Serie: Los Drogos (VIII)

Adicciones: del tratamiento a la prevención

Eliseo González Regadas

Es notorio que no hay "un" tratamiento para las adicciones. Es igualmente evidente que no es posible instrumentar ñen un colectivoñ tantos tratamientos "de medida" como pacientes y familias hay. Esto no solo por razones económicas o de organización de los procesos terapéuticos, sino porque este tipo de personas "requiere un dispositivo grupal" para trabajar su problemática.

Para todos aquellos que han focalizado su tarea terapéutica en entender e intervenir sobre la grupalidad, resulta claro que la singularidad no se opone a la dimensión grupal, al contrario, la enriquece permitiendo incluir lo diferente en el seno de lo común a todos los integrantes de ese grupo en particular.

La vía grupal

Nuestro abordaje terapéutico (lo llamamos "castaliano" para identificarlo) jerarquiza los dispositivos grupales sin descuidar lo que hay de más singular, único y propio en un individuo y una familia que tienen problemas severos en su funcionamiento (sea debido a trastornos psiquiátricos o al uso, abuso o consumo compulsivo de sustancias psicotóxicas).

Si partimos de la base de que lo psicotóxico, lo perverso, lo neurótico son circulantes que han dejado de serlo para cristalizar en individuos o familias que, por su historia, son particularmente vulnerables ante determinadas situaciones; hay que estudiar estas estructuras diversas (individuales, familiares, grupales, institucionales, sociales…) en su interrelación e interdependencia para entender lo que está aconteciendo, clasificarlo y dar así, la posibilidad de un cambio.

Los dispositivos grupales en un contexto institucional han demostrado ser los más aptos para tener una visión más integradora (sin descuidar la focalización y la especificidad) del complejo fenómeno de la circulación, éstasis y cristalización en estas situaciones patológicas.

La escuela uruguaya de psicoanálisis grupal de los años sesenta hablaba de enfermedad grupal, de su análisis y curación a través de un proceso fundado en la hipótesis de que es el grupo el que crea dicha enfermedad (incluyendo los aportes de los terapeutas) y la "resuelve a través del análisis de la transferencia grupal" por la vía de la elaboración de las angustias primitivas que despierta la situación o que conlleva la fantasía de enfermedad construida por el grupo. (Garbarino, M y H.; Nieto, M.; Prego, V. y L.E.: Mecanismos y avaluación de la curación en psicoterapia de grupo, en Revista Uruguaya de Psicoanálisis, T.VII, Nº 1, 1965, pp. 29-41.)

En el imaginario grupal lo adictógeno, la sustancia psicotóxica, pasan a ser el común denominador de esta enfermedad grupal. "Droga" (legal o ilegal y del nombre que sea) constituyen un significante al cual se le adscriben, durante el proceso terapéutico, múltiples significados.

Confundir lo psicotóxico, la droga, lo adictógeno, etc. con un preestablecido significado, por ej. ("el flagelo") es un error y una limitante para nuestras intervenciones.

Un significante es polisémico y alude a una multiplicidad de fantasías y situaciones construidas grupalmente, atravesadas institucional y socialmente. No podemos confundir una mesa con el concepto de mesa. Desde esta perspectiva la droga, o la alusión a una adicción o situación adictógena, no es más que una de las manifestaciones sintomáticas (que alude siempre a un más allá de ella misma) que requieren ser evaluadas y elaboradas con el propósito de generar, por parte de los miembros del grupo, alternativas de funcionamiento; proyectos de "curación"; cambios en la calidad de la comunicación producida y en el significado atribuido a todas estas cosas.

Partimos de la base que es mejor no tener que ingerir sustancias para tapar vacíos, temores, falta de sentido y proyectos vitales; para afrontar nuestras realidades penosas…

Con esta óptica teórica y desde una ética de la transparencia, la cogestión y la solidaridad en el desarrollo del proceso terapéutico, es que construimos un programa que es una estructura dinámica. Se trata de un programa de actividades con un sentido terapéutico a descubrir y a construir solidariamente y congestionar durante su marcha.

Es estructura en tanto marco, referente, constante y es dinámica en tanto se dan cambios, ajustes durante el proceso; encuentros y desencuentros.

Lo que nos enseña el tratamiento

Lo primero a señalar es lo que llamamos vulnerabilidad específica ante situaciones particularmente frustrantes y/o enloquecedoras.

Por vulnerabilidad específica entendemos el "enganche" que hace una persona, una familia, grupo o institución con situaciones que son enloquecedoras y ante las cuales hay una hiperestesia (el desarrollo de una agudísima sensibilidad). Estas situaciones se repiten como la piedra en el camino con la que una y otra vez se choca y, para evitarla, se recurre a cualquier sustancia psicotóxica que lo traslade a un mundo imaginario donde reina el placer y no hay ningún tipo de frustración.

Lo frustrante tiene ñpara cada persona, familia, grupo o instituciónñ una especificidad y singularidad propias. Es solo, y solo en estas condiciones complejas, que tienen una especial carga emocional, que se es vulnerable; donde hay "enganche". Esta compulsión repetitiva es también un intento (fallido) para salir de estas situaciones y desgastarlas. De todas formas, en nuestra experiencia terapéutica, lo que precisamente no ocurre, es su tramitación y desgaste por la vía de la inclusión en una cadena asociativa; sino todo lo contrario, hay un reforzamiento de la situación patológica y patogénica (coincidimos aquí con García Badaracco).

Una de las tareas terapéuticas más importantes consiste, precisamente, en cortar esta compulsión repetitiva e introducir una alternativa diferente al apelativo psicotóxico.

Hemos aprendido que identificando este tipo de situaciones podemos generar una "señal de alarma temprana" con efectos preventivos duraderos.

El vacío, la depresión, la angustia, la ansiedad

Cuando entramos a descubrir, durante el tratamiento, cuáles son aquellas condiciones ante las cuales una persona, una familia, grupo o institución son más frágiles en forma específica; vemos que van siempre acompañadas por una sensación de vacío, de sinsentido, de depresión, ansiedad o angustia. Esto es lo que quiere evitarse; aquello de lo cual se reniega, se lo repudia, reprime, escinde, etc. Cualquiera de estas cosas produce dolor, o algún tipo de sensación asimilable al dolor psíquico. El dolor psíquico es lo central: aquello de fondo y que acompaña a todos estos estados, afectos o vivencias penosas. Aquello ante lo cual la persona se resiente y que configura un núcleo central (vacío, depresión, angustia, ansiedad) psicotóxico. Se trata de lo propiamente tóxico para el aparato psíquico: la sobreestimulación y la deprivación. Como aquí funciona lo de las "series complementarias", o "ecuación etiológica", de que nos habla Freud; si no se da esta confluencia de factores no se llega a lo propiamente psicotóxico. El paciente (ya sea un sujeto o un conjunto pluripersonal), como todo adicto (esclavo) a una situación que reitera en forma compulsiva e inconciente; apela a "curarse" con más de lo mismo: la ingesta, en la realidad fáctica, de sustancias psicoactivas que, por un lado enmascaran el dolor, la angustia, el vacío central y, por otro, la provocan incrementada como un efecto de rebote.

Pienso que los planteos existencialistas de Sartre, Heidegger, etc. a propósito de "la Nada" y su relación con la existencia humana tienen plena vigencia en este fin de siglo posmoderno.

Estas postrimerías son, al igual que la época histórica que precedió y sucedió a la Segunda Guerra Mundial, una época de crisis. Una y otra vez oímos acerca de "pérdida de valores", de "época del vacío", del "fin del mundo", etc. Como contrapartida aparecen "las revelaciones" y cultos salvacionistas que conquistan adeptos en forma creciente al margen de las religiones tradicionales. La OMS, por su parte, nos informa que en el 2020 "la depresión va a ser la segunda causa de fallecimiento".

Pensamos que no solamente por un "envejecimiento creciente de la población"; como dice el doctor Christopher Murray de Harvard, (diario El País, 22/IX/96: "Crónica Médica: Enfermedades del año 2020".) sino porque las condiciones ambientales de vida en creciente deterioro y los estímulos tróficos provenientes de la sociedad (e intermediadas por la familia y los medios de comunicación) están en un franco declive frente a un auge de lo tanático.

He aquí, a nuestro entender, algo que nos enseña el tratamiento y que puede ser útil a efectos de desarrollar actividades de prevención: debemos crear, como parte integral de cualquier programa de esta naturaleza condiciones para el desarrollo de lo trófico; de proyectos, esperanzas, de utopías realizables, de capacidad para soñar despiertos como forma de contrarrestar la proyección de lo tanático en las estructuras sociales. Con esto nos referimos a una prevención inespecífica y centrada, sobre todo, en generar espacios tróficos en el ámbito familiar.

Tratamos de promover allí, una dinámica que incluya el diálogo, el intercambio de intereses, informaciones, el compartir metas y, sobre todo, el respeto por el disenso y lo diferente como elementos enriquecedores. Incluir lo diferente como aquello que amplía horizontes y no como una traición a la familia.

Lo que debemos prevenir es que se disparen las vulnerabilidades específicas (factores de riesgo) considerando aquellas condiciones inespecíficas y que son propias del mundo y el momento histórico en que vivimos: "En una fase estable de la cultura, en la que los cambios sociales tienen baja velocidad, los factores que contribuyen a una acentuada individuación de las personalizaciones carecen de importancia, y aún los que están mal equipados puedan asimilar ëlo que todos sufrení en la medida necesaria para vivir cómodamente. En el mundo moderno, de horizontes que se dilatan rápida pero desigualmente, de enorme desigualdad de las oportunidades económicas, políticas, sociogeográficas y técnicas, la situación es muy distinta. Es frecuente la individuación hasta el extremo de la auténtica psicosis" (H.S. Sullivan: "La fusión de la Psiquiatría y de las Ciencias Sociales", Bs. As., Psique, 1968, pág. 144).

La urgencia

Una de las cosas que nos enseña el tratamiento de toxicómanos o abusadores es que se acercan a nosotros en situaciones de "urgencia" o "emergencia". Como dice el doctor G. De Plato: "La emergencia y la urgencia se incluyen, por tanto, en el gran capítulo de las crisis, entendidas como una situación cognoscitiva. La persona que presenta un cuadro de emergencia o de urgencia, si es tomada oportunamente bajo cura, puede descompensarse o agredir, sin por ello caer en esa forma de ruptura o de explosión que podría exigir el tratamiento obligatorio". (De Plato G.: "La emergencia y la urgencia exigen a la psiquiatría redefinirse como ciencia de la salud mental"; en Revista de Psiquiatría del Uruguay, Montevideo, Año LX, Nº 333, pág. 32, ag. 1996).

Tal como entiendo las crisis, se trata de la falta de un espacio psíquico e interpersonal para tramitar las vulnerabilidades específicas; las que buscan un exutorio por la vía de la acción. Queda así, cortocircuitada la representación y la posibilidad de su tramitación por el camino de la inclusión de las mismas dentro de las cadenas asociativas. La urgencia deja de serlo cuando encuentra espacios para su representación y puede incluirse en una cadena asociativa sin necesidad de descargarse por el pasaje al acto.

Una forma de prevenir las crisis es, entonces, crear espacios de representación, de simbolización y vehiculación que incluyan el diálogo con lo diferente. La ausencia de espacio mental está patentizada por la vaciedad, la vacuidad de la propia existencia, que impiden construir un espacio productivo donde tengan lugar la depresión, el dolor psíquico y, por consiguiente, el crecimiento.

Un ejemplo

Un grupo de familias de una zona de Montevideo solicitó hacer unos talleres con el propósito de prevenir, en el ámbito familiar, el uso indebido de drogas. Los potenciales concurrentes, en su mayoría, habían participado el año anterior en un ciclo de talleres denominado "Haciendo Familia Entre Casa" (relaciones nº 144: "Drogas, Familia y Prevención", mayo de 1996, págs. 26-27). La propuesta de los coordinadores (W. Fernández y V. Gerstein) para esta segunda versión del ciclo consistió en presentarlos a través de algún objeto o situación visible desde el lugar de reunión. A partir de esos objetos/situaciones, los talleristas asociaron/atribuyeron significados a cada uno de ellos. La cadena asociativa grupal comienza con "una jeringa" evocadora del "miedo al dentista" y concluye con "un ciclomotor" al que se asigna el "miedo a que pase algo, a perder la familia".

Los coordinadores intervienen en ese momento para señalar que las asociaciones comienzan y concluyen haciendo referencia a "los miedos"; que el taller se está desarrollando en el sindicato de la química; y que el tema convocante fue, prevenir, en familia, el uso indebido de drogas. Sugieren examinar estos miedos pero muestran, además, que hay otro hilo asociativo que parece ser la contracara de éste: "la comunicación familiar, lo que me tranquiliza, el hogar, la familia, el afecto, tranquilidad, placer, lo vital…"

En este momento se le propone al grupo grande subdividirse en tres grupos para producir un cuento colectivo que una los objetos/situaciones y los miedos. Los tres cuentos producidos fueron:

1. "El padre se va al mar embarcado por sustento. La familia sufre el dolor de la separación; miedo de que no vuelva.

Para que el tiempo pase más rápido y de la mejor manera se canta, se escucha música y se esfuerzan para superar lo negativo. La familia queda unida en la alegría para cuando él vuelva".

2.a) "Es un día de sol, una persona mayor está disfrutando de la naturaleza, saboreando su mate recuerda su vida de trabajo, añora su familia, ahora que está en soledad, luego de que la vejez y la muerte lo dejaran solo."

2.b) Una persona tomando mate camina por la rambla, disfrutando del sol y la naturaleza, sin notarlo, debido al dolor por la pérdida de su trabajo pensando en su vejez, la soledad y la muerte."

3. "Eramos una familia del campo, madre, padre y dos jóvenes. Como todo productor nos endeudamos, arrendamos la tierra y con lo que sacábamos de la tierra no pudimos pagar las deudas. Tuvimos que mudarnos a la capital y sentimos que perdimos la libertad. Alquilamos una casa, viene el casero, presiona y discuten en la casa. Hay que irse de ese lugar. Encuentran un lugar en Punta del Diablo; pescadores y, frente al mar, vuelven a tener la unidad."

Algunos comentarios que surgieron luego de esta tarea expresaron:

ó "Ansiedad: de que todo estuviera contenido en estas palabras."

ó "Surgieron diferencias: en el enfoque de cada uno."

ó "Costo: porque estamos acostumbrados a la fantasía individual y aquí era algo grupal."

ó "Había que hacer, crear rápido y se vieron diferencias."

Aquí, los coordinadores introducen la reflexión de ¿por qué surgen estas producciones grupales en este grupo de familias de este barrio que desea explorar el tema de las adiciones?

Al proceder a evaluar en el grupo grande lo producido por los tres subgrupos se destaca que: "se trata de algo que cuesta hablar"; "es lo opuesto a la naturaleza y la vida sana"; "puede ser atrayente, placentero y se encara con pasión, pero puede convertirse en una necesidad"; "está relacionado con la muerte, la soledad, la falta de libertad, el dolor, lo estanco". Finalmente destacan que "a partir de los miedos se pudo construir y crear" (los cuentos). Agregan: "queríamos poner las amarguras pero fue esperanzador; se reflejaron distintos momentos de cada uno" y "vivimos los miedos al mañana y no el hoy, el presente".

Comentario

En el ejemplo precedente se pueden apreciar algunos aspectos que señalamos al comienzo del artículo: la circulación de un fantasma grupal que, en un grupo de familias clínicamente normales, hace alusión al tema de la muerte ("lo tétrico"); evoca situaciones ansiógenas específicas ("las diferencias, tener que hacer, crear, rápido, que todo esté contenido en el cuento") y provoca afectos disfóricos. Esto queda contrabalanceado por la dimensión trófica que es, también, una de las organizadoras del campo grupal y desde la cual se rescata "lo esperanzador", el poder "salir adelante" a pesar de todo lo mortífero que pueda aparecer.

Nuestra intención ha sido destacar cómo las familias altamente disfuncionales pueden enseñarnos a encarar, partiendo de sus experiencias, una labor de prevención con otras familias más saludables.



  Los drogos
  Artículos publicados en esta serie:
(I)
El discurso de la droga (C. B. Muñoz, P. Rocca, G. Del Signore´, Nº 76)
(II)
Imágenes de la droga (B. Muñoz, G. del Signore, P. Rocca, Nº 79)
(III)
Fase de influjo; fisura y secreto (C. B. Muñoz, G. del Signore y P. Rocca, Nº 80/81)
(IV)
Drogas: El demonio moderno (Gabriel Eira - Juan E. Fernández Romar, Nº 142)
(V)
Familia y prevención (Eliseo González Regadas, Nº 144)
(VI)
Inserción laboral del recuperado (Oscar Corvalán, Amparo Espinosa, Nº 148)
(VII)
Adicciones y "malestar" (Graciela Resala, Nº 152/53)
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