APUNTES SOBRE LA ACCION FRENTE A
LAS MASAS
Nuestra estrategia implica la
instalación de la lucha armada sistemática, apenas estemos preparados para sostenerla y
haya condiciones para ello.
Esta estrategia condiciona nuestra acción cotidiana. No
es lo mismo actuar para un movimiento que proclama la lucha armada y además ha tomado la
iniciativa de prepararla, que actuar para otra clase de movimiento cualquiera.
Dicha estrategia consiste esquemáticamente en lo
siguiente: un grupo armado como para sostener una lucha prolongada, es decir, preparado
como para no ser destruido de inmediato inicia las acciones.
Ante el hecho consumado, el resto de la izquierda y el
pueblo se ven ante estas alternativas:
o sumarse a la lucha armada o permanecer indiferente a la
misma, o servir de "soldado tranquilo" de la contrarrevolución. Para ver qué
posibilidades hay de mantener airosamente cada una de estas actitudes, tenemos que
ubicarnos en el nuevo panorama político que crea la instalación de la lucha armada
dentro del país. Esquemáticamente también, si la fachada democrática es insostenible
ya ahora con períodos de crisis, entonces no es previsible que huelgas, manifestaciones y
libertades sindicales puedan ser permitidas cuando se ha pasado a la etapa de la lucha
armada.
Será cuando la represión no sólo golpeará a los
izquierdistas que tomaron las armas, sindicalista, al simple huelguista y aún al
mero manifestante.
Ahora bien, si el momento para desatar la lucha armada ha
sido bien elegido, si se ha tomado una etapa de gran penuria popular y las huelgas y
manifestaciones populares son inestables. .. en el caso particular de nuestro país donde
el aparato sindical es extenso, donde a cada ajuste presupuestal los gremios paralizan el
funcionamiento de gran parte del aparato estatal, entonces la alternativa de la represión
es de hierro: o enfrentar la lucha armada con el aparato del Estado deteriorado, o
liquidar a los gremios persiguiendo a sus dirigentes y prohibiendo huelgas y
manifestaciones.
Y aunque en menor grado que en diciembre de 1966 (porque
los servicios de inteligencia se han afirmado) frente a un brote de lucha armada también
se dará el golpe ciego a todo el que ha hablado de lucha armada.
Quiere decir que se dará la secuencia clásica de todos
los lugares donde se ha aplicado la estrategia: el grupo armado golpea a un sector extenso
de la izquierda, si no a toda la izquierda.
Esto transforma en muy incómoda la posición de los
izquierdistas que no hayan optado por apoyar la lucha armada o unirse a ella. Quedan
marginados del verdadero foco de la lucha de ciases y (pero); sufriendo las consecuencias
del mismo. Políticamente, la historia ya no pasa por ellos. No es ya su declaración
pública, su acto de repudio, su discurso admonitorio, lo que concita la atención del
pueblo disconforme, en aquellos momentos en que medidas más eficaces para destruir el
régimen están ya en marcha.
La alternativa para estos izquierdistas es unirse al
convoy de la Revolución, aunque sea como furgón de cola, o perder definitivamente el
tren.
Trabajemos pues para iniciar acciones que van a crear
este panorama.
Nuestra acción presente debe tender a facilitar nuestra
acción futura, no a entorpecerla.
No debemos organizarnos gremial o políticamente en forma
pública, aunque hacer política o gremialismo hoy sea lícito y no sancionable
penalmente. En el futuro no va a ser así y de no tenerlo en cuenta estaremos facilitando
ya el trabajo a nuestros enemigos. Ellos tendrán a través de nuestros gremialistas
públicos actuales, la lista de quienes nos dan respaldo y posibilidades dentro del
Movimiento de masas y ya no golpearán a ciegas. Eso significa "entrega", por un
afán de la hora, a los cuadros que permitirán el crecimiento del Movimiento en los
momentos peores de batalla y darles puntería a los golpes de la represión.
Hoy sería más cómodo y más fácil no organizar a los
gremialistas en células clandestinas sino públicas; pero es comernos el futuro.
Y también implica comernos el futuro, ceder a la
tentación de participar en la eterna polémica menuda de nuestra izquierda como lo ha
hecho tradicionalmente toda organización que haya tenido más de una hora de vida. Esto
no significa que no tengamos grandes discrepancias con muchas organizaciones políticas y
gremiales de la izquierda, sino simplemente que no creemos en la polémica como medio para
superarlas. Inútil discutir si es conveniente o no hacer movilizaciones de tipo de una
"marcha de peones rurales" por reclamo de tierras para trabajar. Hay que hacerla
y, la misma conmoción pública que crea, obligará a los sectores con quienes discutimos
en vano a seguirla de atrás.
Inútil discutir si hay que lanzar o no la lucha armada.
Hay que lanzarla y que se atrevan a discutirIa entonces.
La polémica, sobre todo cuando ocupa el 800/o de nuestras energías revolucionarias, no
hace mas que volver más recalcitrantes a los sectarios.
Esto es también comerse el futuro porque nosotros
sabemos que dentro de cualquier fuerza hay valores útiles para la revolución. Y echarnos
prematuramente encima a esos valores por cuestiones del momento, es restar fuerzas a una
empresa futura que sólo saldrá con el esfuerzo de todos.
Esos hombres, o no están maduros o están mal
orientados, pero ¿para qué aislarnos de modo irreconciliable con ellos por sus
posiciones de hoy, si está dentro de nuestras posibilidades hacer sonar a corto plazo la
hora de la verdad, donde los revolucionarios auténticos podrán encontrarse? ¿Porqué
crear prejuicios o prevenciones contra nosotros, por la forma de llevar las pequeñas
luchas de hoy, si está de por medio la gran lucha por el Poder, donde la unidad
significará ahorro de sangre y sacrificios y mayores posibilidades de éxito?
Creeríamos en una polémica objetiva y constructiva
dentro de la izquierda sí, pero como nunca la hemos visto practicar la consideramos
imposible. Tal como se da la polémica actualmente, cada vez es más remota la posibilidad
de que haya una verdad universal para toda nuestra izquierda, antes bien, cada sector
enarbola. "su verdad".
La variante que podría admitirse es que algunos sectores
la vociferan por diez mil bocas y otros solamente por cien. Recuérdese el ataque de
Arismendi a la FAU acusándola de traición y connivencia con la patronal por el conflicto
de FUNSA. En dicho conflicto dirigido por compañeros de FAU hubo una toma de fábrica con
resistencia al desalojo policial, pero culminó dejando la decisión del conflicto a la
Suprema Corte de Justicia que aplicó una multa al Sindicato.
Esto crea un segundo problema, éste de economía de
fuerzas y fácil de resolver aplicando principios militares tal como el de dar batalla
solamente cuando el sacrificio no va a resultar totalmente estéril.
Es ésta una polémica estéril de la izquierda en la que
hemos rehusado intervenir desde diciembre de 1966, - en los cinco años que tenemos de
existencia.
Diciembre de 1966 sólo nos permitió constatar un logro
parcial de esta política: el hecho de que no nos hubiéramos dedicado a cultivar enemigos
"irreconciliables" dentro de la izquierda a través de polémicas estériles
permitió que un grupo incipiente recibiera el apoyo de los más dispares sectores que de
hecho actuaron como cobertura, lo que es de por si mucho más importante y valioso que 400
manifiestos revolucionarios. En síntesis: en lugar de las palabras .revolucionarias,
nosotros proponemos cambiar la gente con hechos revolucionarios.
Ahora bien, esto puede implicar en la acción cotidiana
por ejemplo, el sacar una posición de lucha dentro de un gremio y la consiguiente
polémica con otros sectores. Esta es una discusión necesaria que nosotros consideramos
útil y digna dentro de nuestros esfuerzos porque tiende a definir modos de actuar, hechos
concretos, porque tienden a una radicalización de la lucha, y nada tiene que ver con la
vieja querella teórica matizada de copiosos adjetivos a la cual nos referíamos
anteriormente.
Y volviendo a los términos 'militares", no nos
interesa una batalla general en el campo de la polémica verbal, porque no es en ese
terreno donde se va a definir la vanguardia revolucionaria ni la revolución, pero si nos
puede interesar una escaramuza en el lugar donde tenemos fuerza, con el fin de sacar una
posición de lucha concreta. No perder de vista la estrategia general que nos permite
resolver una serie de problemas que se dan en la lucha de masas diaria.
Por ejemplo: si nosotros sabemos que al desatarse la
lucha armada, las direcciones sindicales pueden verse obligadas a ocultarse y ser
detenidas por la represión, entonces no debemos darle tanta importancia a la gravitación
negativa que tienen actualmente muchas de esas direcciones.
Su reinado absoluto, termina con el status que hay entre
las clases; cuando la lucha pasa a la etapa violenta, esas direcciones pierden el control
de las masas y muchas veces hasta el contacto con ellas, pues el aparato sindical
actualmente en nuestro país, no está preparado para funcionar indefinidamente en formas
clandestinas.
Por lo tanto, es más importante montar un aparato de
funcionamiento clandestino que nos permita actuar en las masas, que no se despegue de
ellas, que las mantenga en la lucha aún en los periodos de mayor represión y no
"copar" direcciones legales de sindicatos. Decimos "es más
importante" en el entendido de que tampoco es despreciable la dirección de un
sindicato desde donde se pueden radicalizar las luchas y crear el aparato clandestino que
permita la continuidad de éstas, pero no hacer de la lucha por el poder el único
objetivo de nuestros militantes.
Pasando a otro aspecto; para nuestros compañeros que
tengan gravitación en los gremios:
la consigna es contribuir a apresurar el proceso de la
radicalización de las luchas. Para ello nada más eficaz que trasladar la técnica de la
lucha armada al campo gremial.
Doscientos cañeros actuando como foco de repudio activo
a la embajada de los EE.UU. obligó a una manifestación de miles de trabajadores el 1 de
Mayo a enfrentarse a la policía cuando los planes de los, a! parecer, omnipotentes
dirigentes de la CNT eran muy otros. Incluso obligaron a estos dirigentes a refrenar al
otro día todo, lo que trastoco sus planes hasta decretar un paro general para la jornada
siguiente. Es a esto a lo que llamábamos " furgón de cola " para no perder
definitivamente el tren.
Unos centenares de estudiantes franceses actuando en un
momento propicio, convierten en cruento uno de los habituales choques con Ia policía.
Al otro día son todos los estudiantes los que luchan
contra la policía en las calles de París. Y luego un par de centrales obreras
anquilosadas cuyos dirigentes no han hecho otra cosa que ajustar salarios desde tiempos
inmemoriales, se ven obligados a sacudirse el polvo y decretar el paro más grande de la
historia de Francia.
Y la onda se expande; también los campesinos se suman a
la movilización y el gobierno se tambalea.
Y si no cae es porque el movimiento no cuenta con una
organización atrás para el asalto al poder de modo definitivo, en momentos en que el
Estado se hallaba completamente paralizado.
En fin, esto ilustra también sobre todo lo que hemos
venido diciendo respecto a la importancia relativa del hecho de detentar la dirección
sindical cuando la lucha pasa a otra etapa.
En conclusión: nuestra estrategia determina una serie de
pautas generales para la acción en el frente de masas a las cuales debemos ajustarnos
estrictamente.
El hecho de que no entremos en polémicas con otras
fuerzas de izquierda, no quiere decir que transemos con sus métodos.
No discutimos, pero demostramos EN LA PRACTICA que los
nuestros son mejores.
La teoría del conocimiento marxista exige que cada
hipótesis de trabajo sea cotejada con la práctica para comprobar su validez.
Nosotros debemos hacer lo propio.
Ver -a la luz de la práctica- los resultados de nuestros
métodos de trabajo.
Para poner un ejemplo en el campo gremial:
la acción de UTAA frente a la acción de otros activos
grupos minoritarios como trotskistas o musplanos.
La práctica demuestra que a igual esfuerzo un movimiento
se expande, en tanto otros se enquistan y aislan.
Y esa es la mejor demostración de Ja corrección de una
línea gremial.
Documento elaborado en mayo de 1968.