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Encuentro en y con Cuba

Elena Lucas

 

Desde 1986, cada dos años se vienen realizando en La Habana los llamados Encuentros de Psicólogos Marxistas y Psicoanalistas. Pero la convocatoria al evento de este año conoció diferentes versiones. Del modo anotado lo hizo la revista mexicana "Subjetividad y Cultura" en el Nº 9. En cambio en la publicación argentina "Imago Agenda" de noviembre. de 1997, se invita al VII Encuentro Latinoamericano de Psicoanalistas y Psicólogos en Cuba. Así también lo hace un anuncio en el boletín de diciembre de 1997 de la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay. Finalmente, en la carpeta que entrega el Congreso dice: VII Encuentro Latinoamericano de Psicoanalistas y Psicólogos Marxistas.

Un llamado a un Encuentro que parece insinuar des-encuentros ¿Psicólogos Marxistas pero no Psicoanalistas Marxistas?; ¿Psicólogos y Psicoanalistas no necesariamente Marxistas?; ¿Psicoanalistas y Psicólogos Marxistas? ¿Acaso una especie de gradación en relación al marxismo, que va desde el Trópico de Cáncer al Paralelo 35 en el hemisferio Sur, en el sentido de suavizar e incluso hacer desaparecer esa condición?

En todo caso, un hecho llamativo, sintomático diríamos, en cuanto a ser seguramente expresión de un conflicto.

UN ABRAZO

El Encuentro sesionó del 16 al 21 de febrero en la Facultad de Psicología de La Habana, siendo organizado por la misma Facultad, el Colegio de Psicólogos de Cuba, y un Comité Internacional integrado por psicólogos cubanos y psicoanalistas de Argentina, Costa Rica, México y Europa.

La inauguración oficial se realizó en el Aula Magna de la Universidad, la que sirvió de ámbito majestuoso, solemne y cálido a la vez, para el conmovedor homenaje que se rindió a Marie Langer en el décimo aniversario de su muerte.

Juan Carlos Volnovich, psicoanalista argentino y Miembro de Comité Internacional Preparatorio de los Encuentros, contó una anécdota que también relató en el prólogo de su libro "Psicoanálisis y Feminismo". Volnovich había sentido que nunca le había podido ganar en nada a su amigo y "hermano", (ambos analizandos de Marie Langer), Eduardo Pavlosky: éste era más lindo, más inteligente, tenía los pies más grandes; nunca podía alcanzarlo. Hasta que un día vio abrazarse a Marie Langer y Fidel Castro y entonces pudo gritar: Eduardo, ¡te gané!

Un abrazo, otro encuentro que expresa hasta hoy un desafío lleno de interrogantes.

MIRAR, NO MIRAR; HABLAR, NO HABLAR

El 24 de febrero, en coincidencia con el aniversario 103 de la guerra independentista gestada por José Martí, comenzó en el Palacio de las Convenciones la sesión constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su quinta legislatura. Esta sesión constituye la tercera y última etapa del proceso electoral general llevado a cabo en Cuba para la renovación de todas las instancias de gobierno (municipio, provincia, nación).

La Asamblea, mediante el voto directo y secreto de los diputados, eligió a su Presidente y demás miembros del Consejo de Estado.

Como Presidente fue electo Fidel, quien realizó un discurso de más de ocho horas ante la Asamblea, dirigido a todo el pueblo.

Desde el televisor lo seguí durante tres horas y media, mientras mi atención flotaba entre su discurso y lo vivido en el Encuentro. Tocando variadísimos temas, en un momento usó un tono irónico y entre molesto y enojado habló del cine cubano; concretamente pero sin nombrarla, apuntó hacia la película "Guantanamera" esa que, dijo, hace bromas de las propias desgracias (actitud que llamó masoquismo), ese cine que gana premios por hablar mal del país, ese que sale a mostrar al mundo las intimidades que deben guardarse en casa. Ese que, en definitiva -según él- es contrarrevolucionario. Ese cine que Fidel dijo no mirar y que propuso no mirar, que debería ser cambiado por un buen libro.

¿No mirar los de adentro lo que pasa en casa?, ¿no mirar los de afuera lo que pasa allá? ¿No mirar? ¿No hablar? ¿No mostrarse?

No era eso lo que había pasado en el Encuentro. Ni tampoco era esa la experiencia que tuve al ir al cine a ver "Amor vertical", una de las últimas películas cubanas, de ácida critica al burocratismo, y encontrar la sala llena un jueves cualquiera.

Ni lo que pasaba en los encuentros diarios con la gente que, en las calles, en los bancos de las plazas, en las caminatas por el malecón, gente que se acercaba y sin frenos hablaba de sus penas y alegrías, de la crisis, de las posibles salidas y que preguntaban cómo era mi país, en qué se trabajaba, cómo se vivía.

Abrazos cotidianos, necesarios, entre quienes, todos los días, nos conocíamos un poco más.

En casi toda conversación hay una referencia a la crisis que se inició en los '90. Esto pasó también en el Encuentro. Resultó especialmente interesante el trabajo de investigación de un grupo de psicólogos cubanos, entre ellos P. Ares, R. Rojas, L. Ibarra, L Fernández, T Oroza, que estudian desde hace 10 años el tema "Genero, Pareja y Familia en Cuba" y a su vez plantean retos y perspectivas futuras.

Señalaron el cambio cualitativo que se produjo a partir de los 90 en la relación familia-Estado. Se tenía la certeza de contar con un Estado benefactor que atendía y solucionaba las necesidades esenciales de la gente. De un momento a otro ese Estado desapareció y como consecuencia provocó diversos efectos: ahora la familia paga al Estado y si bien éste sigue brindándole -nada más ni nada menos y entre otros beneficios- salud y educación gratuitas y del mejor nivel, la gente ya no recibe lo que antes.

A la vez, entre los 90 y 95, surgen los cuentapropistas, se despenaliza la circulación del dólar y el turismo comienza a ser una actividad en rápido crecimiento. Todo ello trae aparejados cambios cualitativos en relación a la familia y el trabajo, la familia pasa a desempeñar un rol más activo y sus logros pasan a depender de su propio esfuerzo y creatividad.

La crisis económica incide en diferentes aspectos de la vida familiar. En una misma casa, dada la dificultad para obtener vivienda propia, cohabitan abuelos, hijos y nietos, parejas e hijos. El espacio es sobreexigido en la rutina familiar, mientras los conflictos de la convivencia son sobredimensionados.

La escasez de oferta de productos y la necesidad de que lo que se tiene o se compra rinda, ha abierto entre los habitantes de la casa una vía de comunicación en términos prácticos (qué comprar, dónde, cómo administrarlo, qué ahorrar) y esta preocupación parecería ir en detrimento de una comunicación afectiva.

En la investigación referida se apunta una debilitación en el proceso de ritualización. Los cumpleaños, los aniversarios, las fiestas, se celebran cada vez menos, así como también hay una merma creciente de proyectos en cuanto a arreglar la casa, pintarla, planificar las vacaciones, todo ello en función de la escasez de recursos.

Se vincula también a la crisis económica, el aumento de la religiosidad, fundamentalmente en los jóvenes, quienes a menudo convierten a sus familias, lo cual puede ser interpretado como una manifestación local del actual incremento global de la religiosidad

COMO UN PADRE AFECTUOSO

Se señaló otro cambio cualitativo, el referido al vínculo de las familias con las migraciones cubanas. Los lazos afectivos continúan abiertos al intercambio con los integrantes que se han ido.

Han aumentado los vínculos amorosos por la cercanía física, ya que es difícil trasladarse de un lugar a otro por la escasez de locomoción, mientras se estrechan lazos en la vecindad es frecuente que se formen parejas de personas que viven próximas.

A pesar de las dificultades a que se ven enfrentadas las parejas, la situación del divorcio es estable, en términos estadísticos no ha aumentado. Si bien se considera que a partir de los 90 se han creado nuevas configuraciones familiares, se habla de reciclaje y no de extinción de la familia. Esta continúa teniendo un gran valor humano e institucional.

Investigadores de la tercera edad destacan el rol fundamental que cumple la familia en la contención y cuidado de los ancianos, quienes viven su vejez acompañados y acompañando a sus parientes.

Se destacó como capítulo importante, lo referido al aborto. Se observan cifras elevadas en relación a los nacimientos. Capítulo no sólo del Encuentro sino también del discurso de Fidel, que se refirió a los encuentros y desencuentros entre hombres y mujeres y expresó su preocupación en un interesante y atractivo relato de experiencias propias, que arrancaron desde las vividas de niño en el Colegio jesuita, pasando por las de adolescente de su época y saltando a las de la Historia de las Cruzadas.

Fidel habló de encuentros nutridos de sentido de culpa, de prohibición, de infidelidad, de desencuentros en fin, donde el amor iba por otro carril. En propuesta amable y sin tapujos estimuló un acercamiento entre los jóvenes, sin necesidad del uso de aquellos cinturones de castidad y sí de cinturones de libertad elaborados con responsabilidad.

Presentó la imagen de un padre que inspirando respeto y autoridad animaba al ejercicio y disfrute de la sexualidad, señalando, a la vez, el compromiso y las consecuencias que su práctica genera.

 

¿Y EL PSICOANALISIS?

Otro punto interesante tratado en el Encuentro fue la trasmisión de la historia de la psicología en Cuba y el lugar que ocupa en la actualidad.

La Facultad de Psicología se funda en 1962, sin existir antecedentes en el país. Los iniciadores se habían formado en el exterior recibiendo una enseñanza ecléctica con predominio de la influencia de la psicología soviética. No obstante lo cual se impartieron nociones en relación a la teoría psicoanalítica. Actualmente se incluye la teoría del desarrollo psicosexual de Freud, se imparte una Introducción a la clínica psicoanalítica, se desarrolla el concepto de proyección y se destaca la enseñanza de técnicas como Rorschach, T. A. T., Machover, desde una perspectiva que apunta a la lectura del contenido latente.

Se destacó el interés de los jóvenes en elegir como autores para la presentación de sus tesis finales a Freud, Ana Freud, Adler, Fromm, Horney.

Hoy se discute, tal como en otros países, algo que en el Encuentro fue tema de una interesante mesa redonda: acerca de si es posible la enseñanza del psicoanálisis en la Universidad. Ello condujo a discriminar entre lo que puede considerarse como transmisión de información y la formación en Psicoanálisis.

Algunos psicólogos cubanos plantearon como objetivo de la enseñanza, no solamente adquirir un conocimiento de la teoría sino de uno mismo, es decir, un aprendizaje que amplía el conocimiento del funcionamiento psíquico en el ámbito intrasubjetivo así como en el de las relaciones intersubjetivas.

Diferentes planteos hechos por extranjeros -colombianos, argentinos, uruguayos y otros- apuntaron a su concepción común en lo relativo a la formación, que ella debía estar apoyada en las tres columnas formadas por el estudio de la teoría, realización del propio análisis y el trabajo de supervisión.

En este punto se vuelven nítidos las diferencias entre los caminos que transita la psicología en Cuba y en otros países, lo cual no sólo es expresión de las diferencias en las historias locales respecto del psicoanálisis, sino también de la historia política, social y económica de cada lugar.

El psicoanálisis aparece en Cuba como una disciplina que si bien y como ya señalamos, existe en los programas de la Facultad de Psicología y se lo considera un método válido de investigación del inconciente, resulta impensable en la Cuba de hoy la práctica clínica psicoanalítica con un abordaje individual, en un consultorio privado, percibiendo honorarios. Ante todo porque se trata de asistencia de salud, y ésta, como sabemos, es prestada por el Estado y en forma gratuita. La asistencia psicológica existente se realiza en consultorios en hospitales, en los que la demanda de atención es muy grande y la posibilidad de seguimiento del paciente es de una frecuencia por lo menos quincenal.

La Facultad de Psicología tiene también un centro de servicio a la población (COAP, Centro de Orientación y Asistencia Psicológica),en el que se realizan además, en base a las demandas de los consultantes, investigaciones. El marco conceptual con el que trabajan allí -si bien no lo consideran ecléctico- abarca modelos que estiman convergentes en lo teórico-práctico y que van desde la psicología cognitivo-conductual hasta la inclusión de aspectos de la psicología profunda.

Se trabaja también -siempre a nivel institucional- en grupos operativos desde una perspectiva que toma en cuenta los aportes teóricos de Pichon Rivière.

Con gran honestidad y apertura -que fue la tónica del Encuentro- se aludió a la resistencia a concretar supervisiones de parte de los propios psicólogos, lo que podría atribuirse a cierto pudor en mostrar las diferentes y personales modalidades de trabajo que en muchos momentos ellos consideran como improvisadas.

La realidad política-económica, social y cultural, imprime, sin duda, un sello particular tanto en la demanda como en la oferta de asistencia psicológica. Ello hizo notorias -a mi modo de ver- las diferentes realidades que se expresaron en los trabajos presentados por algunos argentinos los que, desde mi escucha acostumbrada a un modo similar de enfoque teórico y de práctica clínica, llegaron a sonarme, en el contexto cubano, como algo dicho por extraterrestres.

En otro sentido y también como algo fuera de nuestro mundo, resultó el Hospital Psiquiátrico. Recorrerlo requiere un ómnibus dada la extensión del predio que ocupan los pabellones. En ellos viven los pacientes y allí también trabajan, reciben clases de canto, baile, manualidades, de oficios. Cuentan con atención policlínica y también con servicios de peluquería, manícura, podología, etc. Otro pabellón dedicado a museo presenta la historia de las condiciones -infrahumanas- en que eran atendidos los enfermos psiquiátricos en el pasado cubano. Y resultó claro que muchas de estas condiciones inaceptables son las mismas que aún rigen en buena parte de nuestro propio medio hospitalario.

AL FUTURO

Han pasado cinco días y de nuevo en el Aula Magna de la Universidad, siento la necesidad de respirar profundo, como si el aire me faltara ante tanta emoción. Ahora reunidos para despedirnos y realizar una evaluación.

Se señalaron cierta desorganización en la convocatoria, mala difusión, poca asistencia en relación a Encuentros anteriores, falta de la presencia de los brasileros que acudían en masa, una buena producción y una muy rica discusión sobre Psicoanálisis y Marxismo en un panel al que, lamentablemente no pude asistir.

Hubo una hermosa intervención de la psicóloga cubana Lourdes Fernández nombrando a estos Congresos como amores, con encuentros y desencuentros que se vuelven reencuentros, reamores y una calurosa propuesta a reenamorarnos en el VIII Encuentro del 2000.

Patricia Ares, moderadora del Plenario, nos despide, como agradable anfitriona, con un lapsus que, inserto en la trama de los lazos creados, develó el deseo: queriendo decir "Una mirada al futuro" dijo "Una familia al futuro".

 

 


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