Montevideo, 15/2/86

LUNA NUEVA SANGRIENTA, LUNA NUEVA DE GLORIA

Mostraste el mundo, mi Señor. Pero sobre el mundo la Luna Nueva gigantesca, y ahora en creciente veo otra luna más, mi Señor. La otra parte está aún a oscuras con estrellitas que palpitan. Veo ahí sobre esa parte de la luna que está oscura, estoy viendo esa paloma como grisácea, el Espíritu Santo, ¿por qué no la veo blanca hoy, la veo como grisácea?
Ahora te veo a TI inmenso, cómo la tomas en tus manos, se posa, acaricias el plumaje, de pronto resplandece. Todo el plumaje resplandece. Y ahora la pones sobre el mundo. Comienza a crecer y a medida que va creciendo se va transformando en mujer. Y ahí está tu Esposa nuevamente. Pero ella extiende sus manos hacia esa luna que forma como dos lunas nuevas, una sobre la otra. Pero comprendo que siendo dos lunas nuevas, al mismo tiempo forma la luna en creciente. Extiende las manos y señala las dos puntas de la luna. Ahora las toma y las presenta, y está ella de frente a todos ustedes. Pueden tomarse de las manos como dijiste tú, Alberto.
Es Ella, ahí está presentando, tomando la Luna en sus manos y de pronto los invita y los veo como todos suben a esa luna, se sientan, se sienten como en un balanceo. Pero ahí está también el Cristo. Bendito, benditos todos por todo lo que están presentando.
Y dice Ella:

Con ustedes como Madre también siempre hijos míos estoy.
Y ese Hermano Mayor que los abrazará con su infinito amor.
Estas lunas representan lo que pronto se tendrá.
la Luna Nueva sangrienta, la Luna de Gloria que vivirá la Humanidad.
Como Madre los bendigo, pero también estoy en el dolor,
en el dolor de cada hijo y lo comparto con el Padre,
que desde todos los tiempos está desgarrado en este tormento, en este amargor.

Y dice EL:
Como siempre los bendigo y de nuestra bendición llevarán
adonde vayan a todos los sitios y en cada lugar dejarán,
como una chispita de amor de esta sublime bendición.
Los bendigo como Padre que en el cielo los engendró,
los bendigo como Padre que a la Tierra vino a compartir,
todas las amarguras, cómo los iba a dejar solos en este sufrir.
Y también mi Hijo los bendice.

Y dice EL:
Como el Hermano Mayor que soy,
como también desde todos los tiempos,
he sufrido para compartir, todo el desgarramiento....

Y ahora veo como que el mundo se parte, como que el mundo se desgarra como si fuera un gran corazón. Y ahora lo veo al Cristo poniéndose de rodillas frente a esa Luna en cuarto creciente y con las manos cruzadas sobre el pecho, de rodillas se inclina ante la Madre. Y a la Madre le pide la bendición.
Y ahora Ella... veo como si hubiera una gran cadena que une las dos puntas de la luna y ella se la pusiera en el cuello, se sostiene y pone las manos sobre la cabeza del Cristo.
Pero ahora la veo multiplicada poniendo las manos sobre la cabeza de cada hijo.

Y dice:
No sólo así los bendigo sino al Padre presentándolos estoy.
No sólo presento al Cristo sino a cada uno de mis hijos,
para la sublime, para la grande Misión.
Me llaman la Inmaculada, me llaman Reina Celestial,
sólo mírenme como una simple Paloma que bajo las alas los quiere albergar.
Y como si mis pichones entre las plumas quisieran estar,
todos se sentirán parte de ellas,
pero sobre todo las plumas que en mi corazón protegen,
aunque desangradas estén, por tanto sufrimiento, pero pronto........
¿Y ahora?

Ahora te veo como si fueras una Paloma y en tu pico portaras la ramita de Olivo.
Y dice EL:

La ramita de olivo la tiene, en su pico la puse YO.

Y dice Ella:
Y con esta ramita de olivo me acerco a cada frente.

Y al mismo tiempo que deja la ramita de olivo en cada frente con el piquito da un beso, beso de infinito amor. Ahora lo veo a Cristo otra vez, como la hostia que se presentó hoy.
Y dice:

Así como antes me ofrecí, ahora también ofrecido estoy.
No sólo con todos quiero compartir,
sino que quiero brindarme y a cada uno daré un trozo....
Amén


Montevideo, 08/05/93

DOS LUNAS QUE CONTEMPLARAN

Hoy Giancarlo encontró mi diploma de Primera Comunión y en el diploma mi madre me cambió el nombre, porque el sacerdote era muy anciano y era muy severo, pero era un amor de bueno. Y resulta que mamá dijo: si yo le digo que no tiene un nombre cristiano, ... ella pensaba que le iba a decir unas cuantas cosas, entonces me puso Ana. Y mi nombre no es Ana, entonces así figuro. Pero soy yo misma, no importa el nombre, soy yo, ¿verdad que eso es lo importante? que se sea quién se es no importa el nombre. ...
Olga, Victoria final triunfal.
¿Y qué les parece si tomamos esto solo, o alguien quiere agregar algo más?
Luna, nueve, espiral.
Bueno, vamos a ver, mi Señor, ahora, cuáles son tus palabras.
Mi Señor, muchas veces me muestras el nueve como si fuera un lazo de amor. Está en Tu mano, veo como ese lazo de amor envuelve la Tierra y es de Tu mano que parte. Pero muchas veces me mostraste un Rosario, mi Señor, un Rosario como un espiral que envuelve a la Tierra y ese Rosario son las cincuenta y nueve apariciones de la Madre, como TU has dicho. Has hablado siempre de dos lunas nuevas, una luna nueva sangrienta y una luna nueva de gloria. Y la sangrienta se cumplió con lo del Golfo Pérsico.
Y ahora, mi Señor, Tu Palabra.

Estamos -dice EL- .....

y te veo ahí, mi Señor, estás mostrando los caminos y estás parado en un camino y se abren dos caminos y forman una V.

En caminos de la victoria,
por ellos transitarán.
Victoria,
y estamos al final de los Tiempos amargos,
y será la Marcha triunfal.
Una luna muy especial,
pero no una sola será,
hay dos lunas, las vengo anunciando,
dos lunas que contemplarán.
Ese nueve como lazo de amor,
pero otros símbolos tiene también,
que muy pronto los van a comprender.
Y en ti, Sebastián he presentado detalles,
tu después, aportarás a tus hermanos
lo que YO te voy indicando,
porque mis hijos también trasmiten mis Palabras,
y a veces quedan después como en blanco,
¿qué dije? no lo pensé,
¿qué he hablado? yo no hablé.
Por lo tanto, como una espiral en la Tierra,
también rápidamente así será su transformación
en esa victoria, rápidamente, vuelvo a reiterarlo,
esa victoria, esos caminos triunfales que recorrerán,
y saldrán también de estos caminos,
porque irán a otros lugares,
también a esas lunas.
Lunas, que no sólo aquí hay vida en lo humano,
como humanos, no olviden que otros hijos míos,
a la luna también llegaron.
Por lo tanto, hay hijos míos en muchos sitios,
y ustedes en un abrazo se confundirán,
en un abrazo divino,
en un abrazo en el que ya no habrá ni jerarquías,
ni tampoco abismos donde puedan caer, sino
estamos ya para iniciar el camino de la gran victoria,
victoria triunfal,
al final de los tiempos amargos,
esas lunas que he mencionado
y ese sello que se estampará,

Veo otra vez el nueve, mi Señor, pero lo veo como que de cada corazón... envuelve el corazón y son como..... yo lo he dicho muchas veces, mi Señor, el cordón umbilical se corta, pero el cordón corazonal jamás. Y es como si el cordón corazonal formara nueves y va de un corazón a otro y hay tantos, tantos lazos de un mismo corazón a tantos sitios....

Ese también es el triunfo,
es el triunfo del amor,
por lo tanto, mis benditos,
ustedes se sentirán,
ahora están como en un abismo,
pero como en una espiral
llegarán a sentirse en lo alto,
pero ninguno sentirá orgullo,
por el contrario,
cuanto más elevados se sientan,
más humildes a la vez
será el ejemplo que ofrezcan,
benditos hijos,
benditos que se ofrecieron desde el Cielo,
en venir a padecer.
Amén


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