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Una escuela de libertad

Federico Mayor

Vosotros, que acabáis de abrir este libro, ya lo sabéis: nuestro tiempo, más que cualquier otro, es aquél de los peligros y de las esperanzas.

Ya sea que vosotros habitéis en el Norte o en el Sur, que seáis jóvenes o viejos, no ignoráis que nos enfrentamos a riesgos planetarios mayores, todos juntos, y en varios campos fundamentales. En efecto, jamás la humanidad detentó tal poder de destrucción. Tampoco nunca tuvo tal poder para construir su porvenir. Es por ello que cada día constatamos que las dificultades se acrecientan, pero también que se multiplican las iniciativas que intentar hacer más humano al mundo.

La filosofía, en esta época de mutación, ¿tiene algún rol que jugar? Sí, sin duda. La contribución de los filósofos es esencial, a mis ojos, para comprender nuestro presente y para construir las sociedades de mañana. Por esta causa decidí velar personalmente por el desarrollo de las actividades de la UNESCO en el terreno filosófico.

Dos razones principales explican esta convicción. Quiero indicarlas en pocas palabras.

Primera razón: en el inmenso patrimonio filosófico mundial, hay una multitud de instrumentos intelectuales que pueden permitir comprender mejor los cambios que se desarrollan bajo nuestros ojos. No se trata de pedir a los filósofos, pasados o presentes, que nos proporcionen respuestas prefabricadas. Pero es indispensable el volverse hacia esa extraordinaria reserva de ideas y conceptos que ofrecen las doctrinas filosóficas. Se encontrará allí instrumentos para elaborar los nuevos análisis que reclama la época actual. No olvidemos, en efecto, que en todas las culturas la reflexión interdisciplinaria, encuentra sus hábitos más antiguos, y los más sólidos, entre los filósofos.

Para ellos, la necesidad de descompartimentar los conocimientos, de comparar sus procedimientos teóricos, de abrir al máximo el campo de la reflexión, no es una exigencia reciente: es el horizonte natural de sus viajes espirituales.

En este sentido, la filosofía es una escuela de libertad. Incita al pensamiento a despertarse siempre. Contra la rutina intelectual, su remedio consiste en crear conceptos. "¡Osad tener ideas nuevas! ¡Tened ideas que nunca nadie tuvo!", he aquí el principal impulso dado por la filosofía.

Es por eso que la UNESCO debe convidar filósofos al análisis de los grandes problemas que se plantean hoy a la humanidad en todos los ámbitos. La vocación de la UNESCO no es la de competir con el juego de opiniones y en la multiplicidad de palabras disonantes. Reside en el hecho fundamental que ellas asientan la crítica en el respeto a la dignidad del otro. Incitan a cada uno a ejercer su capacidad de juicio, a elegir por sí mismo el mejor modo de organización política y social, a encontrar sus propios valores; en suma, acabar por ser lo que se es: un ser libre.

En medio de los peligros, no tenemos otra esperanza.


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