Neuquén
24/06/94
VISION
DE UNA ASCENSION DIVINA
Mi
Señor, esta pichoncita tuya pregunta sobre el futuro qué va a
pasar.
Te veo ahí, mi Señor, y es como si esto se hubiera abierto y fuera
un campo maravilloso.
No pierdo la noción de donde me encuentro, no pierdo la noción,
no estoy en trance, pero describo lo que el Padre me va presentando.
No solo a ustedes los veo, veo más. Hay un árbol por allá,
un césped muy verde, una cascada, un arroyito que corre. Pero de pronto
estoy viendo, las estrellas sí que vienen. Estoy viendo esas estrellas
que se detienen en lo alto y de pronto veo como una alfombra mágica dorada
que desciende y veo a los ángeles que vienen descendiendo. Angeles como
ustedes, como todos. Vienen descendiendo y se acercan. Veo en ustedes alegría,
veo serenidad... una gran alegría. Al fin un encuentro! Corren hacia
ellos. Ellos los invitan y de pronto parados en la parte... como si fuera una
escalera mecánica, los veo ahí y veo que los ascienden.
Llegan a una parte como de entrada a la nave, por decir así, y allí
hay como una penumbra, un aroma muy delicado. Los están inmunizando.
De pronto se encienden luces y hay más seres allí. Los abrazan,
los reciben con cariño. Ahora veo que los hacen pasar a un salón.
Se quedan sorprendidos, pero van con felicidad, con una gran tranquilidad. Allí
hay más personas. Hay como una especie de pantalla gigantesca. Y mientras
ellos les están hablando y los saludan, ya comienza uno de ellos a explicarles
y aparece en la pantalla algo. Van sintiendo que reciben un gran conocimiento
muy rápidamente.
Esto que estoy viendo es la primera vez que veo. No piensen que esto lo dije
otras veces, es la primera vez.
Están recibiendo un conocimiento, como les decía, rápidamente,
y quedé en eso por aclararles. Es maravilloso, no saben el tiempo que
ha pasado, pero sí saben lo que han recibido. Les sirven algo, lo comparten
y luego nuevamente los vienen acompañando. Nuevamente llegan a esa alfombra
mágica y descienden.
Los veo llegar como si fuera a las casas de ustedes, pero mientras tanto van,
van así, como maravillados por lo que acaban de vivir.
Y llegan algunos rezongos en la casa como diciendo: miren la hora que es, qué
paso. Pero incluso en la casa quedan asombrados de ver que irradian algo muy
especial. Explican lo que vivieron. Hay reproches, piensan que están
bajo la influencia de algo, pero luego comprenden que no, que no hay nada de
eso, porque allí les dieron algo, como una prueba, como una señal
que fue auténtico lo que vivieron, no fue un sueño, fue realidad.
Los veo, y los veo con otras personas, los veo con jóvenes, los veo con
mayores y hablan, hablan, hablan. Algunos se van como diciendo: perdieron la
razón. Pero otros no, en otros hay interés.
Vuelven a ser ascendidos, pero ahora hay algo más especial. No se me
quiere decir lo que es, pero hay algo más especial. Los veo que regresan
y como que muchos están esperando ¿y a mí cuándo?
Y entonces es como si trajeran una lista, todos los que también van a
poder participar.
Mi
Señor, nunca me habías mostrado nada de esto, nunca. Siempre hay
sorpresas.
Y
sorpresas para mis hijos también, dice EL,
Mis ángeles que se ofrecieron también para tanto,
mis ángeles pronto serán preparados
para la gran manifestación.
Las estrellas se vienen acercando,
aunque muchas estrellas
ya se posaron en la Tierra como avecillas,
pero han dejado la señal de sus patitas.
Serán invitados ustedes y muchos más,
porque ese Hijo Mío
que es vuestro hermano y por todos se ofreció,
ese Cristo, necesita de la colaboración de tantos,
no piensen que llegaron acá al azar,
vinieron, los traje de mi mano,
curiosidad, interés,
bien sé lo que en cada ser hay,
pero sí sé que en cada ser hay inmenso amor.
Los bendigo como Dios y Padre que soy.
No teman, no soy el juez de mis hijos,
mis brazos siempre abiertos
donde encontrarán el refugio
y los tengo abrazados contra mi corazón.
Benditos hijos, benditos ángeles,
pronto en la Redención total
se encontrarán colaborando,
y a muchos lugares de la Tierra
y fuera de ella también,
mis benditos ángeles irán.
Amén
Salto, 19.6.85
CASI UNA PENTECOSTES DIVINA
Y son varias las naves que llegan, está la de la Hermandad, está
la Nave, la simbólicamente anunciada, la Santa María, está
la Nave de la Gloria, está la Nave de la Asunción, la Nave, ...
esa nunca había sentido.... y allá la Nave Laboratorio. Todos
vienen dispuestos a trabajar, a colaborar. Estoy viendo un asiático,
y con su traje típico. Estoy viendo ahora, de pronto, un descenso divino,
y EL dice:
No
olviden que también son mis hijos,
no extraterrestres, sino como ustedes,
pero mensajeros de paz,
que siguiendo mis pedidos, vienen a este rincón,
donde también recibirán de MI,
no un saludo, sino una Bendición.
Y en un descenso sublime,
y en luz que todos recibirán,
hoy habrá como una Nueva Pentecostés.
No olviden que está anunciada la Universal.
Y
estoy viendo como descienden... pero son como filamentos, representados como
por arco iris divinos, luces potentes y brillantes, que no forman el arco, sino
son las luces que descienden. Y veo que lo envuelven todo, que de pronto comienzan
a girar, a girar, a girar,... hasta formar como un círculo gigantesco
de luces divinas. Quisiera que todos pudieran apreciar tanta maravilla Y veo
de esas luces que giran, cómo descienden rayos, y los envuelven y están
recibiendo todos los rayos de luz. y es como si de pronto... no sé, para
mirar eso, no vi el descenso de muchos de ellos que están alrededor de
ustedes y están colaborando, pero los veo que se han desplazado, a otros
sitios también. Y los veo en varios lugares... y lugares muy distantes.
Estoy viendo ahora, cómo en un momento muy especial, se sienten inundados
de una paz, y de una serenidad. Estoy viendo también muchos de acá,
y de otros sitios... que confío, ellos saben cuál es, mi deseo,
de que los tuyos también estén atendidos.
Han traído equipo... no olviden que todo lo que yo veo, es en proyección,
se encuentran en sus naves y desde ellas, con sus aparatos poderosos, pueden
lograr muchas cosas acá. No olviden que nosotros acá con un teléfono,
nos podemos comunicar con nuestros astronautas en la Luna, este aparatito que
no es nada, y es tan importante... los de ellos son de un avance sorprendente
y pueden lograr mucho más.
Estoy viendo a cada uno... no quiero mencionar lo que veo, para que luego no
digan que fue sugestión... que se sintieron sugestionados por mis palabras.
Pero estoy viendo en algunos se está verificando una intervención,
en otros, veo como una transfusión de sangre... hay a quienes, les ofrecen
solamente, con inmensa ternura una flor y quienes no reciben nada, solo sienten
el brazo, que se le apoya muy dulcemente. Hay quien siente como escalofríos,
pero la mayoría, siente una paz muy grande.
Uno de ellos trae como un copón, como aquél de Jesús en
la Antigüedad, como aquella Ultima Cena... aquel famoso copón, que
para el que no sabe, le voy a explicar. El Padre me ha dicho que cuando nació
Jesús, en las ofrendas que recibió recibió metales preciosos
también. San José, no solo era carpintero, sino que era orfebre.
Y con lo que recibieron, les ayudó para establecerse cuando llegaron
a Egipto... pero había suficiente y él trabajó ese copón,
considerando que eso pertenecía a aquel niño. Hizo un copón
bellísimo, y en él, cuando había alguna fiesta importante,
allí lo ponía Jesús como cuando alguien dice: ¡ah...
hoy voy a poner esto que era de mi abuelito, o que... es un recuerdo importante
de familia, y lo pone en algún acontecimiento especial. El también,
y en aquella Ultima Cena... se bebió en ese copón. Y luego, para
el que no sepa, le voy a explicar. José de Arimatea, fue el que prestó
el sepulcro para el cuerpo de Jesús... conocen muchos ese pasaje. Se
llamaba José, y era de Arimatea... él llamó a un alfarero,
y ese alfarero, era hermano de María, la de Magdala, conocida como María
Magdalena... él cubrió de arcilla ese copón; y un hijo
de José, pero no S. José, lo aclaro bien, José de Arimatea,
lo llevó a ocultar. Hasta el día de hoy, ese copón está
oculto. Y va a salir nuevamente a la vista de todos, cuando el Cristo ponga
su pie en el Mundo.
Este copón, como un símbolo... veo que uno de ellos lo porta acá.
Y en él trae... ¡ah!, ahora distingo bien... es como aquel maná,
que alimentó a Moisés en el desierto, a Moisés y su pueblo.
Y veo como él está repartiendo... y todos reciben su dosis y su
porción... todos están tomando... gracias por todo.
Le
pregunté cómo se llama y me dijo:
Johnatan,
Madre...
Y
yo digo: bienvenidos, no solo tú, Johnatan, sino todos, todos los que
arriban, bienvenidos todos, pero bienaventurados todos los que están...
Es hermoso, porque le ofrece el copón al Padre, después que todos
se alimentaron y el Padre le sonríe y toma el copón.
¿Me
perdí algo, mi Señor?...
No,
dice EL, no te perdiste nada,
que cuando hablé de Pentecostés,
YO estaba bendiciendo todo lo que había en él...
Gracias
mi Señor.
Veo
ahora nuevamente, como los fragmentos del maná, los veo envueltos en
luz, y los veo como suspendidos, sobre cada cabeza y sobre las cabezas de ellos
también. Y de ese copón, que también parte una luz, que
forma... tiene una forma como la flor de lis... no sé; no sé qué
puede simbolizar... Porque si la miro de frente es una flor, y si la miro de
lado, tiene la misma forma. Voy a dejar de hacer exclamaciones y a ir a lo que
estoy viendo...
De ese copón parte también luz, que ilumina todos los rostros,
pero de aquel maná que quedó suspendido en las cabezas... es como
si estuviera entrando... y dice EL:
Como
en una Pentecostés que les anuncié,
como la partícula de maná que reciban también,
como la luz divina, como el alimento,
pero como el alimento del alma por la sabiduría que tendrán,
por la fuerza y por la fe, y no lo olviden y les reiteraré,
la fe será como un estandarte que en alto portarán,
que no habrán vientos, por fuertes que sean,
que los puedan derribar.
No habrá para ustedes...
y
me está mostrando, como que hay vientos muy fuertes,
que
puedan asolar.
No hay nada, almas mías, que los pueda tumbar,
la fe será inmensa.
Y
los veo como soldados en una batalla, pero sin miedo, de frente... siempre adelante,
pero no para destruir.
Y dice EL:
Sino
para brindar, restaurar, reconfortar,
dar la alegría y en un cántico sublime,
antes de que llegue el día, unidas vuestras voces,
con ellas al Mundo, en ese canto lo envolverán.
¿Antes
de que llegue qué día, mi Señor?
En
la alborada el Cristo pisa la Tierra,
pero no en esta próxima será,
primero estará la Noche Negra, luego,
lo que acabo de anunciar.
Y al instante... vuestro canto, que a MI, dice EL, me reconfortará,
después de haber con ustedes sufrido tanto,
porque jamás los he abandonado.
No olviden, que siempre me tuvieron a cada lado,
en la paz, o en el combate.
Que si se habla de un infierno,
Infierno que es de eternidad,
cuántas veces es el sufrimiento,
el Infierno que parece que no termina jamás.
¿Verdad, hijos míos benditos, ¿que eterno parece ser?
No teman que como en un suspiro,
se encontrarán, en un mundo que dejará de ser sombrío,
porque ustedes serán las luces que lo envolverán.
Amén
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