27/06/92

VASIJAS DE AGUA DIVINA, INAGOTABLES

Luis, habías pedido cestos y vasijas del agua divina. Mi Señor, y ahora, en esta sí, Tu Palabra Divina, mi Señor,

En esta Bendición,
cestos y vasijas del agua divina,
así todos mis hijos son.
Cestos, porque son trozos de pan,
que se ofrecieron a sentirse despedazar
y lo hicieron por amor.
Vasijas de Agua Divina,
fuentes inagotables,
divinos manantiales son.
Cuántas veces les he dicho,
di -me dice EL-

Sí, mi Señor, TU me dijiste que Tu Jesús dijo: quien tenga sed venga a mi a beber, y que se dirá ya en estos tiempos,

quien tenga sed venga a mi a beber,
dirán ustedes también,
quien tenga sed de ternura,
quien tenga sed de fe,
quien tenga sed de un amparo,
porque se siente abandonar,
quien tenga sed de luz en los caminos
y ustedes saciarán la sed
de todos esos peregrinos sedientos,
porque ustedes todos son también
vasijas de Aguas Divinas,
inagotables, porque así es.
Los Bendigo con la fuerza
con que en el Cielo los creé,
los bendigo porque son partecitas
creadas con Amor,
son partes de mi Ser,
los bendigo como trocitos de pan,
así, desperdigados por los caminos,
los bendigo y los amo inmensamente,
porque en Mi el amor por ustedes,
y al decir ustedes están todos mis hijos en él,
jamás, jamás ha disminuido,
sino por el contrario, hijos míos,
sabiendo que más amor no puedo sentir,
es como si en cada instante
creciera por cada uno,
porque se ofreció a sufrir.
Vasijas de Agua Divina,
inagotables,

Me estás mostrando, mi Señor, qué cosa más maravillosa, es como verlos llegar a tierras áridas y es como extender las manos y es como si brotaran fuentes de sus manos, y está la Tierra recibiéndolas como una Bendición también.
Pero veo que de pronto aquella Tierra,... no sé, infértil, no sé cómo llamarla, mi Señor, está amarronada... como si nada pudiera brotar ahí. De pronto al recibir esa agua, comienza ya a brotar, a brotar y reverdece todo, pero crecen y aquí y allá, y entre ese césped verde crecen árboles, más árboles, todas las variedades.

Vasijas de Agua Divina,
así también a los desiertos llegarán,
a los lugares más agrestes
y también apagarán con ternura
al fuego del volcán.
Y verán cómo ese volcán
también se va a transformar,
y lo sentirán no como un rugido,
no el agua que puede también anegar,
no la lava que corre
y la gente corre también despavorida,
como corren las rocas...

Mi Señor, hay estruendos en montañas y las rocas caen y parece que van todo a sepultar.

No, verán qué maravillas pronto será,
porque la lava del volcán,
como las aguas que anegando están,
será todo transformación divina,
ya que todo será como vasijas de agua bendita.

Mi Señor, me muestras que la lava del volcán necesitaba un fresco y el agua aquella va refrescando y todo se va calmando. La lava se va transformando, pero ya no es la piedra petrificada, no... es como si la piedra se abriera, como si fueran celdillas para las abejas, nunca habías mostrado esto, maravillas como siempre, mi Señor, y de allí van brotando, plantas, flores, pero todas esas flores van cuajando en frutos, como TU dices siempre.

También ellas son vasijas de agua divina,
y sedientas las plantas como estaban,
verás cómo comienzan a brotar,
y hambre en el mundo ya no habrá.
Sí, hijos míos, así ustedes también son,
como celdillas del Divino Panal,
celdillas divinas,
pero también fueron las abejitas
que llenaron las celdillas de la miel del Cielo,
no sólo son recipientes benditos
de agua inagotable,
no agua que va a inundar, que va a correr,
y mis hijos se pueden ahogar en ella,
eso jamás!!
porque llegan los momentos
en que podrán decir,
el trecho del camino se abrevió,
estamos al final de él,
para ver por fin todo,
en un paraje distinto,
en un paisaje de divinidad,
en un prado verde, tan divino
y a ese cordero llamando,
ya no...

Pero vi como un cordero primero, mi Señor, y enseguida se transformó en el Ser que TU anuncias....

Como un corderito también está en la Tierra,
pero como el Ser que están esperando,
al que podrán ver, escuchar, abrazar,
y compartir tanto con El,
muy pronto todo comenzará,
y ustedes como corderitos,
pero también transformados como son,
están para la total redención.
Y ahora, hoy presentaré a la Madre
de una manera distinta.
Si, unas veces como paloma la presenté,
el sábado anterior, como una rosa
que se transformó también,
hoy la presentaré como una abejita.

Sí, la veo y la veo recorriendo las distintas celdillas de un panal. Y veo la abejita que rápidamente va recorriendo. Y no va como si fuera libando las flores, no. Es como si fuera dando un besito en cada uno. Como si cada uno estuviera en las celdillas del panal y Ella va como dando, como abejita, un besito en cada uno, con su aguijón, pero es tan delicado ese aguijón, que ese aguijón no hiere jamás.
De pronto la veo que crece, se hace enorme, gigantesca, la abeja se hace gigantesca, pero es toda suave, de una suavidad..... ahí la abeja creció tanto y es como si todo el panal se pegara en Ella. Y allí están todos sus hijos y la abejita se siente feliz y dice:

Elaboradores de divina miel,
por la dulzura que van a ofrecer,
así se sienten también todos mis hijos,
y también ahora en un arrorró los bendeciré.

Ha multiplicado las alitas de abeja y las ha extendido... las ha multiplicado y las extendió y todo el Universo como siempre está en ellas, en esas alas. Y de pronto es ese su aguijón, pero es como si tuviera muchas estrellitas en la punta del aguijón, no hay una punta, no, es como si fuera la boca, una boca humana, pero es la boca de la Madre Celestial en la punta del aguijón y de pronto las estrellitas comienzan todas a bailotear adelante. Pero de todas las estrellitas que están prendiditas y que están como bailoteando, comienzan a despedirse luces. Pero esas luces las reciben todos al mismo tiempo, no uno primero, ni otro tiene que esperar. Todos al mismo tiempo. Y en esa luz está el beso también de la abejita Mamá. Y Ella ahora, moviendo sus alas y mientras los sostiene a todos les canta su Bendición, su arrorró.
El Padre sostiene el pan, el cestillo y ahí lo acerca. Y mientras Ella está cantando el arrorró, es como si todo gotas de miel se vinieran a prender a cada trocito de pan, que cada trocito los representa a cada uno de ustedes a la vez. Y canta la madre.

(Canto en lenguas)
Y tomando después ese aguijón, es como si fuera como... las trompetas! busqué la palabra y TU me la diste enseguida. Los ángeles con sus trompetas. Pero de pronto es como si se hubiera multiplicado. Ese aguijón como si se hubiera multiplicado en muchas trompetas. Adelante, a lo alto, hacia abajo, a los costados y también curvas hacia atrás. Y dice el Padre:

Muy pronto habrá un gran llamado,
todos se sentirán llamar y responderán,
porque es un Llamado Divino.
Y entonces se sentirán congregar,

Mi Señor, ¿será para la Pentecostés Universal, eso?

Todavía falta bastante,
estamos en el Tiempo de los Tiempos,
no lo deben olvidar,
estoy adelantando hechos,
que después todos se verificarán.

Y veo ahora, como si Ella de pronto saca su aguijón y lo deposita ahí donde estaba el pan. Queda como la manija de un cesto, es maravilloso como se transformó. Porque se abrió para formar la manija del cesto, con todas las estrellitas en la parte alta. Y el Padre mira feliz, y ahora Ella, distinto al sábado pasado que no se transformó en la Mamá, ahora sí, la abejita se comienza a transformar en la Mamá del Cielo, toda resplandeciente. Pero el resplandor de Ella es la felicidad de verlos por fin a todos felices. Y yo digo, que sea cuanto antes eso, que ya no haya que esperar en el tiempo, que puedan ser felices Tu, Ella y todos tus hijos, mi Señor.

Pronto así será -dice EL-
Amén


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