Montevideo, 18/09/93

CASA BLANCA, CASA ROJA, CASA NEGRA, DE AHI EL ERROR HUMANO

Norma, Una súplica, dijo, te suplica, todos en tu Amor. Y ¿qué respondes, mi Señor?

Todos en mi Amor, si todos en Mi Amor están,
aunque me abofeteen, aunque quieran destrozar mi corazón,
siempre para cada hijo, hay infinito amor,
de lo contrario YO no sería un papá.
Cuántas veces les he dicho, no soy verdugo, ni juez,
cuántas veces les he dicho, los amo y mi amor es infinito,
porque con amor a cada uno en el Cielo YO creé.
Pronto grandes cambios se producirán,
una parte de la Tierra se va a estremecer,
otra parte de la Tierra sacudida será,
otra parte de la Tierra un pedazo saltará
y se transformará en un corazón,
símbolo del amor para el Universo entero.
Así será la Tierra y en un reverdecer,
reverdecer de paz y de esperanza,
reverdecer como que la Tierra es madre también,
la Tierra dará a luz y esa luz la están esperando
y esa luz pronto a todos viene a iluminar.
Se sentirá también cada uno,
un filamento de esa Gran Luz,
para todos unidos llevar a la Tierra
a ese maravilloso y anunciado resplandor.
Todos sí, todos y en el "todos"
como que la boca no se puede cerrar,
no es decir ahora aquel y después como será,
sino el todos, es con la boca abierta grande,
como para decir: aquí entran y no me los voy a devorar,
sino, llegan a mi corazón y de aquí jamás saldrán.
Por lo tanto, hijos míos, maravillas pronto se vivirán,
y así como he dicho siempre,
cada uno de mis hijos es un trocito del Divino Pan,
cada uno es un trocito y todos juntos componen
el Grande Pan que del Cielo salió.
Pero hoy también trajeron, corazoncitos,
como símbolo de infinito amor,
y ¿qué representan?, dos mitades tan unidas,
como que representan la pareja
que no se va a separar jamás en la vida.
Así, almas mías, en cada uno será,
dos que forman un solo corazón,
dos aquí, dos allá y dos allá y luego ¿qué?
el amor en toda la Tierra,
el amor en el espacio también,
de a dos tan unidos,
pero de a dos para ofrecer a todos
ese amor ya prometido.
Derramarán dulzura y misericordia,
también el perdón en vuestro ejemplo de amor,
también la gran fe que no se va a derrumbar jamás,
ya no habrá precipicios, se liberará,
porque el jardín que será el Paraíso,
ese jardín del Edén, será ya sin profundidades,
ya nadie va a caer, pero sí escalará montañas, y dirán:
pero si llegamos a lo alto, no nos vamos a derrumbar,
No, será el llegar a lo alto, porque también habrá estrellas,
que aguardando estarán para iluminar toda la Tierra.

Y veo, mi Señor, una estrella enorme, como en un cerro, no distingo que fuera éste, parece incluso más alto, ilumina todo el cerro la estrella.

Cuántas sorpresas aguardan,
muy pronto conocimiento tendrán
de lo que significa esta estrella
que a la montaña la viene a iluminar.
Pero ustedes ascenderán
y los ángeles que llegan los van a invitar,
se abrazarán fuerte y ustedes dirán:
pero esto ya no es una proyección,
no es verlos que atraviesan las paredes,
sino es verlos auténticamente,
y para que puedan pasar,
pues habrá que abrir las puertas.
Así, hijos míos, será,
revelaciones, amor, en MI para ustedes
y de ustedes para muchos más.
En vuestro camino de ejemplo,
de serenidad, de dulzura.
¿Qué he dicho?
Cuánta transformación en cada ser,
muy pronto se presentará,
y no será solo en lo exterior,
sino desde lo profundo como que cada uno
se sentirá sacudir por hechos que se verificarán.
Necesario todo es, pero no lo dispuse YO,
así, ustedes mismos lo dispusieron,
desde un principio para llegar a unir,
lo que fue una rebelión y ahora,
se proyecta otra vez, hijos míos, otra rebelión.
No en este momento, sino que ya está,
en distintos hogares, entre distintas naciones,
una rebelión, que chocan, que se enfrentan,
pero pronto sí, lo que parece un sello de paz,
pero correrá una veta de sangre,
y habrá enfrentamientos también.
Correrá una veta de sangre,
aunque quienes sellaron la paz,
la hicieran desde lo profundo de cada ser.
Habrá una veta de sangre,
y luego, Casa Blanca, como dije ya,
Casa Blanca,

Sí, mi Señor, pero me dijiste......

Te dije Casa Roja,
después te dije Casa Negra,
y tú me preguntaste ¿eso qué es?

sí, porque yo me aterré, mi Señor, cuando me dijiste hace unos días esto.

Y ¿qué te respondí?
de ahí parte el error humano.
Amén

Ay! mi Señor, qué revelaciones hiciste aquello que me habías dicho y ahora lo manifiestas.

Sí, pero sigo con mi Bendición,
cómo no he de bendecirlos
si todos están en mi corazón,
todos dijeron, todos, sí, todos,
¿quién puede fuera quedar)
Que aquél que está como desviado en el camino,
lo traeré, y si es necesario con fuerza,
pero con la fuerza del Amor a la vez.
Los bendigo como Padre que soy,
los bendigo, porque digo:
Gracias, hijos míos, ya que se ofrecieron
todos por amor a los demás,
a compartir todos los momentos.
Cuántos de mis hijos en aquella Somalía,
cuántos de mis hijos en aquella Bosnia,
en aquellos lugares, en tantos sitios de la Tierra,
se ofrecieron para ese total despedazamiento.
¿Y ustedes? si están como en un paraíso,
no lo deben olvidar,
se ofrecieron para padecer como ellos,
y sin embargo, qué diferencia hay,
que pueden salir, pueden regresar
van a la casa..... y aunque sea poquito,
un bocadito de pan tienen,
cosa que en otro lugar no lo hay.
Así que mis pichones bienamados,
ahora la Bendición de la Mamá,
que ha sido proyectada ya en muchos sitios
y en ustedes, algo nuevo se va a verificar.
Otra que proyección,...
sí, así como Papá humano les hablo YO,
otra que proyección, mis pequeños,
qué sorpresa maravillosa pronto tendrán,
Y dirán: pero esto no es un sueño.
Y al instante unos se van a pellizcar diciendo:
no puede ser, pellízcame tu, es una realidad.
Sí, una realidad maravillosa
que pronto la compartirán también.
¡Vamos! ¡paloma! transfórmate ya.

Y ahí está la palomita y ya se comienza a transformar en la Madre del Cielo, y ahí está su vestido y hoy es de plumas celestes. Plumas que no están como incrustadas, ni nada, están tan suaves como pegadas y la brisa mueve eso. Pero es como si todos se miraran y dijeran yo estoy allí y estoy aquí, no puede ser.

Estás aquí y estás allí, estás ahí y estás allá,
cada uno se puede ver,
qué hijo de una Madre en su amor puede faltar.
¡Vamos! -dice EL-, cántales, cántales tu arrorró,
cántales tu Bendición.
¡Miren las alas, vamos, al nido!

Y Ella junta las alas y es como si todos de pronto quisieran dar un salto, pero hay una fuerza especial, ni tienen que saltar hay un impulso que los lleva y están todos en las alas. Todos, no falta ni uno. No sólo los que están acá, los que están en cualquier parte del mundo.

En el Universo también -me dice EL-
todos, acaso puede faltar un hijo,
si uno solo faltara la Madre se despedazaría.
Por lo tanto, almas mías, con qué amor
y con qué sencillez todos se encuentran unidos.
Y ahora Ella les va a cantar, como lo hizo tantas veces.
¡Vamos! ¡Cántales!

Y Ella como siempre, mientras se va meciendo, ahora la veo que se va desplazando por los aires, meciendo esa cuna o ese pesebre, o ese nido, como lo quieran llamar, porque muchas veces he visto transformaciones maravillosas. Y mientras se va desplazando y se va como... como describiendo... no, va en su desplazar, va escribiendo, no describiendo, va escribiendo, pero no sé qué es lo que escribe.
En su desplazar pone: MUNDO NUEVO y les canta.
(Canto en lenguas)
Y es como si les mostrara ahora la Tierra. Y ve, ... me estás mostrando otra vez Somalía, mi Señor. Y es ver aquello, que una vez me hiciste sentir que los acariciaba y era acariciar un cuero sobre los huesos de los seres y fue tal mi desgarramiento. ¡Pobrecitos, mi Señor! te decía, y TU en cada uno desgarrándote también. Y no quería acariciarte a TI porque sabía que no tendría fuerzas. Y me hiciste sentir cómo la sangre corría de otros cuerpos despedazados. Y mis manos estaban tibias de aquella sangre y cómo quería volver a colocarlas, sellar aquellas heridas y renovarlos a todos. Me sentía despedazar yo también. Me llevabas a otros sitios donde el agua arrasaba con todos y como yo quería contener las aguas y rescatarlos, rescatarlos, rescatarlos. Y era imposible, era difícil. Me estás mostrando otra vez esas visiones, y sin embargo, veo a tus hijos cómo pueden contener las aguas, cómo pueden ayudarlos, cómo pueden... ya no veo aquella sangre que corre, es como que sus manos y no las veo manchadas de sangre, pero las sintieron, no sólo las manos, las sintieron desde lo profundo cada uno en su corazón. Y ahí están, haciendo las grandes obras, ahí están, son maravillosos tus hijos, mi Señor, cuánta obra. Y allá está aquello, aquellos seres llagados, hoy me las habías mostrado otra vez, pero las llagas son purulentas, son horribles, mi Señor, como yo te decía, si algún día tengo que besarlas TU me darás fuerzas y amor. Y cuántos seres, los veo que hacen como un gesto de desprecio y sin embargo ahí no están haciendo un gesto de desprecio, es como limpiarse la boca para que vaya bien limpia y poder besarlos. Y de pronto aquella carne comienza a tornarse blanca, como una perla maravillosa, limpios quedan. Y no saben cómo agradecer. Y se ponen de rodillas ante aquéllos que los besaron.
Qué visiones tan divinas, mi Señor, aún amargo, pero qué maravilla. Me pondría a llorar, porque no resisto, mi Señor, ver tanta grandiosidad. Y la transformación en todos, mi Señor, no tengo las palabras para agradecerte. Que pueda ser ya ese mundo que TU estás mostrando, ese mundo nuevo, que sea lo antes posible, por favor, mi Señor.

Estamos en las puertas,
en las puertas del gran triunfo,
no para destruir lo que se ha padecido hasta hoy,
sino para la transformación y poder sonreír.
Terminaron los caminos de piedras y de espinas,
terminaron los soles abrasantes en los desiertos.
terminan las aguas que corren pavorosas, barrosas y aniquilan
para todo ser una transformación, almas mías, tan divinas.
Ya los volcanes no arrojarán su lava,
sino como una lluvia de maravilla será,
arrojarán de ellos también frutos para mis hijos,
porque hambre en el mundo ya no se sentirá jamás.
Cómo no he de amarlos y de agradecerles,
si se ofrecieron del cielo a venir a padecer,
Cómo no he de amarlos y de bendecirlos,
sí hijos míos, soy vuestro Padre, soy vuestro Dios,
soy el Ser que está junto a cada uno,
no me he apartado de ninguno,
y jamás a ningún hijo he condenado,
vuelvo a reiterar no soy verdugo de mis hijos,
soy el Padre que en el Cielo los ha creado,
estoy en cada ser,
en el que ahora se encuentra en un minuto de paz,
y en todos los demás
que se encuentran en las guerras horrendas,
que vive esta sangrante humanidad.
Los amo como Dios y Padre que soy,
los bendigo con la fuerza de este amor,
¡adelante! hijos míos, adelante,
pronto comprenderán que mi Palabra toda es cumplida,
nadie fuera de ella quedará.
Amén


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