Montevideo, 25/09/93

LIBRE ALBEDRIO SOLAMENTE ALLA

Libre albedrío. Susana, el gran recinto de la alfombra roja. Arca de la Alianza, Gloria. Angélica, los niños.

Libre albedrío,
libre albedrío fue allá en nuestro Cielo,
de allá salimos todos a padecer en los tormentos,
y cada uno marcó su camino,
pero todos querían transitar por los mismos caminos,
los de piedras, los de fuego, los de las aguas,
y también sentirse tantas veces caer
en lo profundo del precipicio y en el lodo a la par.
Libre albedrío solamente lo fue allá,
y el alma que está en cada ser se ofreció a padecer,
y no distinto a los demás.
El alma, que tantas veces, como he dicho, cambió de vestidos,
este es el último vestido y se va a comenzar a transformar,
este último vestido, siempre el mismo y ya verán,
cómo comienza a renovarse por los milagros que surgirán.
Y entonces van a comprender tantos hechos,
que como humanos no lo entienden,
pero el alma que posee toda la sabiduría
al cuerpo dará todo el conocimiento,
y nadie quedará a un lado, sin vivirlo, sin saberlo.
Por lo tanto, como niños se van a volver a sentir,
como niños, y ya no tendrán que esperar,
para decir, tengo que ir a la escuela,
y los deberes otra vez, cuándo termina este padecer,
porque esto también me hace sufrir.
Se sentirán como niños felices,
como niños en un día de fiesta,
se sentirán como niños recorriendo,
como tantas veces he dicho,
por ese verde de la pradera.
Que aquél que te hirió te pedirá perdón,
y tú dirás: mucho más he herido yo,
porque el alma dará el conocimiento,
lo que cada uno ha hecho,
y todos han sido en la misma medida,
en distintos momentos, con distintos vestidos, almitas mías,
así, así, todos, llegado el último instante podrán decir:
pensar que yo juzgaba a éste o aquél,
y no me podía ver en mi interior,
y ahora, en mí mismo me puedo ver,
y si aquello es pequeño comparado con lo que yo realicé.
Pero también el recinto de la alfombra roja,

Mi Señor, el otro día cuando se hablaba de la Casa Blanca, y yo escuchaba el informativo y se decía Casa Blanca y TU de pronto dijiste Casa Roja, no dijiste Recinto y al rato dijiste Casa Negra, y a mi me hiciste estremecer, mi Señor. Y yo dije ¿por qué? y TU dijiste, de ahí parte el error humano.
Estos días se está hablando mucho del botón, de ese botón que TU estás hablando hace más de veinte años, mi Señor, y estos días se está hablando de ese botón. Y no lo mostrabas en Rusia, no, lo mostrabas en otro sitio muy al norte del mundo, muy al norte y muy a lo profundo, con muchos científicos, seres... y sé que todo eso tiene que cumplirse cuando vengan tus ángeles en sus estrellas a la Gran Obra, a la... cómo puedo decir, a la unión, a la seguridad en todos, y ahí comienza la transformación y ahí, ahí llega Tu Hijo Mayor, el Hermano que se ofreció por todos. Cuando se decía hermanos contra hermanos, como se decía en Israel, palestinos y judíos y TU decías: pero son mis hijos. Y ahí vienen y se van a abrazar. Si este abrazo como TU me mostraste, este abrazo o este apretón de manos, pero me mostraste que corría sangre, mi Señor, que iba a correr sangre. No sé cómo, no sé de qué manera, no es por un accidente, no, me da la impresión de que hay algo que todavía no llegó a un acuerdo. Y seguirá todavía un poquitito más... ¿hermanos contra hermanos, mi Señor?
Sé que se tiene que cumplir la Profecía de tu Jesús, sé que se tiene que cumplir, pero ruego que cuanto antes termine.
Alguien más había pedido algo, mi Señor, ¿qué vas a responder? o dejas para la otra vueltita.

No te inquietes -me dice EL-
que los caminos pronto se transforman en las grandes maravillas.
No olviden que hasta las piedras se transformarán,
no olviden benditos míos, que ustedes dejaron las alitas allá,
si ustedes también eran ángeles en nuestro Cielo,
creen que alguien se quiso quedar,
cuando dicen: Dios mandó a su Hijo a padecer,
cambien esa frase, lo suplico,
aunque soy Dios Padre y tengo poder,
suplico, cambien esa frase, no mandé a nadie a sufrir,
no quería el dolor en ninguno,
qué Padre sería YO, qué cómodo sería si dijera:
anda tú, que te taladren en una cruz,
anda tú, que te pase esto o aquello,
y YO me quedo muy tranquilo en mi Cielo,
no, jamás podría haber hecho eso,
al contrario, cuando se ofrecieron dijeron:
¡vamos! y dentro del Cielo que todo era cielo
y todo cielo volverá a ser,
no hay lugar para otra cosa, lo aseguro,
y pronto sabrán que así es,
entonces van a comprender que fueron ángeles,
que se ofrecieron por amor, se consagraron también,
querían padecer como Aquél en el calvario,
ese, vuestro Hermano Mayor.
Pero ahí, ese recinto de la alfombra roja,

Mi Señor, veo una alfombra roja, me la mostraste varias veces, veo ese recinto, veo algunos seres, pero veo a alguien que arrolla la alfombra, se la pone al hombro, no puede es muy pesada. Hay más que están ayudando, sale....
Me recordaste, mi Señor, de pronto a Simón, aquel hombre de Sirene, que ayudó a Jesús a llevar la cruz ¿qué significa esa alfombra? Y es como si algo fuera arrollado en la alfombra. ¿Qué es lo que va arrollado en esa alfombra, mi Señor? No entiendo, la alfombra de pronto es agitada sobre un abismo muy profundo, algo cae, me da la impresión de hasta como que fuera una persona, no sé, pero hay un papel que también cae... no sé. Y después de hacer eso, prenden fuego a la alfombra... y ya no había alfombra roja en el recinto. No entiendo, mi Señor.

Cuando llegue el momento todo lo comprenderán,
lo que acabo de presentar como obra humana también,
pero necesaria a la vez.
Y YO estoy en la alfombra roja y me quemaré,
como que la alfombra a MI también me representa.
YO también me quemaré, porque si ustedes....

Y me muestra seres que trabajaron en esa alfombra y al decir ustedes, no quiere decir que sean aquí precisamente,

si ustedes trabajaron en ella,
vuestras manos son bendecidas.
Cuántas manos están callosas,
por lo tanto, si ustedes trabajaron en ella,
es como trabajar en MI.
Cómo no he de dejarme quemar,
por amor a todos también.
Amén


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