27/07/91

ARCO IRIS EN CADA CORAZON

Arco iris y una estrella dorada. Una luna rebosante de amor para todos.

Arco iris,
en cada corazón
surgirá ese arco iris
y por fin podrán gritar
¡llegó el Tiempo Bueno!
y es para toda la Humanidad.
Mis ángeles y mis ángeles,
todos puros y sinceros.
La estrella dorada,
si cada uno también es,
una estrella de divinidad,
estrella de cinco puntas,
cabeza, manos y pies.
Luna rebosante de amor,
muy pronto esa Luna Nueva.
Primero fue la Luna sangrienta
y esa ya se cumplió.
Ahora se acerca
la otra Luna Nueva,
la Luna Nueva de Gloria,
la Luna rebosante de amor,
la Luna, plena para todos.
Sí, todos la podrán ver
y sentirse como en un Divino Columpio,
que de ahí no se van a caer.
Se acercan momentos muy amargos,
no lo deben olvidar,
partes de la Humanidad lo vivirá.
En cada hijo Yo estaré.
Pero aquellos seres míos
también se ofrecieron
para padecer en estos momentos,
no lo deben olvidar.
Y ustedes dirán:
¿y por qué nosotros libres?
¿Elegidos?
No! elegidos ninguno,
jamás elijo YO a un ser.
Se autodestinaron
en venir a sufrir,
en venir a compartir.
Pero también
aquellos seres se ofrecieron
para el más grande dolor,
como en un gran agradecimiento
hacia los que quisieron
compartir en todo momento,
en el desaliento,
en la amargura,
en el arrastrarse,
en el sentir que los huesos se quiebran.

Sí, mi Señor, era lo único que me faltaba, porque de dolores, ya los he conocido todos. Y es como dijo tu hijo Roberto hoy, si no los conocemos en nosotros, no podemos comprender a los demás. Y yo, como digo siempre, no soy masoquista. Te agradezco mi Señor, todos los sufrimientos que he tenido, en lo físico y en las situaciones, pero también te digo, ¡ay! ya no más, mi Señor, que termine todo esto. No el hecho de "en mi", no! el hecho de en TI, como Padre en cada hijo, cómo sufres y multiplicas en TI el dolor de cada uno, por TI mismo, mi Señor, que ya termine todo. Acelera el tiempo.
Sé que Tu debes respetar el Tiempo, que tu Hijo Jesús anunció que vendría en los tiempos más difíciles, más amargos, en los tiempos de esa Tercera Guerra entre todos los hermanos, hermano contra hermano, padres contra hijos, todos. De caos, de confusión, esa tercera guerra en todo sitio, como digo, hasta en los deportes, hasta en las religiones, en la política, en todo lugar.
Mi Señor, por favor! que ya ese Hijo tuyo que se ofreció y dio estas señales que comience su obra y por fin se unan todos en ese abrazo maravilloso.

En ese abrazo maravilloso
en los cuales mis brazos también estarán.
En esa Luna rebosante de amor,
en ese Arco iris y en esas estrellas,
como ustedes lo son,
que unidas por fin estarán.

Mi Señor, qué maravilloso, me estás mostrando, cómo las estrellas, pero como un rompecabezas, que todas las puntas se van uniendo y todas juntas forman la gigantesca estrella del Cielo.

Así como se ofrecieron,
y así como tantas veces mencioné,
que no hay un solo pan
que sea del Universo,
todos juntos forman
el grande pan del Cielo,
todos juntos lo forman,
y así siempre los bendeciré,
pronto los nuevos cantos,
pronto la alegría
que a todos los unirá,
pronto en esos cantos,
la gran armonía
que ninguno va a desentonar.
Y no olviden de decir a mis otros hijos:
un solo Cielo y para todos es,
no hay jerarquías en nuestro Cielo,
no hay un primero y otro después.
Uno solo y es para todos.
La grande mesa preparándose está
para el festín que todos compartiremos.

Sí, mi Señor, pero TU dijiste que allá no se cocina y que hubo una rebelión porque yo cocinaba muy mal... No lo dijiste TU, lo dijo alguien, tomando un poquito a broma aquella rebelión, que se rebelaron porque yo era muy mala cocinera. Pero ¿qué es esa mesa, mi Señor?

Esa mesa es el Gran Altar,
el Gran Altar
en el que cada uno se va a reconocer,
porque cada uno se ofreció,
a ninguno YO destiné,
se ofrecieron para venir a compartir,
y llegamos al Tiempo
de la consagración y redención total.
Y ahora...
ahora esa Paloma que siempre
entre sus alas los suele envolver,
esa Paloma, ese Espíritu Santo
que siempre se transforma en mujer....
Mira....

Veo esa Montaña Rosada, y veo la Paloma que se asoma por un lado de la montaña, se asoma por el otro, se asoma por arriba, como diciendo.... que es una paloma y como paloma juega con los pichoncitos, pero tiernamente. Como diciendo: vengo por aquí, vengo por aquí, vengo por allá. Pero de pronto la montaña se extiende y ahí la dejó. Sorpresa como para Ella también.
La montaña ahí, descendió y se la ve resplandeciente. Los colores maravillosos de la Montaña Rosada se reflejan en todas sus plumas, y ya el cuerpo se comienza a transformar en la Madre Inmaculada. Ahí está. Pero estoy viendo que las plumas son cada uno de ustedes y muchos más. Las plumas no las podría contar, están llenos, están todos....

Y no falta ninguno -dice Ella-
ahora no tengo que mirar.

Junta las alas y ahí están todos.

En mi nido, en mi pesebre.

Qué maravilla! yo puedo decir, soy una gallina desplumada, pero verdaderamente TU eres maravillosa, tienes todas las plumas.

Como las tienen todos mis hijos también,
plumas divinas del Cielo,
ninguna pluma y ninguno va a faltar.
Y ahora les cantaré,
como siempre, mi arrorró.
Así es como siempre los bendeciré.

Pero estoy viendo algo más maravilloso.
Pidieron la Luna rebosante de Amor y ahí la luna descendió y son dos lunas. Una debajo de su pie y otra sobre su cabeza. Estoy viendo, cuando se dijo de esas estrellas y TU, mi Señor mostraste que cada uno era una estrella. Estoy viendo que cada estrella está posada.
Cada uno es una pluma en las alas gigantescas de esa Madre, pero está en cada uno la estrella sobre cada cabeza, la que lo representa en grande. Pero ahí está también la estrella sobre cada uno.
Y es como si fuera un amanecer en toda la Tierra. Toda la tierra se siente iluminada. No es decir, aquí está amaneciendo... no! toda la Tierra se siente iluminada. Y se sacude, se estremece. Y Ella es feliz y toma la Tierra. Y la Tierra otra vez tiene forma de corazón y se pone en el pecho de Ella. Y palpita la Tierra al unísono con el corazón de la Madre.
Pero rayos de luz parten de tu corazón y se unen, mi Señor, mientras yo siento que Ella ya está cantando... y no puedo trasmitir porque quiero decirles todo y quiero trasmitirles.... debo, no quiero trasmitirles el canto de Ella, no, porque yo nunca lo voy a hacer como Ella, ... debo trasmitir el arrorró, la Bendición.

(Canto)
Cantaré a mis hijos
cantaré en su misma lengua,
todos me podrán ver.
(Sigue en lenguas)

Pero ¿qué era lo que estaba echando sobre los panes, sobre el canastito? ¿qué es lo que estaba esparciendo?

Como el maná divino del Cielo
que en la Antigüedad se ofreció,
aquel que Moisés con su pueblo
pudo compartir
y hambre no se padeció.
Como el maná,
también distribuido así,
ahora en este símbolo
Ella lo trajo hasta aquí.
Cada partícula tiene algo de aquel maná,
pero todas tienen el amor inmenso,
la luz de las estrellas,
mi corazón a la vez,
con todo el Poder
que en cada uno deposito
y muy pronto lo manifestarán
para ayudar a todos.
No olviden que a nadie de lado dejarán,
ya que comienza la gran transformación,
el avaro se transforma en generoso
.....
a través de los tiempos se ofrecieron
cómo voy a condenar,
si hasta aquel Judas
tuvo su sufrimiento,
como todos aquellos seres
hace dos mil años,
cuando mil años antes se ofrecieron,
aunque decían: yo no quiero herir,
yo no quiero condenar,
yo no quiero lavarme las manos,
pero cada uno se ofreció,
así también es en estos tiempos.
Cómo no voy a tener por todos,
el más grande, el más puro,
el Eterno, lo Divino en Amor.
Amén


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