Por Otra Parte
Paco Espínola en cine
Jorge Pignataro Calero
El estreno del filme nacional "El hombre pálido" dirigido por Duilio Borch, incorpora la alta narrativa de Francisco Espínola al creciente movimiento audiovisual uruguayo en expansión.
Luego de algunos preestrenos para prensa y colaboradores y en varios puntos del interior del país, llega al público en general desde el viernes 5 de junio en el Cine de las Américas "El hombre pálido", un filme nacional realizado por Duilio Borch que, por su afinidad temática con sus precedentes "Martín Aquino" de Ricardo Romero Curbelo (cuyo protagonista, casualmente, es interpretado por Borch) y "Soledad" de Daniel Arijón; y más allá de diferencias de estilo y de manejo del lenguaje cinematográfico, han dado pie a que alguien hablara con alguna exageración, sin duda de "westerns" uruguayos, basándose en ciertos aspectos formales comunes: el aire libre de los grandes espacios abiertos, buena dosis de acción y violencia, personajes recios delineados con precisa sobriedad y un matiz psicológico de verosímil parquedad, etcétera.
No fue casual, entonces, que esos mismos elementos y condiciones se encontraran en la magistral narrativa de Francisco Espínola, cuyos cuentos "El hombre pálido" y "Cosas de la vida" constituyen la columna vertebral del guión cinematográfico elaborado por Duilio Borch en colaboración con Daniel Bravo. Como no lo sería, tampoco, la identificación física y temperamental de Borch puesta de manifiesto reiteradamente en su carrera de actor, desde "Las ranas" de Mauricio Rosencof en el Teatro de la Gaviota, hasta sus más recientes papeles en "Los muertos" de Florencio Sánchez y "El conventillo de la Paloma" de Alberto Vacarezza, por la Comedia Nacional, en una galería que hubiera hecho las delicias de Borges.
La base
La cuentística de Francisco Espínola ha sido objeto de abundantes exégesis y exhaustivos análisis, tanto en prólogos y notas de las numerosas ediciones de sus obras como en prolijos y detenidos ensayos al respecto, por estudiosos de la jerarquía de Angel Rama, Jorge Rufinelli, Arturo Sergio Visca, Ana Inés Larre Borges y otros, conformando casi una entera biblioteca dedicada al escritor maragato, siendo esta última quien lo define con gran concisión: "Una inquietud moral preside su visión del mundo y del hombre y ese sentimiento va a determinar la estructura misma de sus relatos. Alejado de todo afán didáctico y ajeno a las rigideces demostrativas de las tesis, el arte de Espínola apunta siempre a un conflicto ético que subyace en todas sus anécdotas y que es búsqueda y cuestionamiento antes que respuesta tranquilizadora", subrayando una vez más "una piedad por la criatura humana que el autor desparrama entre esos seres marginales que sus cuentos privilegian y amparan".(1)
"El hombre pálido" apareció por primera vez en la revista "Actualidades" el 24 de diciembre de 1924 en su versión original; revisado y reescrito por el propio Espínola posteriormente, es el primer relato de "Raza ciega" que inicia su narrativa en 1926 constituyéndose desde entonces, al decir de la citada Larre Borges, en "uno de los momentos más altos de la cuentística del país" y convirtiéndolo en "el último escritor nacional que supo concitar un consenso tan extendido de unánime consideración".(2) Entre los otros cuentos de su autoría se incluye "Cosas de la vida", que en una relectura conjunta con "El hombre pálido" se nos aparece como un posible segundo capítulo de éste; de donde ensamblarlos y convertirlos en un único relato debe haber sido un grato desafío para los guionistas del filme, sin desmedro de las dificultades técnicas que conlleva todo traslado del lenguaje literario al cinematográfico, obviamente.
El filme
En estos tiempos "posmodernos" donde todo es posible en ancas de recursos técnicos sofisticados que cobran más importancia para la configuración de los objetos estéticos que su contenido, llama la atención y puede llegar a asombrar la sencillez y economía de recursos (no económicos, por supuesto, de los que es mejor no hablar) con que Borch y su equipo han trasladado los relatos de Espínola, conservando prácticamente intacta la fluidez con que la narración avanza pendulando entre la ternura y el terror; y donde pequeños gestos o miradas se corresponden con oportunos y bien calculados primeros planos que demuelen todo convencional hieratismo, desnudando el mundo interior de sus personajes, un mundo pleno de las contradicciones éticas que antes se señalaron, que harán detenerse y vacilar al protagonista ante el mágico milagro de una maternidad inminente pero que, por el contrario, no le harán temblar el pulso a la hora de enarbolar la muerte en la punta de su facón. Contradicciones que determinarán congruentemente sus actitudes posteriores hasta desembocar en lo que, con alguna ligereza, podría catalogarse de final feliz, pero fiel a la cosmovisión espinoliana.
Para llevar a cabo esta su "opera prima" como realizador, Duilio Borch se rodeó de varios de los mejores nombres que pudo hallar en nuestro medio todavía incipiente en estas lides, casi todos con valiosos antecedentes, como el asistente de dirección Julio Porley (laureado director de "La trampa"); el director de fotografía Nelson Sánchez ("Soledad", "La trampa", "Martín Aquino"); el músico Fernando Yáñez, el vestuarista Hugo Millán, la ambientadora María Rodríguez, el montajista Washington Mederos, el sonidista Walter Guinovart, procedentes en su mayoría de la televisión, el cine publicitario y el teatro independiente. De este último, así como del radioteatro del SODRE (al cual pertenece el mismo Borch) proviene la mayoría del elenco de intérpretes, como Ana María Cabezas, Mariana Trujillo, Lupe Mesa Deus, Till Silva, Rodolfo Da Costa, Edgar Cavalleri, Félix Correa, Oscar Ceschiat y Carlos Barrios; egresados de la Escuela Municipal de Arte Dramático, como el "pálido" protagonista que encarna Ariel Caldarelli, Juan Carlos Ivanov y Francisco Vidal del Carril; actores intuitivos pero no menos eficaces como Juan C. Novas o el moreno Jorge Parreño; y el rescate para un pequeño papel de una actriz de larga trayectoria: Herminia Franco.
En escasos cuatro meses de labor que incluyeron la pre producción, filmación, compaginación, sonorización y demás, este empeñoso esfuerzo del equipo dirigido por Duilio Borch cuya difusión corre por cuenta de Martha Vila como productora de prensa y relaciones públicas se postula como un importante mojón en la pujante producción audiovisual uruguaya, que merece verse y apoyarse.
Referencias
(1) y (2) Ana Inés Larre Borges. Prólogo y notas a Los mejores cuentos de Francisco Espínola. Ed. Inst. Nal. del Libro, 1993.
![]() Portada |
© relaciones Revista al tema del hombre relacion@chasque.apc.org |