Serie: Signos (XV)

Para un análisis semiótico de la cinofilia

El Perro Silente

Ianai Silverstein

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y éste crió al perro según su gusto y necesidad. Desde la prehistoria, la asociación entre hombre y perro se ha basado, según lo describe Desmond Morris, en el acuerdo tácito de que el hombre proveerá comida y refugio, mientras que el perro brindará apego y utilidad. Pero con los adelantos tecnológicos, el aspecto utilitario del perro ha ido cediendo terreno frente a otro tipo de necesidades humanas, tales como las afectivas y sociales.

Si bien aún existen funciones específicas como la de los perros lazarillos, pastores, o rastreadores, hay una gran variedad de razas que han perdido su función específica. En cambio, en este siglo de tecnología, el perro ha hecho honor a su denominación de animal "doméstico", en el sentido etimológico (del latín domus: casa), como nunca lo había hecho antes. Es notorio que un gran porcentaje de perros vive entre nosotros, cumpliendo los mínimos requisitos de guardia inherentes a su naturaleza. (1, 2, 3)

EL MEJOR AMIGO

Entre todas aquellas relacionadas con el perro existe una actividad denominada cinofilia. Si bien etimológicamente su significado es "amor al perro" (del griego cinus: perro y filo: amor), el término es utilizado en forma restringida para referirse a la cría y exposición de perros de pedigree.

Es conveniente recalcar el valor de la conjunción "y" puesto que la cria de perros con pedigree puede ser una simple actividad rentable. Por medio de la misma se legitimiza un ejemplar por el cumplimiento de ciertas formalidades de inscripción. La cinofilia tiene como cometido la cría selectiva y el mejoramiento de las razas caninas. El instrumento de medición de la calidad de los ejemplares lo constituyen exposiciones caninas organizadas por las entidades oficiales de cada país. En ellas los ejemplares son sometidos a la opinión de un juez debidamente calificado, que cumple dos funciones simultáneamente. Compara cada ejemplar con un modelo preestablecido, fijo y normativo llamado Standard de la Raza, compara sucesivamente los ejemplares entre sí y escoge el mejor ejemplar de una categoría, sexo, raza, etc., hasta llegar al mejor de exposición.

Los ejemplares son expuestos de dos maneras: una estática y otra dinámica; ambas se rigen por ciertas convenciones y el juez sigue una rutina que le permite evaluar al perro en su conjunto, en el detalle de sus partes, y en comparación con sus rivales en pista. Así descripta, una exposición canina no parece diferenciarse mucho de otro tipo de competencia con animales de pedigree. Sin embargo, debemos apelar a la expresión inglesa, dog show, para intuir, si aún no lo hemos hecho, el cabal significado de esta actividad.

La cinofilia de los Estados Unidos, que tiene una influencia notoria en toda América Latina, es la que ha desarrollado con más énfasis este concepto de show: la influencia cultural en cuanto a la forma de presentar un ejemplar y llevar adelante una exposición es totalmente norteamericana: ritmo de entrada y salida de los ejemplares de pista; forma de presentarlos y moverlos; acondicionamiento previo (peluquería, baño); vestimenta de los presentadores, o handlers; vestimenta del juez; puesta en escena de la pista con alfombras, plantas. En este contexto, el concepto "cultural" se asimila al aplicado a otros campos del comportamiento humano donde se crean códigos que reflejan una cultura determinada; por ejemplo. moda o cosmética. (4) Cultura como concepto semiótico en tanto cualquier fenómeno que la incumbe puede ser considerado como portador de información, de modo que pueda ser mejor entendido, y enriquecr de ese modo el acto comunicativo.

SEMIOTICA Y CINOFILIA

Sumariamente dicho, existen dos teorías fundamentales acerca de la naturaleza de la Semiótica, ciencia o disciplina de los signos. De Saussure desarrolló la Semiótica mientras lo hacía con la Lingüística, su disciplina original, explicando con herramientas lingüísticas los fenómenos de otros sistemas de comunicación, por ejemplo. las señales militares, los ritos simbólicos, etc. Por otra parte, Peirce desarrolló su concepto de semiótica desde un punto de vista filosófico, y por lo tanto su concepción engloba otro tipo de estudio. La Semiótica de Peirce ofrece al análisis semiótico una relación triádica (5) que permite explicar la multiplicidad de lecturas que pueden hacerse de un mismo fenómeno: signo, objeto, interpretante. El signo, con relación al objeto, crea un tercer elemento, el interpretante, el sentido del signo. A su vez, este sentido crea un nuevo signo, y así la sucesión es permanente y la multiplicidad de relaciones infinita. En su descripción de la función semiótica, Eco (6) explica la idea de movilidad de esta función cuando dice: "…los signos son los resultados provisionales de reglas de codificación que establecen correlaciones transitorias en las que cada uno de los elementos está, por decirlo así, autorizado a asociarse con otro elemento y a formar un signo sólo en determinadas circunstancias previstas por el código".

El análisis semiótico de la cinofilia podría insertarse dentro de los límites "empíricos" de la Semiótica (7), aquellos que encierran o, mejor, abren la mirada hacia fenómenos aún no analizados con criterios semióticos. Si bien la cinofilia es una actividad abrazada por pocos y de difusión relativamente menor, no escapa a la posibilidad de ser explicada semióticamente. Este tipo de análisis es relevante en tanto estudia un sistema cerrado con códigos propios de comunicación, que ponen de manifiesto relaciones y concepciones que de otro modo sería más difícil percibir.

Los referidos análisis permiten detectar mecanismos de comunicación ampliamente estudiados en otros fenómenos culturales canónicos, desde la literatura hasta la arquitectura, y que la semiótica ha explicado en sistemas no tradicionales, como moda, publicidad, o gestualidad. Se trata de un análisis encuadrado dentro de una visión posmodernista del mundo, donde las fronteras del conocimiento e investigación se han vuelto totalmente flexibles. A pesar de contar casi un siglo, bien podría denominarse la Semiótica como la disciplina del posmodernismo.

La ampliación de los límites de la semiótica es un fin en sí mismo, desde el momento en que esta disciplina tiene el propósito de explicar el mundo mientras trasmite datos.

Pero existen otros motivos por los cuales el análisis semiótico de la cinofilia es relevante. Podría afirmarse que se trata de la única actividad artística que involucra a otro ser viviente, en este caso, el perro. El objeto estético debe verse con otra perspectiva, puesto que el logro de los objetivos estéticos insume varias generaciones y debe lograrse sin perder cualidades funcionales mínimas, conforme a cada raza; puede decirse que se trata de una búsqueda permanente de equilibrio entre lo funcional y lo estético, aunque el perro de exposición tienda marcadamente a acentuar sus cualidades estéticas en desmedro de las funcionales e incluso de las temperamentales.

Esto fue señalado por autoridades en la materia. Konrad Lorenz (8) se oponía terminantemente a la cría de perros para exposición.

En términos semióticos, podríamos decir que el perro de show es un texto deíctico, creado para llamar la atención sobre sí mismo. Porque aunque una raza determinada tenga en su orígen y en su presente una función específica, una vez en pista ese ejemplar tiene como único cometido ser el mejor en una exposición de belleza y estructura. Esto nos lleva a un segundo punto: el perro como objeto estético de este arte que es criar. Se trata de un animal que, como ningún otro, ha creado un vínculo singular con el hombre, su amo, y resulta un emergente único de los valores psicológicos de sus dueños y de los valores culturales de la sociedad en la que es criado. Los primeros son objeto de estudio dentro de la psicosemiótica; los segundos son objeto de la semiótica en tanto estos valores determinan modelos y códigos de comunicación.

Al constituir el perro un texto semiótico de características tan particulares, el análisis debe apoyarse en disciplinas cuyos hallazgos resultan indispensables; por ejemplo. la etología o la zoosemiótica. La primera estudia el comportamiento animal, mientras que la segunda estudia la comunicación de comunidades no animales. También requiere ayuda de ramas de la semiótica propiamente dicha, como la retórica o la cinesia, que aportan instrumentos fundamentales al análisis. La cinesia (del griego kino) será fundamental en el estudio de las formas en que perro y handler se ubican y desplazan en pista.

De acuerdo con Platón (Gorgias), Aristóteles (Retórica), Quintiliano (Institución Oratoria), etc., la Retórica era el arte o ciencia de la persuasión. Hoy es una rama de la semiótica que estudia la interacción conversacional (9). En ambos sentidos, su aporte al análisis semiótico de la cinofilia es fundamental. De todos modos, estos límites, tanto "académicos" como "cooperativos", (10) varían según el abordaje que hagamos de la cinofilia, ya que son múltiples los aspectos de ella que ofrecen un rico campo a la semiótica.

En esta primera aproximación estudiaremos principalmente dos ejes fundamentales de la cinofilia: el paradigmático, que es el perro como texto estético, y el sintagmático: el show es un gran sintagma constituido por el encadenamiento de un conjunto de factores retóricos (handler o presentador, juez, público, etc.)

EL PERRO COMO TEXTO ESTETICO

El perro de exposición, objeto de la cinofilia, es un texto estético que cumple, en forma un tanto particular, las condiciones de ambigüedad y autoreflexión establecidas por Jakobson (11) para considerar un texto estético como tal. La ambigüedad está dada por el modo en que se perciban en el ejemplar sus virtudes y sus desviaciones, ya que no existe el ejemplar absoluto, la síntesis total de las exigencias de un Standard. También es un texto ambiguo porque si bien el objetivo de la crianza es siempre aproximarse al ideal establecido por el Standard, no existe ejemplar que conforme este ideal, de modo que cada uno resulta, en sí mismo, una desviación, una violación de las reglas del código. Tanto es así, que un manual editado por el Comité Ejecutivo del Doberman Pinscher Club of America en 1982 (12) establece que la función del juez es determinar el grado de desviación del Standard de cada ejemplar.

Este, en su unicidad, podrá ser leído, valorado, de distinto modo por distintos jueces. Es un texto autorreflexivo desde el momento en que cada ejemplar es una interpretación de un Standard que él corporiza y en quien se han priorizado unos aspectos sobre otros, ya que no es posible criar el perro total.

Más aun: el perro de exposición adquiere relieve porque es una función semiótica que, en la medida en que es aceptada por lo que podríamos denominar la jurisprudencia cinófila y la doxa, modifica los códigos establecidos, sea dentro de los márgenes que permite el Standard o llega a modificar el Standard mismo, hecho que acontece cada tantos años. En términos semióticos, el Standard de una raza constituye un meta-texto que determina el texto estético, y cuyas relaciones, apenas esbozadas, merecen un capítulo aparte.

El perro de exposición es también un objeto estético en la acepción más tradicional del término, por la cual debe cumplir ciertos requisitos de belleza. Así como algunas personas coleccionan objetos de arte, otras escuchan música y otras leen libros, el cinófilo tiene perros de pedigree que satisfacen esa misma necesidad. Incluso se rodea de objetos relacionados con el perro: fotografías, ilustraciones, esculturas, videos, libros, trofeos de todo tipo; pero, principalmente, el cinófilo se rodea de perros y asiste a las exposiciones caninas.

El Doberman, raza creada a fines del siglo pasado en Alemania, ha sido en cierto modo la inspiradora de este intento de explicar semióticamente el fenómeno cinófilo. A través del estudio de su Standard, así como textos explicativos, tanto históricos como descriptivos, y de conversaciones con conocedores de la raza de todo el mundo, surge el concepto del perro como valor estético en sí, por encima de las funciones para las cuales fue creado. El Doberman, raza creada a los efectos de proteger y vigilar a su amo, ha evolucionado de tal modo en estos cien años que bien poco se parece a los perros llamados "de Dobermann" a principios de siglo. Tanto desde el punto de vista estético y morfológico como temperamental, la evolución ha sido notable, y es esta la que nos permite establecer ciertas conclusiones. En pocas palabras, el Dobermann evolucionó de un perro bajo, tosco y sumamente agresivo a un perro de tamaño mediano, muy elegante y armonioso, y con un temperamento equilibrado y sólido (13). Quienes han logrado este ideal han sido los criadores estadounidenses; el Dobermann alemán no ha logrado aún el grado de equilibrio y la noción de conjunto que ha conseguido el Dobermann americano.

Cualquier Standard es un compendio de medidas, proporciones y descripciones de anatomía, color, textura y temperamento de la raza en cuestión. Si abordamos, sin afán de mayor profundización, el Standard del American Kennel Club del Dobermann, aprobado en 1982 con el aval del Doberman Pinscher Club of America, podemos observar de inmediato valores que definen mucho más que un perro. Por una parte, las primeras nociones del Standard hablan de tamaño, cuadratura y proporciones, así como de características generales de apariencia y temperamento; en las mismas se exige "elegancia" y "porte orgulloso". Cuando el Standard detalla las partes, estas se describen con un criterio estético muy exigente: planos paralelos, proporción de partes uno a uno, formas geométricas y angulaciones definidas, colores permitidos, así como un movimiento eficiente y atractivo.

Todos estos aspectos, realizados en un ejemplar concreto que tenga la calidad necesaria como para servir de ilustración, resultan en un conjunto armonioso, equilibrado y que se impone a nuestros ojos por su postura (atributos físicos) y su actitud (atributos de temperamento), lograda por la suma de todas las exigencias del Standard. Por citar tan solo un ejemplo: un cuello bien arqueado e inserto en las escápulas dará el efecto deseado de "porte orgulloso", mientras que cualquier desviación de la norma anulará este efecto, a la vez que nos remitirá nuevamente a la misma como punto de referencia. De esta manera podemos comprender por qué afirmamos que el Standard del Dobermann define mucho más que un perro. En el mismo está moldeada una ideología y una visión del mundo expresada a través del perro, como otros artistas seexpresan a través de sus medios respectivos. Un estudio más profundo permitiría detectar correspondencias muy ajustadas entre las exigencias morfológicas y las de temperamento: la forma y el color de los ojos, por ejemplo, connotan las exigencias de "alerta", "fiel", "decidido".

CRIADOR, ARTISTA

Si el perro de exposición es un texto estético, entonces los criadores son artistas en el sentido original de la palabra "tejné", arte: saber hacer. No en vano la raíz de ciar/crear, al menos en español, es la misma. Desde el momento en que un aficionado elige una raza para criar y presentar en una exposición canina, está adhiriendo a lo que en términos artísticos más tradicionales llamaríamos una corriente determinada, y el Standard sería una suerte de manifiesto. Más aun: la elección de una línea genética dentro de esa raza restringe esa corriente y define el tipo de un criador. Si este es exitoso y su línea genética se impone a través de triunfos y estadísticas, como criador estará determinando una nueva percepción de su raza.

El segundo eje al cual hicimos referencia más arriba, el paradigmático, resulta igualmente importante desde el punto de vista de un análisis semiótico, ya que constituye el acto comunicativo mismo. Vale la pena citar una máxima muy común entre los cinófilos y que pauta la importancia del show: "una cosa es el perro en casa, otra es el perro en pista". No existe cinofilia ni semiótica de la misma sin el acto de mostrar el ejemplar para su evaluación; el perro ciertamente existirá, y sus cualidades podrán ser notables en todo sentido, pero a los efectos cinófilos ese perro no existe. Como signo tampoco. El ejemplar debe ingresar en ese eje sintagmático para adquirir su dimensión simbólica; de lo contrario, hasta entonces habrá sido sólo amante perro: referente, objeto, pero no signo.

LA RETORICA DEL SHOW

La exposición canina es, por sobre todo, un acto retórico, tanto en su acepción más moderna como en la clásica. Se trata de un rito silente de comunicación de características muy particulares, donde lo gestual y lo cosmético (del griego kosmesis: ornamentación) sustituyen totalmente el discurso oral.

En pista ingresa un ejemplar manejado (del inglés, "handled") por una persona que intentará convencer al juez de turno que el ejemplar en sus manos es el mejor de todos los presentes. A su vez, el juez es el receptor de un conjunto de mensajes similares y simultáneos y su función es intentar, a través de sus conocimientos, llegar a la decisión más acertada. La presión por parte de los handlers puede ser tal que dicha decisión no resulte todo lo justa que debiera. Es que, en realidad, no existe tal decisión, sino que siempre el veredicto del juez será la consecuencia de ese diálogo mudo entre él y los handlers que exponen sus ejemplares. Como habíamos sostenido anteriormente, el perro es un texto estético vivo, que cambia día a día, hora a hora, de modo que la decisión del juez no solo depende de la presión retórica, sino de la presentación en sí misma y del estado externo e interno del ejemplar.

Este discurso retórico, que en grandes rasgos correspondería a la "red" retórica, (14) se basa fundamentalmente en el concepto de eikos, lo verosímil. Este concepto, acuñado por los clásicos, establece la relación entre un texto concreto y otro texto general y difuso, la doxa u opinión general(15). Lo verosímil es una idea general basada en el juicio de los hombres y fundamentada en la experiencia. Es un tipo de conocimiento que se opone al conocimiento científico, ya que admite la posibilidad de ser contrariado. Es decir que, en lo que hace a la cinofilia, se trata de hacer creíbles, en un momento determinado, las virtudes de un ejemplar por sobre las de otro.

Puesto que no existe un criterio científico en la evaluación cinológica de un perro, ésta será el producto de una conjugación de factores que, modificados, permitirán el triunfo de otro ejemplar. No se trata entonces de verdades absolutas, sino de recursos que permiten convencer acerca de determinado ejemplar; en otras palabras, hacer que un ejemplar sea más creíble que sus semejantes. El concepto de verosímil puede verse también en el concepto cinófilo de tipo, mencionado anteriormente. Si bien no existe una definición formal de este concepto, podríamos decir, tentativamente, que el tipo de una raza es el mayor o menor grado de reconocimiento de pertenencia de un ejemplar a dicha raza. El tipo de Doberman de hace 40 años no es el mismo que el de un Doberman de nuestros días; dicho de otro modo, la credibilidad acerca de aquel ejemplar es mucho menor que la que tenemos sobre el actual. La falta de tipicidad, tan penalizada, es, en términos retóricos, la falta de verosimilitud.

El discurso retórico en la cinofilia también maneja figuras del lenguaje que son profusamente estudiadas en Retórica y Poética. Por ejemplo citaremos tres de ellas notorias e importantes para la evaluación del ejemplar: metáfora, metonimia y sinécdoque. Nuevamente debemos referirnos a la doxa cinófila que establece que un perro se distingue, por sobre todas las cosas, por su cabeza: el primer punto de contacto entre el hombre y el perro es el rostro y es donde se encuentran sus principales funciones. De modo que si bien el juez hace una evaluación del perro en su conjunto, comienza su análisis minucioso por la cabeza, parte por parte, mientras que el resto del cuerpo es revisado más rápidamente. La cabeza entonces funciona como sinécdoque con relación al resto del perro, ya que en la misma se analiza una parte por el todo y a su vez actúa como prólogo para el resto del análisis. Según cada raza, y dentro de la misma según distintas teorías, el valor significativo de esta sinécdoque será mayor o menor.

Por otra parte, el discurso de la cinofilia está basado en la relación perro-handler y la misma constituye una relación metonímica (por contigüidad) y metafórica (por sustitución analógica) (16). El perro y el handler serán todo uno, un fluir continuo e ininterrumpido, y los colores, texturas, tamaño y otros factores del primero determinarán el atuendo, el peinado, el calzado, y las posturas del segundo. Tan continuo debe ser el texto perro-handler, que las correas y collares utilizados son especialmente diseñados para estos eventos y son elegidos por su color y su grosor, para hacerlos casi imperceptibles. Así, se trata de dar la sensación de armonía y naturalidad, de algo realizado sin esfuerzo, cuando detrás de cada presentación hay horas de entrenamiento. En general, toda la puesta en escena de una exposición canina tiende a resaltar la figura del perro como objeto estético, rodeándolo de un entorno preciosamente diseñado que jerarquice al ejemplar. En el show todos los elementos se asimilan al perro a la vez que lo sustituyen, constituyéndose en verdaderas metáforas. El alfombrado, por ej. connotará la clase, elegancia y exclusividad del ejemplar.

Finalmente, también pueden relacionarse metafóricamente los atributos físicos con los de temperamento, aunque esta figura resulta más clara en la lectura del Standard y exige mayor conocimiento técnico.

Esta aproximación a un análisis semiótico de la cinofilia, además de pretender explicar algunos de los fenómenos que en ella existen, resulta, por sobre todo, un desafío para una investigación más profunda y detallada de cada una de las facetas de dicha actividad. Como todo emprendimiento, este abre más interrogantes que las que contesta.

REFERENCIAS

(1) Génesis 1, 26, 26.
(2) Morris, Desmond, Dogwatching, London, Jonhatan Cape Ltd.
(3) Yonnet Paul, Juegos, Modas y Masas, Barcelona, Editorial Gedisa, 1988, p. 149.
(4) Moreira, Hilia, Mujer, Deseo y Comunicación, Montevideo, Linardi y Risso, 1992.
(5) Todorov, Tzetan, "La Semiótica", Diccionario Enciclopédico de las Ciencias del Lenguaje, Siglo Veintiuno Editores S. A., 1974, p. 104.
(6) Idem. (5), p. 100.
(7) Eco, Umberto, Tratado de Semiótica General, Barcelona, Lumen 1977, p. 29.
(8) Lorenz, Konrad, Cuando el hombre encontró al Perro, Barcelona, Tusquets Editores, 1975, p. 95.
(9) Idem. (5), p. 439.
(10) Idem. (5), p. 29.
(11) Eco, Umberto, "El Hábito hace al Monje", Psicología del Vestir, Barcelona, Editorial Lumen, 1976, p. 23.
(12) Idem. (5), p. 408.
(13) Grover, Frank, y otros, Learning to Judge The Doberman Pinscher through applying the Standard of the Breed, John & Barbara Lee editores, 1982, p. 11.
(14) Humphries, Rod, "The Evolution of the Doberman…", Doberman Quarterly, Fall 1991, p. 380.
(15) Barthes, R. idem. p. 53.
(16) Genette, Gèrard, "La Metonimia en Proust", Figures III, Paris, Seuil, 1972, p. 41.

 

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