Serie: Mitos y Ritos (XVIII)

Sobre el "Génesis"

Leopoldo Müller

 

Ubicados en la perspectiva de considerar los textos bíblicos como obras escritas por seres humanos, analizaremos aquí algunos capítulos del Génesis, el relato de la creación del universo; una mitología cosmogónica. El narrador anónimo sabe cómo ocurrieron esos hechos. En el libro del Génesis es donde mejor se puede reconocer el carácter del códice Elohimista y su estilo sintético, afirmativo.

Comencemos por el contenido del primer capítulo que está dividido en 31 versículos. Esa división fue instituida por los escribas Esdrás y Nejemías (520-515 a.c.), quienes introdujeron el hábito de la lectura semanal del texto hebreo en el período del Segundo Templo (tras el Edicto de Ciro, 538 a.c., mediante el cual se permitió el retorno de los exilados desde Babilonia), a efectos de que los que retornaron conocieran el texto sagrado. Los escribas contaron el número de letras y de las palabras para evitar agregados, supresiones o adulteraciones del texto considerado sagrado (El número total de versículos del Pentateuco es de cinco mil ochocientos cuarenta. Génesis: 1534; Éxodo: 1209; Levítico: 859; Números: 1288; Deuteronomio: 955).

Debemos tener en cuenta que nuestra hermenéutica se hace sobre el texto hebreo, el cual no siempre es compatible con el español. Por ejemplo: el primer versículo en hebreo contiene siete palabras, no es así en español. En la traducción de "La Santa Biblia", en adelante ("SanBib") figuran diez palabras: lo mismo en "Biblia de Jerusalén"; en adelante (BibJer); En "La Biblia" de Labor, en adelante ("BibLab"): también diez; y en la "Santa Biblia de Paulinas", en adelante ("BibPaul") son solamente nueve.

El segundo versículo se compone de catorce palabras en su texto original hebreo, cifra que no coincide con ninguna de las versiones españolas que hemos considerado, por lo cual las conclusiones decisivas no podrán deducirse de este idioma. Se pierde así nada menos que la cadencia poética del texto, que fue el rasgo de la tradición de la antigua poética épica que existió en la poesía hebrea antes de la redacción del Pentateuco, como lo ha demostrado M. D. Cassuto, en su "Comentario del Libro de Génesis" en hebreo (1). El Prof. Cassuto también publicó una colección de antiguos textos épicos (Shirat Haalilá Beisrael), recopilados por él, cuyos ecos también son discernibles, como veremos, en el libro del Génesis.

EL PROBLEMA DE LOS NOMBRES

En este texto el nombre de Dios es ELOHIM, por lo cual es un códice (E), Importa destacar que Cassuto contradice las teorías aceptadas por la mayoría de los estudiosos acerca de los identificables códices I - E - D - S. Dice Cassuto lo siguiente: "Es un hecho que los nombres por los cuales se refiere el texto a Dios son diversos, amén de los mencionados. También se habla de Dios con los nombres de EL, EL - ELIÓN, SHADAI, EL -SHADAI, etc.", y agrega: "Estas variedades del nombre no son en vano, sino tienen un propósito manifiesto". ¿Cuál es ese propósito?

Para aproximarnos a la solución de estas interrogantes, debemos desentrañar la naturaleza de tales nombres. Sus significados no son iguales. El nombre ELOHIM, por su naturaleza, es un sustantivo genérico, apelativo común al Dios único de los hebreos, a la vez que a los dioses de los demás pueblos (al igual que el nombre EL), como divinidad trascendente, por encima del universo material. En cambio el nombre IAHVÉH, "es el nombre privado, reservado para el Dios de Israel, ese Dios que los israelitas reconocen como el único amo del universo y que eligió a su pueblo, o a los Patriarcas de su pueblo. Se usa ELOHIM para referirse a la divinidad con respecto a quien no pertenece al pueblo elegido", IHAVÉH cuando el contenido se refiere a la tradición israelita, y ELOHIM cuando el contenido pertenece a la tradición internacional" (2).

Según el criterio de Casto: "la Biblia no fue creada por un complejo proceso, obra de escribas o escuelas de diferentes criterios, sino que fue escrita desde su comienzo como un libro concebido desde su inicio, basado en varios principios fijos y una metodología con un único cometido: transmitir tradiciones determinadas, fundadas en un conjunto de colecciones difundidas entre los israelitas, colecciones reunidas como una obra única. Por su estilo y su contenido son narraciones de antiguos sucesos del tipo de las leyendas populares, algunas originales que reflejan el alma israelita, mezcladas a la vez con fuentes culturales de pueblos circundantes". "Contienen repeticiones y duplicaciones en cada versión, acorde al espíritu y modo de pensamiento del Cercano Oriente, que era afecto al sistema de reiteraciones y relatos paralelos" (3).

Agrega luego su conclusión. "La gran innovación de Israel consiste en lo siguiente: en tanto que en los textos de los diversos pueblos se menciona determinada expresión abstracta y genérica de la deidad, y por otra parte se refieren a determinado dios, en la literatura hebrea se identifica el concepto de un Dios único de Israel a la vez que el mismo Dios para toda la tierra. El Dios que los hijos de Israel conocen y se prosternan ante él es el Dios, que todos los seres humanos conciben en forma más o menos clara con su supremacía sobre ellos, al cual llegarán a conocer con todo su corazón. Esta es la sublime concepción que se expresa por nuestros poetas mediante los intercambios de sus diversas denominaciones" (4).

"Una fugaz mirada a la historia del pensamiento religioso de los así llamados pueblos primitivos y a la evolución religiosa de las naciones civilizadas antes del advenimiento del cristianismo -con la única excepción de los judíos- parece indicar la existencia de numerosas fases distintivas por las cuales ha atravesado la religión progresivamente. Los estadios más tempranos, parece posible hallarlos entre los pueblos primitivos. Hallaremos allí una religión caracterizada por una fe en innumerables, y frecuentemente indefinibles espíritus, una creencia en una general animación de la naturaleza; en una palabra, animismo. Todas las grandes religiones históricas muestran, según se admite hoy, definitivas indicaciones de haber atravesado tales períodos. Esto parece haber sido continuado por un segundo y más largo estadio en el cual el culto prevaleció en deidades antropomórficas; el politeísmo de los antiguos egipcios, babilonios, griegos y romanos" (5).

Podemos pues deducir este proceso de las diversas denominaciones que el nombre de Dios tiene en los diversos textos hebreos, y los conceptos que subyacen tras tales nombres.

El número siete, ha tenido un significado mágico-conceptual en las culturas mesopotámicas y sus pueblos contemporáneos. Fue heredado de los sumerios, que fueron los creadores del sistema sexagesimal, cuyos ecos llegan hasta nosotros hoy en día: seguimos empleando en nuestras culturas la docena, la medición en grados del arco de la circunferencia, etc. Los seis días de la semana que culmina con el séptimo, ya que al número siete, se le atribuyó la noción de armonía y completud.

Las singularidades de la poesía épica del Cercano Oriente se reflejan en el estilo de redacción del relato bíblico, heredado de los modelos acadios y ugaríticos, en cuyas tradiciones la serie de siete días constituía una "unidad completa". Seis días duraba una acción y la serie de siete días constituía "una unidad completa", el séptimo día era el de la evaluación y consideración de los resultados. El séptimo día, el sabático, no tiene par. Casto señala la división del capítulo "Génesis" en siete fragmentos, cada uno correspondiente a un día; terminando la narración con una cadencia reiteradora: "y atardeció y amaneció tal día".

Hay además otras constantes basadas en la armonía septimal: Dios, Cielo, Tierra, figuran con relación al número siete o en alguno de sus múltiplos: Tierra figura 21 veces, (3 x 7); Dios, 35 veces, (5 x 7); Cielo, o firmamento 21 veces, (3 x 7).

También los mandamientos de Elohim para con sus creaturas, guardan relación con el número siete: "Haya luz", "Haya un firmamento", "Acumúlense las aguas", "Produzca la tierra vegetales", "Haya luceros"; "Bullan las aguas"; "Produzca la tierra animales"; figuran siete veces. Siete veces figuran luz y día en el primer fragmento y siete veces en el cuarto. Es imposible atribuir esto a una mera casualidad. Dentro de este sistema se emplea también la agrupación de tres pares de días: el primero y el segundo/ el tercero y el cuarto/ el quinto y el sexto. El séptimo día era el de la evaluación.

En la versión hebrea de este capítulo resalta además una cadencia poética propia de la poesía épica arcaica: por ejemplo vers-27: " Creó pues Dios al ser humano / a imagen suya / a imagen de Dios le creó / macho y hembra los creó".

Esta métrica de la cual hay muchos ejemplos en la Biblia, fue la tradición de la poesía épica israelita, anterior a la confección de la Biblia. Se trata de la cadencia cuádruple, tradicional también en la poesía épica de los pueblos del Cercano Oriente.

En otro estudio de Casto (6) se demuestra la existencia de tal literatura en el pueblo hebreo, cuyas huellas se detectan luego en la literatura bíblica, si bien se carece de los textos completos. Se menciona en la Biblia tales textos, se habla del "Libro de la Guerras de Iahvéh" (Num: XXI - 14); "El Libro de Iashar = El Justo" (Josué X - 13; Samuel II, l - 18), el "Libro del Pacto - Séfer Habrit": (Éxodo XXIV-7); "Libro de las Crónicas de los Reyes de Israel": (XIV-19); "Libro del Midrash del profeta Idó", (Libro Segundo de las Crónicas, Cap. XIII, vers., 22); y otros más, que hasta el presente no fueron hallados aún. Existen concluyentes pruebas de su existencia por múltiples citas en la Biblia, fragmentos que aluden incluso a figuras mitológicas y luchas titánicas contra monstruos a los cuales Dios venció como veremos en la cosmogonía IAHVISTA.

Volvamos entonces al Capítulo l reflexionando sobre el contenido global. Tenemos que concluir sin lugar a dudas de que se trata de un relato Elohimista. Es imposible saber quién fue el narrador, pero comprobamos por lo dicho anteriormente que el texto revela una escrupulosa elaboración, la cual es el atributo de la secta sacerdotal, única que poseía en esa época los conocimientos necesarios para una redacción de esta complejidad. Por esa razón debemos concluir que se trata de un códice elohimista-sacerdotal: (E-S).

Según esta narración, Elohim es el creador del universo. Es además el "único creador". Esa característica marca la diferencia básica con los demás mitos creacionistas de los pueblos circundantes anteriores al asentamiento del pueblo hebreo en la región. Se dicen oriundos de Mesopotamia y que se asentaron en la región cananea.

Sabemos bastante hoy en día sobre la mitología de los pueblos precedentes de la llamada Media Luna Fértil. Comprende a los pueblos sumerios, acadios, caldeos, asirios y babilónicos; todos los cuales generaron profusos mitos, como también las sucesivas dinastías egipcias al sur, entre las cuales también se asentaron los Patriarcas hebreos.

Bien podríamos aplicar el concepto de "Umbral de los Dioses" al tiempo en que las diferentes culturas se hallaban abocadas a darles nacimiento. Pero la idea de un Dios único, Elohim, es una innovación desconocida en la tierra que los "hijos del Patriarca Israel" heredaron de su Dios.

EL NOMBRE DE DIOS

El nombre E L O H I M, deriva etimológicamente de la raíz semita "El", usado también por todos los pueblos semitas que poblaron esa región para referirse a uno de los dioses de los panteones cananeos, en los cuales figuraba como padre de los demás dioses.

Otra forma de nombrar a Dios o dioses es ELÓHA, en singular. En ambos casos hay controversias sobre las maneras mediante las cuales fueron concebidas las deidades de los demás semitas no israelitas.

El nombre ELOHIM, el Dios en este capítulo, plantea otra dificultad porque su terminación contiene el sufijo "im" que indica pluralidad. En referencia al Dios de los israelitas, Elohim es usado más frecuentemente que "El" o "Elóha".

El tema de los diferentes nombres de Dios en la Biblia ha sido abordado en especial por generaciones de estudiosos judíos en las compilaciones de los diferentes tratados del TALMUD, fruto de los estudios académicos, y las legislaciones (HALAJÁ) de los diversos rabinos durante siglos, a partir del siglo II E.C. Sería largo abordar aquí las diversas propuestas, pero tal vez sea útil mencionar a los comentaristas judíos más populares: caso de RASHI, sigla del más popular de los exégetas cuyo nombre completo fue el rabino Shlomó Itzjaquí (1040-1105), nacido en Troyes, Francia. Su enfoque fue el utilizado por los escolastas talmúdicos que siguieron la vertiente de las legislaciones halájicas, las ordenanzas y reglas tradicionales y las leyendas ampliatorias, de carácter popular.

En el judaísmo español se destacó el rabino Abraham Ibn Ezrá (1092-1164). Sus comentarios reflejan sincretismo filológico y filosófico, conciliando los aportes de la escuela judeo-francesa y los aportes de la secta Karaítica (secta judía disidente originada en el siglo VIII d.C. que no aceptó la tradición talmúdica). Baruj Spinoza (1632-1677), se refiere a él en los siguientes términos: "Ibn Ezrá fue un hombre de tendencia más libre y de más vasta cultura.. no se animó a exponer ampliamente su punto de vista, empero aludió con palabras seleccionadas crípticamente".

Cabe mencionar también al sabio médico judeo-italiano Ovadia Ben Iaacov Sforno (1475-1550), comentador bíblico y conductor de una escuela talmúdica en Bologna, autor de un libro filosófico de exaltación de la Biblia ("Or Amim", Resplandor de los Pueblos) en contraste con el sistema de Aristóteles, dedicado al rey de Francia.

Volviendo pues al primer versículo, queda fuera de toda duda que "no hay ninguna Teogonía" sobre Elohim, no se narra ninguna historia sobre su origen: aparece como ya preexistente a la creación del mundo. Señala Casto que la palabra hebrea para designar el cielo, Shamaim, fue usada porque en el hebreo clásico no existió el nombre "mundo" (olam). Pero no deja de plantear diversos problemas, ya que el nombre es del género masculino y plural. Parece referirse en este contexto al lugar donde se halla Elohim y su corte celestial, las estrellas del firmamento. Más adelante el cielo tendrá siete nombres diferentes acorde a los místicos cabalistas.

El segundo versículo plantea toda una gama de interpretaciones posibles si seguimos el texto hebreo. Pero las dificultades se incrementan si consideramos las cuatro versiones al español con las que nos manejamos aquí con respecto a las expresiones hebreas. Básicamente, el problema que plantean las palabras tohu vavóhu, que figuran en la versión hebrea y cuya traducción al español muestra estas discrepancias. Véase: "desordenada y vacía", (SanBib); "caos y confusión": (BibJer); "desordenada y desierta": (BibLab); "soledad y caos"; (BibPaul).

La expresión "tohu vavóhu" suscitó dificultades de interpretación entre los exégetas bíblicos judíos, propuestas variadas o estrafalarios juegos de palabras. La mayoría de las veces se describía una situación de aridez, vacío o confusión en la cual nada es discernible. O bien se optaba por la tradición helénica de "caos" basados en la traducción de los judíos helenistas de la Septuaginta. También influyó la filosofía platónica con su concepción de "Creación ex-nihilo". Mientras que en la Edad Media los exégetas judíos quisieron ver en "tohu vavohu", "la sustancia primordial" de la cual Dios creó el universo.

Todos estos intentos son anteriores a los nuevos conocimientos que están hoy en día a nuestra disposición sobre las mitologías de los pueblos circundantes, tras los desciframientos de las escrituras egipcias (Champolion), y las escrituras cuneiformes de los pueblos mesopotámicos.

Tenemos materiales invalorables de mitos genésicos: tal el caso de "Enuma Elish", el "Génesis Babilónico" como lo denominó Alexander Heidel; "El Cantar de Guilgamesh" es otra fuente riquísima mediante la cual hemos accedido a las leyendas de los pueblos cananeos tras los desciframientos de la escritura UGARÍTICA. Se ha ampliado tanto el conocimiento de los especialistas sobre las influencias recíprocas y las relaciones entre las distintas culturas anteriores y contemporáneas del pueblo hebreo. Gracias a ello, leemos hoy de manera diferente los relatos bíblicos, lo que nos permite comprender mejor esta singular creación, la concepción cosmogónica que aquí nos ocupa.

Siguiendo a Casto y sus valiosos aportes podremos comprender mejor la expresión de "tohu vavohu", tras un atisbo a las mitologías creacionistas, cosmogónicas y teogónicas, anteriores al pueblo hebreo, y ponderar el alcance de sus influencias mediante su adaptación a sus propias creencias.

Retomemos el segundo versículo pero conservando algunas expresiones hebreas originales que son decisivas para estudiar las influencias de las culturas vecinas. Dice así: "La tierra era Tohu Vavohu, y oscuridad por encima del Tehom (traducido por abismo en las versiones al español, aunque su significado no tiene su preciso término en español). Se trata de una expresión opuesta al orden armónico que es el que Elohim introduce en su mundo para ser habitable, tal como figura en Isaías (LIV-18): "Pues así dice Iahvéh, creador de los cielos, él que es Dios, plasmador de la tierra y su hacedor, él que la ha fundamentado, y no la creó caótica (Tohu), sino para ser habitada la plasmó".

Las traducciones al español siguen siempre criterios parecidos sobre las expresiones hebreas que estamos considerando. Empero la propuesta de Casto es de mucho mayor alcance al basarse en la polisemia de las palabras hebreas y a las similitudes de los significados que esa etimología tiene en las etnias semitas contemporáneas del pueblo hebreo.

He aquí cómo está formulado el segundo versículo en la versión literal hebrea: "Y la tierra era tohu vavohu, y oscuridad sobre la superficie del Tehom, y el "rúaj" (espíritu-viento), de Elohim, "merajef" (aletea, se cierne, encuba), por encima de las aguas".

Comparemos ahora las cuatro traducciones con las que nos manejamos. En SanBib leemos: "Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz del abismo". BibJer: "La tierra era caos y confusión, y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas". BibLab: "Pero la tierra estaba desordenada y desierta, había tinieblas sobre la superficie del abismo, y el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas".

BibPaul: "La tierra era soledad y caos, y las tinieblas cubrían el abismo; y el espíritu de Dios aleteaba por encima de las aguas". Reina pues el caos también en las traducciones.

También tiene interés el enfoque de exégetas judíos tales como Rashi acerca de la expresión hebrea de uso poco frecuente merajef: "El trono sagrado detenido en el aire por el espíritu del Santo, bendito sea, y por su mandato, como una paloma encubando sobre su nido": además aporta en francés la expresión "encouver" (encubar), procedimiento usado por él frecuentemente cuando quería ser comprendido en expresiones a los que faltaba el símil hebreo, como el caso de merajef.

La diversidad de las traducciones al español fracasan con la palabra hebrea Tehom. Se trata de una palabra de origen acadio; fue el nombre de la diosa del océano primitivo Tíamat, archienemiga del dios Creador que figura en su mitología.

En Isaías XXVII-1 hay claras referencias a Leviatán con diferentes denominaciones: Najash Baríaj - Serpiente huidiza; Nájash Akalatón - Serpiente tortuosa, y Tanin - Dragón que habita en el mar. BibJer: (pag. 1084). Incluso hay referencia en Isaías (LI:9-10) a esas luchas titánicas, conocidas entre los hebreos sobre las deidades maléficas opuestas al Cosmocrator; se filtran tales luchas en oposición a IAHVÉH. Dice así (9): "¡Despierta, despierta, revístete de poderío, oh brazo de Iahvéh! ¡Despierta como en los días de antaño, en las generaciones pasadas! ¿No eres Tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al Dragón? (10) ¿No eres Tú el que secó la Mar, las aguas del gran Océano, el que trocó las honduras del mar en camino para que pasasen los rescatados?" (BibJer).

Mencionan los traductores de esta versión en pie de página que Rájab, figura también en Job: (XXVI-12); Tanin (Job: VII-12), TEHOM: (Habakuk; III-9), Salmo 104-26: "Leviatán que tú formaste para jugar con él". Se trata de deidades que figuran en las mitologías cosmogónicas de diversos pueblos babilónicos, fueron familiares para los hebreos de esa época, por ende su mención en este texto genésico obedece a un propósito premeditado.

Casto subraya el hecho de que si bien el término Tehom, y "el de las aguas" no han sido mencionadas aun en este texto, los lectores para quienes se compiló este relato comprendían la referencia porque les eran familiares los conceptos que figuraban como mitemas en las cosmogonías de los pueblos circundantes. "Tehom" fue un término popular en el Cercano Oriente contemporáneo de las tribus israelitas, las que conocieron bien esos mitos. La diosa del mar se llamaba TIAMAT, palabra que tiene la misma fuente etimológica que Tehom. Esta diosa fue la enemiga de los dioses creadores, figurando también IAM (nombre del mar, dios rebelde), opuesto a la creación como tantos otros dioses de esas mitologías RAJAV, TANIN, LEVIATAN, dioses rebeldes, acuáticos, subterráneos, que se opusieron en feroces luchas a los dioses celestiales en sus propósitos de creación del universo, tal cual figura en "ENUMA ELISH", el "Génesis Babilónico"; en el que se narran las épicas luchas en el cual el héroe Marduk va a triunfar sometiendo a las deidades marinas.

"El Antiguo Testamento no es un cuerpo literario aislado, tiene tantos paralelos con las literaturas de las naciones circundantes de Israel que es imposible escribir una historia de los hebreos o comentarios científicos sobre el Antiguo Testamento sin un significativo conocimiento de la historia literaria de los antiguos vecinos de Israel" (7).

Evidentemente el texto bíblico no puede utilizar los mitos cosmogónicos de los pueblos vecinos para el concepto de Elohim, Dios único, creador del universo por su propia determinación. No puede mostrar abiertamente luchas contra otros dioses por la hegemonía de un panteón. Por esa razón, remarca Casto, que desde el comienzo el texto narra con calma la creación, sin polémica alguna con ningún opositor. Pero los conocimientos populares de los mitos circundantes impedían ignorarlos.

Tampoco podía la mentalidad antigua admitir narraciones formuladas con conceptos abstractos, porque habrían resultado incomprensibles. La mitología presenta imágenes mucho más comprensibles para las multitudes que ya las conocían, por la difusión de tales narraciones populares entre las etnias vecinas. Sin embargo, figuran referencias en otros textos como el de Isaías que mencionamos. Empero no figuran en forma explícita en un texto tan depurado como es este Elohimista-Sacerdotal, en el cual no es mencionado explícitamente ningún mito creacionista que refleje la lucha contra Elohim. De todos modos aparecen referencias a tales luchas de opositores a Iahvéh que él destruyó, interpoladas en otros pasajes bíblicos, por ejemplo: ¿No eres tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al Dragón? ¿No eres tú el que secó la Mar, en las aguas del gran océano? Isaías L l vers. 9? Salmo 89:11 "Tú machacaste a Rahab, lo mismo que a un cadáver. Salmo 104:26; (LEVIATAN); Salmo 148:7: Iahvéh destructor de los monstruos del mar. JOB: VII:12 y IX:13: "esbirros de Rájab"; XXVI:10-12; Rájav; XXXVIII: Dios narrando su creación. Y tantos otros con la exaltación de Elohim o los otros nombres y atributos del dios de los hebreos.

LA LUZ Y EL AGUA

El Vers. 3º: "Haya Luz", o Sea la Luz. Se introduce una diferencia de estilo ya que en el relato se cita "textualmente" lo dicho por Elohim. La creación de la luz antes de la existencia de las luminarias ha planteado graves interrogantes entre los exégetas a lo largo del tiempo, por la contradicción que significa la existencia de la luz sin la fuente generadora. Para resolver ese dilema, se interpretaba metafóricamente la noción de luz como entendimiento, claridad, el bien; y las tinieblas como lo opuesto.

También existió en la antigüedad el dilema sobre ¿cuándo empieza el día, cuándo sale el sol, o cuándo se oculta? En la concepción hebrea religiosa el día sigue a la noche, o sea que comienza a la puesta del sol, tal cual se sigue siendo la norma en el culto religioso hasta el día de hoy.

El Vers. 6º, plantea dificultades de comprensión si no se dilucida la procedencia del concepto de la palabra hebrea raquía. Las traducciones que poseemos son: "expansión" (SanBib); "firmamento" (BibJer) y las otras dos; decididamente más correcto acorde al concepto hebreo, porque etimológicamente viene de la palabra "reka", base o firmamento. La idea que se ha formado es que Dios separa las aguas; las que quedan sobre la faz de la tierra, vale decir los mares-océanos, y las que estarán por encima del firmamento, "raquía". Se creía que por encima de tal firmamento había otro océano al cual sostenía la tal "raquía". Así se entendió también el diluvio (Cap.VII-11), donde dice que "las compuertas del cielo se abrieron", y estuvo descargando la lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.

Esta concepción proviene de la cosmogonía babilónica, tal cual se narra en el "Enuma Elish". Se supone que este poema fue compuesto en el siglo XXI a.c., nutrido en las culturas mesopotámicas por sus propios modelos monárquicos. MARDUK, el hijo favorito de la diosa madre, es designado para enfrentar a los monstruos marinos opuestos a la creación del mundo para los hombres. Eran Apsu -el Océano; y TIAMAT- Dragón del mar; ambos constituyeron al Caos primitivo. Marduk se compromete a matar al monstruo marino a condición de pasar a ser el amo del panteón si los vence y ser reconocido por todos: tanto por los dioses padres "envejecidos", como por sus celosos hermanos rivales que aspiran al mismo lugar.

El poema narra la lucha cósmica como un enfrentamiento político de hombres en la disputa por el poder: los hijos quieren arrebatar la morada celestial de los dioses padres con sus privilegios, aniquilando a los "conspiradores invisibles" que medran en las invisibles profundidades "oceánicas", pero los jóvenes quieren a su vez quedarse con el "poder del cielo", privilegio de los padres solamente. En este poema cósmico la feroz lucha es entre Marduk, que obtiene el rango de dios babilónico luchando contra la monstruosa TIAMAT (de la misma raíz que la palabra hebrea TEHOM). En la versión babilónica es dragón femenino a quien vence el príncipe-rey-dios.

"Y se volvió a Tiamat, a la que había atado. Holló el Señor las piernas de Tiamat, con su maza despiadada destrozando su cráneo. Cortó las arterias de su sangre que el viento norte llevó a lugares ignorados. Al ver todo esto, sus padres se llenaron de gozo y exultaron, y a él acudieron con presente para rendirle homenaje. Se detuvo entonces el señor para ver el cuerpo muerto, porque iba a desmembrar al monstruo y hacer obras estupendas. La partió como una concha en dos partes, una mitad alzó y la puso como un techo, el cielo. Fijó una barrera y puso a los guardianes para que no dejaran pasar las aguas" (8).

En el "Enuma Elish", la concepción del universo es radicalmente diferente de la hebrea, aunque algunas de sus huellas pueden ser halladas también en Job y en algunos Salmos: "pone barreras a las aguas del mar", el Dios hebreo, para que no puedan traspasar sus aguas los rebeldes como tampoco los indomables océanos que en las concepciones populares, siempre son temibles.

Lo que aquí nos importa es la diferencia que existe en la concepción hebrea: Elohim-Iahvéh es más poderoso y ha destruido a tales monstruos, los somete a su arbitrio, hasta "juguetea" con sus opositores. Aunque detrás de todo esto se transparentan las antiguas trazas de una Teomaquia (lucha de dioses), conocidos por los israelitas, sin que estén presentes manifiestamente en estos relatos genésicos, pero sí lo están indirectamente al sugerir que Tehom - Tiamat está sometido al espíritu de Elohim. En ningún caso se les menciona en la mitología que estamos considerando porque no hay lucha entre ellos. Elohim domina todo, hasta los cimientos donde no puede morar ningún opositor.

Es importante cotejar el mito creacionista hebreo con lo que narran también las otras mitologías genésicas de los demás pueblos que estuvieron en contacto con los hebreos, porque sus concepciones cosmogónicas y teogónicas han dejado sus huellas en las regiones cuyas influencias nuestra cultura occidental ha incorporado; tanto de la súmero-acadia y sus continuadoras, como las culturas cananeas, especialmente la ugarítica.

En todas las cosmogonías primitivas la creación del universo es narrada acorde a la concepción humana de su época, vale decir que los nacimientos u orígenes de los objetos y seres siguen el modelo de la cópula entre el hombre y la mujer. He aquí una de las versiones sumerias sobre el "Nacimiento del Mundo". Se narran las nupcias entre ENKI, (Océano), dios organizador de la vida sobre la tierra, que vive en su palacio en el "Absu", en el abismo del mar. Es compañero del dios supremo Enlil, amo del mundo. y a la vez está con Nintu, su hija.

"El Solitario, el Inteligente, vuelto hacia Nintu, la madre del país/ Enki, el Inteligente, vuelto hacia Nintu la madre del país,/con su miembro roció el declive,/ con su miembro multiplicó las cañas por un agua abundante./ Y su miembro apuntó bajo el vellón sublime./ Exclamó: "¿no viene alguien por el pantano?/ El dios Enki exclamó: "¿por el pantano no viene alguien?" Y juraba por la vida del dios-cielo./ Extendida en el pantano, su palabra Enki profería, su palabra sobre el agua de la Gran Esposa./ Y la Dama de la montaña tomó la simiente, ella recibió la simiente, el agua del dios Enki./ Lo que era su primer día fue su primer mes,/ lo que era su segundo día fue su segundo mes,/ lo que era su noveno día fue su noveno mes, el mes del alumbramiento".

Este poema y su cadencia se refleja en el estilo poético en las cadencias del Génesis, como señalaba Casto sobre la poesía épica arcaica. Pero la directa y cruda referencia a la procreación, en este caso incluso incestuosa, repugna a la concepción bíblica.

FUENTES EGIPCIAS Y GRIEGAS

La civilización Egipcia, sobre la cual hay tantas referencias en los textos bíblicos, ha generado concepciones propias diferentes de las cosmogonías mesopotámico-cananeas, si bien se han hallado versiones babilónicas, mesopotámicas de mitos cosmogónicos en tierras de Egipto, al igual que en Canaan. Las similitudes más significativas consisten en que en todas las cosmogonías narran luchas de dioses, un fenómeno universal sobre el cual el psicoanálisis puede aportar importantes clarificaciones.

Egipto ha generado variadas y ricas cosmogonías, milenios antes que el pueblo hebreo. Las diferentes creaciones cosmogónicas se debieron a que ese país tardó mucho en unificarse. Fueron prácticamente reinos diferentes el Alto Egipto (3100 a.c.), que en la 3ª Dinastía tuvo a Menfis como Capital (2600 a.c.); y las sucesivas dinastías generan sus propias mitologías, siendo imposible conciliar las distintas concepciones que prevalecieron en los diferentes períodos. "La mitología egipcia es la suma de todos los conceptos mitológicos egipcios". "Cuatro diferentes conceptos egipcios del cielo se presentan": "una vaca, un océano, la mujer Nut, y un techado" (9).

En la multiplicidad de los mitos creacionistas egipcios aparece Atum (El Completo) en el culto de Heliópolis tal cual figura en los Textos de las Pirámides (2400 a. e c), emergiendo de las aguas primigenias y caóticas produciendo el Universo. Atum es identificado como el dios Sol=Ra. Su surgimiento de las aguas hace que se le identifique con el sol emergente del caos que desaloja las tinieblas.

En el "Libro de los conocimientos de las evoluciones de Ra", surge de Nu, las aguas primigenias, y comienza a existir como JEFERA (el que comienza a existir). No había cielo ni tierra, ni plantas ni animales ya que Jefera estaba solo. Acorde a su plan crea todas las cosas. En su forma semiandrógina se masturba (o "en unión con su puño apretado se une en un abrazo con su sombra, su elemento femenino") y pone su semen en su boca (que oficia como una suerte de útero). Una vez fertilizado, escupe hacia afuera a su hijo SHU (dios del aire y del principio de la vida) y su hija TEFNUT (dios de la humedad y del principio del orden del universo). Hablando a través de su "padre", Jefera percibe que en el pasaje del tiempo (120 años), un dios devino tres(10).

Acorde a una de las creencias, en el alba del mundo reinaba el caos inorganizado; en el fondo del espíritu anidaba ATUM, que es quien adquiere conciencia creadora. Como tal era el sol RA, que se dispone a crear. Acorde a una versión, el cielo NUT, del género femenino, hija del dios del aire SHU, hermana del dios masculino GEB. A Nut se la representa en la iconografía egipcia como una hermosa mujer combada para formar el arco celestial apoyada en un extremo sobre sus manos, sus pies en el otro extremo, el dorso hacia arriba, mientras su hermano GEB, tendido sobre su espalda, apuntando con el falo hacia su hermana cielo. Según otras versiones, Shu separa a Nut y Geb, impidiendo de este modo el Hieros-Gamos, la sagrada "unión" del cielo y la tierra. Este mitema de las sagradas nupcias, de cuya unión se genera el universo, se repite en otros pueblos.

Consideremos ahora las mitologías creacionistas de los helénicos, cuyos ecos llegaron sin duda alguna a los hebreos a través de UGARIT, que fue "el eslabón entre el Canaan y el Egeo", según demostró Cyrus H. Gordon (11). Veremos nuevamente una concepción harto similar.

El comienzo: "Ante todo fue el caos, luego GAIA, la del ancho seno, eterno e inquebrantable sostén de todas las cosas, y Eros, el más hermoso de los inmortales, que penetra con su dulce languidez a dioses y hombres, doma los corazones y triunfa de los consejos prudentes" (Hesíodo). ".en virtud de la acción de Eros, del Caos salieron Erebos y Nix; es decir la oscuridad primordial dividida en dos principios, uno macho y otro hembra, principios que al unirse darán nacimiento a la "luz". Gaia (principio femenino), empieza a generar sola, sin el concurso del principio macho. Y lo primero que engendra es a URANOS, el Cielo y la Mar, que el cielo cubre". "Y a su vez, cubierta por Uranos, y fruto de su unión con él, es transformada en la gran fuente de la vida del universo" (12). Fruto de su unión con él, nacen los olímpicos y comienzan las luchas entre los hijos de los dioses por la herencia del universo.

Poseemos ahora una visión sinóptica de las culturas circundantes para cotejarla con la creación del mundo por parte de ELOHIM.

LOS DIAS SIGUIENTES

Consideremos pues el "segundo día", con la mañana y la tarde, aunque aun "sin el sol ni la luna". Debemos destacar que hasta aquí, Elohim genera mediante las palabras. No se sabe a quién van dirigidas, pero sus palabras tienen efecto de un mandato, generando una acción. Quizás se pueda inferir la temprana intuición que tuvieron los autores sobre la "magia" de las palabras y su poder, ya que "generan acciones, cosas", no solamente imágenes mentales sino objetos en el mundo. Hablar precede y concreta la acción.

A partir del segundo día Elohim es cada vez más un Dios Faber, comienza a crear. "E hizo Elohim el firmamento", y lo nombra "cielos" (en plural, en hebreo, lo mismo traduce BibJer, no así las otras versiones), con lo cual se completa el segundo día.

Los sucesos que ocurren el "tercer día", son narrados entre el vers. 9 y el 13. Elohim ordena a la aguas reunirse en un solo lugar para que se vea lo seco a lo cual llama tierra; y a las aguas, mares. Una leyenda amplía y "explica" como sucedieron las cosas: "Cuando el Creador dio la orden de "júntense las aguas, superaron a las montañas y se expandieron por encima de las montañas y los valles y se extendieron sobre toda la tierra haciéndose muy profundas. Abarcaron toda la tierra haciéndose mares. Ensorbeciéndose para volver a cubrir la tierra como en el comienzo. Rezongoles el Santo, Bendito Sea. Los contuvo bajo sus pies midiéndolos con sus plantares, a fin de que no se excedieran, ni disminuyeran; e hizo las arenas para poner límite al mar, como el hombre que pone un cerco a su viñedo. Y cuando intentan subir y ven las arenas delante suyo, retroceden". Séfer Haagadá, pág 8.

Ordena Elohim a la tierra la producción de frutos, simientes para cada especie, comprueba las calidades de lo creado, las vegetaciones, etc.

Este juntar las aguas en mares tiene un cometido referencial "contra las mitologías circundantes de los pueblos cananeos", en las cuales se narran luchas y sublevaciones de las deidades marinas, que se rebelaban contra los dioses celestiales, tal cual como ocurre entre los humanos cuando disputan por la conquista del poder. En ese sentido es ilustrativa la narración paralela que se brinda en el Salmo 104 que sigue el mismo modelo del Génesis y en el cual se destaca la preeminencia de Elhim sobre sus rivales: (vers. 5) "Sobre sus bases asentaste la tierra, inconmovible para siempre jamás. (vers. 6) "Del Océano, cual vestido, (la tierra) cubriste, sobre los montes persistían las aguas; (vers. 7) al increparlas tú (a los mares) emprenden la huida, se precipitan al oír tu trueno (vers. 8); y saltan por los montes, descienden por los valles, hasta el lugar que tú les asignaste: (vers. 9) un término les pones que no crucen, por que no vuelvan a cubrir la tierra".

¿A quién se somete, a quién se le ponen los límites no traspasables? Al Mar. Mar en hebreo y en los idiomas semíticos cananeos, se dice IAM. La mitología ugarítica narra luchas feroces entre los dioses terrestres y acuáticos celosos de sus dominios (13).

Se trata del ciclo mitológico de los "enfrentamientos entre Balu, con Iamu y Motu" que se presentan muy igualados en sus poderes. Baal es el dios cananeo, que fue también muy popular entre los hebreos y por ende muy combatido por los profetas bíblicos cuando se dejaban seducir por sus cultos paganos.

Iamu, es la deidad marina, Iam es mar en hebreo, Motu es el rey de la muerte, Mot y Mavet, son los términos con los cuales se designa la muerte en hebreo. Se trata pues de poemas ugaríticos en los que se narra la lucha de poderes cósmicos concebidos como opuestos que combaten entre sí.

En el extenso poema "Lucha entre Ba’alu y Iamu" (págs. 157-177), se narra la titánica lucha entre estas deidades: "Arrastró Ba’alu y redujo a Yammu,/ .pues cautivo nuestro era el Príncipe Yammu./ Apenas salió de su boca la frase,/ se avergonzó, sí, Ba’alu, el victorioso,/ y el auriga de las nubes repuso:/ Yammu está sin duda muerto,/ Ba’alu se convirtió en rey".

En cuanto a Mot, el tenebroso dios de la muerte; en la mitología ugarítica es aniquilado por Anatu. En la creencia hebrea, esa victoria queda en manos de IAHVÉH TZEVAOT, para el final de los tiempos, según Isaías (XXXV-8), cuando Dios "consumirá (en hebreo se dice "balá", tragará) a la muerte definitivamente, enjugará el Señor Iahvéh las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo sobre la tierra, porque Iahvéh ha hablado".

En estos mitemas cananeos, se refleja la lucha de vida y muerte entre la sequía y las fuentes acuosas. Tales personificaciones impregnaron las respectivas mitologías de los pueblos emparentados lingüísticamente y culturalmente mediante el poderoso recurso de su mitologización. ¿Cómo resaltar entonces el predominio de Elohim si no es mostrando su superioridad? Esa supremacía es dada sin discusión alguna. No se mencionan siquiera en este texto tales luchas. La concepción hebrea no admitía manifiestamente tales relatos, que sin embargo proliferaron en el conocimiento popular, pero se menciona de continuo la recaída tan frecuente entre los israelitas, en la adoración de esas deidades. Se refleja en múltiples textos bíblicos, cuando Iahvéh y sus portavoces amenazan y castigan a los hijos de Israel por caer atraídos siempre por los cultos cananeos, que fueron menos abstractos y más figurativos usando ídolos.

Una de las personificaciones del culto de Baal fue Adón, personificación del sol. Su adoración fue repudiada en la religión hebrea, empero el nombre de Iahvéh, cuyo nombre era impronunciable, se nombra en hebreo Adonai, el Señor.

REFERENCIAS

1. Meadam ad Noaj, 5a. edic., Hebrew University, 1969.
2. Teoría Documentaria, 4a. edic. (en hebreo). Magnes Press, Jerusalem, 1965.
3. Entziklopedia Mikrait, T II (en hebreo) págs. 320 y sigtes.
4. Torat Hateudot, en hebreo. La Teoría Documentaria, op. cit.
5. El hombre primitivo como filósofo, de Psaul Radin. De Dover Publications inc. 1957, págs. 343-4.
6. Shirat Haalilá Beisrael: Poesía épica en Israel, Ed. Magnes, Univ. Hebrea de Jerusalén, 1972.
7. The Baylonian Genesis, prefacio de Alexander Heidel. También Cap. II, págs. 82-140. The Chicago University Press, 1951.
8. Mircea Eliade, Las religones y sus textos, tomo IV, págs. 109-120
9. Mitologías del Mundo Antiguo, de S. N. Kramer, págs. 22-23. Plaza Janés Eds. 1965
10. Prymal Miths, creating the World, de Barbara Sproul, Ed. Harper and Row, 1979
11. Grecia y la civilización hebrea, The Norton Library, N. York, 1962
12. Mitología Universal, de Juan Bergúa. Tomo I, págs. 25-6
13. Mitos y leyendas de Canaan, de G. del Olmo Lete. Ed. Cristiandad, Madrid 1981, págs. 38 y sigtes.


Mitos y Ritos

Artículos publicados en esta serie:

(I) Las llamadas (J. Cohen y L. Peluso, Nº104/105)
(II) Los nuevos mitos (Graciela Evia, Nº 106)
(III) El dominio de las mujeres (Yubarandt B. de Consens, Nº107)
(IV) Vida y muerte en las culturas precolombinas (Leopoldo Muller, Nº108)
(V) Tango, un mito de las orillas (Germán Schneller, Nº 109)
(VI) Despedida de soltera (José E. Finol, Nº 111)
(VII) Cómo sabe el mito que sabe (Leopoldo Muller, Nº112)
(VIII) El fútbol y su ritual (Jorge Cohen y Leonardo Peluso Nº116/117)
(IX) Mitos, mitologías, mitólogos.(Daniel Vidart, Nº 131)
(X) Murgas aquí y allá (Alicia Martín, Nº 140/41)
(XI) El diablo en la encrucijada (Mario pontes Nº 143)
(XII) El Golem. Eternidad del "Hombre artificial" (Orna Stoliar, Nº 155)
(XIII) Esperando a los héroes dormidos (Omar Karaman, Nº 159)
(XIV) La Biblia (Leopoldo Müller, Nº 162)
(XV) Los paraísos celtas (Omar Karamán, Nº 163)
(XVI) El tabaco, la embriaguez seca (Juan Fernández Romar, Nº 164/65)
(XVII) Cortinas de humo (Daniel Kliman, Nº 166)

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