Buenos Aires, 02/03/94

ANGELES CON TROMPETAS EN ESTOS ULTIMOS TIEMPOS

Para todos tus hijos, cuál es tu Palabra.

Ese hijo que anuncio viene a obrar milagros,
no sólo dará vida a tus ojos, mi Mary Isabel,
sino que otros que los tienen
que parece que nada pueden ver,
todos podrán constatar las maravillas
y todos querrán colaborar con El.
Aquel que está imposibilitado, lo verán feliz correr
y aquél que no puede hablar,
lo sentirán cantar con una voz de ángel a la vez.
Y aquél que no siente nada,
sus oídos se destaparán.
Angeles con trompetas, bienaventuranza,
así dirán: ¡el Cristo por fin ya está acá!
Y ya no habrá temores, ni en el cuerpo, ni en el alma,
porque el alma sabe que llega el momento de la total Redención.
Y se sentirán dichosos de ver transformar la Tierra,
este Templo de sufrimiento que ha sido la Tierra,
y ustedes se ofrecieron en este Templo,
pero se ofrecieron en una total consagración.
Vinieron desde todos los tiempos,
porque el alma, eterna como es,
quiso pasar por todos los tormentos,
no quiso venir para ser feliz,
pero sí saben que en el último tiempo que es este,
todos podrán sonreír.
Y entonces, mi Mary Isabel,
entonces sí, la alegría por doquier,
a nadie juzgarán, a nadie van a condenar,
se abren las puertas, se disipan las rejas,
y las camas de los hospitales vacías ya quedarán,
y se sentirán radiantes, porque aquél.....

Y veo, mi Señor, lo veo como algo tremendo, algo tan espantoso, ¡ay! mi Señor, déjame a mi decir la palabra, porque TU eres delicado.... aquel más abominable, mi Señor, déjame decirlo...

Lo dices tú, dice EL, aquél que parece lo que ella dijo,
aquél también se transformará en un pedacito de cielo,
como lo son ustedes, sí, mi Mary Isabel.
A no temer, y a confiar,
que este es el Tiempo de los Tiempos y todo se cumplirá.
Bienaventurados son, los bendigo como Padre que soy,
adelante y sin temor, que mi Palabra pronto cumplida está,
las Profecías están ya al final,
y pronto la Tierra como el paraíso,
como la gran maravilla en la cual todos habitarán,
ya no habrá tormentos, ya no habrá tormentas,
ya no habrá desiertos, ya no habrá aguas rugientes,
ni tampoco selvas enmarañadas,
sino la paz y la armonía,
porque hasta la fiera más fiera,
ya no será un gruñir o un rugido
sino será con ternura que emita también su sonido.
Y ustedes todo lo irán comprendiendo,
porque la sabiduría que en cada ser está,
será también para que conozcan,
¿qué quiso decir aquel pájaro en aquel trino?
y ¿el león en su rugido?
y allá, ¿qué es lo que puedes ver?
porque hasta las serpientes se transforman,
querrán ofrecerse como en un nido,
para que allí las aves puedan depositar y tener a sus polluelos
y la serpiente les alcanzará de comer,
para que Papá y Mamá pajarito,
no tengan que volar de allí,
no va a hipnotizarlos, ni a devorarlos,
sino por el contrario,
todo será la gran maravilla que anuncio
y todo será transformado nada se va a destruir.
Los cañones ya no vomitarán las balas
y estruendo en ellos no habrá,
hasta ellos se transformarán como en música
en música y en sellos de la paz.
Lo anuncio y lo cumplo, hijos míos.
La Tierra como un prodigio en el espacio se verá,
aunque hay un momento que un trozo salta de la Tierra,
para dejarla transformar en un corazón,
símbolo del amor para todo el Universo,
símbolo del amor,
que aquí fue donde todo comenzó,
cuando salimos del cielo,
porque en cada hijo he salido YO.
Nada será destruido, no lo deben olvidar,
que aquellas palabras que en Asís,
inspiré a aquel ser que se llamó Francisco,
la guerra se transforma en paz,
el odio se transforma en amor,
el orgullo en la humildad.
¿Qué más puedo decir, hijitos?
que ustedes también se irán transformando
en los ángeles de divinidad,
pero en ninguno orgullo.
Y los arco iris que viste tú, mi bien,
serán los arco iris representando el tiempo bueno
que ya no cambiará jamás.
Y esta palabra no sólo es para mi Mary Isabel,
sino para todos mis hijos, benditos,
y trozos de mi corazón.
Amén


Roca, (Neuquén), 28/02/94

LOS SIETE ANGELES DE LAS TROMPETAS SONANDO

Paz, Alegría, Amor, Salud, Armonía. Bien, mi Señor... la reconciliación, tan importante en tantos casos.
Mi Señor, te suplico, en todo...

Llega el momento de la gran reconciliación,
hermanos con hermanos se van a abrazar,
padres con hijos en una armonía tal,
en una alegría, porque el amor,
está esperando el gran momento,
que como ya les he dicho, no se ha ido de paseo,
sólo están viviendo lo que se anunció,
está, hijos míos, dentro de las profecías,
del caos y de la confusión,
de la incomprensión y de la intolerancia,
y también hasta dentro del odio.
Todo se anunció y todo debe cumplirse,
pero no teman,
que pronto todo tiene su maravillosa transformación.
¡Adelante, mis bien amados!
Soy vuestro Padre, soy vuestro Dios,
jamás los he dejado solos,
y en estos momentos de tribulación
sufro en cada uno y cuando se dice:
aquél que es celoso,
aquel sufriendo está,
y aquél el envidioso,
desgarrado de dolor también,
que no es un sentimiento que los pueda hacer felices,
sino por el contrario, dolor hay en cada ser,
pero pronto lo que he prometido,
pronto la felicidad reinará por doquier.
Las estrellas que se acercan,
como aquella de Belén,
más grande aún que aquélla,
pero como aquélla que guió,
vienen también a guiarlos.
Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis...
no las cuenten, hijos amados,
son muchas las que vendrán,
muchas las que se acercan,
y mis ángeles descienden de ellas,
invitados allí estarán,
y ustedes se van a sorprender y dirán:
pero ¡cómo! ¿no son una luz?
si fueran luces no tendrían que trabajar
para confeccionar las estrellas,
soldando, poniendo tornillos y preparando.
Si fueran luces, como luces se iban a desplazar,
son como ustedes, y a un mismo nivel,
entre mis hijos no hay jerarquías,
para MI, mis hijos son,
no hay ninguno superior al otro.
A todos y por todos está mi inmenso amor.
Pero como siempre........

Me estás mostrando, mi Señor, el parral y veo que la palomita, ese Espíritu Santo, viene ahí caminando, mirando bien donde pone cada patita. Ahí está.
De pronto la paloma se eleva un poquito, comienza a crecer, no veo esto así, lo veo como que se abre como los pétalos de una flor. Y a todos los veo pero a muchos más es como si fuera un campo muy grande, y la paloma creció y creció. Hay una montaña rosada allá, sé que esa Montaña Rosada es la frontera entre aquella parte del cielo que quedó desierta y esta parte en que está el Universo. Y veo que la montaña se empieza a estremecer, parece que se desmoronara, no, no se desmorona. ¿Qué significa, mi Señor?

Que está preparando para dejar libre el paso
y cielo todo, almas mías, vuelve a ser.

Pero veo como que los colores de la Montaña Rosada, todo ese resplandor se refleja en las plumas de la Paloma, ala y cuerpo. Y de pronto la paloma, creciendo más y más el cuerpo se transforma en la Madre del Cielo. Sus ojos son como dos estrellas dulcísimas. Sus manos son de una blancura tal.......
Hay una brisa que mueve su vestido, está todo hecho de plumas, su vestido, pero es como si cada uno de ustedes fuera una pluma del vestido y los veo multiplicarse y son las plumas de las alas.
Pero Ella lo mira a EL con infinita ternura y le dice:

No lo quiero mirar, sólo quiero mirarte a TI,

Y EL le dice:
Puedes tener la seguridad
de que ninguno de nuestros hijos
puede faltar aquí.

Y ahí está la Tierra, la Tierra que ya se transformó, la Tierra plena de alegría y de gloria, los veo a todos y EL deposita entre las alas eso que es como un cofre maravilloso, esa Tierra. Las plumas resplandecen más y más y es como verlos resplandecer a ustedes y es como ver a ustedes, a cada uno, con una pluma que va sobresaliendo de cada ser. Está la parte de arriba de cada pluma y forma como una coronita de tantas luces y es como si todos quisieran sacarse su coronita y formar una corona grande para la Madre.

Otra vez, dice Ella, otra vez,
cuántas veces les dije que Yo soy la Mamá
no soy la Reina de mis hijos,
cuántas veces les he dicho,
que templos de muros no los necesito
los templos son ustedes, sí,
y otra vez vuelvo a decir:
Mira, dónde hay un paño viejo,

Y todos se miran....
Allí hay uno, tráiganmelo aquí.

Y le alcanzan pero temerosos, ¿cómo, un paño viejo?
Sí, porque esta soy Yo.

Entonces, sosteniendo con las alas la Tierra que es como un canasto maravilloso, como un pesebre, como digo siempre, como un nido, toma este paño viejo y se pone un delantal.

Así es como tiene que estar una mamá,
ya he dicho: corona a mi, no.
Y como Mamá que soy, así ahora los bendeciré.
Al bendecir los panes, bendigo a cada ser,

Hay cuatro.

Sí, dice el Padre,
norte, sur, este y oeste,
no quedará lugar donde la Bendición no pueda llegar.
Cuántos de mis hijos, estén donde estén,
en China, Alaska, Africa o Canadá,
partículas de sus almas también se encuentran acá.
Reciben......

Mi Señor, qué maravilla!
Reciben mi bendición y la de la Madre también.
Y ahora, -y la señala- ahora les cantas tu arrorró,
Y ellos, verán que llega el momento
en que contigo lo cantarán también.

Y yo digo siempre, cómo me desespera tener que cantar algo maravilloso, que yo nunca podré hacerlo en mi, no sé lo que es......... la radio vieja, un gruñido........... y en Ella......... sí, no me digas nada..................

(Canto en lenguas)
Y señala (sigue cantando)

Y es como si música partieran de todos los lugares, y es como si los siete ángeles de las trompetas, como ya he dicho, estuvieran sonando sus trompetas para atraer a todos. Al norte, al sur, al este, al oeste, en el centro, hacia arriba y a lo profundo también. Y es como un despertar a la vida, como un despertar, como un renacer, la salud en todos, la armonía, la paz, la alegría, la reconciliación, el abrazo entre los hermanos. La gran maravilla. Y ese rey sin corona. Y dice el Padre:

Este rey sin corona,
que es ese señor que se llama Amor.
El Amor que está en cada uno,
el Amor que pronto irradiarán,
luces divinas, hijos míos, son ustedes,
lo juro, las verán en los demás,
como divinos arcoiris señalando el buen tiempo,
y es para el Universo entero.
Pero nadie en sí mismo, por su humildad se podrá ver,
pero sí será feliz de ver las luces en los demás.
¡Adelante! ¡Adelante hijitos!
los amo con amor de Cielo,
con ese amor a cada uno en el Cielo los he creado.
Son ángeles, ángeles y son de eternidad,
almas, como quieran llamarle,
son la fuerza del amor.
se consagraron todos por amor en venir a padecer,
dejaron aquella parte de Cielo,
que triste nuestro Cielo quedó,
ninguno quiso quedarse a disfrutarlo,
ni siquiera aquel Jesús mío,
no sólo vino hace dos mil años,
vino también de siempre, como todos ustedes,
eterno también es El,
por lo tanto también El vino de siempre.
¡Qué obra han realizado unidos a El!
El quería ser solo, por eso, cuando se dice:
por el pecado original, no!
por aquello que se originó en nuestro cielo,
se ofreció El solo, no quería el dolor en los hermanitos,
pero ninguno se lo permitió,
por eso vinieron todos unidos,
con esas fuerzas, con esa total entrega,
dejando la parte bella, para venir acá,
como trozos de la misma Tierra.
Amén


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