Bandera
Pesada
Eleuterio Fernández Huidobro
A la compañerada del Frente
Amplio:
Allá por 1970 y 1971, cuando
quienes fundaron el Frente Amplio tuvieron que elegir bandera,
eligieron la de Artigas. No podía ser menos. Resultaba
ineludible. Artigas usó varias, todas tricolores, y una de ellas es
la nuestra.
Supongo que en aquél entonces pensaron que nuestra lucha no es más
que la continuación histórica de aquélla. Lo pensaron bien. Muy
bien. Una renovada convocatoria nacional. Los tres colores
expresaron y expresan también a las diversas vertientes generadoras
de la nueva fuerza política.
No
voy a contar aquí las vicisitudes por las que pasó desde 1811 esa
bandera, ni tampoco las vividas desde 1971. Son demasiadas. Una
epopeya, por tanto obra de multitudes anónimas. Y una larga
caravana de héroes puntuales que todos conocemos.
Pesada resulta entonces la bandera. Pesada y sin embargo viene
enarbolada por calles y caminos al tope de cañas delgadas que llevan
manos niñas y brazos viejos, puños obreros y palmas trabajadoras y
trabajadas.
Pesada resulta, y reclama brazos jóvenes, de arterias pletóricas
hinchadas, que la tengan y aúpen, la sostengan alzada y levanten
sólo por el pasado que agrupa y pesa; tan sólo por la memoria que
convoca y alcanza, tan sólo por eso, nada menos que por eso, pero al
tope de la esperanza.
Yo
pertenezco y creo humildemente en eso: hay que pertenecer. Todos
saben donde estoy y no hace falta que lo diga. Vaya y pase.
Sobran las palabras en estas definitivas horas que quedan, pero
siento que lo que me falta y falta es convocar y convoco los brazos
libertarios de mi tierra, y a las manos socialistas fundadoras,
matrices, solidarias y fraternas, a las comunistas de acero y
fragua, templadas en miles de batallas, militantes de ternura y de
fierro, a la opción redundante por lo pobres de las conciencias
democráticas y cristianas, a las nacionalistas bagualas y blancas y
a las batllistas de laya, coloradas nada más que por eso.
Reclamo por las vertientes, ligas y asambleas federales, artiguistas
y uruguayas y por las alianzas progresistas. Por las corrientes de
toda la izquierda y por todas las fechas que nos hermanan: la del 26
de marzo, la del 20 de mayo, tantas...
Y
porque en esta batalla, para poder ganarla no sobra nadie, más bien
todavía falta, no quiero olvidarme de nadie ni de nada.
El
27 votamos y sobre el verde tapete de la vida y de la historia ya
están todos los dados rodando. Incluso los aciagos.
Y no
puede haber excluidos ni exclusiones porque todos somos necesarios,
y hay que hablar de pecho abierto con nuestras hermanas y hermanos
que aún no se han incorporado para que vengan y ayuden y levanten
también con sus manos la bandera.
La
que por el pasado es pesada pero además hoy viene, más que nunca
preñada y también por eso pesa. Trae en su vientre la esperanza
inmensa y el único futuro posible para las grandes mayorías.
La
juventud ahora, más que nunca, tiene la palabra: sólo sus potentes
brazos podrán sostener la tacuara. Pero la tiene también la
gigantesca y milagrosa militancia. Esa popular magia.
Para
que la victoria sea el partido del pueblo nada ni nadie debe poner
su voluntad afuera de la bandera.
La
vida, la historia, lo que ustedes quieran, colocó en nuestro camino
una sentencia que se dirime con votos y en esa tarea es necesario
que todos, absolutamente todos, el próximo domingo 27 votemos y
lamemos a votar, dentro del lema, dentro de las banderas del Frente
Amplio, el Encuentro Progresista y la Nueva Mayoría.
Intentar incidir en peleas ajenas es una peligrosa trampa que puede
resultar suicida.
Es
esta una hora de estar o no estar: no caben en ella excusas. La
patria se juega entera y con ella nos jugamos todos. Con pasado y
presente y futuro a cuestas.
Compañeros del Frente Amplio: ustedes han construido la historia
llevándola hasta aquí. Por eso les pido encarecidamente, les ruego,
votar a quien más les guste pero votar a la sombra de nuestra
gloriosa bandera.
Ojalá que a todos y todas les vaya muy bien. Lo deseo
fervientemente porque entonces le irá bien a nuestro pueblo. Pero
también le suplico a la enorme energía militante que ustedes
representan, toda la energía disponible destinada a la pelea,
olvidar las rencillas domésticas, levantar la mira, apelar a la
grandeza, y derrotar a quienes matan a la patria, ahorcan la
esperanza y multiplican la pobreza.
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