirman la hipótesis de la historia como investigación racional. Por un lado, el análisis de ADN estableció una cronología sólida del homo sapiens y su sorprendente brevedad, y por tanto se eliminó la explicación reduccionista de la sociobiología. La velocidad progresivamente creciente de las transformaciones humanas, sobretodo en los últimos 300 años, no pueden ni remotamente ser explicados por la evolución darwiniana de los genes y sólo puede ser explicada por mecanismos culturales la aceleración geométrica de las modificaciones sociales y de su acción sobre la naturaleza,. La revolución del ADN, como lo llama Hobsbawn, otorga un contexto racional para la elaboración de una historia integral del Planeta en toda su complejidad.
Por otra parte, esta biología evolucionista diferente tiende a eliminar la diferencia radical planteada por algunos entre historia y ciencias naturales. Luigi Cavalli-Sforza, investigador en la revolución del ADN, hace manifiesto "el placer intelectual de hallar tantas similitudes entre campos de estudio tan diferentes, algunos de los cuales pertenecen tradicionalmente a los polos opuestos de la cultura, la ciencia y las humanidades". Es lo que años antes en Oxford, Snow llamaba el "encuentro de dos culturas".
Estos desarrollos obligan a encarar inevitablemente, los modos de interacción entre el homo sapiens y el medio, incluyendo el progresivo control (o descontrol) sobre este último. En realidad debiera hablarse más de influencia que de control (sin negar el control).
Se puede señalar, como lo había hecho Marx, las grandes innovaciones tecnológicas de la producción, la comunicación y la organización social, es decir, los modos de producción, constituyen el núcleo de la evolución humana. La relación entre lo material y lo cultural, entre base y superestructura, es dialéctica. El ser humano es constructor de su propia historia, pero en situaciones histórico-sociales concretas que sólo le dejan un margen de autonomía relativa (un abanico de posibilidades como decía Bourdieu), aunque este margen sea muy grande.
Una historia integral o total será, la ciencia que analice " como una tela indivisible donde se interconectan todas las actividades humanas" y no la descripción de episodios puntuales (los inventos y descubrimientos), como si se tratara de una competencia que otorga premios. Como ha dicho Lawrence Stone "el objeto de la historia debería ser plantear las grandes preguntas del porqué".
La concepción de Hobsbawn de la historia como tela que conecta todas las actividades humanas, también tiene aplicación en la economía. Tenemos en este caso el discurso "oficial" de los economistas y planteamientos de alternativa que muestran otra cara de la cuestión. El economista y Premio Nobel Kuznets, contribuyó a desarrollar un indicador, el Producto Bruto Interno (PBI), que desde entonces ha servido para medir la actividad económica y efectuar comparaciones. Y ha sido dado por un hecho, como una cuestión fáctica, que a mayor PBI mayor crecimiento económico y mayor desarrollo. Pero esta proposición resulta ser una falacia.
Un primer problema es que aunque el PBI per cápita aumenta, no se puede visualizar si simultáneamente no aumenta la concentración de la riqueza y por lo tanto, aumento la pobreza en la mayoría de la población. En EEUU desde 1968 ha crecido en forma continua el PBI y simultáneamente ha crecido la desigualdad con transferencia desde las clases baja y media al 1% más rico de la población. Además el PBI sólo mide lo que es medible por intercambio monetario en la producción de bienes y servicios, y no considera aspectos positivos (como el trabajo doméstico o voluntario) o negativos (como la contaminación química o física del medio ambiente o la pérdida irreversible de recursos naturales). Para el PBI lo que no tiene valor monetario, tiene valor 0. Los economistas decían en 1970, que el PBI es la medida del bienestar, pero en realidad sólo mide bienes y servicios, buenos y malos.
Incluso se dan paradojas. Con motivo de los grandes incendios ocurridos en California, artículos del New York Times (10-28-03) y de los Angeles Times (10-30-03), se alegraban del efecto favorable en la economía del Estado, originado en los gastos de reparación y de reposición. Poco preocupaba la deforestación, la contaminación, la angustia de quienes perdieron sus casas y propiedades.
Redefining Progress, una organización no gubernamental de Oakland, dedicada a un estudio diferente y alternativo de la economía, ha creado otro indicador para sustituir el PBI: el Indicador de Progreso Genuino (GPI). Este incluye aspectos positivos y negativos de la actividad humana, más difíciles de cuantificar pero no por ello menos importantes, como por ejemplo todo el trabajo voluntario y actividades creativas no remuneradas así como todo lo negativo vinculado al deterioro ecológico.
Toda actividad y relación social tiene valor, aunque no tenga valor de cambio pero si tiene valor de uso. Este nuevo indicador incluye e intenta medir, bienes y servicios que se integran en el mercado y también los que no se integran. Este nuevo enfoque económico, conceptual y metodológico, permitirá una aproximación más adecuada a la verdadera realidad social y por lo tanto a la definición de las políticas públicas más representativas del bien común.
Como ejemplo y de acuerdo a los cálculos realizados por este grupo de investigadores, para la llamada Región de la Bahía de San Francisco, EEUU, el PBI en 1950 era de 11.600 dólares y el GPI de 5.900 dólares, llegando en el 2002, el primero a 34.900 dólares (se multiplicó por 3) mientras el segundo llegó a 10.300 dólares (se multiplicó por 2).
Tanto en historia como en economía, un pensamiento autónomo, crítico y reflexivo, que intente abarcar la sociedad en toda su complejidad, será más útil a la causa del homo sapiens .
José Portillo
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