Por Otra Parte

Camille Paglia: ¿feminista o antifeminista?

Patricia Linn

Camille Paglia, escritora norteamericana de origen italiano, ha adquirido notoriedad por sus opiniones y análisis de la cultura estadounidense. Habiendo sido una militante activo en las líneas feministas en los años setenta, ahora es considerada antifeminista por sus declaraciones con respecto a los casos de acoso sexual y violación (llevados a juicio con gran difusión pública, como los casos William Kennedy Smith y Clarence Thomas Anita Hill, por ejemplo).

Profesora de Humanidades en la Universidad de las Artes en Filadelfia, ha escrito varios libros, siendo el más destacado Sexual Personae. En todos trata el tema de las diferencias entre los sexos. Ha investigado en diferentes culturas, observando lo que es común y por lo tanto altamente probable de originarse en la condición humana y no en la cultura. Al mismo tiempo describe el efecto de la sexualidad en la cultura, especialmente la cultura occidental.

ACOSO SEXUAL

Su posición respecto a las difundidas denuncias de acoso y violación en Estados Unidos es la de una feminista que luchó durante los años universitarios por la libertad sexual, pero que no por ello desconoce las diferencias entre los sexos. Por eso se disgusta frente a las feministas de hoy, desilusionadas por los veredictos de los jueces en los casos mencionados, ya que no culparon al hombre. ìLa chica del caso Kennedyî, dice en su libro Sexo, Arte y Cultura Americana, ìes una tonta. Vuelve a la casa de Kennedy, tarde en la noche, solos ella y él, y se sorprende de lo que ocurre. A ella es a quien se debería acusar, ¡de ignorante!î

Se le reprocha que ella culpa a la víctima, en vez de defender sus derechos, pero Camille insiste en que cuando hay una violación, se la debe denunciar, pero que en primer lugar no se debe jugar con fuego. ìEn mi época de estudianteî (1963), declara, ìlas estudiantes universitarias debían estar en sus dormitorios antes de las 11.00 P.M. Luchamos para combatir ese reglamento, queríamos que se nos deje decidir lo que haríamos con nuestras vidas, lo que incluía nuestra vida sexual. Luchamos para que las autoridades universitarias no se metieran en nuestras vidas, en nuestras relaciones personales. Queríamos correr con el riesgo de la decisión.î

ìHoy diceñ ocurre lo contrario. Con la bandera del feminismo reclaman que sus derechos no son respetados, que sufren acoso sexual, y solicitan la intervención de las autoridades cuando no saben cómo manejar sus relaciones. Y no se están refiriendo al acoso sexual de profesores, caso para el cual, de ser real, las autoridades universitarias deberían tomar medidas, sino de acoso en las citas entre los jóvenes, lo que demuestra bien las dificultades de las jóvenes universitarias para manejar su propia sexualidadî. Agrega que ìestas jóvenes creen que pueden participar en una reunión de fraternidad, típicas de las universidades norteamericanas y antiguamente solo para hombres, emborracharse, ¿por qué no?, si lo hacen los hombres, y aceptar ser conducida por uno o más de uno de sus compañeros a las piezas de arriba, para luego denunciar que fue violada.

ìLas señoras de clase media baja, gente que conoce la calle, están conmigo. El problema lo tienen en general mujeres blancas de clase media alta, acomodada, que tienen una imagen muy desvirtuada de la masculinidad. Cuando se topan con el mundo real, se quejan porque las cosas no son como esperaban.î

FEMINISMO INGENUO

En su libro Sexual personae se refiere también a las feministas, diciendo que simplifican groseramente el problema del sexo al reducirlo a un problema de convención social. Dice que la creencia de que reformando la sociedad, eliminado las diferencias entre los sexos, purificando los roles sexuales, reinará la armonía y la felicidad, es muy ingenua.

La ingenuidad es la misma que la de Rousseau, quien idealizaba la naturaleza, como si la sociedad no fuera una construcción artificial de los seres humanos para defenderse del poder de la naturaleza. Poder expresado por fuerzas externas, tales como animales salvajes, virus mortales, accidentes geológicos, inclemencias del tiempo, o por fuerzas internas, como las descritas por Sade.

En la naturaleza la fuerza bruta es la ley, la sobrevivencia es la del más apto. En la sociedad, en cambio, hay protección para los débiles. La sociedad es una barrera, frágil pero barrera al fin, para detener la naturaleza.

Pero el hombre civilizado, demasiado acostumbrado a la protección, dice Camille Paglia, niega su dependencia de la naturaleza, al igual que las feministas que excedieron su objetivo, el de lograr una igualdad política de hombres y mujeres, para pasar a rechazar la contingencia, es decir, las limitaciones humanas por naturaleza o destino, suponiendo que no hay diferencias entre los sexos.

EL AMOR

Así como la sociedad es una barrera contra la naturaleza, la cultura occidental desarrolló el concepto del amor como medio para enfrentar las fuerzas sexuales, un mecanismo de defensa que racionaliza las fuerzas irracionales e ingobernables. ìEl amorî dice, ìes como las religiones primitivas, un instrumento que permite controlar el miedo primario, tanto para el hombre como para la mujer.î Pero no por ello lo desmerece. ìFelices son las épocas en las que el matrimonio y la religión son fuertes. Sistemas y orden nos protegen del sexo y la naturalezaî dice Camille, ìpero desgraciadamente vivimos una época en que las fuerzas del sexo se han desatado.î

Aún diciendo que gran parte de la cultura occidental es una distorsión de la realidad, Camille opina que la realidad debe distorsionarse, es decir, debe ser mejorada imaginativamente. La actitud budista de consentimiento frente a la naturaleza, ni es justa con el potencial del ser humano. La cultura machista occidental ha sido más beneficiosa para la mujer que la equivalencia entre los sexos en la simbología de la cultura oriental. La medicina y la industria occidentales han liberado a las mujeres. Las máquinas hacen el trabajo doméstico, el parto ya no es riesgo de vida, la píldora disipó el miedo al embarazo. Como consecuencia permitió el desarrollo de la mujer agresiva moderna, capaz de pensar como los hombres, enfrentarlos en su terreno y liberarse. ìMujer agresivaî dice Camille con humor, ìcapaz de escribir libros odiososî, aludiendo a los suyos.

El riesgo para las mujeres de apoderarse del espacio social creado por los hombres (según su opinión la filosofía, la ciencia, el arte, la política, el atletismo, etc., fueron creados por los hombres), es la limitación del erotismo, de la vida imaginada en el terreno sexual, el que puede superponerse con el terreno social pero que no son uno mismo.

Lograr un equilibrio es el reto para las verdaderas feministas.