Conocimiento
y autoridad
De cómo se construye el conocimiento y
la autoridad en la Religión y en la Ciencia
Roald Hoffmann
¿De dónde surge la autoridad en la ciencia? De los logros publicados, escrutados y finalmente valorados por sus pares. El trabajo debe estar allí y debe publicarse, porque la ciencia, como el arte, se presenta a una audiencia, y es importante entonces que esta vea la obra. La comunidad científica es en general adicta a leer su propia literatura, o por lo menos a escanearla. Es cierto que algunos importantes descubrimientos a veces son obviados.
No es accidental que el judaísmo parezca terriblemente autoritario a un extraño. Está el dominante, perentorio, Dios de la Torah. Está también toda esa panoplia de ritos (prohibición de trabajar en sábado, leyes dietéticas, etc.) que desde afuera parecen anómalas, hasta para muchos judíos, en este mundo moderno.
Pero basta una mirada a una página del Talmud, para que esta impresión comience a evaporarse para ser reemplazada por un sentimiento de respeto por la autoridad intelectual. En el Mishmz y Gemara, corazón del texto, encontramos puntos de vista diferentes con respecto a las obligaciones a observar. Así, por ejemplo, hay una discusión con respecto a la bendición de agradecimiento obligatoria después de una comida. Suponiendo que alguien come olvidando haber pedido la Gracia ¿qué hacer? La casa de Shamai (los seguidores de uno de los grandes rabinos) dice que uno debería volver al lugar donde comió y decir la oración: la casa de Shammai dice "debería bendecir en el lugar donde se acuerda que no lo hizo". El punto de vista de la casa de Hillel predomina, pero ambos se consideran la voz del Cielo.
El texto central del Talmud contiene los registros de polémicos debates y cuestionamientos de ocho siglos de estudiosos cuyas vidas estaban dedicadas a estos debates. En un margen se encuentran los comentarios de Rashi, del medioevo. En el otro los de la generación de sus nietos. Tanto el texto central como estos comentarios tienen referencias o citas. Otros comentarios adornan la periferia de la página y aún más comentarios se encuentran como apéndices al tratado.
De la observación de estos documentos se obtiene una clara sensación de un polémico debate sobre cualquier tema bajo el sol. Al mismo tiempo comunican un sentimiento de tremendo respeto por los Sabios, la generación de los estudiosos religiosos que pasaron antes. Del acto balanceado de cuestionamiento y respeto por la tradición, aparece una tensión que considero muy similar a la que ocurre en la ciencia.
Los parámetros que definen el debate por la autoridad surgen en algunos clásicos pasajes del Talmud. El primero es la maravillosa historia del encuentro entre el Rabino Eliezer ben Hyrkanus y el Rabino Yehosua ben Hannaiah (Baba Mezia, 59b). Rabbi Eliezer declara a un cierto tipo de horno como impuro. Sus compañeros rabinos están completamente en desacuerdo con él. Esto es lo que ocurre después.
"En ese día el Rabino Eliezer usó todos los argumentos en el mundo, pero no los aceptaban. Entonces les dijo: "Si el Halakkah (ley judía que indica el camino a seguir en la vida diaria) está de acuerdo conmigo dejen que el árbol del algarrobo lo pruebe." El algarrobo fue desenraizado y movido de su sitio 100 cúbitos, y algunos dicen 400. Ellos le dijeron: "Uno saca pruebas de un algarrobo." Entonces les dijo: "Si el Halakhah está de acuerdo conmigo dejen que el canal de agua lo pruebe." El canal de agua invirtió el curso. Ellos le dijeron: "Uno no trae pruebas de un canal de agua." Entonces les dijo: "Si el Halakhah está de acuerdo conmigo, dejen que las paredes de la Casa de Estudios lo prueben." Las paredes de la Casa de estudios se inclinaron para caer. El Rabino Yehoshua les increpó, y les dijo "Si los Sabios Talmúdicos discuten unos con otros acerca del Halakhah, ¿qué tienen que ver ustedes con eso?" Las paredes no se cayeron por respeto al Rabino Yehoshua, pero tampoco se enderezaron por respeto al Rabino Eliezer, y aún siguen inclinadas. Entonces les dijo: "Si el Halakhah está de acuerdo conmigo dejen que sea probado desde el Cielo." Una voz celestial avanzó y dijo: "¿Por qué disputan con el Rabino Eliezer, si el Halakhah está de acuerdo con él en todos lados? El Rabino Yehoshua se levantó y dijo: "No está en los Cielos."
Algunas generaciones después el Talmud relata:
"El Rabino Natan se encontró con Elías y le preguntó "¿Qué hizo el Santo, bendito sea él, en ese momento?" Elías le contestó: "Sonrió y dijo: Mis hijos me han vencido, mis hijos me han vencido."
"¡Porque no está en los Cielos!" La sagrada ley de los ritos de la vida diaria y servicio a Dios, deben ser deducidas por los seres humanos en la tierra. Esta es verdaderamente una sentencia extraordinaria.
Pero aquellos dedicados al conocimiento también han de ser escuchados: "Debes temer al Señor tu Dios" incluye también a los estudiosos del Torah", dicen en el Talmud (atribuido al Rabino Akiva, Baba Kamma 41b). Esto no es autopropaganda desde la academia, sino el reflejo de un sincero respeto por los estudiosos a lo largo de la historia de los judíos. Hasta el día de hoy no faltan ejemplos de los sacrificios que realiza una familia (principalmente las esposas ) para apoyar a un talentoso académico religioso.
Por dos mil años los textos básicos de la religión han sido trabajosamente comentados y debatidos. El registro de estas discusiones se trasmitió primero oralmente, luego por escrito, a mano al principio, con ayuda de la imprenta después. Ahora ya está entrando en la era electrónica. La Universidad de Bar Ilan está compilando una base de datos con todas las respuestas de los rabinos. El tono que prevalece también en estas discusiones es de respeto, uno no podría esperar menos de la sociedad patriarcal del Libro.
La invención de términos específicos describiendo los diferentes grupos de autoridades rabínicas, atestigua ese respeto.
los Tannaim (aquellos que estudiaron)
los Amoraim (aquellos que interpretaron)
los Geonim (los brillantes)
los Rishonim (los primeros)
los Ahronim (los que vinieron después)
Repetidamente se encuentran frases como "¿Debiéramos cuestionar lo que uno de los Geonim dijo sobre esto o aquello?"
"¿Debería uno seguir a los mayores y más venerados estudiosos?" Es interesante observar que la respuesta que se da es un rotundo NO, sin que esto implique una falta de respeto por los Sabios implicados. La ley religiosa sigue la opinión de los estudiosos más recientes.
Citando the Rosh:
"Las afirmaciones de los últimos estudiosos tienen más autoridad porque ellos conocieron el razonamiento de los estudiosos que le precedieron, tanto como los suyos propios, y lo tomaron en consideración al tomar una decisión."
En otras religiones no se sigue necesariamente este camino, por ejemplo los samaritanos (hoy una pequeña comunidad, pero antiguamente una amenaza al judaísmo), obedecen solamente las leyes del Pentateuco.
Entonces, el Torah y el Halakhah no están en los cielos. Es un Torah vivo y reside en las inspiradas mentes y bocas y lapiceras de hombres falibles, que pueden estar, o más bien, seguramente van a estar en desacuerdo unos con otros. ¿Cómo debe uno enfrentar estos desacuerdos?
Primero con humildad y la aceptación del hecho de que es inevitable que haya desacuerdo. Así dice Nachmanides:
"Y ustedes que miran mi libro, no creáis que todas mis respuestas son, a mis ojos, convincentes, obligándose a estar de acuerdo a pesar de vuestras objeciones, con el resultado de que se van a jactar si refutan una de ellas, o que se van a obligar a rechazar mis pruebas. Este no es el caso. Para cualquiera que conozca las maneras del Talmud, sabe que no hay pruebas finales en las disputas entre sus comentadores, ni hay generalmente refutaciones absolutas. Porque en esta ciencia no hay pruebas claras como en el caso del álgebra y la astronomía."
Además el académico religioso al enfrentar el tema del desacuerdo con la autoridad se encuentra no solo con el derecho sino también con la responsabilidad de disentir, si hay razón para ello, como lo muestra este pasaje del Talmud:
"Rava le dijo a Rev Papa y a Ravina b. R. Joshua: Si se les presenta una decisión mía en la que encuentran un error, no la descarten hasta que me la hayan traído. Si tengo algún argumento (es decir, una respuesta a vuestra objeción) se los diré. Si no, me retractaré. Después que muera, no la descarten ni se sientan obligados a seguirla. No la descarten, porque de yo estar vivo quizás hubiera resuelto la dificultad. Pero no la sigan, porque un juez se debe basar en su propio juicio."
La recomendación para que vayan a hablar con él es maravillosa, a pesar de ser un pedido muy personal, refleja el respeto por el debate y la dialéctica. Pero al final Rava afirma el derecho y la responsabilidad de un estudioso de cuestionar lo que ha pasado antes.
Son estudiosos, tratándose con respeto los unos a los otros, reconociendo el valor de lo que cada uno está tratando de decir a la luz de lo que dijeron sus padres y sus maestros. Tratando de encontrar, cada uno a su manera, inspirados por los cielos y por el Torah que no está en los cielos. Pero son humanos, y cada uno ve el mundo en sus propios términos.
Hay un buen ejemplo de esto en una lucha político-religiosa contemporánea en Israel. Eventos recientes en el Medio Oriente implican un acomodo del Estado de Israel para dar lugar a los palestinos, lo que sustancialmente implica una retirada de los israelíes de los territorios ocupados después de la guerra de 1997 Gaza y la franja oeste, Judea y Samaria. La política de retirarse no es apoyada por una parte de la población de Israel. El tema es un elemento divisorio.
Los israelíes ortodoxos no están eximidos del servicio militar, una característica omnipresente de un estado bajo sitio. Pero las mujeres religiosas pueden eximirse por declaración y los hombres religiosos involucrados en el estudio del Torah, en horario completo, pueden recibir aplazamientos por largos períodos y renovables. Pero algunos hombres jóvenes muy religiosos han servido con dedicación. De hecho ha surgido una red de secuelas tradicionales de instrucción religiosa. Yeshivot hesder, que alternan el estudio con períodos de servicio militar.
Aparece la crisis de la devolución de los territorios ocupados. Los directores de diez de los 14 yeshivot hesder hicieron una declaración conjunta incitando a sus estudiantes (y a todos los soldados judíos practicantes) a desobedecer a sus comandantes si las órdenes son desocupar Judea o Samaria o ayudar en el retiro. Esta incitación a la desobediencia militar, sin precedentes, está llena de justificaciones halakhticas. Los directores de los otros cuatro yeshivot hesder se han abstenido de tal llamado a motín, y han presentado contra-argumentos halakhticos para justificar su posición. Es un debate polémico muy cargado emocionalmente.
Aquí hay una tradición siempre sujeta a debate, eso es lo que muestran los pasajes antes citados. Pero ¿cómo lo ve una persona tratando de vivir su vida observando la ley, en medio de una comunidad ultra-ortodoxa, llamada haredi, en Bnei Brak, Israel, o en Crown Heights, Brooklyn? Es cierto que en nada parece un mundo muy libre. Si una mujer usa un vestido con el largo correcto, pero es rojo brillante, no se acepta. La leche aceptada como kosher por una comunidad puede no ser aceptada en otra. Para alguien de afuera, religioso o no, parece una vida terriblemente restringida y autoritaria. Donde no hay lugar para el debate.
Quizás no sea tan diferente con la ciencia. Esta es una maravillosa estructura dedicada a obtener sabiduría. La constante puesta a prueba de las reglas de la naturaleza, y la construcción de tanta cosa nueva. Esto es logrado por investigadores siempre escépticos, que comunican sus observaciones e ideas con libertad. Todo está abierto a debate. Un grupo dice haber encontrado el gen que predispone a las mujeres a un cierto tipo de cáncer, otro grupo argumenta, en un artículo en Science que salió un mes después, que fueron ellos que hicieron el descubrimiento. Todo se plantea en un tono caballeroso, neutro, reportando los hechos y nada más que los hechos.
Pero ¿cómo se le presenta la ciencia a un estudiante que comienza un curso introductorio de Química? El profesor le dice a sus alumnos que por una serie de experimentos realizados en 1918, se descubrió que cuando dos reactivos se mezclan y parte de ellos se combinan para dar un tercero, la concentración del producto, dividida las concentraciones de los reactivos, da siempre un valor constante, K.
El profesor no les dice del forcejeo y debate que se dio para probar esta "ley de las masas", ni la cantidad de resultados que confundían, que parecían capaces de invalidar la ley, ni el hecho de que se deben usar las "actividades" de productos y reactivos en vez de las concentraciones. No hay tiempo para todo eso. Ni a los alumnos les interesa la historia. Solo quieren saber lo que va para el examen.
Después de enseñarles la ley, el profesor sella ese conocimiento poniéndoles una prueba en que les pide que utilicen la fórmula, les da las concentraciones de todas las sustancias menos de una, les da la constante y pide que hallen la concentración de la sustancia que falta, o algún otro problema, variaciones de lo mismo. Si los alumnos muestran un 80% de dominio del concepto en el examen, el profesor se siente satisfecho.
Al alumno que se detenga y se pregunte cuán buenas son las pruebas experimentales que apoyen la ecuación, o, que Dios no lo permita, se le ocurra probar otra ecuación, no le va a ir muy bien en el curso. Peor aún, puede obtener una reputación de cargoso y pesado. Hoy hay tanto conocimiento del que no hay dudas, tanto se ha aprendido de esos gigantes sobre cuyos hombros nos paramos que ¿quién cuestionaría a Newton o a Maxwell? Para un estudiante reflexivo, el curso introductorio de ciencia (o, en realidad casi todos los cursos hasta llegar al nivel de posgrado) tienen una fuerte marca de autoritarismo. Parece que la famosa libertad o apertura en la ciencia no está ahí para los aprendices.
Los problemas de autoridad van entretejidos con la construcción de la ciencia moderna. Como ejemplo está el tema de las referencias al final de cada artículo. Aunque hay varios motivos para registrar las referencias uno de ellos es el reconocimiento y confianza en una medida realizada previamente o en la síntesis de un compuesto, para usarlo en el trabajo que se está exponiendo. El edificio se construye sobre lo que se hizo antes.
Un ejemplo de lucha por derechos de autor y a la vez de conciencia de que el trabajo es comunitario se observa en este diálogo entre dos grandes químicos:
"Pero siendo tan cándido creo que hay una posibilidad de que el lector casual cometa un error del que creo que usted sería el último en alentar. Puede creer que usted está proponiendo una teoría que en ciertos aspectos esenciales difiere de la mía, o una que está basada en algunas vagas sugerencias mías, no bien analizadas. (Lewis a Langmuir)"
"En primer lugar debemos convencernos de que nadie tiene o debería tener un derecho de propiedad sobre una teoría Estrictamente hablando si los originadores de la teoría deben de mencionarse debería llamarse la teoría de Thomson-Stark-Rutherford-Bohr-Parson-Kossel-Lewis-Langmuir." (Langmiur a Lewis)
Hay una sustanciosa similitud entre la metodología de la Ley Oral Judía (Talmud, comentarios, respuestas) y la de la ciencia, en que comparten un compromiso a realizar análisis rigurosos y en la tradición de citar a los anteriores. Aún así esta última tradición tiene diferencias en ambos casos. En las respuestas rabínicas la opinión del último estudioso es normativa, pero las decisiones más antiguas, muy antiguas, se citan siempre con mucho respeto. En la ciencia reina el culto por lo nuevo, normalmente no hay citas a trabajos de más de 20 años. Puede deberse a la velocidad de avance en la adquisición de conocimiento, pero me inclino por adjudicarlo a una cultura de valorar demasiado lo nuevo.
La autoridad
¿De dónde surge la autoridad en la ciencia? De los logros publicados, escrutinizados y finalmente valorados por sus pares. El trabajo debe estar allí y debe publicarse, porque la ciencia, como el arte, se presenta a una audiencia, y es importante entonces que esta vea la obra. La comunidad científica es en general adicta a leer su propia literatura, o por lo menos a escanearla. Es cierto que algunos importantes descubrimientos a veces son obviados.
Algunas veces la culpa es del autor, su escritura es poco clara, o el descubrimiento se encuadró en un contexto teórico equivocado. Pero la mayoría de las veces la culpa es de la audiencia, de la comunidad. Cuando decimos que el descubrimiento estaba adelantado para su tiempo, generalmente significa que la comunidad científica, por buenas o malas razones no quiso considerarlo. Probablemente no calzaba en el paradigma del momento, o no se supo cómo probarlo o refutarlo.
Pero la mayoría de los descubrimientos experimentales noveles, o teorías que realmente explican, no son ignoradas. Pueden ser resistidas si van en contra de ideas de moda o ideas aceptadas, especialmente por los líderes en el tema. Pero mejor si es así. Entonces para probar que estos novatos están equivocados, y no para probar si están en lo cierto, se repiten sus experimentos, se prueban las consecuencias de estas teorías "salvajes". La razón porque la ciencia funciona es por el maravilloso mecanismo que acopla la curiosidad con la ambición personal en un marco que produce algo que es mucho más valioso que sus partes, la gente, inteligente pero falible, que se regocija con la acumulación de conocimiento.
Fuente: Este texto integra el libro "Viejos vinos en nuevos odres", próximo a aparecer.
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