por otra parte
A sangre fría
Entre escribir bien y el arte verdadero
En el prefacio a "Música para camaleones", el propio Capote dice, hablando de su obra y también de la literatura en general: "Escribir dejó de ser divertido cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y escribir mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil pero brutal."
"Frères humains qui après nous vivez
n´ayez les cuers contre nous endurcis
car, se pitié de nous povres avez,
Dieu en aura plus tost de vous mercis."
François Villon, "Ballade des pendus"
El asesinato de los cuatro miembros de la familia Clutter (madre, padre, hija e hijo adolescentes), ocurrida el sábado 14 de noviembre de 1959, en el pueblo de Holcomb, ubicado "entre los altos trigales de la Kansas occidental" es realmente un hecho criminal que horrorizó en su momento a cuantos supieron de él.
Pero la sangrienta historia cuenta con muchísimos antecedentes en su género, incluso con detalles aún más espeluznantes. Entonces ¿por qué los homicidios de Holcomb han adquirido tal universalidad que todavía concitan el interés de editoriales y cineastas en repetidas empresas que logran éxito económico a tantos años de perpetrados?.
Única respuesta: la espléndida crónica novelada de Truman Capote "A sangre fría" (Relato fidedigno de un asesinato múltiple y de sus consecuencias), (*) que con esta obra inicia la novela realidad, género importante en la literatura contemporánea.
Capote, nombre literario de Truman Streckfus Persons (Nueva Orleans/924-Los Ángeles, California/984), luego de vivir una infancia y una temprana adolescencia plena de choques emocionales, se inicia en las letras como periodista y es en la revista cultural "New Yorker" que empieza a ser reconocido con notas y reportajes valiosos.
El propio Capote, en el prefacio de "Música para camaleones", en el que habla de todas sus obras, dice al respecto que "No fue hasta l959 cuando algún misterioso instinto me orientó hacia el tema -un oscuro caso de asesinato en una apartada zona de Kansas-, y en l966 pude publicar el resultado, A sangre fría."
Y más adelante, en el mismo prefacio manifiesta: "Desde el punto de vista técnico, la mayor dificultad que tuve al esribir A sangre fría fue permanecer completamente al margen de la narración; efectivamente en todo el reportaje intenté mantenerme tan encubierto como me fue posible".
Capote pone la autenticidad de estas dos afirmaciones en boca de un profesor de Holcomb, escritor aficionado, que hablando con un colega sobre el cuádruple crimen, dice: "La mayor parte de las ideas para escribir un cuento las saco de los periódicos, ¿sabe?".
Así, en impecable estilo distanciado, impersonal, cuenta la historia en tercera persona, desde las horas que precedieron al crimen hasta la ejecución de los asesinos en la horca. Y logra la más contundente condena de la pena capital, de la pena de muerte.
La novela está precedida por los cuatro versos pareados con los que François Villon, el poeta/delincuente francés del siglo XVI, empieza su conmovedora "Balada de los ahorcados", en la que solicita al verdugo y al pueblo presente en la ejecución que tengan piedad de ellos, ya que así obtendrán la gracia de Dios y los llama "hermanos", señalando su similar condición humana, versos que hemos incluido aquí como acápite. Pero el verso clave se encuentra casi al final del poema, cuando insta a sus juzgadores a no entrar en la "cofradía" de los ajusticiados ("ne soyez donc de notre confrérie"), vale decir, no cometan un acto tan cruel como los que hemos cometido nosotros, no se igualen a nosotros.
Primera e importante pauta de la posición del autor, que se verá reafirmada en el curso de la obra, habida cuenta que Capote frecuentó a los criminales en los seis años que duró el jucio, en especial a uno de ellos (y el lector encontrará afinidades entre este y el mismo Villon). Resulta, pues, interesante leer la balada en cuestión para la comprensión plena de esta novela de non fiction.
La primera parte del libro "Los últimos que les vieron con vida" describe el pueblo de Holcomb, en el que se va a desatar la tragedia y las sencillas costumbres de sus habitantes que "ascendían a doscientos setenta, estaban satisfechos de que hubiera sido así, satisfechos de llevar una vida ordinaria: trabajar, cazar, ver la televisión, tomar parte en las actividades sociales del Colegio, ensayar en el coro y asistir a las reuniones del club".(Pág. 17).
Le sigue luego la descripción de cada uno de los integrantes de la familia Clutter; ambos, pueblo y familia, en una visión totalmente edulcorada que va preparando la comprensible reacción de horror ante los cuatro asesinatos y el deseo de la inmediata captura de los autores.
Las cuatro inocentes víctimas se ajustan al ideal americano de vida: un padre severo y trabajador, que ha conquistado una próspera posición económica gracias a su actividad honrada, una alta consideración del resto de los habitantes del pueblo por el trato que da a quienes dependen de él, por su religiosidad sin tacha, por su atención constante por su familia.
Los hijos, dos adolescentes de buenas notas y actitudes amistosas respecto a los demás chicos; sólo la madre, Bonnie, adolece de alguna crisis nerviosa pero en vías de superarse y constituye también, a su modo, un elemento positivo en la sociedad de Holcomb.
En resumen: "una vida de tomar el té".(pág. 41).
Consigna también las actividades de ese día en cuya noche morirían, todas de acuerdo a sus temperamentos incluyendo la contratación de un importante seguro de vida por parte del Sr. Clutter.
Pero en este "panorama víctima" Capote intercala no sólo las andanzas de ese mismo día de los dos jóvenes que se convertirán en unas horas en los cuatro asesinos de los Clutter, sino también los primeros esbozos de sus respectivas psicologías, hasta incluye una transcrpción textual de una "balada" de Perry (pág. 30).
El paralelismo entre Perry y Villon -dejando a salvo, por supuesto, la calidad poética de éste último- se advierte sin duda en el transcurso de la novela pues, como nos dice el propio Capote en el prólogo de la obra "Todo el material que empleo en este libro, cuando no corresponde a mi observación directa, procede de archivos oficiales o es el resultado de mis entrevistas con personas directamente interesadas en esta historia, entrevistas que en la mayoría de los casos, se repitieron por tiempo indefinido"
Así vemos como Perry, que no había terminado la eduación primaria, lee libros en forma constante durante los largos seis años que duró su prisión, se interesa por perfeccionar su vocabulario y, si bien no se trata de un creyente, tiene una orientación mística que se evidencia en sus dibujos y pinturas "Conocí a Perry Smith cuando se presentó en mi despacho, en la capilla de la penitenciaría con un dibujo a pastel hecho por él, representando la cabeza y los hombros de Jesucristo. Quería regalármelo para la capilla. Desde entonces está en la pared de mi despacho.", declara durante el jucio el reverendo James Post (pág. 347).
En cuanto a Villon, este nace en 1431, es hijo de una prostituta y es educado por un canónigo que lo toma a su cargo, llegando a licenciarse en la Universidad de Paris en 1462. En ocasión de una riña, mata a un sacerdote a lo que sigue una vida de delitos por los que debe cumplir repetidamente pena de prisión, hasta que en el año 1463 es condenado a la horca. Escribe entonces su célebre "Epitafio", más conocido como la "Balada de los ahorcados". Finalmente se anula el juicio y es expulsado de Paris; no se conoce nada acerca el resto de su vida.
Separados por siglos, Perry y Villon indudablemente vivieron experiencias y angustias similares, extremos que naturalmente no fueron observados por Capote en el escritor medieval mediante las entrevistas que sí mantuvo con Perry, pero que en forma sutil y verosímil consignó a lo largo de la historia, sobre todo y en especial, con la cita inicial ya comentada.
Es en el capítulo "Respuesta" donde, a través de las confesiones de ambos, aparece todo el horror de los crímenes, ya que los procesados llegan a la casa de los Clutter con intención de robo y una vez constatado que no había dinero en la misma ejecutan con absoluta sangre fría a los cuatro integrantes de la familia, casi sin saber ellos mismos por qué lo hacen.
En el cuarto y último capítulo, "El rincón", el "fuerte" de la novela, los asesinos son alojados en la Casa de Justicia de Finney County, en el cuarto piso, contiguo a la residencia privada del sheriff, quien se había retirado, entre otras cosa "porque no me gusta matar gente." Por esa razón la casa estaba ocupada por el vice sheriff, cuya esposa siente piedad por los procesados, en especial por Perry, con quien habla a menudo y hasta llega a prepararle un almuerzo para compartir con un antiguo amigo del reo que va a verle a la prisión.
Este período de sustanciación del juicio transcurre entre interrogatorios, careos, exámenes médico-psiquiátricos, escritos de los procesados sobre sus esperiencias personales de infancia y adolescencia y, naturalmente, con el constante duelo jurídico entre Fiscal y Defensa, intercalado con varias apelaciones dilatorias. Mientras describe la dura y larga agonía de los condenados, retrata también la sordidez inhumana de "La hilera de la muerte", donde ambos han sido trasladados luego de haber sido dictada la sentencia y donde deben esperar el cumplimiento de la misma.
Así, después de transcurridas tres cuartas partes del libro durante las cuales y a través las distintas personas relacionadas de algún modo con el crimen y habiendo logrado contagiar al lector del justo horror que este provoca, Truman Capote realiza, sin el menor sesgo panfletario, el rechazo total por la pena de muerte.
Capote, fiel a su propósito de permanecer al margen de la narración, pone en boca de algunos personajes -que encaran el tema desde distintos y propios enfoques- su pensamiento al respecto. Claro que ya lo había hecho desde el principio con la cita de Villon, pero ahora y con el caso concreto a la vista, lo reitera : "El mal ya está hecho y acabar con otra vida en nada podrá cambiarlo. Sepamos perdonar según la voluntad de Dios." (hermano de Bonnie Clutter, pág. 134); "y eso de ahorcar al pequeño engendro ¿qué? También eso es algo que se hará con una sangre fría de mierda" (periodista Parr, presente en el juicio, pág.359); "la pena de muerte no es ninguna solución: no le da al pecador tiempo de acudir a Dios" (reverendo Post, capellán de la prisión, pág.259).
Como vemos, la sangre fría juega desde el título.
Marialuisa Blengio
(*) Editorial Noguer, S.A., Barcelona/1966, traducción de María Luisa Borrás.
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