autogestión vecinal

A r t i g a s
el resplandor desconocido
(ensayo histórico)
© GONZALO ABELLA

Anexo 2 al Capítulo IX

Carta al Grupo Sepé

Setiembre de 1998

Hermanos:

     "Por razones que muchos de ustedes conocen no he asistido a las últimas reuniones, y ahora estoy haciendo nuevamente las valijas para ir a Resistencia y Pilar.

(...) En octubre nos veremos nuevamente. Por suerte seguimos sintiendo que estamos en lo mismo: Alejandro y Claudia por Tacuarembó, ustedes en este viaje trascendental a la Quebrada, Isabel en contacto con gente de Aiguá y Capilla del Sauce, y yo en los esteros paraguayos donde pasó sus útimos años el inmortal Pedro Campbell.

     En estos momentos y con motivo del viaje de ustedes a la Quebrada sentí la necesidad de escribirles estas líneas.

     Cada día me convenzo más de la necesidad de nuestro grupo y siento el orgullo de pertenecer a él, porque no hay jefes y aquí nadie es imprescindible aunque todos necesarios.

     La Quebrada fue un lugar de intensa actividad espiritual de la gran nación charrúa. Sabios como el Laucha Prieto la conocen y la aman, y la gente sensible no pasa por allí sin sentir la profundidad de su llamado, de su mensaje nativo. Es un tesoro de todos nosotros y debe ser preservado para nuestros nietos. Debemos ser guardianes firmes de este patrimonio porque desgraciadamente hay planes para destruirla.

     En primer término la Quebrada va a ser destruida por las autorizaciones de prospecciones mineras en su entorno inmediato. La Ley de Minería es un complemento siniestro del monocultivo forestal con eucaliptos y todo está planificado para cometer un paisajicidio total.

     Digamos además que nada es casual. Los herederos del genocidio charrúa, los herederos de los que calumniaron a Artigas, quieren terminar el siglo borrando la memoria del paisaje gaucho que los acusa.

     En segundo lugar la Quebrada es la punta más accesible de un ecosistema muy delicado y extenso que consta de cuatro quebradas más, todavía casi inexploradas, y un tesoro de biodiversidad único en el mundo. Las explosiones y el cianuro van a causar allí un impacto mucho mayor que en Minas de Corrales, y lo harán sobre un paraíso que morirá inevitablemente.

     En tercer lugar la Quebrada fue refugio de nuestro glorioso Martín Aquino, símbolo de la rebeldía gaucha frente a la injusticia de los "dotores".

     Parece que nosotros y muy pocos más hablamos de esto. Hemos desatado furias que todavía no advertimos en su plenitud. Como en la época de Artigas, esta tierra orientala tiene a sus enemigos adentro..."

                                G. A.

     La carta anterior es un ejemplo de mi más profundo sentimiento hacia el artiguismo: creo que Artigas es, ante todo, una fuente de enseñanzas permanentes para nuestra acción de hoy, un llamado a la firmeza en defensa de nuestros pueblos y nuestra Naturaleza, y una cantera inagotable de esperanzas para un mañana que se presenta amenazador.

     Creo por lo tanto, y aquí resumo lo que ya afirmé, que Artigas expresa una propuesta totalmente vigente para el siglo XXI. Propone la relación sustentable con el ecosistema desde una diversidad cultural solidaria y cuidadosa de la libertad y los derechos de cada comunidad y de cada persona.

     Ya los pueblos originarios americanos tenían, en lo fundamental, esta propuesta.

     Exceptúo los imperios precolombinos, regidos por otras leyes y otros miedos. La mayoría de los pueblos americanos, que sabían cómo construir imperios pero que rechazaron esa opción, recibían con fiestas a todo portador de una cultura diferente. Entre ellos las personas tenían el derecho a ser todo lo diferente que quisieran, en tanto no dañaran a la Comunidad ni a la Naturaleza.

     Nunca, estos pueblos originarios de América, fueron intolerantes ante las nuevas formas religiosas; por el contrario, siempre incorporaron al culto comunitario todas las entidades espirituales y ritos que pudieran favorecer sus trabajos de sanación, perfeccionamiento y protección comunitarias.

     Y estos atributos entraron en la propuesta artiguista, pues la mayoría de la gente tenía su religiosidad, aunque por un extraño laicismo los uruguayos no hablemos de ello.

     Artigas comprendía que el Continente ya no sería nunca más un coto exclusivo de los pueblos originarios. Los afroamericanos eran una realidad irreversible, una nueva cultura de raíces africanas relacionada con el ecosistema americano; y los criollos, nacidos por varias generaciones en este suelo, ya no tenían retroceso posible; eran ya irreversiblemente americanos.

     Entre la gente venida de Europa Artigas distinguió claramente entre conquistador e inmigrante; sus adversarios eran "los malos europeos y peores americanos" y reiteró siempre que "los tiranos, no por su patria sino por serlo, son el objeto de nuestro odio".

     Durante un período de mis investigaciones pensé que Artigas era uno más entre una pléyade de héroes y heroínas; sólo que por "letrado" se había distinguido de los demás.

     Ahora sé que Artigas fue excepcional, único en su momento y por muchos momentos. No se equivocaron los pueblos originarios que lo llamaron "Overava Karaí", el Señor que Resplandece.

     He aquí una clave central de la personalidad de Artigas. Roa Bastos recuerda que el Dr. Francia, Supremo Gobernante del Paraguay, recomendaba a los enfermos "visitar al viejo oriental en Curuguaty".

     Un Artigas descalzo y de civil, conocedor de lo que ocurría en el mundo, curandero, ávido lector en libros, en la Naturaleza y en el corazón de la gente; he aquí la verdadera imagen cuando la opción de su vida ya pudo coincidir con su apariencia externa, cuando todas las ideas estaban expresadas y todos los caminos recorridos.

     Un Artigas alumno permanente de la sabiduría de los pueblos y destino del paso peregrino de multitudes que acudieron a oir su palabra, pedir su bendición o enrolarse entre sus seguidores y seguidoras. He ahí el "primer motor" de su gesta extraordinaria.

     Un Artigas resplandeciente para la inmensa mayoría de la gente, para los Pueblos Libres. He aquí la imagen que explica su recuerdo imperecedero.

     Ese resplandor sólo es invisible para algunos académicos; sigue alumbrando hoy toda la cuenca platense, y seguirá alentando la esperanza del mundo, y en ella andará Artigas junto a otros "imprescindibles", para usar la expresión del poeta alemán Bertold Brecht.

     Artigas, como muchos otros y muchas otras antes y después que él, no luchó solamente por los derechos avasallados de su cultura criolla de origen. Soñó una América multicultural, madre generosa de todo lo diferente que respeta y fiesta de diversidad cultural. Esta diversidad cultural, él lo sabía, es la guardiana de las riquezas que conservamos: la gente, su mejor memoria, su capacidad de hacer, sus ansias jóvenes, la diversidad cultural específica que bebe cada hijo de este suelo y la Biodiversidad necesaria que nos sustenta y debe ser patrimonio de todos.

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