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Macondo y este hermoso balcón al Plata

Gabriel Eira

Tal vez Don Heber sea, en el Consorcio Oriental del Uruguay, el mejor humorista que la radiodifusión haya tenido. Lástima que él no lo sepa.

En este balcón con vista al Río de la Plata, dicho añoso speaker ha sabido parodiar hasta el extremo la vocación de Macondo que asoma desde los intersticios de nuestra cotidiana uruguayez. La realidad supera a la ficción literaria, Don Heber es prueba de ello: por su audición del mediodía se pasean caricaturescos personajes que ni García Márquez hubiera imaginado.

Pero el hombre es un incomprendido, ni siquiera él mismo percibe la maravillosa veta de humor absurdo que se conjuga en cada uno de sus decires. Para muestra un botón, en el programa del martes 13 de agosto, tomando como excusa a Maradona, el absurdo se conjugó con la retórica: "Nosotros somos diferentes a los argentinos, aquí los ídolos no se crean; nacen. Se van haciendo con esfuerzo y trabajo." En el absurdo no hay contradicción, sino estética de la carcajada. De este modo lo innato no se contrapone a la elaboración postnatal, sino que armonizan en una ironía paradojal. Esta frase es sólo un ejemplo en la comedia que emerge cada día desde el Macondo Oriental del Uruguay. En esta comedia, el "Sea Ud. juez por un minuto" no es más que un detalle y, por tanto, un excelente analizador.

Lo tragicómico no es que Don Heber exista, ni su moderado éxito, sino la dificultad para acceder a su dimensión humorística.

No hay caso, soy uno de sus admiradores. Me divierto cada mediodía con la carcajada amarga de quien se siente atrapado en el absurdo. Otra joyita de Don Heber: en su programa del 17 de julio, Don Pancho Rodríguez Camuso, antes incondicional partenaire electoral del FIDEL, descargó su experiente verborragia contra los "sicarios castristas" del Frente Amplio. La audiencia, personaje del más fantástico realismo latinoamericano, absolutamente fascinada.

ESTE MACONDO RIOPLATENSE

Pero el programa de Radio Continente no es más que una vidriera, en la que se exponen los más bizarros productos al mejor estilo de La Casa de los Chascos.

En el nuevo edificio del Aeropuerto de Carrasco Macondo asoma. Cuando construyeron los mostradores de los despachos de la compañías aéreas, tuvieron que deshacerlos porque ellos no entraban los terminales de las computadoras. Una vez finalizada la oficina de Antel fue clausurada para construir otra. En la ceremonia de inauguración del edificio los jerarcas debieron asistir con paraguas porque en el interior llovía.

En ese entoces yo regresaba de México (dicen que García Márquez se inspiró allí) y no conocía la nueva terminal. Recuerdo que era un radiante día de sol. Junto a los mostradores de migración unos funcionarios se afanaban inútilmente por detener un chaparrón que caía del techo. "¿Que está pasando?", pregunté. "No hicieron bien los desagües de los baños" me respondieron.

Hoy todos esos detalles parecen haber sido solucionados. Tal vez por ello se hable de cerrar el aeropuerto y trasladarlo.

¿Y "Sandokán City"?. Por alguna oscura razón, los tigres de la Malasia parecen preferir las amarronadas aguas del Rio de la Plata a las azules transparencias subtropicales del Mar de la China Meridional. Es así que proponen construir una ciudad (¿turística?) junto a los eucaliptus de Punta Yeguas. ¿Motivo para suspicacia o simple despliegue urbanístico de las tecnologías de Macondo?

"El sistema no está corrupto, la corrupción es el sistema". Un filósofo español (cuyo nombre no recuerdo) lo señalaba desde la catalana revista Ajo Blanco. ¿Será por tal motivo que las cometas que comprometieron a los jerarcas del gobierno anterior se transformaron en argumentos para legitimarlos?. No hay escape de Macondo, éste se racionaliza más allá de la ficción literaria. Lástima que perdamos la capacidad de reirnos de ello, y nos encerremos en aquello que los enunciados dicen de sí mismos.

EN ESTE MACONDO RIOPLATENSE

Nos conformamos en una suerte de consorcio: el Consorcio Oriental del Uruguay.

Desde nuestro balcón con vista al río como mar, balconeamos el political show business de la Argentina y la nebulosa místico-esotérica del Brasil mesmo. Así, nos regodeamos en el absurdo sin percibirlo, mientras esperamos recoger las cosas que los vecinos olvidan en el jardín.


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